CATEQUESIS, 
CATECISMO, 
CATEQUÉTICA
SaMun


I. Resumen histórico

1. El sustantivo «catequesis» (katejesis) no se halla en el NT; allí sólo encontramos el verbo katejein. Todavía no tiene el sentido técnico que tendrá más tarde; los autores del NT lo toman en el sentido corriente de «contar», «instruir de viva voz» (sentido figurado, derivado del sentido físico: « resonar» ); así en Act 21, 21-24: «Se les contó» a los judíos acerca de Pablo).

En los otros textos, el verbo katejein adquiere un matiz religioso por razón del objeto a que se aplica. El judío ha sido instruido en la ley (Rom 2, 17-21), y el cristiano en la palabra (Gál 6, 6; 1 Cor 14, 19), en la vía del Señor (Act 18, 25), en los hechos de la vida del Señor (Lc 1, 4).

El NT no dice nada sobre las formas en que se realizó esta instrucción. El empleo del verbo subraya únicamente el aspecto oral, y cómo la c. vive de la transmisión de lo recibido. En cuanto al contenido, la c. abarca todo el NT. El NT mismo es una catequesis. La enseñanza específicamente cristiana se halla expresada en él con diferentes palabras (odós, didajé, paradosis, logos; camino, doctrina, tradición, palabra). Ciertos pasajes dejan entrever diferentes tipos de enseñanza. Así Heb 6, 1 distingue la enseñanza elemental de la instrucción reservada a los perfectos, y nos da el contenido de la primera enseñanza sobre Cristo: la conversión, la fe, el bautismo, la resurrección y la retribución eterna. El NT asigna igualmente un lugar especial al Kerygma, a la primera predicación a los paganos (Lc 24, 27; Act 10, 42).

2. A lo largo de los s. II y III el vocabulario de la c. va precisándose y adoptando poco a poco su sentido técnico. Aparecen otras palabras: catechizare, cathechisatio, que no son ni griego ni latín clásico.

La Tradición de Hipólito emplea la palabra «catequesis» en su sentido preciso de enseñanza dada a aquel que se prepara para el bautismo y que recibe el nombre de « catecúmeno» (Tr. Ap. 17; Cf. Const. Ap. lib. vIII).

Así, pues, a medida que se va constituyendo el catecumenado, la palabra «catequesis» y sus derivados van tomando también su sentido específico. Todos estos términos se refieren a la enseñanza dentro del marco del catecumenado, ya sea a la enseñanza preparatoria para el bautismo, la c. bautismal, o a la enseñanza que sigue inmediatamente a la iniciación sacramental: la c. mistagógica para los neófitos. Las grandes obras catequéticas de los s. III y iv ilustran abundantemente esta c. (Tertuliano, Ambrosio, Cirilo de Jerusalén, Juan Crisóstomo, Teodoro de Mopsuestia, Agustín).

La c. ha conservado desde su origen la forma de la enseñanza oral y el catecumenado pronto adoptó formas fijas: enseñanza para los principiantes, para los competentes, para los illuminati. El contenido se refería tan. to a la doctrina (partiendo del Credo) como a la conducta cristiana (doctrina de las dos vías, los mandamientos); ambos aspectos estaban resumidos en la liturgia.

3. C. y catecumenado están de tal manera ligados entre sí, que la desaparición del uno acarreará la desaparición del otro. El término «c.» se pierde cuando en los s. vIII-x deja de existir la institución del catecumenado y, con ello, una forma primitiva de enseñanza cristiana.

Después siguieron otras formas de enseñanza que recibieron nuevos nombres. La edad media hablará de catechismus, catechizare, catechizatus (Cf. Tomás, ST III, q. 71, a. 1), refiriéndose a la enseñanza elemental dada por los padres o padrinos al niño bautizado. El mensaje de la fe se va transmitiendo dentro de la comunidad cristiana. La liturgia y sus formas derivadas juegan el papel más importante.

4. La época moderna descubre de nuevo la necesidad de una institución destinada exclusivamente a la enseñanza fundamental de la fe. Pero aquellos a quienes se dirigía esta institución, salvo raras excepciones, no eran ya adultos convertidos, sino personas bautizadas en su infancia. El término «catequesis» estuvo entonces a punto de revivir. Sin embargo, a la nueva institución se la designó con el nombre de «catecismo», procedente de la edad media, el cual fue aplicado luego al libro usado para esta enseñanza.

En 1529 publicaba Lutero su «Catecismo». A partir de entonces se multiplicaron los c., tanto entre los reformados como en la Iglesia católica: Canisio (1556), Belarmino (1558), el c. del concilio de Trento (1566).

