Carlos
Mesters oc
LA
BIBLIA
EN
LA NUEVA EVANGELIZACION
"Mira
que hago nuevas todas las cosas"
(Ap
21, 5)
Contenido:
I - EL DESAFIO DE LA NOVEDAD HOY Y AYER
1.
LA NOVEDAD QUE HOY NOS DESAFIA A UNA NUEVA EVANGELIZACION
2.
LA NOVEDAD QUE DESAFÍO AL PUEBLO DEL EXILIO para realizar UNA NUEVA
EVANGELIZACION
II - COMO EL ANUNCIO DE LA BUENA NUEVA SE RENOVO EN LA EPOCA DEL EXILIO
1.
LA SIMIENTE DE LA NUEVA EVANGELIZACION
2.
LA NUEVA EVANGELIZACION Y SU METODO
3.
NUEVA EVANGELIZACION Y SU PRACTICA
III - JESUS REALIZA LA NUEVA EVANGELIZACION
1.
RESUMEN DE LA BUENA NUEVA DEL REINO ANUNCIADO POR JESUS
2.
LA ACTITUD LIBERADORA DE JESUS MUESTRA EL PADRE A LOS POBRES
3.
EL NUEVO CONTENIDO DE LA BUENA NUEVA DEL REINO
4.
EL ANUNCIO DE LA BUENA NUEVA DE LA RESURRECCIÓN
Conclusión
Introducción
El
9 de Marzo de 1983, el Papa Juan Pablo II convocó a la Iglesia Católica de América
Latina para una Nueva Evangelización con miras a la celebración de los 500 años
de Evangelización del continente en 1992. Posteriores pronunciamientos
pontificios extendieron esta convocatoria a toda la Iglesia Católica, con la
mirada puesta en la evangelización del mundo en el año 2000.
La
insistencia en la Nueva Evangelización no es apenas una cuestión interna, sino
que es el reflejo interno del "aggiornamento"
(Juan XXIII), es decir, del deseo de que la Iglesia se ponga al día con
la novedad de Dios, que se transparenta en los signos de los tiempos En la
realización de este deseo la Biblia puede ofrecer una gran ayuda.
En
la Biblia, la palabra evangelización aparece, sobre todo, en la época del
exilio en Babilonia. Era una época en la que, al igual que hoy, se sentía la
necesidad de una Nueva Evangelización. Esto nos ofrece el itinerario para
nuestra reflexión sobre la "Biblia y la Nueva Evangelización".
La
primera parte describe cómo la novedad de hoy nos desafía a una Nueva
Evangelización. La segunda parte examina cómo surgió y se articuló la Nueva
Evangelización en la época del exilio. La tercera parte añade un breve
complemento tomado del Nuevo Testamento.
1a PARTE
EL DESAFIO DE LA NOVEDAD HOY Y AYER
1. LA NOVEDAD QUE HOY NOS DESAFIA A UNA NUEVA EVANGELIZACION
1.1.
La Novedad a escala mundial
Nunca
apareció en toda la historia humana tanta novedad, de una sola vez y en tan
gran escala, como en este final de siglo. Una novedad ambigua: trae en sus entrañas
grandes oportunidades y enormes riesgos ¡Puede salvar la vida y puede matarla!
La antigua visión del mundo ya no logra interpretar esta novedad; entró en
crisis y busca nuevos caminos
He
aquí algunos aspectos de esta novedad:
1.
Una casi ilimitada posibilidad de análisis y de conocimiento: la ciencia
penetra en el secreto más íntimo de las células y en el secreto más distante
del universo.
2.
La creciente posibilidad de que el hombre altere el curso de la propia
naturaleza para realizar cosas hasta hace poco inimaginables.
3.
Los descubrimientos de la psicología están modificando los conceptos
tradicionales sobre el comportamiento y la responsabilidad humana.
4.
La automatización y la internacionalización en el proceso de producción y
comercio están modificando las relaciones de trabajo y están provocando una
nueva organización del sistema económico y social.
5.
La amenaza de destrucción total que pesa sobre todos, amenaza atómica y ecológica,
está llevando hacia una nueva conciencia en defensa de la vida.
6.
Los hechos imprevistos, que en pocas semanas derribaron a regímenes
aparentemente sólidos del Este Europeo, ordenan la corrección de las actuales
previsiones de futuro.
7.
El despertar de las culturas antiguas, de las nacionalidades y entre nosotros,
en América Latina, del indígena y del negro, cuestionan las actuales formas de
cultura y organización.
8.
El despertar y la creciente organización de los pobres del Tercer Mundo están
modificando las relaciones entre los pueblos
9.
El despertar de la mujer a sus derechos, su dignidad y su igualdad, como no se
había visto nunca antes en toda la historia humana, es aurora de
acontecimientos imprevisibles.
10.
El despertar de las religiones antiguas, que revela un vigor misionero bastante
más fuerte que el Cristianismo.
11.
El terrible crecimiento del fundamentalismo en casi todas las religiones Hace
aparecer fuerzas irracionales que amenazan a los sistemas establecidos
12.
Los medios de comunicación transformaron al mundo en una gran aldea e influyen
sobre el comportamiento y el pensamiento humano.
Es
la humanidad, como un todo, la que está tomando un nuevo rumbo. Y nosotros los
cristianos, ¿cómo reaccionamos? ¿Cómo leemos estos signos de los tiempos? ¿Cómo
captar los llamados de Dios y transformarlos en la Buena Nueva para el pueblo?
1.2.
Aspectos de la novedad en cada continente
En
cada continente esta novedad se manifiesta de una manera diferente, y suscita
problemas específicos para la evangelización, antes desconocidos:
América
Latina
Continente
cristiano. Casi la mitad de los Católicos del mundo viven acá. La situación
de empobrecimiento creciente de la mayoría de la población es generada en gran
parte por un sistema que se dice defensor de la civilización cristiana.
Nosotros, los cristianos, en cuanto cristianos tenemos responsabilidad histórica
en esa tremenda injusticia. Sin embargo, los pobres ya están reaccionando.
Orientados por su experiencia y su práctica, y por la lectura de la Biblia, han
redescubierto la dimensión liberadora del Evangelio y han empezado a poner en
práctica esta Nueva Evangelización. Los teólogos de la liberación explicitan
lo que ya están viviendo las comunidades cristianas. Esta nueva lectura del
pasado y de la Biblia está provocando muchos conflictos ¿Cómo hacer una
lectura liberadora de la Biblia?
Africa
Las
culturas nativas abatidas y despreciadas por los colonizadores están
despertando y entran en conflicto con las expresiones del cristianismo que
provienen de la cultura europea. ¿Cómo encarar el mensaje del Evangelio en las
nuevas culturas de los pueblos?
Asia
Las
más antiguas religiones del mundo están despertando. ¿Cómo ser ecuménico
con estas religiones que no veneran al Dios de Abrahán? En los comienzos del
Cristianismo no era necesario que un pagano se volviera judío para poder tener
parte en la salvación que trajo Cristo. ¿Un budista fiel debe aceptar todas
las prácticas de la Iglesia Católica Romana para poder tener parte en la
salvación que nos trae Cristo?
Europa
y América del Norte
Las
realizaciones de la técnica y la autonomía creciente están secularizando la
vida, y cuestionan radicalmente el sentido de la fe cristiana para la vida. ¿Cómo
hacer relevante esta fe para las personas que ya no perciben ni experimentan su
necesidad para la vida?
1.3.
La sombra de los errores y de los pecados
Fuera
de todos estos desafíos, están los que son fruto de los errores y pecados
nuestros del pasado y del presente: Exterminio de los indígenas, comercio de
esclavos, política colonialista, el holocausto que exterminó a millones de judíos,
la política que resulta en la situación trágica de los Palestinos, la
explotación sin piedad de los pobres del Tercer Mundo por la deuda externa...
Estos
y otros tantos errores hacen que el nombre del Padre de Jesucristo, en lugar de
ser reconocido como Buena Nueva para los pobres, esté siendo blasfemado como el
"dios de los blancos", que amenaza a los pobres con explotación y
exterminio (ver Rom 2,24). ¡No fuimos capaces de revelar su Amor!
