MATERIALISMO
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El término «materialista» aparece por primera vez en Robert Boyle, que lo usa en substitución de «epicúreo». Entre los historiadores de la filosofía, unos ven surgir el m. con la filosofía en general (p. ej., F.A. Lange, los marxistas, etc.) y lo hallan ya acuñado en la antigua filosofía griega de la naturaleza, especialmente en Demócrito y Epicuro; otros, en cambio, juzgan que el m. en sentido estricto parte del «esclarecimiento de los conceptos desde Descartes» (R. Eucken). Según A. Müller, en el pensamiento de la antigua filosofía de la naturaleza había aún tantos elementos míticos «que en todo caso se puede encontrar en ella una propensión al materialismo». Según Eucken, el m. «ha hallado la forma más laboriosa entre los ingleses, la más ingeniosa entre los franceses y la más cruda entre los alemanes».

M. es un comportarse, entender y explicar a partir de la materia. A este respecto la -> materia es representada de varias maneras, pero partiendo siempre del mundo de las cosas corporales. El comportarse o el entender puede hacerse sin reflexión explícita, ingenuamente, o bien mediante una reflexión explícita (m. teórico). El m. práctico, cuyo principio es la posesión material, el confort, el disfrute de los sentidos, con frecuencia es irreflexivo e ingenuo, y puede unirse con el idealismo teórico, de la misma manera que el idealismo práctico puede unirse con el m. teórico. El m. teórico y reflejo es o bien total o bien parcial. El m. total convierte la materia en principio de la realidad entera y, por cierto, ya en el sentido de una equiparación, ya en el de una causación, es decir, ya en el sentido de que no hay otra cosa que materia, ya en el de que la materia es la causa que con su operación mecánica (m. metafísico, contemplativo) o dialéctica (m. dialéctico) lo produce todo, incluso lo que todavía no es. El m. parcial convierte la materia en principio exclusivo de ciertos ámbitos de la realidad. Puede ser parte del m. total, y puede también unirse con persuasiones no materialistas. Roben Boyle y Newton eran materialistas en las ciencias naturales y se remitían con agrado a Gassendi, pero resaltaban los límites de este m. Boyle compara el universo con el reloj de la catedral de Estrasburgo. A su juicio aquél es un mecanismo que, como el reloj, presupone un autor inteligente.

El m. total agradece su fuerza de persuasión al m. de las ciencias naturales, que se apoya en el estudio experimental de la materia. En contraposición al m. infantil y fantástico, que toma de la fantasía su imagen de la materia y con demasiada frecuencia sirve de base para la especulación filosófica, dicho m. científico es conocedor del asunto e investiga las relaciones intermateriales (Bachelard). Es metódico, y así prescinde de otros factores de explicación para probar la fuerza explicativa de la materia.

A la pregunta por la edificación del mundo las ciencias naturales del siglo xvii respondieron diciendo que aquél es el resultado de diversas combinaciones de la materia, la cual está espacial y temporalmente determinada y es comprensible en su constitución. El elemento común de las diversas materias se presenta como masa, que se acelera por la fuerza. El producto de masa y aceleración da la medida de la fuerza que actúa en la masa.

El éxito de la explicación mecánica de la naturaleza condujo al m. mecanicista, que conquistó en gran parte los círculos cultos y, en manos de la burguesía, especialmente en Francia, se convirtió en instrumento político, en arma de lucha contra el trono y el altar. Por el progreso de las ciencias naturales se vino abajo la esperanza de poder explicar el mundo material o incluso la realidad entera exclusivamente a partir de la materia y de las leyes mecánicas. Aunque la acústica, la óptica y la termología parecieran explicables con conceptos mecánicos, sin embargo se puso de manifiesto que junto a la materia, la masa y la fuerza hay una realidad física que permanece obscura hasta hoy, un algo que debe presuponerse para explicar la acción mutua de las partes de la materia, a saber: el campo. Además del campo de gravitación hay un campo electromagnético, el cual se distingue esencialmente del primero; y desde la investigación del núcleo atómico se habla de un tercer campo esencialmente nuevo: el campo nuclear.

Se ha puesto asimismo de manifiesto que las leyes, las cuales eran válidas para la realidad física de las ciencias naturales clásicas y parecían tener un alcance universal, se reducen al ámbito de magnitudes medias, y no tienen validez sin más en el ámbito de las magnitudes cósmicas y nucleares. Con ello se rompió el dominio de los conceptos mecanicistas en la física, en la cual éstos habían tenido éxitos tan brillantes y a partir de la cual se había desarrollado una universal visión mecanicista del mundo. En virtud de los descubrimientos en el ámbito de las más pequeñas dimensiones (10-13) dentro del núcleo atómico, los físicos hubieron de usar conceptos que parecían definitivamente desterrados de ese ámbito. Actualmente, se conocen más de 30 corpúsculos elementales dentro del núcleo atómico que aparecen y en muy breve tiempo desaparecen nuevamente, convirtiéndose en otros corpúsculos. Eso sugiere el pensamiento: «Todos los corpúsculos elementales están hechos de la misma materia, que podemos llamar energía o materia universal; son tan sólo diversas formas bajo las cuales puede aparecer la materia. Si parangonamos esta situación con los conceptos "materia" y "forma" en Aristóteles, podemos decir que la materia de este filósofo, que esencialmente es "potencia", o sea, posibilidad, debería compararse con nuestro concepto de energía. La energía aparece como realidad material por la forma cuando se engendra un corpúsculo elemental» (W. HEISENBERG, Physik und Philosophie [B 1959] 131s). H.Ch. Oersted, el inventor de las relaciones entre magnetismo y electricidad, en su libro Der Geist in der Natur (tomo I [Mn 1850]) llamó la atención sobre las leyes como permanente e inmutable núcleo esencial de las cosas y, a partir de ahí, postuló una unión de m. y -> espiritualismo ya para el ámbito de la física.