Entre estos pioneros se mantiene la preocupación por la palabra viva, como también por una enseñanza centrada en Cristo: «Lo más importante es que los pastores no olviden que toda la ciencia del cristiano se resume en este punto o en las siguientes palabras del Señor: "Esta es la vida eterna, que te conozcan a ti, único Dios verdadero, y al que enviaste, Jesucristo"» (prólogo del c. del 'concilio de Trento).

Pero, a lo largo de los tres siglos que siguen, el contenido del catecismo se alejará de la fuente vivificante de la Escritura. La institución del catecismo y el estudio del libro del c. se revelarán insuficientes para mantener vivo el anuncio de la palabra en la comunidad cristiana.

5. Por esta razón el término «catequesis» ha recobrado nuevamente su puesto en estos últimos años. El cambio de vocabulario quiere mostrarnos que la enseñanza de la fe en la Iglesia no puede reducirse a la institución del c. para niños. Ésta no es sino un aspecto, pues existe también una c. para adolescentes, para jóvenes y para adultos. La transmisión de la fe no consiste tampoco en aprender de memoria el libro del c. En su contenido como en su forma el c. debe presentar hoy la palabra de Dios como una realidad viva. Todo el esfuerzo catequético contemporáneo tiende a restituir a la c. el verdadero puesto que le corresponde dentro de la Iglesia de hoy.

II. Problemas actuales

1. Significados de la palabra «catequesis»

La palabra c. se emplea habitualmente en dos sentidos diferentes: en un sentido estricto y en un sentido amplio.

En el sentido estricto «catequesis» designa la «tradición o transmisión del depósito de la fe a los nuevos miembros que la Iglesia se va incorporando» (P. Daniélou). Éste es el sentido técnico, histórico. Hoy día, como en los primeros siglos de la Iglesia, se trata de la enseñanza elemental dada al convertido con vistas a la preparación para el bautismo. La c. se distingue tanto de lo que la precede -la evangelización y el anuncio del «kerygma» - como de lo que la sigue: las formas superiores de enseñanza destinadas a los bautizados (predicación e introducción a la disciplina eclesiástica, etc.). En este sentido se habla de catequesis para el catecúmeno adulto. El término se usa también para designar la primera enseñanza dada a los niños bautizados.

En sentido amplio la palabra c. expresa toda clase de instrucción en la fe, desde el primer anuncio del kerygma hasta las formas superiores de enseñanza científica. Esta definición permite subrayar la unidad que existe entre los diferentes esfuerzos kerygmáticos: el del primer anuncio, el de la preparación para el bautismo y el de la enseñanza que sirve de alimento a la vida cristiana. Para acentuar esta unidad algunos autores dan el nombre de «precatequesis» incluso a la obra de preparación para la conversión. Esta palabra, surgida en relación con el catecumenado de adultos, indica claramente el sentido de ese tiempo de preparación: disponer al que se convierte para la recepción del anuncio del mensaje. En este sentido el término se aproxima al concepto de «evangelización», que, sin embargo, resalta más la modalidad de dicho anuncio.

Los dos sentidos se aclaran mutuamente. El sentido estricto manifiesta el aspecto formal de la c. Analizando los elementos de esta primera enseñanza de la fe, podremos precisar el contenido y la modalidad de la c. que necesita todo bautizado. El sentido amplio exige que se tengan en cuenta las diferentes etapas, so pena de imprecisión y de confusión: particularmente la etapa de la evangelización y la de la enseñanza siguiente. En este sentido la palabra «catequesis» puede designar legítimamente toda forma de enseñanza posterior a la evangelización y a la conversión.

2. Ensayo de definición

La c. puede definirse de diversos modos. Si la explicamos por su origen, la c. es la transmisión de la palabra de Dios, que puede ser fuente de la c. en un doble sentido.

Ella determina el contenido de la c. En la c. debe conservarse la palabra de Dios según sus diversos grados de importancia: en el centro ha de estar el misterio de Cristo, el misterio de aquel que murió y resucitó por la -> salvación de todos los hombres; y alrededor de ese centro tiene que estar ordenado todo el transcurso de la historia de la salvación. El contenido de la c. no es, por tanto, primordialmente un sistema de ideas o un conjunto de fórmulas; es más bien el anuncio de determinados acontecimientos, en los cuales Dios se reveló y continúa revelándose hoy. En la fe de la Iglesia y en la inteligencia del creyente se actualizan continuamente dichos acontecimientos. Con miras a esto se forman las distintas modalidades de la instrucción cristiana: la historia bíblica, el mundo de la liturgia y la parte teórica de la fe, o sea, la doctrina.

