ANTISEMITISMO
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I. Concepto

Antisemitismo es un término general propagado en Alemania a partir del año 1879 por Wilhelm Marr, que pasó después a otros idiomas y que se emplea para expresar la repulsa y la lucha contra los judíos. Esta repulsa y esta lucha se basan en motivos muy diversos. El término es inexacto, pues no se trata de la lucha contra todos los pueblos semíticos, entre los cuales están también los árabes, sino de la hostilidad contra los judíos, por motivos religiosos, o étnicos, o raciales. En las maneras de proceder antisemíticas se trata: 1 °, de una opinión pública hostil y de unos excesos tumultuarios contra los judíos; 2 °, de una inferioridad legal; 3 °, de una expulsión, y 4 °, de una aniquilación física de los judíos. Muchas veces se unen entre sí varias formas de a.

II. Historia

1. La antigüedad precristiana

En sentido amplio y como posición hostil frente al judaísmo, el a. existe desde los principios del pueblo judío, ya que todo pueblo que tenga un carácter personal muy marcado y, por esto, resulte incómodo para otros pueblos, y toda comunidad que afirme representar unos valores distintivos, se hacen objeto de enemistades; ahora bien, el judaísmo aparece ya desde un principio con la pretensión de ser el pueblo elegido por Dios y con una ley religiosa propia. En sentido auténtico y estricto el a. empieza con la dispersión judía (diáspora, galut). Como primer representante típico del odio a los judíos mientras estaban en la diáspora se señala al persa Amán, quien acusa a los judíos de ser «un pueblo disperso y separado, cuyas leyes son distintas de las de todo el mundo, y que no obedece las leyes del rey» (Est 3, 8). El primer ejemplo de una persecución religiosa contra los judíos de la diáspora es la destrucción del templo de la colonia militar judía en la isla Elefantina, que se encuentra en medio del Nilo en Egipto, el año 410 a.C. A una guerra de religión se llegó cuando Antíoco Epifanes (175-164 a.C.) quiso forzar a los judíos al culto idolátrico. La sublevación de los Macabeos salvó al judaísmo, el cual se desarrolló según una ley religiosa propia. El gobernador Abilio Flaco, en el año 38 de nuestra era, tramó un pogrom contra la numerosa colonia judía de Alejandría, cuando los judíos se negaron a colocar estatuas del emperador en las sinagogas.

En la antigüedad el a. tenía su fundamento en: a) rivalidades nacionales, por cuanto los griegos consideraban las colonias helenas como suelo griego, y tenían a los judíos por advenedizos; b) contradicciones religiosas, en cuanto que el judaísmo tenia un carácter exclusivista. A pesar de la incompatibilidad de principio que la religión judía, dado su carácter exclusivista, tenia con la multitud de religiones paganas, el estado romano la reconoció, a diferencia del cristianismo, como religio licita, porque era una religión popular. Pero el judaísmo, con la caída de Jerusalén en el año 70 d.C., perdió no sólo su apoyo estatal, sino también su centro religioso. Al convertir el tributo del templo en el f iscus iudaicus para Júpiter Capitolino, se introdujo el primer tributo que debían pagar los judíos. Los emperadores romanos, especialmente Adriano, intentaron impedir mediante disposiciones legales el proselitismo judío (prohibición de la circuncisión, prohibición de que los esclavos pasaran al judaísmo).

2. Antigüedad cristiana

En los escritos neotestamentarios se refleja ya la oposición religiosa dentro del judaísmo entre los que confiesan a Cristo y las otras direcciones. Hasta la guerra judía (6770 d.C.) los cristianos se consideran a sí mismos como «el verdadero Israel», pero, sin embargo, acentúan la continuidad con el judaísmo.