¿Cómo
ser Buena Nueva en las diferentes situaciones de los diversos continente? El
desafío de la novedad nunca fue tan grande. La fe nos dice que Dios está
presente y actuante en esta novedad. Pero es una presencia tan nueva y tan
escondida que no la percibimos ni la experimentamos por ahora. ¡La antigua
Evangelización ya no puede revelarla!
2. LA NOVEDAD QUE DESAFÍO AL PUEBLO DEL EXILIO
para realizar UNA NUEVA EVANGELIZACION
El
cautiverio de Babilonia fue la mayor crisis de la historia del pueblo de Dios
Perdieron todo lo que hasta aquel momento había sido el apoyo de su fe: la
tierra, cuya posesión era expresión de fidelidad de Dios a sus promesas; el
templo, donde vivía Dios en medio de su pueblo; los reyes, que en nombre de
Dios guiaban al pueblo. Todo fue destruido. La misma identidad del pueblo se
quebró como un plato que cae al suelo. El pueblo quedó perdido: sin poder, sin
privilegio, sin rumbo, disperso en un inmenso imperio. El cautiverio fue la
oscuridad (Lam 3,2.6), la experiencia de la nada, el caos: tinieblas, aguas,
desierto (Gén 1,2). Dios parecía haber rechazado a su pueblo para siempre (Lam
3,43-45).
No
había ningún anuncio que pudiera dar esperanza al pueblo. La antigua
evangelización ya no era capaz de interpretar los hechos. Dios parecía haber
perdido el control del mundo. El nuevo dueño era Babilonia, que decía: "¡Para
siempre he de ser señora! Yo soy, y fuera de mí no hay nada!"
(Is 47,7-8). La ruptura con el pasado parecía ser total, y el pueblo decía:
"Se acabó mi esperanza que venía de Dios"
(Lam 3,18). "Ya no sé lo que es ser feliz"
(Lam 3,17). "Dios nos abandonó"
(Is 49,14). La Hija de Sión quedó viuda (Lam 1,1), perdió al marido,
quedó sin Dios" (Is 40,27;
Sal 22,20).
Pero
Dios no abandonó al pueblo (Lam 3,31). Continuaba presente con el mismo amor de
siempre (Is 49,15). No sólo con el pueblo, sino también con el mundo de
alrededor, donde estaban ocurriendo cambios profundos con la llegada de Ciro, el
rey de los persas (Is 41,2-5.25; 45,1-7). Sin embargo, al pueblo le faltaban
ojos para darse cuenta (Is 42,18-20; 43,8). ¿Cómo ayudar al pueblo a descubrir
la Buena Noticia de esta presencia de Dios? Presencia tan nueva y tan escondida
que era difícil percibirla y aceptarla (ver Is 52,14-15; 53,1; 45,15). ¡He aquí
el desafío de la Nueva Evangelización, tanto ayer como hoy!
Concretamente
el desafío es éste: Captar y experimentar la novedad de Dios, presente en la
historia humana, (nueva en el ardor); verbalizarla y transformarla en Buena
Nueva para los pobres (nueva en el método); encarnarla y expresarla en nuevas
formas de vida, de tal manera que el pueblo pueda percibir su alcance en la vida
y despertar, por medio de ella, a su propia misión (nueva en la expresión).
Este
desafío ha orientado nuestra reflexión sobre "La Biblia en la Nueva
Evangelización". En la medida en que analizaremos las etapas de la Nueva
Evangelización en la época del exilio y la forma como nació y se articuló,
irá apareciendo también la conclusión principal de esta nuestra exposición,
a saber: Cómo puede ayudar la Biblia para que nuestra Evangelización sea, en
el decir del Papa, "nueva en su ardor, nueva en su método, nueva en su
expresión".
2a PARTE
COMO EL ANUNCIO DE LA BUENA NUEVA
SE RENOVO EN LA EPOCA DEL EXILIO
1. LA SIMIENTE DE LA NUEVA EVANGELIZACION
("Nueva
en su ardor")
1.1.
La nueva experiencia de Dios
En
medio de aquel pueblo aplastado y desintegrado, vivían los discípulos de Isaías.
Aun sin los apoyos tradicionales de la fe, no dejaron de creer. La crisis, en
vez de llevarlos a perder la fe, fue ocasión de purificación y de
renacimiento. Redescubrieron la novedad de la presencia escondida de Dios y
lograron transformarla en Buena Nueva para los pobres (Is 40,9-11; 52,7-10;
61,1).
El
alcance de esta experiencia de Dios resuena todavía en las imágenes que ellos
crearon. De un lado, imágenes familiares, que revelan una nueva relación
personal con Dios: Dios es Padre (Is 63,16; 64,7); es madre (Is 49,15;
46,3;66,12-13); es Padrino (Go´el, redentor, liberador). (Is 41,14; 43,14;
44,6); es el Marido del pueblo (Is 54,5; 62,5). De otro lado, imágenes que
revelan una nueva percepción de la acción de Dios en la naturaleza, en la
historia de los pueblos y en la política: Dios es el Creador del mundo (Is
40,28; 51,13) y del pueblo (Is 43,15). Es el Primero y el Ultimo (Is 44,6;
41,,4; 48,12). El no quiere el caos (Is 45,18-19), sino que lo enfrenta y lo
vence con el poder creador de su Palabra (Gén 1,3 ss; Is 40,8). Es más fuerte
que el poder opresor que abruma al pueblo (Is 40,12-18). El libera, conduce y
salva a su pueblo con su poder creador (Is 40,25-31). En una palabra, en esta
nueva experiencia, ellos reencuentran al Dios de los padres, al Dios de siempre,
y descubrieron que sigue siendo Yavé, Dios con nosotros Sin esta experiencia de
Dios, jamás hubieran llegado a la Nueva Evangelización.
1.2.
La nueva lectura del pasado
La
nueva experiencia de Dios, nacida de la nada, dio ojos para entender mejor lo
que Dios hizo y enseñó en el pasado. De un lado, ayudó a darse cuenta de los
errores y las limitaciones dentro de las cuales la Buena Nueva de Dios había
estado prisionera por la ideología dominante del tiempo de los Reyes. De otro
lado, fue fuente de luz y de creatividad para repensar, uno por uno, los valores
del pasado, liberarlos de las limitaciones y de los errores para adaptarlos a la
nueva situación. Así, la novedad podía ser acogida como hija en casa, sin el
riesgo de ser condenada como una extraña, bastarla y herética.
He
aquí algunas señales de esta nueva lectura del pasado, que nos hacen sentir
cercano el ambiente en que nació la Nueva Evangelización:
1.
El pueblo de Dios ya no es una raza, pues los extranjeros son parte de él (Is
56,3.6-7).
2.
La tierra será distribuida también a los extranjeros residentes (Ez 47,22-23).
3.
El templo ya no será sólo para los judíos, sino para todos los pueblos (Is
56,7).
4.
El culto es universal y los extranjeros participan de él (Is 57,7).
5.
El sacerdocio ya no es sólo de Leví o de Sadoc, sino también de los
extranjeros (Is 66,21).
6.
El Reino ya no es la monarquía de David, limitada a un territorio, sino el
Reino Universal del propio Dios, que asumió el poder y comenzó a reinar (Is
52,7; 43,15).
7.
El ungido (Mesías) y el pastor ya no es el rey davídico, sino Ciro, el Rey de
los Persas (Is 45,1; 44,28).
8.
La elección ya no es un privilegio, sino un servicio a ser prestado a todos los
pueblos: Misión de justicia, ser "luz de los pueblos"
(Is 42,1-9; 41,8; 49,6).
9.
La ley de Dios es buscada y observada por todos los pueblos que en ella
encontraron luz para caminar (Is 2, 5; Zac 8,22-23).
10.
La pureza ya no viene de la observancia humana, sino de la aceptación divina,
pues Dios acepta como puros los sacrificios hasta de los paganos (Is 66,20; Mal
1,11).
11.
Jerusalén ya no es la capital de Judá, sino el centro en donde convergen todos
los pueblos (Is 60,1-7).
En
estos textos se transparenta el coraje increíble y la apertura ecuménica que
tuvieron para repensarlo todo. Imitaron a Dios creador: ¡Supieron ser
creativos! Sobrepasaron las fronteras de lo tradicional, y, fieles a la
verdadera Tradición, soñaron con un mundo nuevo. "Las cosas antiguas ya
se realizaron, ahora les anuncio nuevas cosas!"