Por otra parte, la palabra de Dios determina la forma de la c. Ésta es «revelación», «buena nueva». La c. hace presente en nuestro tiempo lo que ocurrió «una vez». Debe, por tanto, estar revestida de aquel dinamismo que originalmente era una nota distintiva del mensaje cristiano. Desde otro punto de vista la c. puede definirse por lo indicado en el término mismo. La palabra de Dios se dirige a un hombre, exigiéndole que él la acepte. Se puede, por tanto, definir la c. como una educación del bautizado en la fe. Se trata, en efecto, de que por la palabra de Dios el hombre entero se convierta y alcance la salvación. El hombre recibe la palabra de Dios no sólo en la razón, sino también en el «corazón» (según el sentido bíblico del término). Y, así aceptada, ella transforma al hombre entero: su visión del mundo, su comportamiento, sus relaciones, su vida de comunidad. Hace de él una persona que vive en la comunidad de los hijos de Dios en conformidad con el indicativo y el imperativo del reino de Dios. De ahí las diversas formas de la c., encaminada siempre a ayudar al hombre a conseguir la identidad consigo mismo en medio de las múltiples circunstancias de su vida: edad, ambiente, cultura, etc. Así la c. hace que cada comunidad y cada individuo, pueda conocer y reconocer los signos y las promesas de la salvación, y dar forma a la única palabra de Dios en las diversas dimensiones de la vida.

Los dos puntos de vista se completan. Hay que mantener el uno y el otro y definir la catequesis como un «anuncio de la palabra de Dios con vistas a la educación del hombre en la fe». La c. así entendida se halla al abrigo de un doble riesgo: el de inmanentismo, que sacrifica la exactitud y originalidad del mensaje a una adaptación mal entendida, y el de ceder a una falsa concepción de la transcendencia que ignora las condiciones reales en que Dios se da a conocer al hombre.

La c. aparece, por el contrario, como el lugar privilegiado del encuentro entre la iniciativa de Dios que se revela y el hombre que se abre a él por la fe. Este encuentro se efectúa a través de las diversas formas de expresión de la Iglesia. Los acontecimientos bíblicos, los signos litúrgicos, las formulaciones dogmáticas, los testimonios de santidad son una de las formas alcanzadas por la revelación, son una respuesta a las grandes preguntas de la humanidad. La c. halla así su «eje» que no es otro que la relación entre Dios y el hombre, tal como se ha realizado en la encarnación redentora.

3. Catequesis y ciencias sagradas

La reflexión de la Iglesia sobre la revelación recibida dio origen al nacimiento de las ciencias sagradas. La teología, la -> exégesis, la -> teología bíblica y la -> liturgia son otras tantas fuentes de la c. En estas ciencias encuentra la c. el contenido de su mensaje y el criterio de su ortodoxia.

Pero la c. no es mera teología, o exégesis, o ciencia litúrgica. La c. práctica utiliza los elementos elaborados por estas ciencias, pero es tarea suya ponerlos en relación con su origen - la palabra de Dios - y con su fin: la fe del hombre. También la forma como la c. usa el material de las ciencias teológicas difiere del método constitutivo de estas ciencias. La c. presupone las diversas ciencias teológicas, pero no se reduce simplemente a enseñar su contenido por encima del aspecto científico o técnico que es peculiar de tales ciencias, la c. se preocupa por el hombre viviente, por la iniciativa operante de Dios, la cual va dirigida al hombre concreto. Las ciencias teológicas suministran a la c. el material que ésta necesita y, además, las normas para enjuiciar sus métodos; pero la c. tiene su forma propia, ella es la palabra viva al hombre actual.

4. Catequesis y ciencia del espíritu

En los últimos cien años aproximadamente las ciencias del espíritu han alcanzado un desarrollo anteriormente desconocido. Ellas han elaborado una --> antropología que constituye un presupuesto indispensable para la c. P,sta no puede ignorar la aportación de la psicología, de la sociología, de la pedagogía científicas, si bien ha de evitar las acomodaciones superficiales. Esto significa que el material de estas ciencias sólo tiene valor para la c. en cuanto se refiere a una inteligencia del hombre que tenga en cuenta su fin. Aquí está la tarea de una < antropología cristiana». Su cometido es explicar qué es el hombre de hoy bajo la luz de la revelación y cómo él puede estar en conformidad con ésta, para lo cual ha de tomar en consideración tanto la Escritura y la Tradición como los resultados de las ciencias modernas. La antropología cristiana pregunta por las condiciones bajo las cuales el hombre de nuestros días puede aceptar la palabra de Dios y, por eso, pregunta también por su concepción del mundo y de si mismo.