Después de la destrucción del templo y una vez excluida de la sinagoga la comunidad cristiana, la Iglesia primitiva empieza a considerarse como el «nuevo Israel»; la continuidad entre judaísmo y cristianismo se rompe. A1 distanciarse progresivamente de Cristo, crece también la distancia entre la primitiva comunidad cristiana y el judaísmo, tanto que en Juan los judíos aparecen ya como los representantes del cosmos enemigo de Dios. Es cierto que por un lado el apóstol Pablo, con su promesa de la salvación de todo Israel (Rom 11, 25-32), ha contribuido a la tolerancia de que gozaron los judíos en la antigüedad cristiana y en la época medieval, pero, por otro lado, su terminología acerca de la ley y su teología, que desvirtúa el judaísmo, han servido repetidamente de arsenal para las polémicas antijudías. Las manifestaciones antijudías de los escritos neotestamentarios - que más bien hay que enteder como una riña entre hermanos- fueron interpretadas en sentido propiamente antijudío, tanto más cuando en el s. ii el cristianismo judío fue quedando atrás numéricamente y, frente a los cristianos procedentes del paganismo, perdió su importancia. Con la época constantiniana el cristianismo adquiere el papel de religión del estado. Debido a esto, al aplicar contra los judíos antiguas prescripciones legales, incluso en una forma más acentuada - Constantino, Teodosio t, Justiniano-, los judíos son postergados al papel de ciudadanos de segunda categoría ante la ley; todo intento de expansión de la religión judía es objeto de castigo. La polémica antijudía de algunos padres favoreció este proceso.

3. La edad media hasta la ilustración

La edad media se caracteriza por los repetidos intentos de llegar a una armonía entre la Iglesia y el estado. En esta imagen del mundo no encajan ni paganos ni herejes ni judíos. Los herejes eran considerados como apóstatas culpables -Tomás de Aquino los compara con el falsificador de monedas- y en consecuencia fueron perseguidos con dureza, principalmente por la -> inquisición. Los paganos estaban fuera del mundo cristiano y, por ello, no cayeron bajo el poder de la inquisición. En relación con los judíos la Iglesia acentuó su comunidad con ellos, comunidad que se basa en la sagrada Escritura. Como los judíos nunca fueron cristianos, no estuvieron tampoco sujetos a las leyes contra los herejes. Sin embargo, según la opinión del inquisidor dominico Bernardo Gui (fi 1331), caían también bajo la jurisdicción de la inquisición si se trataba de apóstatas de la fe cristiana o de judíos que habían intentado convertir cristianos al judaísmo. El inquisidor dominico Nicolás Eymerich (t 1399) quiere incluso someterlos al tribunal de la inquisición si niegan verdades de fe contenidas en el AT. Gracias a la promesa paulina de salvación de todo Israel, los judíos fueron tolerados en la edad media, si bien tuvieron que soportar una serie de medidas restrictivas. A medida que la legislación eclesiástica iba ganando influencia en la civil, durante la baja edad media, fue empeorando la situación de los judíos: a) inferioridad legal (servidumbre de cámara, exclusión de cargos); b) inferioridad económica (exclusión de los gremios, leyes contra la usura); c) degradación social: debían llevar una contraseña especial (conc. Lat. iv), aislamiento en «ghettos» desde el concilio de Basilea.

A las limitaciones legales se añadieron los excesos por parte de la población cristiana, atizada primeramente por el fanatismo religioso que estalló con motivo de las cruzadas (primer gran pogrom en el año 1096), y después por las leyendas antijudías de la profanación de la eucaristía y del asesinato ritual, leyendas que desde el s. xiii empiezan a multiplicarse, y por el rumor del envenenamiento de las fuentes cuando estalló la peste negra en 1348; contribuyeron también a estos excesos los sermones en contra de los judíos. Es cierto que los papas se opusieron repetidamente a tales acusaciones de asesinato, así Inocencio IV (1247), más tarde Gregorio x, Martín v y Pablo III, pero no pudieron evitar el que se extendiera esta acusación. La conversión forzosa de los judíos que en España fue promovida por los reyes, suscitó la desconfianza de los viejos cristianos frente a los conversos, llamados despectivamente «marranos». Hacia finales del s. xv la aversión contra los marranos fue tan grande que las órdenes religiosas empezaron a promulgar disposiciones prohibiendo la admisión de nuevos cristianos. Tampoco las iglesias reformadas variaron en nada esta situación de inferioridad legal de los judíos.