Si la materia basta para explicar los fenómenos vitales (metabolismo y cambio de forma, crecimiento, evolución, recepción de estímulos sensitivos) es una cuestión que todavía no puede decidirse actualmente. Los ácidos nucleicos (combinaciones micromoleculares) y las albúminas (combinaciones macromoleculares) son condiciones previas para el fenómeno de la vida. Para explicar este fenómeno algunos biólogos admiten un factor espiritual de ordenación, y otros intentan deducir la vida desde la materia misma. En 1953 Standley Miller actuó en Chicago con cargas eléctricas sobre una atmósfera originaria artificialmente preparada y así pudo obtener aminoácidos micromoleculares. Hasta ahora no ha tenido éxito un experimento semejante con relación a los albuminoides. Pero los aminoácidos y las albúminas todavía no son vida. Para la vida se requeriría además y principalmente una organización espacial y temporal, una colaboración de las diversas materias al servicio de la conservación del individuo y de la especie.

Si la vida puede explicarse por la ley propia de materias muy complicadas o ha de explicarse por la intervención de un peculiar factor espiritual de ordenación, es una cuestión que no tiene gran importancia teológica. «Pues Dios lo mismo puede haber creado la vida solamente a través de las leyes generales de la naturaleza que a través de un factor especial de ordenación vital» (K. WACHOLDER, Die Diskussion über die Entstehung des Lebens auf der Erde: Naturwissenschaft heute [Gü 1965] 49). Lo mismo que la vida, también la conciencia es distinta de la materia. El calor como proceso físico es un «movimiento desordenado de los átomos», mientras que el calor como percepción es una forma de vivencia, que presupone este movimiento de los átomos. El ojo no ve ondas luminosas, sino colores. El oído no oye longitud de ondas, sino tonos. La base material de los fenómenos de la conciencia es el sistema nervioso. Mientras que el conocimiento sensitivo se basa en los sentidos, el conocimiento intelectual se independiza en cierto modo de su base material, y así muestra una unidad que es extraña a la materia. La comparación de diversas impresiones, el recuerdo, el juicio, etc., son actividades que se alzan por encima de las posibilidades de la realidad material y espacial. La peculiaridad de la vida anímica superior, tomada junto con los fenómenos de la -> causalidad psicoffsica, insinúa la autonomía de la esfera física y psíquica.

Al impugnar el m., filósofos y teólogos en el ardor de la lucha con frecuencia han olvidado un punto importante: que se debe esperar pacientemente para ver cuánto se puede atribuir a la materia como razón explicativa de los fenómenos; que las estructuras materiales sanas, aunque no representen los supremos valores, son sin embargo los valores fundamentales, hasta tal punto que con frecuencia sólo a través de su realización se hace posible la dignidad de la existencia humana. La teología debe reflexionar más intensamente sobre la materia como creación y, con ello, sobre el alto valor de la misma y del mundo material y sensible.

BIBLIOGRAFÍA: C. Gutberlet, Der mechanische Monismus (Pa 1893); F. A. Lange, Historia del materialismo y critica de su significación en el pre-Beute (Ba 1903); Th. Hdring, Die Materialisierung des Geistes (T 1919); A. Wenzl, Wissenschaft und Weltanschauung (L 1936); idem, Naturwissenschaft und Christentum (Mn 1948); G. Bachelard, Le nouvel esprit scientifique (P 1937); deis., Le matérialisme rationnel (P 1953); A. Einstein -L. Igfeld, L'évolution des idees en physique des premiers concepts aux théories de la relativité et des quanta (P 1938); P. Jordan, La física del siglo XX (F de CE Méx 1964); Wem La ciencia hace historia (Aguilar Ma 1959); idem, Das Bild der modernen Physik (B 1957); idem, Der Naturwissenschaftler vor der religiösen Frage (Oldenburg 1963); Z. Bucher, Die Innenwelt der Atome (Lz 1946); B. Betrink, Die Naturwissenschaft auf dem Wege zur Religion (Oberursel 1947); A. N. Whitehead, La ciencia y el mundo moderno (Losada B Aires 1949); C. F. v. Weizsäcker - J. Juilfs, Physik der Gegenwart (Bo 1952); D. Dubarle, Matérialisme scientifique et foi religieuse: Recherches et Débats 4: Pensée scientifique et foi chrétienne (P 1953); W. Heisenberg, Das Naturbild der heutigen Physik (H 1955); L. de Broglie, Nouvelles perspectives en microphysique (P 1956); Materie und Leben (Naturwissenschaft und Theologie Heft 7) (Fr - Mn 1966); N. Schiffers, Preguntas de la física a la teología (Herder Ba 1972); L. Goldmann, El hombre y lo absoluto (Península Ba 1968); P. ludin, El materialismo filosófico (Pueblos Unidos Montev 1967); V. L Lenin, Materialismo y empiriocriticismo (Grijalbo Méx 1967).

Marcel Reding