(Is 42,9). Querían todo nuevo: "Nuevo cielo y nueva tierra"
(Is 65,17). Nuevo Exodo (Is 41,18-20; 43,16-20), nueva Alianza (Is 54,10;
55,3; 61,8), nuevo pueblo (Is 43,21), nuevo corazón y nuevo espíritu (Ez
36,28), nueva Ley impresa en el corazón (Jer 31,33). "He aquí que hago
nuevas todas las cosas!" (Ap.
21,5). Libertad y fidelidad caracterizan esta nueva lectura del pasado. ¡Es la
memoria peligrosa del pueblo la que recuerda en esta relectura del pasado!
Pero
no todos eran capaces de acompañar esta relectura del pasado, abierta a lo
nuevo que estaba sucediendo. Todos veían los hechos, pero no todos percibían
su alcance (Is 42,20). Estaban ciegos (Is 42,18-19). Se encerraban en el pasado
y, por eso, se volvían incapaces de percibir la novedad de Dios, entrando en la
historia. "No se acuerden más de otros tiempos, ni sueñen ya más en las
cosas del pasado. Pues voy a realizar una cosa nueva, que ya aparece ¿No la
notan?" (Is 43,18-19).
1.3.
La nueva lectura de la realidad presente
La
nueva experiencia de Dios, dio ojos no sólo para releer el pasado, sino también
para encarar los hechos dolorosos del presente con realismo, sentido crítico y
conciencia de misión, y descubrir en ellos el llamado de Dios. Veamos:
Jerusalén
estaba destruida. Sus murallas desmanteladas, sin puertas. Ciudad abierta, sin
posibilidades de defensa. La tierra ya había sido destruida y estaba ocupada
por otros (Jer 39,10). Otras personas estaban haciendo culto en el lugar del
antiguo templo (Jer 41,5). Los que habían vuelto del exilio ya no tenían rey.
No tenían poder político ni militar para cambiar esta situación. Eran
solamente un pequeño grupo religioso, sin ninguna importancia, perdido en el
inmenso imperio de los persas. Culto, tierra, ciudad, rey... ¡ya no eran sólo
de ellos! Quieran o no, estaban obligados por las circunstancias a convivir con
otros pueblos No había otra alternativa viable. Esta era la realidad: una
situación de diáspora. ¿Qué hacer? ¿Ignorarla, combatirla o asumirla?
Vista
con los ojos antiguos del tiempo de los Reyes, esta situación era un fracaso
inaceptable. Por eso algunos, como Zorobabel, Ageo y Zacarías, quisieron
restaurar la monarquía. Sin embargo, los discípulos de Isaías, en lugar de
lamentar el pasado que habían perdido, saludaron al futuro que acababa de nacer
con tanto dolor de parto. No hicieron ningún esfuerzo para reeditar la monarquía,
como quería Zorobabel, sino que se decidieron a llevar a cabo la nueva misión
del pueblo en el mundo.
El
viento de la tempestad sacude a la flor, esparce su simiente y prepara así, una
nueva floración. Del mismo modo, los hechos violentos del exilio sacudieron al
pueblo, lo esparcieron como simiente por el mundo y lo preparan así para una
nueva misión: ser luz de los pueblos. Dios sacó a su viña del cantero
protegido de Palestina (Is 5,1-2; Sal 80,9-17) y la plantó en el mundo para ser
Siervo de Dios para todos los pueblos (Is 42,1.4.6; 49,6), "Fuente de
bendición para todas las familias de la tierra"
(Gén 12,3). De este modo, iluminado por la luz de la nueva experiencia
de Dios y por las profecías del pasado, el exilio, que parecía un golpe de
muerte para el pueblo, se convirtió en llamado de Dios y anuncio de esperanza y
de vida.
Nueva
experiencia de Dios, nueva lectura del pasado, nueva conciencia de la realidad,
éstos son los tres polos, inseparablemente unido entre sí, que generaron y
siguen generando la Nueva Evangelización.
2. LA NUEVA EVANGELIZACION Y SU METODO
("Nueva
en el método")
Para
que un anuncio sea Buena Nueva de Dios para el pueblo, no basta con que hable
correctamente sobre Dios; debe también revelarlo, hacerlo presente. Jesús no sólo
hablaba sobre el Padre, sino que también lo revelaba con su actitud y su modo
de vivir. ¿Cuál fue la actitud de los discípulos de Isaías? ¿Cómo hicieron
para transformar todo eso en una Buena Nueva para el pueblo? ¿Cómo llevaron al
pueblo incrédulo y desanimado a descubrir y a aceptar esta Buena Nueva? O sea,
¿cuál fue el método que utilizaron y dejaron registrado en Isaías 40 al 66?
Veamos:
2.1.
La actitud que comunica la nueva forma de ver
Tres
características marcan la actitud evangelizadora de los discípulos: escucha y
diálogo, ternura y acogida, lenguaje simple y renovado. Ellos no se comportaron
como profesor que todo lo sabe, sino como personas a quienes les gusta conversar
con el pueblo. De principio a fin ellos dialogan, hacen preguntas, cuestionan,
llevan a reflexionar sobre los hechos (ver Is 40,12-14.21.25.25-27; 41,8-16,
etc.).
Ellos
tienen una conversión atenta, llena de ternura y consuelo (ver Is
40,1,41,9-10.14; 43,4 etc.). De hecho, lo primero que se debe hacer cuando se
quiere ayudar a un pueblo sufriente y desanimado, es convivir, conversar con él
y escuchar lo que tiene que decir. La conversión de ellos es sencilla y
concreta. Tiene lenguaje nuevo, lleno de imágenes familiares: Dios es Padre,
Madre, Marido y Padrino.
De
este modo, los discípulos comunican algo de lo que ellos mismos experimentan y
viven, algo de la novedad antigua de Yavé, el Dios del pueblo. Dios se hace
presente en esta actitud de diálogo, ternura y acogida. A través del gesto y
de la actitud de los discípulos, el pueblo se da cuenta de que el Dios de los
discípulos es diferente del dios del rey de Babilonia, diferente también de lo
que ellos mismos pensaban respecto a Dios Así, poco a poco, los ojos del pueblo
se abren y comienzan a ver algo de lo nuevo que estaba sucediendo.
2.2.
Los argumentos que curan la visión antigua
El
desánimo del pueblo era provocado por la opresión que desde afuera pesaba
sobre él y por las ideas erradas de la ideología dominante, que desde adentro
ya habían minado su resistencia. Por eso, el pueblo estaba ciego (Is 43,8;
42,19), incapaz de percibir la presencia de Dios en los hechos. Pero es parte de
la Nueva evangelización la denuncia de las causas injustas y falsas que impiden
al pueblo percibir la presencia de Dios en la vida y en los hechos
Los
discípulos desenmascaran, uno por uno, los poderes que oprimen y abruman al
pueblo: los grandes líderes: príncipes y jueces (Is 40,23), adivinos y sabios
(Is 44,25), gobernantes (41,25); las naciones del mundo y sus habitantes (Is
40,15.17.22); Babilonia con todo su orgullo por ser la nación más poderosa (Is
47,1-15); los ídolos y sus adoradores, los falsos dioses con sus estatuas y
templos, usados para legitimar la opresión y falsificar la imagen del Dios
verdadero (Is 40,18-20; 41,6-7. 21-29; 44,9-20; etc.). Todo esto es analizado y
criticado con argumentos de mucha precisión y sarcasmo.
Además
de eso, los discípulos analizan los hechos y muestran su verdadero significado:
Ciro, que está modificando la faz de la tierra y revolucionando el panorama político
internacional, es Yavé quien los llamó y lo condujo (Is 41,1-5; 45,1-7). Los
acontecimientos de la historia: a través de ellos, Yavé realiza su plan (Is
43,8-12). El propio exilio que abrumó al pueblo fue fruto de la irritación de
Yavé: castigó al pueblo por sus infidelidades, pero volvió a mostrar
misericordia (Is 54,7-8; 47,6; 42,24-25).