Desde este punto de vista, las ciencias que se ocupan del hombre ayudan a elaborar una c. adaptada a las diferentes edades de la vida: infancia, adolescencia, edad adulta, y a las diversas mentalidades de los grupos humanos: ambientes populares, cultos, etcétera. En una pedagogía catequética se deben tener igualmente en cuenta los conocimientos fundamentales de la pedagogía moderna, aunque siempre con miras a su propío fin, que es poner al hombre en relación con Dios.

III. Catequesis práctica

La c. presenta tantas formas en la práctica que es imposible describirlas todas. Por eso mencionaremos solamente sus formas y campos principales.

1. Los grados de la catequesis cristiana

El padre Liégé distingue: a) la catequesis de iniciación o c. fundamental. Es la primera enseñanza de la fe, enseñanza que recibe el catecúmeno cuando se prepara para el bautismo. Se da también este nombre a la enseñanza que recibe el niño al prepararse para la penitencia y la eucaristía. Esta c. transmite la totalidad del caudal de la fe, pero de una manera elemental, atendiendo a la unidad y al equilibrio de los diversos elementos: doctrina, liturgia, vida. De la calidad de esta primera catequesis depende todo lo posterior.

b) La catequesis permanente. Los elementos esenciales adquiridos en la catequesis de iniciación se desarrollan y crecen a lo largo de toda vida. La c. permanente desarrolla sucesivamente todas las implicaciones del mensaje, según lo exigen y hacen posible las diversas situaciones de la vida. Aparte la predicación, la c. puede revestir las más diversas formas: cursos para adolescentes o adultos, círculos, conferencias, etc.

c) La catequesis perfectiva, o c. de la sabiduría, va dirigida a los que por misión o por vocación tienen necesidad de ir más allá de la c. permanente. Puede conducir a la sabiduría en sentido teológico y a la mística o contemplación.

2. Catequesis y catecismo

Un instrumento predilecto de la c. sigue siendo el catecismo. En un marco adaptado al niño utiliza todos los oportunos procedimientos pedagógicos para conseguir el fin de la c.: preparar al niño para que pueda captar la palabra de Dios.

3. Catequesis y pastoral

La transmisión de la palabra de Dios se hace no sólo dentro de las instituciones catequéticas, sino insensiblemente en todo lo que constituye la vida de la Iglesia: en la familia, en las asociaciones de jóvenes y de adultos, en las celebraciones litúrgicas y también en los diversos medios de --> comunicación (prensa y radio).

Esa multiplicidad es una riqueza, pero exige cierta unidad. Ésta es obra de la gracia de Dios en lo recóndito de la fe de cada uno, pero debe manifestarse en las múltiples formas que adopta la acción de la Iglesia. La unidad tendencial: el misterio pascual es el punto central de la fe y de la vida cristiana; la unidad de lenguaje: muchos cristianos sufren al no ver la relación entre las nuevas y más vivas formas de la c. y las formas antiguas de tipo más analítico. El quehacer del pastor consistirá en mostrar la convergencia de las diversas formas de expresión empleadas en la Iglesia. Eso significa que entre c. y -> pastoral hay una constante interacción.

4. Los estudios catequéticos

El objeto de la -< catequética» es la reflexión sobre la enseñanza de la fe y su lugar dentro de la Iglesia. Los estudios catequéticos se han venido renovando desde hace un siglo a la luz de los progresos de las ciencias teológicas y bíblicas, antropológicas y metodológicas. La escuela de Munich ocupó en este campo un lugar preponderante. Puestos en trazar el plan de una catequética ideal, ésta debería estudiar:

a) La teología de la palabra de Dios, su puesto en la Iglesia, sus medios auxiliares, las leyes de su transmisión (catequética formal); su contenido (catequética material): según un punto de vista general o según aspectos particulares (catequética bíblica, litúrgica... ). b) La existencia del hombre en la fe (antropología cristiana) y, como parte esencial de este estudio, las diversas ciencias antropológicas en su relación a la catequética (psicología, sociología... ). c) La catequética práctica, es decir la transmisión de la palabra de Dios al hombre, tanto en una forma general (pedagogía catequética general), como en una forma adoptada a la diversidad de edades, de ambientes, de situaciones (pedagogía catequética especial). d) Finalmente, el vínculo entre la catequética y las otras actividades de la Iglesia (catequética y pastoral bajo sus diversas formas... ).

Jacques Audinet