PATROLOGÍA
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Se entiende brevemente por p. la ciencia que versa sobre los padres de la Iglesia. La p. comprende todos los escritores de la antigüedad cristiana hasta Gregorio Magno (+ 604) o hasta Isidoro de Sevilla (+ 636) en occidente, y hasta Juan Damasceno (+ 749) en oriente.

Nuestro tiempo está bajo el signo de una renovada dedicación a la p. En teología, la explotación unilateral de los padres de la Iglesia según puntos de vista escolásticos ha cedido el paso a una investigación más científica de su peculiaridad. La fe ciega en la autoridad ha dado paso cada vez más a una concepción que estima a los padres sobre todo como testigos de la fe de su tiempo en una época fundamental de la Iglesia. La filología clásica ha superado definitivamente la aversión a los padres de la Iglesia que procede del renacimiento, y penetra cada vez más a fondo en el mundo lingüístico y conceptual de los mismos. Para el historiador de la religión y su estudio del problema que plantea la «antigüedad y el cristianismo», los padres aparecen como fuentes de primer orden. Así se explica que, en los tiempos novísimos, la p. haya venido a ser una ciencia independiente para el estudio de la antigüedad tardía y de los primeros tiempos cristianos.

El camino que ha llevado a esta independencia ha sido largo. Cierto que el nombre de p. es de fecha relativamente reciente. Lo acuñó el teólogo luterano J. Gerhard cuando, el año 1653, publicó en Jena su obra: Patrologia sive de primitivae Ecclesiae christianae Doctorum vita et lucubrationibus. Según esto, la p. es la ciencia sobre la vida y doctrina de los padres. Sin embargo, el concepto de «padres» ha de entenderse más en el sentido de la totalidad de escritores cristianos antiguos, incluso de los heréticos, porque la p. abarca todos los autores teológicos de la antigüedad cristiana. A comienzos del siglo xx se entabló una viva discusión en torno a la finalidad exacta de la p., particularmente entre O. Bardenhewer y A. v. Harnack, en la que se estudió particularmente si la p. es una historia de la «antigua literatura cristiana» o de la «antigua literatura eclesiástica». Era una disputa de palabras, porque en la p., lo mismo que en la patrística, la cual con frecuencia se distingue de aquélla, predomina el punto de vista teológico. El nombre de «patrística» procede de los manuales dogmáticos del siglo xvii, que distinguían entre la teología bíblica, la patrística, la escolástica y la especulativa. En el siglo XVIII, de esta teología patrística se desarrolló aquella parte de la historia de los -> dogmas que aduce los escritos de los padres como fuentes de prueba dogmática.

La idea de una historia de la antigua literatura cristiana desde el punto de vista preferentemente teológico es mucho más vieja pues se remonta a Eusebio de Cesarea. Ya en su historia de la Iglesia (Hist. Eccl. i 1, 1) Eusebio se esfuerza por aducir todos los antiguos escritores cristianos, ortodoxos y heterodoxos, con sus escritos, y por presentar largos extractos de la mayoría de ellos, de manera que de hecho su Historia representa una de las fuentes más importantes de la p., sobre todo porque muchos de los escritos citados se han perdido. De ahí que, para muchos escritores cristianos antiguos, Eusebio es nuestra única fuente informativa. El primero que escribió una verdadera p. fue Jerónimo. Su obra De viris illustribus, un catálogo de escritores que compuso el año 392 en Belén, tiene por fin desvirtuar el reproche de inferioridad espiritual que ha-cían los gentiles contra los cristianos. Para este fin Jerónimo ofrece en 135 párrafos una biografía y una estimación crítica de las obras de los antiguos escritores cristianos desde Simón Pedro hasta Jerónimo mismo, cuyas obras se aducen hasta el año 392. Su modelo en forma y estructura es la obra de Suetonio que lleva el mismo nombre. Por más de 1000 años, este escrito de Jerónimo constituyó la base de todos los estudios de la antigua literatura cristiana, y ha seguido siendo hasta hoy día la fuente más importante de su historia. Ello no excluye que la obra adolezca de algunas deficiencias. Contiene no pocas inexactitudes y, por desgracia, no está exenta de prejuicios, aparte de que Jerónimo cuenta también entre los antiguos escritores cristianos a Filón, Josefo y Séneca.