En
otras palabras, los discípulos usan la razón y el sentido común para hacer un
análisis crítico del sistema opresor. Desenmascaran las falsas pretensiones y
explicaciones de la ideología dominante, concientizan al pueblo y lo ayudan a
curar el mirar antiguo que le impedía percibir la novedad de la presencia de
Dios en los hechos de la vida.
2.3.
El nuevo contenido que revela el rostro de Dios
El
rostro de Dios que se transparenta en todas las páginas de Is 40 a 66, tiene
cuatro rasgos que sobresalen: amor desinteresado, poder creador, presencia fiel,
santidad exigente. Yavé, el Dios del pueblo, es un Dios amoroso: revela una
bondad que promueve y libera; es un Dios fuerte: libera con un poder creador que
tiene todo en las manos; es un Dios fiel: su presencia amiga nunca falló y
nunca fallará; es un Dios santo: pide justicia, exige fidelidad y envía a la
misión.
El
pueblo del cautiverio es como la novia que, por culpa de otros y por su propia
culpa, perdió el novio. La ausencia del enamorado la hundió en la desesperación.
El objetivo de la acción evangelizadora de los discípulos era: ayudar al
pueblo a reencontrar en la vida la presencia amorosa, fuerte, fiel y exigente
del Enamorado: "Tu creador es tu Marido"
(Is 54,5). Sólo así tomaría el pueblo coraje para recomenzar el camino
y cumplir su misión.
El
rostro de Dios es claraboya de la vida humana, la raíz de la liberación y de
la resurrección. Es la eterna Buena Nueva para el pueblo oprimido. Sin este
rostro todo se oscurece. No hay lámpara ni vela que puedan reemplazarlo. Quien
no lo conoce, tal vez no sienta su falta. Pero quien lo encontró, ya no sabe
vivir más sin él. El encuentro con él revoluciona la vida, hace descubrir lo
que está errado en nosotros y alrededor de nosotros, y anima para la lucha, a
fin de volver a colocar todo en su debido lugar, como Dios lo quiere.
3. NUEVA EVANGELIZACION Y SU PRACTICA
("Nueva
en su expresión")
De
todo esto resulta una práctica nueva, que busca encarnar la Buena Nueva en
nuevas formas de vida. Esta práctica tiene mucho que enseñarnos a nosotros que
buscamos una Nueva Evangelización.
3.1
Hacer transparente la realidad
para
revelar a Dios presente en ella
Los
discípulos de Isaías llaman la atención del pueblo sobre la naturaleza, la
historia y la política. De noche, llevan al pueblo hacia fuera de la casa y
dicen: "Levanten los ojos y vean: ¿quién creó todas esas
estrellas?" (Is 40,26).
Cuentan la historia del Exodo (Is 43,16-17), mandan a refrescar la memoria (Is
43,26) e insisten: "Acuérdense de las cosas que sucedieron muchos años
atrás" (Is 46,9). Apuntan los
hechos de la política en los que Ciro está derrotando a Nabucodonosor y
preguntan: "¿Quién es el que hace todo esto?"
(Is 41,2). Y la respuesta es siempre la misma: "Es Yavé, el Dios
del pueblo, nuestro Dios".
Así,
poco a poco, la naturaleza deja de ser santuario de falsos dioses; la historia
ya no se decide más por los opresores del pueblo; el mundo de la política ya
no es del dominio de Nabucodonosor. Detrás de todo comienzan a reaparecer los
rasgos del Rostro de Yavé, el Dios del pueblo. La naturaleza, la historia y la
política dejan de ser extrañas y hostiles al pueblo, y se convierten en
aliados de los pobres, en su caminar como Siervo de Dios.
Pero
la casa preferida por Dios está en medio de su pueblo oprimido: "Yo estoy
contigo" (Is 41,10). "Tú
vales mucho más a mis ojos; yo te aprecio y te amo mucho. A cambio tuyo entrego
muchedumbres" (Is 43,4).
"Dios no se encuentra sino en medio de ti"
(Is 45,14). Es ahí, en medio de los pobres, donde él se esconde (Is
45,15); es ahí dónde se lo debe buscar (Is 55,6); es ahí donde su rostro
quiere resplandecer como, "luz de los pueblos" (Is 42,6) sobre la naturaleza, la historia y el mundo (Is
58,8).
Frente
a esta presencia tan amplia y avasalladora de Dios en la vida, en el mundo, en
la historia, en la política, en el mismo pueblo, los discípulos convocan al
pueblo y gritan: "Ciegos, ¡vean! Sordos, ¡oigan!"
(Is 42,18). El pueblo debe abrir sus ojos y recibir a su Dios que viene
avanzando victorioso: "¡Aquí está tu Dios! ¡El viene con mucho
poder!" (Is 40,9-10). "¿No
están viendo?" (Is 43,19).
Esta es la Buena Nueva que los discípulos anuncian al pueblo: "¡Ya reina
tu Dios!" (Is 52,7).
3.2.
Señalar la Buena Nueva de Dios en la vida del pueblo
La
Buena Nueva del Reino, ¿qué es? No es una doctrina que se enseña, ni una
moral que se impone. No es un catecismo que se recita, ni una ideología que se
transmite. La Buena Nueva del Reino es un hecho de vida, donde Dios está
presente, actuando, liberando a su pueblo con poder, realizando su plan de
salvación; es una palabra que corre el velo de este hecho y revela la presencia
gratuita de Dios; es una actitud, un testimonio, una práctica que confirma esta
presencia; es todo el pasado del pueblo que lo atestigua y lo ratifica: "¡Era
esto lo que esperábamos desde hace mucho tiempo!"
¿Qué es anunciar la Buena Nueva del Reino? Es señalar los
hechos concretos en donde se está realizando esta victoria del Reino de Dios; e
interpretarlos de tal manera que salga hacia afuera esa demisión escondida de
la presencia victoriosa de Dios.
¿Cuáles
eran los hechos señalados por los discípulos como manifestación del Reino? ¡Eran
muchos! He aquí algunos: Ciro, venciendo a Nabucodonosor, dando esperanza a los
pueblos oprimidos (Is 41,25-27); el pueblo saliendo del cautiverio, repitiendo
el éxodo (Is 52,7-12); el pueblo empezando a organizarse como rebaño alrededor
de su pastor (Is 40,9-11); el pueblo alegrándose con la llegada de la paz (Is
52,7-9); el pueblo reaccionando, resistiendo firme contra el opresor (Is
50,4-10); el pueblo asumiendo conscientemente la lucha y el sufrimiento por la
liberación de los hermanos (Is 53,1-12); el pueblo volviendo a sus raíces,
sacando la lección de su pasado (Is 51,1-3).
Estos
y otros hechos bien conocidos y concretos eran señales del Reino: "¡Tu
Dios reina!" (Is 52,7). Eran
signos de que Dios estaba llegando con poder (Is 40,10). "¡Que lindos
sobre los cerros los pies que anuncian esta paz!"
(Is 52,7). "Ahora te hago oír estas cosas nuevas, cosas escondidas
que no conocías" (Is 48,6).
La
pregunta que nos queda es la siguiente: ¿Cuáles son hoy, en los diversos
continentes, las cosas nuevas que puede ser señaladas como manifestación del
Reino, como señales de que Dios está llegando con poder para liberar a su
pueblo y realizar su proyecto?
3.3.
Encarnar la Buena Nueva
en
nuevas formas de convivencia humana
No
basta con señalar e interpretar los hechos. No basta con dar respuesta a las
esperanzas del pueblo. Ni basta con el testimonio de la persona que hace el
anuncio. Es necesario el testimonio de la comunidad. La nueva experiencia de
Dios sólo se muestra verdadera y confiable si ella pudiera concretarse en una
nueva forma de convivencia humana. El amor a Dios debe traducirse en amor al prójimo.
Aquí, a este nivel, se trabó la batalla decisiva de la Nueva Evangelización
en la época posterior al exilio.
Después
del exilio, a pesar de la belleza del anuncio, la realidad de la convivencia de
la comunidad no era buena. "¡El justo muere y nadie se incomoda!"