4. Desde la ilustración hasta la actualidad

Los seguidores de la ilustración calificaron de indigna la situación jurídica de los judíos. Por esto, pusieron todo su interés en integrar a los judíos al medio ambiente. Desde la revolución francesa van desapareciendo los «ghettos», pero la restauración, en parte, los vuelve a levantar de nuevo. El último «ghetto» europeo fue el romano, el cual subsistió hasta el año 1870, fecha en que desaparecieron los estados pontificios. Los seguidores de la ilustración no estaban interesados en el mantenimiento de las particularidades judías, pues éstas parecían obstaculizar el objetivo de la integración. La equiparación jurídica de los judíos con los no judíos se realizó sólo a duras penas, y esto tanto más por el hecho de que el movimiento contrario a la ilustración, el romanticismo, propagaba el estado «cristiano», y, por consiguiente, no estaba dispuesto a aceptar a los judíos en los puestos de funcionarios. Por ello, los judíos tuvieron que ocuparse principalmente en el sector de las profesiones libres. Para los adversarios de los judíos esto fue el pretexto para polemizar contra la intrusión de los judíos en estas profesiones.

La disolución del mundo cerrado de los «ghettos» conduce a una crisis dentro del judaísmo. Hasta entonces, para los judíos religión y nación habían sido dos cosas idénticas. Pero en el s. xix el judaísmo es tomado generalmente sólo como confesión, mientras en lo relativo a la nacionalidad los judíos intentan integrarse completamente a su respectivo ambiente. A1 ser rechazado este intento, algunos judíos se entregan más radicalmente a sus concepciones. Pero en esa época la religión ya no es una cosa obvia. Esta crítica por principio a la fe tradicional hace a los judíos sospechosos también por su ideología y suscita el prejuicio de que ellos ejercen un influjo destructor en la vida espiritual. Ese prejuicio se extendió entre los cristianos de todas las confesiones. A pesar de que el cristianismo va perdiendo su influencia en el pensamiento, sin embargo el odio contra los judíos no sólo no cesa, sino que adquiere nueva fuerza. El odio invoca: a) motivos nacionalistas, sobre todo allí donde los judíos forman una minoría tan fuerte que pueden vivir una vida nacional propia, como en la Europa oriental; b) motivos raciales, que se fundan en investigaciones y afirmaciones pseudocientíficas, principalmente en el escrito del francés Arturo de Gobineau (j' 1882), filósofo de la historia y teorético de las razas, que lleva el título: Essai sur l'inégalité des races humaines. Su opinión acerca de la superioridad de la raza aria tuvo gran repercusión sobre todo en Alemania, donde fue conectada con el darwinismo social. La consecuencia de todo esto la sacó el nacionalsocialismo, con su aniquilación sistemática de seis millones de judíos. Fue la primera vez que el estado promovió la aniquilación de los judíos.

III. Su condena por la Iglesia

Ya en el año 1894 el cardenal secretario de estado, Rampolla, advirtió a los políticos socialcristianos de Viena que no aceptaran el a. en su programa, ni siquiera en la forma más suave de a. Roma condenó expresamente el a. el 25 de marzo de 1928 (cf. AAS 20 (1928], 104). Más importante que todas las actitudes episcopales y papales es la declaración del Vaticano il acerca de las relaciones de la Iglesia con las religiones no cristianas, en la cual se condena expresamente el a. E1 Consejo Mundial de las Iglesias, reunido el año 1961 en Nueva Dehli, condenó igualmente el a. como incompatible con el mensaje de Cristo.

Willehad Paul Eckert