Una valiosa continuación de esta obra fue escrita con el mismo título por el presbítero semipelagiano Genadio de Marsella hacia el año 480 (PL 58, 1059-1120). De menor importancia son los tratados De viris illustribus compuestos por Isidoro de Sevilla, entre los años 615 y 618 (PL 83, 1081-1106), y por Ildefonso de Toledo (PL 96, 195-206), que informa particularmente sobre escritores españoles. Como único autor no español, Ildefonso menciona a Gregorio Magno. Por primera vez en el siglo xi el benedictino Sigeberto de Gembloux, en Bélgica, vuelve a hacer un nuevo ensayo de continuar la obra de Jerónimo hasta su tiempo. Su obra De viris illustribus (PL 160, 547-588) en estrecha dependencia de Jerónimo y Genadio, da por de pronto una exposición de los antiguos escritos cristianos y de sus autores, a la que siguen escuetas y pobres noticias sobre los teólogos latinos de la edad media. No se menciona allí ni un solo escritor bizantino. Compendios semejantes de historia de la literatura teológica escribieron hacia 1122 Honorio de Augustodunum (De luminaribus ecclesiae: PL 213, 961-984) y el llamado Anonymus Mellicensis hacia 1135 (De scriptoribus ecclesiasticis), el cual no parece haber compuesto su obra en Melk, sino en Prüfening junto a Ratisbona. Mucho mejor informa el escrito del abad Juan Trithemio, De scriptoribus ecclesiasticis, compuesto hacia 1495, que ofrece datos biográficos y bibliográficos sobre 963 escritores, entre ellos también no teólogos. Pero también Trithemio bebe casi exclusivamente en las fuentes de Jerónimo y Genadio.

Fue importante para oriente que, ya tempranamente, se hiciera una traducción griega del catálogo de escritores de Jerónimo; la traducción fue por mucho tiempo atribuida a Sofronio, que tradujo varias de sus obras al griego como atestigua Jerónimo mismo (De vir. ill. 134). Pero la traducción de ese catálogo parece que procede de un tiempo posterior. El refundidor anónimo del Onomatologos de Hesiquio de Mileto (hacia 550) bebió también de esta traducción, mientras que el Onomatologos mismo fue utilizado por Focio y Suidas. Focio compuso hacia el año 858 el Myriobiblion, llamado también Bibliotheca, una obra eminente de fuentes para la historia de la literatura antigua, pues da extensas indicaciones de contenido, en parte con largos extractos, de unas 280 obras clásicas y de la antigüedad cristiana que se hallan en su propia biblioteca. Sus noticias atestiguan amplia formación y gran independencia de juicio. Sin esta fuente numerosas obras clásicas y patrísticas se habrían perdido enteramente, y no nos habría llegado ni una mención de las mismas. Sobre muchos escritos patrísticos ofrece preciosos datos el Lexikon de Suidas, compuesto hacia el año 1000. Finalmente, al nestoriano Ebedjesus bar Berika debemos un catálogo de los escritores eclesiásticos de lengua siria, que él compuso por los años 1317-18 y que contiene importantes noticias sobre muchos autores eclesiásticos antiguos. La época del renacimiento trajo un interés nuevo y entusiástico por la p. Los humanistas sacaron a luz un gran número de obras desconocidas de escritores eclesiásticos latinos y griegos.

La reforma protestante y el concilio de Trento adujeron a los padres como testigos de sus concepciones discrepantes sobre la doctrina y la estructura de la Iglesia primitiva. Prestó buenos servicios para la introducción a la p. la obra De scriptoribus ecclesiasticis liber unus del cardenal Belarmino, aparecida el año 1613 en Roma, la cual informa sobre escritores cristianos hasta el año 1500. Una era totalmente nueva para la p. comenzó con los trabajos de los maurinos, que, en los siglos xvii y xviii, pusieron a disposición del mundo sabio un gigantesco material de fuentes en ediciones de los padres de la Iglesia, los cuales eran modelos para aquel tiempo.

Las Mémoires pour servir á l'histoire ecclésiastique (P 1693-1712), en 16 tomos, de L.-E. Du Pin y S. de Tillemont, prestaron excelentes servicios para la cronología de la antigua literatura cristiana. Después de breve decadencia de los estudios patrísticos en el siglo xvui, se produjo un nuevo florecimiento hacia mediados del siglo xrx. El francés Abbé Migne publicó entre los años 1844-66 la Patrologia Latina (PL) en 161 tomos y la Patrologia Graeca (PG) en 221 tomos, con traducción paralela latina; hasta hoy son las colecciones más completas. Esta edición puso a disposición de teólogos y filólogos todos los textos patrísticos hasta entonces conocidos, aunque por desgracia en una reimpresión no exenta de erratas. La obra de Migne ha tenido por consecuencia un gran florecimiento de los estudios patrísticos.

