PIETISMO
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La palabra p. es una designación general de un movimiento muy ramificado y de formas muy variadas dentro del > protestantismo. Sus orígenes se remontan a principios del siglo xvii. Su mayor importancia en la historia espiritual corresponde a la primera mitad del siglo xviii, pero sus efectos se dejan notar en los movimientos de vida cristiana del siglo xix y se extienden hasta nuestros días (Hermanos Bohemos [Hernutas], p. de Württemberg y del Rin). La -> reforma para el p. no es un acontecimiento ocurrido y consumado una sola vez en el pasado, que haya de entenderse institucionalmente. Es más bien un acontecer que se debe realizar constantemente en la Iglesia, si la soberanía de Cristo ha de ser una realidad viva. La idea fundamental de todas las tendencias pietistas es el ansia de praxis pietatis y de ejercitación en la bienaventuranza divina. La actividad espontánea y viviente de la subjetividad religiosa es para el p. el punto central del hecho histórico de la mediación de la salvación. En ella se concentra también el interés teológico. Esta manera de acentuar la subjetividad puede realizarse en las formas tradicionales de confesionalidad protestante; pero en el p. radical tiende a disolver la Iglesia.

El p. reformado tiene sus raíces en el puritanismo inglés del siglo xvii. John Bunyan (+ 1688, Pilgrim's Progress) ve la actualización de la salvación en una «eclosión» psicológica que se puede fijar en el tiempo y que el cristiano debe experimentar como vivencia consciente. La idea puritana se propaga en los Países Bajos por obra de los predicadores expulsados de Inglaterra. Bajo J. Labadie se llega en 1669 a la primera segregación de círculos pietistas frente a la comunidad eclesiástica. En las figuras de Gerhard Tersteegen (+ 1769, númerosos cánticos religiosos), de Samuel Kollenbusch (+ 1803), de G.D. Krummacher (f 1837) y de H.F. Kohlbrügge (jf 1875) pervive el p. reformado.

El p. luterano alemán se manifiesta por primera vez en Pia desideria (1675) de Philipp Jakob Spener, que en seis proyectos de reforma esboza el programa clásico del p. Los collegia pietatis por él fundados condujeron pronto a tendencias separatistas, por lo cual fueron combatidos por la dirección oficial de la Iglesia.

La obra de Spener halló su continuación en el p. de Halle, principalmente en August Hermann Franke, discípulo de Spener. Como profesor de teología (1691) y fundador de un orfanato y colegio (1695), Franke logró ejercer un influjo de extraordinaria extensión en la vida eclesiástica, espiritual y social de su tiempo. Indirectamente el orfanato dejó una impronta en el espíritu del prusianismo, así como en no pocos re-presentantes del temprano -> idealismo alemán. Finalmente llegó a ser el primer centro para el fomento de las misiones protestantes entre infieles, de la difusión de la Biblia, de las misiones entre judíos, de la solicitud por la diáspora protestante en el sudeste de Europa y en Norteamérica. Gracias a Franke el p. alcanzó una concepción propia en pedagogía. Inspirado Franke en la experiencia de su conversión personal, concibió la educación de los niños bajo el punto de vista de orientarlos y guiarlos a la conversión.

Nikolaus Ludwig conde de Zinzendorf, salido del círculo de Halle, fundó la comunidad de Hermanos Hernutas, creando así una comunidad pietista autónoma. En ella se unían tradiciones prerreformistas con las influencias de Lutero, dando por resultado una configuración de la vida religiosa llena de fantasía (calendario festivo autónomo, organización de la comunidad en coros, etc.). También los Hernutas, con su intensidad de vida, alcanzaron gran importancia en la historia de la piedad protestante, y su influencia se extiende hasta nuestros días. En Württemberg el p. desarrolló una actividad intensa dentro de la organización eclesiástica entonces existente. En las figuras de J.A. Bengel y de Oetinger el p. integra en sí influencias místicas especulativas (Jakob Böhme, Swedenborg), dando origen a una piedad caracterizada por un realismo bíblico. Ese p. ejerció gran influjo en el idealismo alemán, y también en la teología protestante (–> protestantismo, B) del siglo xix (J.T. Beck, t 1878; Adolf Schlatter, i 1938).

Frente a estas corrientes, el p. radical sólo tuvo una eficacia pasajera, por razón de sus tendencias entusiásticas y contrarias a la Iglesia institucional. Sin embargo, puede ostentar una serie de notables personalidades, entre las que destaca principalmente Gottfried Arnold (+ 1714). Su Unparteiische Kirchen und Ketzerhistorie (Historia imparcial de la Iglesia y de las herejías [1699]) es el primer gran ensayo de presentar la historia de la Iglesia desde el Nuevo Testamento como historia de una progresiva decadencia de la vida cristiana.

En conjunto hay que ver el p. sobre el fondo de la gran evolución de la autocomprensión del hombre moderno en orden al descubrimiento de la sujetividad autónoma. El p. representa un conato en gran escala de aceptar esta evolución como una vuelta a las fuentes de la vida cristiana. El hombre que se va haciendo autónomo debe llegar a estructurar religiosamente su existencia en forma propia y personal, sin lastre de tradiciones, mediante una confrontación con la Biblia por la actualización vivencial de la situación de la comunidad primitiva. La concentración de la fe en la vida religiosa concretamente realizable y experimentable, sin duda ha desatado importantes energías morales y religiosas, y ha tenido notables efectos en la historia de la espiritualidad. El protestantismo debe al p. un fortalecimiento de las misiones, de la actividad caritativa, de la educación e instrucción religiosa y, consiguientemente, una intensificación de la piedad personal. Además, la disputa con la impaciencia y vitalidad del espíritu pietista comunicó a la inteligencia de la fe aquella movilidad que dio por primera vez a la teología oficial la posibilidad de enfrentarse en diálogo provechoso con la vida espiritual moderna de la era poscristiana. Sobre todo con la revivificación de la inteligencia de la Biblia el p. vino a ser el pionero de la moderna ciencia bíblica. Así contribuyó finalmente a reanimar los frentes confesionales, que habían caído en la inmovilidad. Cierto que el p., al subrayar la subjetividad autónoma a costa de la tradición, estaba expuesto constantemente al peligro de olvidar que la vida de fe se inicia históricamente. En todas sus formas late siempre el peligro de hacer de la sujetividad el punto de partida efectivo de la vida religiosa. De ese modo la referencia de la doctrina a la vida viene a convertirse en un pragmatismo religioso. El tener puesta la mirada en la conversión verificable del hombre, el destacar a los convertidos como una ecclesiola in ecclesia, hace problemática la idea de la gracia y lleva a que la comunidad de fe se convierta en una reunión independiente de individuos religiosos, y en el caso extremo empuja a la separación. Schleiermacher, heredero del p. y paladín del neoprotestantismo, sacó en forma típica las consecuencias para la inteligencia de la fe: la experiencia religiosa se convierte en criterio para decidir lo que todavía hay de valioso en la tradición. La ambivalencia del p. pone de manifiesto la tarea que por la experiencia de la subjetividad moderna se le plantea a la predicación de la fe.

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Wenzel Lohff