PATRIARCADOS
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Ya en los primeros siglos cristianos se formaron en oriente, en tomo a ciertas Iglesias principales, distritos de administración eclesiástica, en que se unieron una serie de diócesis particulares bajo una dirección central, cosa que era necesaria a fin de asegurar una dirección uniforme de la Iglesia, para la que, tal como entonces estaban las cosas no bastaba Roma. Esta evolución se realizó paralelamente dentro y fuera del imperio. Los distritos dentro del imperio (Alejandría, Antioquía, Constantinopla y Jerusalén) se llamaron posteriormente «patriarcados»; los de fuera del imperio recibieron el nombre de «catolicatos» (de katholikos = «representante general» o ¿«superior general»?), a saber, Persia, Armenia y Georgia. En esta evolución intervinieron diversos factores; así, el origen apostólico de las Iglesias principales, su actividad misional, la categoría histórica de sus obispos, la importancia política y la situación geográfica de las ciudades. La primacía de las Iglesias principales surgió del derecho consuetudinario, que fue reconocido, no creado, para las Iglesias del imperio por los primeros concilios ecuménicos. El p. más antiguo es el de Alejandría, ciudad que ya en el siglo III poseía en todo Egipto una indiscutible posición directiva. Los derechos de Antioquía eran más indeterminados y sólo lentamente llegaron a imponerse. Jerusalén no llegó a ser reconocida como independiente de Antioquía hasta el concilio de Calcedonia (451), mientras que el concilio de Nicea (325) sólo le concedió una primacía de honor.

No puede demostrarse una concesión expresa de privilegios a los p. por parte de Roma. Roma reconoció la posición especial de Alejandría y Antioquía expresada en el canon 6 de Nicea, mientras que por de pronto rechazó en principio el primado de Constantinopla, fundado en la categoría política de la ciudad y expresado en el canon 3 del concilio i de Constantinopla y en el canon 28 del Calcedonense; pero de hecho terminó reconociéndolo.

El concilio iv de Constantinopla (689), aprobado por Adriano ii, estableció en el canon 21 este orden de preferencia: Constantinopla, Alejandría, Antioquía y Jerusalén.

Fuera del imperio se desarrollaron «catolicatos» en Persia, Armenia y Georgia. La Iglesia sirio-oriental de Persia fue fundada probablemente hacia el año 100 desde Edesa. Ya a comienzos del siglo iv el obispo de la capital, Seleucia-Ctesifonte, logró una posición dirigente, que en 410 fue reconocida por un sínodo. Otro sínodo, en 424, disolvió la tenue relación de dependencia, reconocida hasta entonces, respecto de los «padres orientales», es decir, respecto de los obispos de la provincia eclesiástica antioquena. Lo cual quiere decir que la declaración de independencia precedió a la recepción del nestorianismo (486). La Iglesia armenia, fundada hacia el 300 desde Cesarea de Capadocia y dependiente primero de esta ciudad y luego de Constantinopla, se hizo prácticamente independiente después del año 428 por razón de su oposición política al imperio. Sólo entonces apareció el título de katholikos para el cabeza de la Iglesia. La Iglesia georgiana, fundada en la primera mitad del siglo IV, permaneció hasta el siglo viii en débil dependencia de Antioquía.

Las controversias cristológicas condujeron a cismas en los p. de Alejandría y Antioquía. Después de la condenación del monofisismo por Calcedonia (451), de momento católicos y monofisitas se disputaron las sedes de Alejandría y Antioquía. En tiempo de Justiniano (527-565) la jerarquía se escindió en una parte católica y otra monofisita. El p. monofisita copto de Alejandría tuvo un predominio casi exclusivo desde la invasión de los árabes (640), mientras que en Antioquía la jerarquía fundada por Jacobo Baradeo (que de él recibió el nombre de «jacobita») sólo tenía tras sí la mitad aproximada del pueblo.

Probablemente en la primera mitad del siglo VIII, la Iglesia maronita, nacida junto al monasterio de San Marón, a orillas del Orontes, se dio a sí misma patriarcas propios con el título de Antioquía. A este respecto tuvo cierta importancia la controversia en torno al monotelismo.

Posteriormente surgieron p. propios en los Estados eslavos: en Bulgaria en 917, en Servia en 1346, en Rusia en 1589. En tiempos novísimos se fundaron todavía el p. rumano (1925) y el etiópico (1959).

Los actuales p. católicos (6 en total) han nacido en el segundo milenio. En 1181 el p. maronita de Antioquía estableció relaciones directas con Roma. Los 5 restantes p. han nacido desde mediados del siglo xvi: el p. caldeo de Babilonia (comienzos en 1553, definitivo en 1930); el p. siriocatólico de Antioquía (comienzos en 1662, definitivo en 1783); el p. melquita de Antioquía (1724); el p. armenio de Sis en Cilicia (1741); el p. copto de Alejandría (1895). La intención de Roma en la fundación de los p. católicos (prescindiendo del copto) fue establecer una jerarquía católica a la cabeza de todos los p. hasta entonces separados, cosa que no se logró en ningún caso. Los adversarios de la unión oponían regularmente al candidato católico otro no católico. Así, la fundación de los p. católicos significó de hecho una duplicación de la jerarquía.

Los p. católicos del segundo milenio están de hecho en dependencia mucho más estricta de Roma que los p. del primer milenio, los cuales gozaron de amplia autonomía. Ello se explica en parte por la más fuerte conciencia de la primacía de Roma y, en parte, también por la situación de los p. orientales, debilitados por la larga dominación islámica y por las escisiones internas. Sin embargo, Roma quiere mantener en principio la antigua constitución patriarcal, lo cual es importante para abrir el camino de la unión a los p. todavía separados.

BIBLIOGRAFÍA: F. Maassen, Der Primat des Bischofs von Rom und die alten Patriarchalkirchen. Ein Beitrag zur Geschichte der Hierarchie, insbesondere zur Erläuterung des sechsten Kanons von Nicäa (Bo 1853); C. Lübeck, Reichseinteilung und kirchliche Hierarchie des Orients bis zum Ausgang des 4. Jh. (Mr 1901); A. Harnack, Entstehung und Entwicklung der Kirchenverfassung und des Kirchenrechts in den zwei ersten Jahrhunderten (L 1910); P. Wagner, Die geschichtliche Entwicklung der Metropolitangewalt bis zum Zeitalter der Dekretalgesetzgebung (Offenbach 1917); P. Batiffol, Cathedra Petri (P 1938); Th. A. Kane, The Jurisdiction of the Patriarchs of the Major Sees, in Antiquity and in the Middle Ages: Catholic University of America (Wa 1949); W. de Vries, La S. Sede ed i patriarcati cattolici d'Oriente: OrChrP 27 (1961) 313-361; idem, Die Entstehung der Patriarchate des Ostens und ihr Verhältnis zur päpstlichen Vollgewalt: Scholastik 37 (1962) 341-369; idem, Rom und die Patriarchate des Ostens (Fr - Mn 1963); W. de Vries, Ortodoxia y catolicismo (Herder Ba 1967); F. Dvornik, Bizancio y el primado romano (Desclée Bil 1969); R. Expósito, Las iglesias orientales (Paulinas Ma 1969); J. Meyendoff, La Iglesia ortodoxa, ayer y hoy (Desclée Bil 1970).

Wilhelm de Vries