Pero el deseo de ediciones críticamente elaboradas se hizo sentir más y más, y condujo a dos grandes empresas: la de la Academia de las ciencias de Viena, que ha publicado desde 1866 el Corpus scriptorum ecclesiasticorum latinorum (CSEL), y la de la Academia de las ciencias de Berlín, que ha publicado desde 1897 la serie Die griechisch-Christlichen Schriftsteller (GCS). Ambas ediciones son realmente ejemplares. Entretanto en Francia se trabajó en las ediciones críticas de los textos patrísticos orientales recién descubiertos, concretamente en las colecciones: Patrologia syriaca (PS) desde 1907; Corpus scriptorum christianorum orientalium (CSCO), que aparece desde 1903 en una serie siríaca, copta, arábiga y etiópica; y la Patrologia orientalis (PO), que comenzó en 1907. A la vez surgieron en Inglaterra las grandes series de traducciones Library of the Fathers (1838-88) en 45 tomos, The Ante-Nicene Christian Library (1866-72) en 24 tomos y, en los Estados Unidos, A Select Library of Nicene and Post-Nicene Fathers (1886-1900) en 28 tomos. Son equivalentes en Alemania las series Sämtliche Werke der Kirchenväter (1830-54) en 39 tomos, Bibliothek der Kirchenväter (1869-1888) en 80 tomos y la nueva Bibliothek der Kirchenväter en las dos series 1911-30 (61 tomos) y 1932-39 (20 tomos). Una visión general ofrecen 1as dos obras modelo aparecidas entretanto sobre la antigua literatura cristiana: A. v. HARNACK, Geschichte der altchristlichen Literatur bis auf Eusebius (1893-1904), en tres tomos; y 0. BARDENHEWER, Geschichte der altkirchlichen Literatur (1913-32, reimpresión no modificada Darmstadt 1962), en cinco tomos.

La época posterior a la segunda guerra mundial está bajo el signo de una nueva colaboración internacional, como se expresó particularmente en las cinco Patristic Conf erences de Oxford (1951 1955 1959 1963 1967), que estuvieron muy concurridas. Esta colaboración tuvo su fruto en los nueve tomos de Studia Patristica (TU 63 64 78 79 80 81 92 93 94), que fueron publicados por F. L. Cross y K. Aland (1957-1966). Y también repercute en la Bibliographia Patristica, que desde 1959 edita anualmente W. Schneemelcher, con colaboración internacional, por encargo de la comisión patrística de las academias de Gotinga, Heidelberg, Munich y Maguncia. Después de la segunda guerra mundial la Academia de Viena y la de Berlín han continuado las series del CSEL y GCS, a las cuales se ha añadido desde 1953 la gran empresa (dirigida por la abadía de san Pedro en Steenbrugge, de Bélgica) del Corpus Christianorum; se trata de un «nuevo Migne» que, en una Series latina y otra Series graeca, se propone ofrecer reimpresiones de todos los textos patrísticos existentes. Un importante trabajo preliminar para la empresa ofrecieron E. Dekkers y A. Gaar con la publicación de la Clavis Patrum Latinorum, que indica al científico las mejores ediciones de los padres latinos (1951, 21961). Nuevas series de textos y traducciones comenzaron a aparecer en Francia con la colección Sources chrétiennes (SC) y, en los Estados Unidos e Inglaterra, con la colección Ancient Christian Writers (ACW).

El gran hallazgo de Nag'Hammadi (1946) regaló al mundo patrístico una colección de miles de páginas de textos gnósticos, cuya edición ha comenzado. Estos textos proyectarán nueva luz sobre la historia del gnosticismo y los orígenes de la teología cristiana. Finalmente, el año 1968, G.W.H. Lampe terminó en Oxford un Greek Patristic Lexicon, iniciado en 1961, que constituye un instrumento imprescindible para la investigación patrística.

BIBLIOGRAFIA: Cf. las obras básicas Harnack Lit; Bardenhewer; Quasten 1; Quasten P; Altaner-Stuiber. — Además: K. Aland, Der gegenwärtige Stand der patristischen Arbeit in Deutschland: Misc. Hist. Eccl. (Lv 1961) 119-136; J. O. Reata, La actualidad de los trabajos patrlsticos: Helmantica 16 (Sal 1965) 151-208; M. Tetz, Altchristliche Literaturgeschichte — Patrologie: ThR 32 (1967) 1-42; J. Vives, Los Padres de la Iglesia (Herder Ba 1971); A. Segovia, Espiritualidad patrlstica (Gran 1944).

Johannes Quasten