(Is 57,1). Había líderes incapaces, que se preocupaban por sus propios
intereses (Is 56,10-12). Había explotación y empobrecimiento (Is 58,3-4). Por
eso, los discípulos insistían en el "verdadero ayuno". "Romper
las cadenas injustas, desatar las cuerdas del yugo, dejar libres a los
oprimidos, y romper toda clase de yugo. Compartirás tu pan con el hambriento,
los pobres sin techo entrarán a tu casa, vestirás tu pan con el desnudo y no
volverás las espalda a tu hermano" (Is
58,6-7). Ellos pedían que el pueblo, como Dios, prestara atención a los pobres
y humildes (Is 57,15; 66,2). ¡Pero no solamente eso! Pedían también la práctica
del derecho y de la justicia (Is 56,1), para que cambiase el sistema que estaba
generando la pobreza.
El
ideal que los orientaba era "un nuevo cielo y una nueva tierra"
(Is 65,17), en los que ya no existiese la maldición de la antigua
convivencia (Gén 3,14-19). Ellos quieren una tierra sin llanto y sin mortalidad
infantil (Is 65,19-20), donde las madres ya no estén obligadas a engendrar sus
hijos sólo para vivir en la desgracia (Is 65,23); una tierra de participación,
sin explotación del trabajo de los pobres, donde el obrero sea el dueño de su
producción (Is 65,12-22), libre de la explotación extranjera (Is 62,8-9);
tierra sin males, donde no haya más violencia (Is 65,25). "Como
gobernantes te pondré la Paz, y en vez de opresión, la Justicia"
(Is 60,17).
El
proyecto concreto que los orienta en esta reconstrucción del pueblo se inspira
en el pasado del pueblo, en la época de los Jueces. La Buena Nueva, "Tu
Dios Reina" (Is 52,7), evoca
la época inicial de las doce tribus. Cuando en aquel tiempo, el pueblo pedía
un rey, la respuesta siempre era: "Nuestro rey es Yavé"
(Jue 8,23; 1Sam. 12,12; 8,7). Ahora que la monarquía fue destruida por
Babilonia, renace la voluntad de restaurar el sistema tribal (Is 49,6) y hacer
una nueva distribución de las tierras (Is 49,8). La época del éxodo y de los
Jueces fue la época del noviazgo (Jer 2,2; Os 11,1-4; 2,16) ideal perdido que
debía ser realizado nuevamente (Os 12,10). De hecho, ahora, después del
exilio, Dios vuelve a ser el novio del pueblo (Is 54,5; 62,4-5). En otras
palabras, la Nueva Evangelización despierta la memoria peligrosa del pueblo de
Dios. En esta época del éxodo y de los Jueces la fe en Yavé, el Dios del
pueblo, se encarnó, por primera vez, en una nueva forma de convivencia humana,
basada en la participación, en la igualdad y en la descentralización del
poder, expresa en los Diez Mandamientos
La
mayor tentación que amenaza a la Nueva Evangelización es separar, en la práctica,
el amor a Dios y el amor al prójimo: hacer muchos ayunos y seguir practicando
la injusticia (Is 58,1-12); tener templos bonitos, hacer grandes celebraciones,
y no incomodarse con la pobreza. Esto sería lo mismo que adorar los ídolos (Is
66,1-4). Dios no actúa así: "Yo habito en un lugar alto y santo, pero
estoy junto al abatido y al humilde" (Is
57,15). Como ya dijimos, es a este nivel en el que se entabla la batalla
decisiva de la Nueva Evangelización. Sin esta encarnación de la Buena Nueva
del Reino en la vida de la comunidad, la Nueva Evangelización será un engaño.
Servirá apenas para dar una falsa buena conciencia al predicador. No será
"nueva en su expresión", como lo pide el Papa. La comunidad viva es
la plataforma de donde parte la buena nueva del Reino. Sin esta retaguardia de
la comunidad, grandes campañas de evangelización no producen resultado a largo
plazo.
3.4.
La misión de los discípulos en la Nueva Evangelización
Toda
esta práctica que acabamos de analizar llevó a los discípulos a una mayor
claridad respecto a su propia misión en la realización de la Nueva
Evangelización: Ellos deben ser en medio del pueblo lo que el pueblo debe ser
en medio de las naciones. Por eso, los cuatro cánticos del Siervo de Yavé (Is
42,1-9); 49,1-6; 50,4-9; 52,13; 53,12) hablan de la misión, tanto del pueblo
como de los discípulos. Destacamos únicamente algunos puntos:
La
misión del discípulo es difícil y penosa. No siempre es clara su vocación y,
a veces, parece que hasta está perdiendo el tiempo (Is 49,4). Para ser discípulo
fiel, debe imponerse a sí mismo una disciplina. Cada mañana debe sacar tiempo
para escuchar la Palabra que Dios le tiene que decir y que él mismo debe llevar
a los que están desanimados (Is 50,4-5). El encuentra mucha oposición. Para no
desanimarse, debe buscar su fuerza en Dios (Is 50,7-9). Será perseguido,
insultado, prisionero, torturado y asesinado (Is 50,6; 53,3-8). Su pasión y
muerte, sin embargo, serán transformadas en Buena Nueva para el pueblo, y
provocarán la conversión de muchos (Is 52,13-15; 53,10-12).
Uno
de los discípulos dio el siguiente testimonio sobre la manera de cómo concibe
su vocación y misión. Su testimonio sintetiza lo que acabamos de exponer sobre
la Buena Nueva del Reino. El mismo testimonio sirvió a Jesús para exponer su
programa de evangelización en un día de Sábado en la Sinagoga de Nazaret (Lc
4,18-19):
"El
Espíritu del Señor Yavé está sobre mí,
porque
Yavé me ha ungido.
Me
ha enviado con buenas noticias para los pobres,
para
curar a los corazones heridos,
para
anunciar a los desterrados su liberación,
y
a los presos su vuelta a la luz.
Para
promulgar el año de gracia de Yavé,
el
día de la venganza de nuestro Dios.
Me
envió para consolar a los afligidos,
a
todos los afligidos de Sión.
Para
transformar su ceniza en corona,
su
luto en perfume de fiesta,
su
abatimiento en ropa de gala".
(Is
61,1-3)
3.5.
El proyecto no duró, pero hizo crecer la esperanza
La
Nueva Evangelización, promovida por los discípulos de Isaías, no duró mucho
tiempo. No se realizó como ellos querían. Sin embargo, quedó la esperanza, e
incluso creció. Quedó la certeza de que es posible realizar el Proyecto de
Dios, si se es fiel.
La
Nueva Evangelización iniciada durante el cautiverio, comenzó a concretarse con
la reconstrucción del templo, alrededor del año 520. Los escritos de Is 40-66
todavía dejan transparentar la belleza del ideal, la sinceridad del esfuerzo y
la variedad de los problemas. En el año 445, sin embargo, apenas 75 años después,
el libro de Nehemías revela una situación de extrema gravedad: la explotación
había entrado en la comunidad. El hermano obligaba al hermano a vender sus
tierras, a hipotecar su casa, a entregar a sus hijas como esclavas (Neh 5,1-5).
No fueron capaces de mantener unidos los dos amores: a Dios y al prójimo. No
supieron combatir con eficacia aquellas resquebrajaduras del inicio: la
injusticia y la explotación, el deseo de lucro y las ganas de acumular. Estas
crecieron como un cáncer que tomó por su cuenta a todo el cuerpo y lo destruyó
por dentro. Les faltó un proyecto más concreto, que tuviese en cuenta la
situación económica y social.
Forzados
por las circunstancias, Nehemías, y después de él, Esdras, volvieron a
proteger al pueblo de la invasión externa, y construyeron a su alrededor tres
muros: el del culto, el de la ley y el de la raza elegida. Impusieron al pueblo
una "gran disciplina" que duró más de cuatro siglos. La simiente que
Dios había sacado del cantero para plantarla en el mundo fue retirada del mundo
y colocada, nuevamente, en un cantero, bien protegido, distante del mundo, y allí
quedó, hasta la venida de Jesucristo.
Así,
desgraciadamente, por causas de errores y fallos humanas, esta experiencia tan
linda de 75 años se desintegró, y la encarnación total de la Buena Nueva del
Reino en la vida y en la historia de la humanidad quedó retardada. Pero no fue
inútil. ¡Todo lo contrario!:
1.
Generó la certeza de que, si se es fiel, es posible realizar y vivir la Buena
Nueva del Reino.
2.
En ella apareció la muestra, el modelo, que orientó la Nueva Evangelización
realizada por Jesús y por los primeros cristianos.
3.
La estructura básica del proceso de la evangelización es la misma, tanto en
Isaías como en el Nuevo Testamento. Por eso, ella también puede servir de
modelo para la Nueva Evangelización que queremos realizar hoy al final de este
siglo, ya que "todas estas cosas que le sucedieron a ellos nos sirven de
ejemplo y fueron escritas para instruirnos a los que estamos viviendo en este
fin de los tiempos" (1Cor
10,11).
3a PARTE
JESUS REALIZA LA NUEVA EVANGELIZACION
En
esta tercera parte, veremos brevemente cómo el proceso de la Nueva Evangelización,
iniciado por los discípulos de Isaías, fue retomado por Jesús y llevado por
él a feliz término. Jesús realizó el ideal del discípulo fiel descrito en
los cuatro cánticos del Siervo de Yavé. "La Ley y los profetas llegan
hasta Juan; de ahí en adelante comenzó a ser anunciado el Reino de Dios"
(Lc 16,16). Estaba comenzando una nueva y definitiva etapa de la historia
del pueblo de Dios.
1. RESUMEN DE LA BUENA NUEVA DEL REINO ANUNCIADO POR JESUS
El
evangelio de Marcos resume la Buena Nueva en cuatro puntos:
1)
"El plazo se ha cumplido".
2)
"El Reino de Dios ha llegado".
3)
"Cambien de vida".
4)
"Crean en la Buena Nueva" (Mc
1,15). A continuación abordaremos estos cuatro puntos
1.1.
"El plazo se ha cumplido"
(Leer los hechos con ojos nuevos)
Jesús
estaba atento a los hechos y a los tiempos, y "después que apresaron a
Juan" (Mc 1,14) llegó a la
conclusión de que: "el plazo se ha cumplido". El encarcelamiento de
Juan por Herodes hizo que el plazo se venciera y llegara el kairós, el momento
de Dios
Jesús
analizaba los hechos con ojos diferentes y en ellos percibía cosas que los
otros no veían. "¿No dicen ustedes, faltan cuatro meses para la cosecha?
Más bien, yo les digo: Levanten la vista y vean cómo los campos están
amarillos para la siega" (Jn
4,35). El recorre el país y convoca al pueblo, pues la cosecha es grande, los
operarios son pocos y el tiempo urge (Mt 9,35-38). Envía doce y luego 72 para
decirle al pueblo: El Reino de Dios ha llegado"
(Lc 10,9).
Jesús
ayuda al pueblo a leer los hechos con ojos diferentes: les hace reflexionar a
partir de lo que está sucediendo (Lc 13,1-5); critica las interpretaciones
erradas de los hechos (Jn 9,2-3); utiliza parábolas para comunicar una visión
crítica sobre la realidad y sobre la práctica religiosa (Lc 18,9-14; Mt
21,28-32; Lc 10,29-37; etc.). De esta forma Jesús ayuda al pueblo a darse
cuenta del plan de Dios que se va realizando en los acontecimientos. Esto supone
en Jesús una doble experiencia: una profunda experiencia de Dios, fruto de su
filiación divina y de su oración, y una profunda experiencia de la vida del
pueblo, fruto de su encarnación e inserción.
No
todos aceptan la interpretación de los hechos que Jesús hace. Los fariseos y
los saduceos no saben leer los signos de los tiempos (Mt 16,1-4). Jerusalén y
las ciudades de Galilea se cierran (Lc 13,34-35; 10,13-15; 19,42). Sin embargo,
los pobres aceptan su mensaje (Mt 11,15).
1.2.
"El Reino de Dios ha llegado"
(La
novedad que causa admiración)
Todos
esperaban la venida del Reino, cada uno a su modo. Para los fariseos, el Reino
vendría cuando la ley se observara perfectamente. Para los esenios, cuando el
país estuviera purificado. El pueblo esperaba la venida de un Mesías glorioso.
Pero Jesús no esperaba la venida del Reino. Para él, el Reino ya está
llegando. Esta es la novedad.
¿Qué
análisis de los acontecimientos hace Jesús para llegar a esta conclusión?
Pues la observancia de la ley no era perfecta todavía; el país no estaba todavía
purificado; tampoco había señal de la llegada gloriosa del Mesías. ¿Entonces,
dónde estaba el Reino? ¿Cuáles eran las señales? (Lc 17,20). Jesús
responde: "El Reino no viene como fruto de la observancia, ...sino que está
en medio de ustedes" (Lc
17,20-21). Esta es una manera radicalmente nueva de mirar el Reino y la
realidad.
Jesús
no dice lo que es el Reino. El apenas dice que el Reino llegó. Si el Reino ya
llegó, entonces se le debe buscar y encontrar en las cosas que Jesús pasa
haciendo y diciendo: "Vayan y cuéntenle a Juan lo que han visto y oído:
los ciegos ven, los rengos andan, los enfermos quedan sanos, los sordos oyen,
los muertos resucitan, y la Buena Nueva llega a los pobres"
(Mt 11,5-6). "Si yo expulso los demonios con el dedo de Dios,
entonces el Reino de Dios ha llegado a ustedes"
(Lc 11,20).
Para
ayudar al pueblo a percibir la llegada del Reino, Jesús hace una nueva lectura
del pasado, del Antiguo Testamento, y con ella procura iluminar los hechos. En
la Sinagoga de Nazaret, él usa un texto de Isaías para presentar su propio
programa (Lc 4,18-19 e Is 61,1-2), y concluye: "Hoy se cumple entre ustedes
lo que han escuchado en este pasaje de la Escritura"
(Lc 4,2). El aviso que Jesús le envió a Juan Bautista era de otro texto
de Isaías (Is 29,18-19; 35,5-6). La misma expresión de "Buena Nueva del
Reino" viene de Isaías (Is
52,7).
Además
de eso, Jesús usa comparaciones para ayudar al pueblo a entender esta
misteriosa presencia del Reino dentro de los hechos: simiente, fermento, sal,
tesoro, grano de mostaza, moneda perdida, etc. Los pobres entienden este
lenguaje (Mt 11,25), pues el Reino de Dios, anunciado por Jesús, es para ellos
(Mt 5,3-10). Los otros, o sea, los de afuera, oyen, pero no entienden (Mc
4,11-12).
1.3.
"Cambien de vida"
(Una
difícil exigencia)
Jesús
no pide en primer lugar: "Observen la ley y la Tradición". El pide
metanoia, o sea, cambio en el modo de pensar y de vivir. El pueblo debe cambiar
de ideología. De lo contrario, no logra entender nada del mensaje del Reino
anunciado por Jesús.
¿Cambiar
por qué? Porque hubo una inversión
total de valores. La manera como la religión estaba organizada ya no revelaba
el rostro de Dios al pueblo: el ser humano estaba en función de la ley (Mc
2,29); la voluntad de Dios fue anulada por la tradición (Mc 7,10-13); la
misericordia fue reemplazada en favor de la estricta observancia (Mt 9,13); la
justicia practicada por los fariseos ya no mostraba el Reino (Mt 5,20). Pues
olvidaban las necesidades del pueblo (Lc 13,15-17), imponían cargas pesadas al
pueblo (Mt 23,4), bloqueaban la entrada al Reino (Mt 23,13).
¿Cambiar
a qué? Reconocer el propio error e iniciar una nueva práctica con un nuevo
rumbo: El amor a Dios es igual al amor al prójimo (Mt 22,39); el objetivo de la
ley es imitar a Dios que hace llover sobre todos (Mt 5,43-48); perder la
conciencia de que ser el pueblo elegido de Dios es ser un pueblo privilegiado, y
comenzar a darse cuenta de que, después de haber hecho todo lo que se debía
hacer, no se pasa de ser un siervo inútil (Lc 17,10); entender que, delante de
Dios, todos somos iguales y que, en la comunidad, el poder es servicio (Mt
9,35); entender que el sábado es para el hombre (Mc 2,27) y luchar contra las
divisiones que desmienten el proyecto de Dios. En una palabra, aprender que
nadie tiene derecho de marginar como "pecador", "impuro",
"pagano", "maldito" o "ignorante" a los que Dios
acoge como hijos (Mt 5,45).
Hacer
este cambio era lo mismo que morir y nacer de nuevo. "Quién no nace de
nuevo, no puede ver el Reino de Dios"
(Jn 3,3). Muchos no quisieron hacer este cambio radical, reaccionaron en
contra de Jesús y decidieron eliminarlo (Jn 12,37-41; 11,45-54).
1.4.
"Crean en la Buena Nueva"
(Ser
realiza la esperanza del pueblo)
A
toda esta novedad que comenzó a existir alrededor de su persona, Jesús la
llama Buena Nueva del Reino. Así se está realizando la esperanza que por
tantos siglos el pueblo aguardaba. Jesús hace lo mismo que los discípulos de
Isaías: señala los hechos concretos donde estaba apareciendo el Reino de Dios.
De este modo, él sitúa los hechos dentro del conjunto del plan de Dios, y
ayuda al pueblo a entender mejor el alcance de aquello que estaba sucediendo.
La
noticia no era tan buena para los doctores y escribas. Pero era verdadera buena
para los pobres (Lc 4,18; Is 61,1). Pues a través de la práctica y de la
palabra de Jesús, el pueblo pobre, que vivía marginado como
"ignorante", "maldito", "impuro" y
"pecador" (Jn 7,49;
9,34), tenía nuevamente un acceso directo a Dios. Jesús liberó la entrada. La
presencia amiga de Dios se volvió nuevamente universal, cercana para todos,
libre de las ataduras que venían aprisionándola desde hacía varios siglos.
La
entrada en la Buena Nueva se realiza por la fe: "¡Crean en la Buena
Nueva!" Es decir, crean en el
mensaje de Jesús. ¡Pero no solamente eso! Creer también, y sobre todo, en él,
en su Persona, y aceptarlo tal como él mismo se presenta (Jn 14,1). No hay otra
entrada. El es "el camino, la verdad y la vida"
(Jn 14,6). Dios se hace presente en su actitud: "Quién me ve a mí,
ve al Padre" (Jn 14,9).
2. LA ACTITUD LIBERADORA DE JESUS MUESTRA EL PADRE A LOS POBRES
Jesús
vivía en una época profundamente conflictiva y en un país irremediablemente
dividido. Había conflictos a varios niveles: económicos, sociales, políticos,
ideológicos, religiosos. El pueblo estaba sin condiciones de reencontrar o de
reconstruir la unidad. Jesús tomaba posición clara frente a estos conflictos
y, de este modo, revelaba la novedad antigua de Dios, que así se hacía
presente en medio de los pobres. Sería muy largo describir todos los aspectos
de esta actitud liberadora de Jesús. Enumeramos, apenas, algunos puntos más
importantes que nos recuerdan la Nueva Evangelización de los discípulos de Isaías.
2.1.
Jesús convive con los marginados y los acoge
En
los tres años de su vida itinerante, Jesús convive, la mayor parte del tiempo,
con los que no tenían lugar dentro del sistema social y religioso de la época.
Jesús pasó a ser conocido como "amigo de los publicanos y pecadores"
(Mt 11,19). Acoge a los que no eran acogidos: los inmorales (prostitutas
y pecadores), los herejes (samaritanos y paganos), los impuros (leprosos y poseídos),
los marginados (mujeres, enfermos y niños), los colaboracionistas (publicanos y
soldados), los débiles (los pobres sin poder). Jesús hablaba a todos y no
excluía a nadie, pero hablaba a partir de los pobres y marginados La llamada
que resulta de esta actitud evangelizadora es clara: No es posible ser amigo de
Jesús mientras se continúa apoyando un sistema que margina tanta gente en
nombre de Dios.
2.2.
Jesús niega y combate
las
divisiones creadas por los hombres
Al
interior del pueblo había muchas divisiones que contradecían la voluntad del
Padre. Jesús critica estas divisiones entre prójimo y no prójimo (Lc
10,29-37), entre santo y pecador (Mc 2,15-17), entre puro e impuro (Mc 7,1-23),
entre judío y extranjero (Mt 15,21-28). El trae nuevas divisiones (Mt 10,34-36)
y es un signo de contradicción en medio del pueblo (Lc 2,34), pues promueve los
valores fundamentales de la vida humana y del Proyecto de Dios: justicia
fraternidad, amor, honestidad. Esta actitud liberadora relativiza y sacude los
pilares del sistema religioso: templo, sábado, obras santas, pureza legal. Y
por eso se entiende que Jesús molestaba a los hombres que estaban en el poder.
2.3.
Jesús desenmascara la falsedad de los grandes
Jesús
no tiene miedo de denunciar la hipocresía de los líderes religiosos:
sacerdotes, escribas y fariseos (Mt 23,1-36; Lc 11,37-52; Mc 11,15-18). Critica
y condena la ridícula pretensión de los ricos y no cree mucho en su conversión
(Lc 16,31; 6,24; Mt 6,24; Mc 10,25; Lc 18,24-27; 12,13-21). Ante los
representantes del poder político, tanto de los judíos como de los romanos,
Jesús no se impresiona con sus amenazas y mantiene una actitud de libertad (Lc
13,32; 23,9; Jn 19,11; 18,23).
2.4.
Jesús combate lo males que destruyen la vida humana
Jesús
vino para que todos tuvieran vida y vida en abundancia (Jn 10,10). Dios creó la
vida para que fuera bendita (Gén 1,28). Pero ella se volvió maldita por
nuestra culpa (Gén 3,14-19). Dios llamó a Abrahán para recuperar la bendición
perdida (Gén 12,3). Jesús retoma el proyecto del Creador y procura liberar la
vida humana de todos los males que la oprimen: el hambre, la tristeza, la
ignorancia, el abandono, la soledad, la letra que mata, las leyes opresoras, la
injusticia, el miedo, el sufrimiento, el pecado, la muerte. Jesús combate y
expulsa al demonio, el príncipe de los males, pues "al comienzo no era así"
(Mt 19,8).
2.5.
La Buena Nueva del Reino
se
encarna en una nueva convivencia
Las
actitudes, gestos y palabras de Jesús revelan una nueva visión de las cosas,
un nuevo punto de partida, un nuevo orden. Los valores básicos de este nuevo
orden aparecen encarnados en la pequeña comunidad de los discípulos que se
formó a su alrededor: caja común, compartir los bienes (Jn 13,29); igualdad básica
de todos frente a Dios (Mt 23,8-10); poder como servicio (Mt 20,24-28; Lc 9,35;
Jn 13,14; Mt 23,11); convivencia amiga (Jn 15,15) que llegó a crear entre ellos
"un sólo corazón y una sola alma"
(Hech 4,32). Jesús renueva desde dentro las relaciones hombre-mujer (Mt
19,1-19).
2.6.
Jesús usa una nueva pedagogía que hace crecer al pueblo
Este
nuevo orden está presente, en germen, en la forma que Jesús tenía de enseñar
las cosas: lenguaje simple en forma de parábolas; reflexiona a partir de los
hechos y de las cosas de la vida (Lc 21,1-4; 13,1-5; Mt 6,26); enfrenta a los
discípulos con los problemas de la vida del pueblo (Mc 6,37); enseña "con
autoridad" sin citar a las autoridades (Mc 1,22); atiende a las personas,
sin hacer distinciones (Mt 22,16); enseña en cualquier lugar y acoge a todo su
auditorio, inclusive a las mujeres (Lc 8,1-3; Mc 15,41); presenta niños como
profesores de adultos (Mt 18,3); él es libre y comunica libertad a los que
conviven con él (Jn 8,32-36), dándoles valentía para no cumplir las
tradiciones caducas (Mt 12,1-8); él vive lo que enseña, pasa las noches en
oración y suscita en los otros voluntad de orar (Lc 11,1; 5,16; 6,12; 9,18.28;
22,41).
2.7.
Obediente hasta la muerte, Jesús revela al Padre
Jesús
es el Hijo de Dios. Esto tiene que ver con su relación con Dios y con la
constitución de su persona. Esta verdad no se prueba, sino que se acepta en fe,
y fue objeto de un lento descubrimiento por parte de los cristianos.
Jesús
es el Mesías. Esto tiene que ver con su relación con los hombres y con su misión
dentro del plan de Dios Es total gratuidad de su Padre el no haber mandado a
cualquiera para realizar la misión de Mesías, sino a su propio Hijo.
"Siendo
rico se hizo pobre" (2 Cor
8,9). Aquí se expresa una opción radical que no puede ser deshecha por ningún
raciocinio. Jesús no era ciudadano romano, no tenía ningún título, no hizo
ningún curso con Gamaliel, ni estudios en Jerusalén, no obtuvo diplomas. En su
presentación en el templo, sus padres hicieron la ofrenda de los pobres, dos
palomas (Lc 2,24). No era de la clase sacerdotal, no era levita ni fariseo, no
era escriba ni publicano, ni esenio, ni saduceo. Jesús era un laico, obrero,
agricultor, venido de Galilea, donde la inestabilidad social era muy grande. En
la comunidad local no era presbítero ni coordinador. No tenía protección de
ninguna clase. Era conocido como el carpintero (Mc 6,3) o el hijo de carpintero
(Mt 13,55). Vivió treinta años en Nazaret (Lc 3,23). No se casó. Nació fuera
de casa en un establo y, así, desde su seno materno, sufrió las consecuencias
del sistema opresor de los romanos. Quien quiera conocer la vida de los treinta
años del Hijo de Dios en Nazaret, mire la vida de cualquier nazareno de aquel
tiempo, coloque el nombre de Jesús y tendrá su biografía. Realmente, "¡siendo
rico se hizo pobre!" (2Cor
8,9).
Lo
que para unos es condenación del destino y del sistema, para Jesús es la
manifestación de la voluntad del Padre. El Padre reveló aquí su preferencia
por los pobres. Jesús se va a mantener fiel al Padre, quedándose del lado de
los pobres, ¡hasta la muerte! Quedar del lado de los pobres, del pueblo
sufriente, era lo mismo que quedarse del lado del Padre: "¡Acá estoy para
hacer tu voluntad!" (Heb 10,7.9). No fue fácil quedar agarrado del Padre y del
pueblo pobre. Jesús sufrió y fue tentado para que entrara por otros caminos (Mt
4,1-11; Mc 8,33). Tuvo que aprender lo que es obediencia (Heb 5,8). Pero venció
con la oración (Heb 5,7; Lc 22,41-46). Es difícil sentir en la propia carne la
debilidad a la cual es condenado el hombre empobrecido. Jesús nunca buscó una
salida individual, nunca buscó privilegios para sí. Nació pobre, lo que fue
expresión de la voluntad del Padre. Escogió quedarse de lado de los pobres, lo
que era decisión del Hijo, queriendo ser obediente al Padre hasta la muerte,
"una muerte de cruz" (Fil
2,8).
Todo
esto es la Nueva Evangelización; es la llegada del Reino de Dios; es la novedad
antigua de Dios haciéndose presente en la vida del pueblo. Es aquí donde se
aplica la frase de Jesús: "Quien me ve a mí, ve al Padre" (Jn 14,9). "Crean en mí: yo estoy en el Padre y el
Padre está en mí. Al menos créanlo, por las obras que hago"
(Jn 14,11). A través de esa actitud evangelizadora, Jesús revela a un
Dios diferente del dios enseñando por la religión oficial. Es la actitud nueva
que comunica ojos nuevos para percibir las señales de Dios en la vida.
3. El Nuevo Contenido de la Buena Nueva del Reino
(Mc
1,16-45)
El
evangelio de Marcos es una cartilla que enseña cómo anunciar la Buena Nueva.
Este no es el lugar para explicar esta afirmación. Lo que nos interesa es ver
de cerca el texto de Mc 1,16-45, donde dentro del esquema general del Evangelio,
se presenta cuál es el objetivo que la Buena Noticia quiere realizar en la vida
del pueblo. O sea, cuál es el objetivo que debemos tener presente en la Nueva
Evangelización.
La
Buena Nueva tiene como origen y contenido básico esta afirmación:
"Jesucristo es el hijo de Dios" (Mc 1,1). El anuncio de esta Buena
Nueva no cae en paracaídas en la vida del pueblo, sino que es una respuesta a
sus esperanzas (Mc 1,2-3) a través de personas bien concretas (Mc 1,4-8); tiene
su momento de inauguración (Mc 1,9-11), de aprobación (Mc 1,12-13) y de
proclamación (Mc 1,14-15). Enseguida, Marcos, escogiendo bien los datos,
describe en siete puntos cuál es el objetivo que el anuncio de la Buena Nueva
quiere alcanzar en la vida del pueblo. Los siguientes siete puntos pueden servir
también de criterio de evaluación para examinar de cerca las cualidades de la
Nueva Evangelización que estamos realizando hoy:
1.
Mc 1,16-20: La vocación de los primeros discípulos. La Buena Nueva tiene como
primer objetivo el congregar a las personas en torno a Jesús, y así, formar
comunidad.
2.
Mc 1,21-22: La admiración del pueblo frente a las enseñanzas de Jesús. La
Buena Nueva hace nacer en el pueblo una conciencia critica frente a los
escribas, sus líderes religiosos
3.
Mc 1,23-28: Expulsión de un demonio. La Buena Nueva combate y expulsa el poder
del mal que destruye la vida humana y aliena a las personas de sí mismas.
4.
Mc 1,29-34: Curación de la suegra de Pedro y de muchos otros enfermos. La Buena
Nueva atiende y cuida de los enfermos y trata de restaurar sus vidas para el
servicio.
5.
Mc 1,35: Jesús ora en un lugar desierto. La Buena Nueva debe permanecer unida
al Padre, que es su raíz, a través de la oración.
6.
Mc 1,36-39: Anuncio de la Buena Nueva por las aldeas de Galilea. La Buena Nueva
exige que el misionero mantenga viva la conciencia de su misión y no descanse
en los resultados ya obtenidos.
7.
Mc 1,40-45: Un leproso es curado y enviado a los sacerdotes. La Buena nueva
acoge a los marginados y trata de reintegrarlos en la convivencia humana de la
comunidad.
Estos
siete puntos marcaron el anuncio de la Buena Nueva realizada por Jesús y por
los primeros cristianos ¿Marcarán también la evangelización que nosotros
realizamos hoy? Donde esta Buena Nueva entra dentro de la historia, encuentra
resistencia y provoca conflictos. Es lo que sugiere el Evangelio de Marcos al
presentar enseguida cinco conflictos entre Jesús y los líderes religiosos de
la época (Mc 2,1-3,6).
4. El anuncio de la Buena Nueva de la Resurrección
El
anuncio de la Resurrección está en el centro de la Buena Nueva del Reino y es
la expresión más completa de la victoria de Dios sobre el poder del mal, que
destruye y mata la vida. Veamos de cerca como fue anunciada la Resurrección en
el día de Pentecostés (Hech 2,1-41) y en la curación del rengo (Hech 3,1-26).
Lo que nos interesa es mostrar el esquema básico del anuncio. Es el mismo que
ya hemos encontrado en Isaías.
4.1.
Un hecho que causa admiración y pide una explicación
En
el día de Pentecostés aparece un viento extraño, unas lenguas. El pueblo se
queda perplejo y busca una explicación (Hech 2,1-12). Un segundo caso ocurre
con un rengo muy conocido en la ciudad que aparece curado por la acción de
Pedro. El pueblo se queda admirado y busca una explicación (Hech 3,1-10). En
estos dos casos, el pueblo ya dio una explicación: "Los doce están
borrachos" (Hech 2,13). Pedro
debe tener algún poder (Hech 3,12).
4.2.
Usar la razón para deshacer la mala interpretación del hecho
En
el día de Pentecostés, Pedro usa su sentido común y dice: "No estamos
borrachos, como ustedes piensan, pues son apenas las 9 de la mañana"
(Hech 2,15). En el otro caso dijo "¿Por qué nos miran así? ¿Creen
ustedes que le hicimos andar por nuestro propio poder?" (Hech 3,12). El
testimonio personal deshace la interpretación incorrecta. ¿Cuál es la
verdadera interpretación?
4.3.
La interpretación verdadera
a
partir del hecho de la Resurrección
Aquí
comienza el anuncio propiamente dicho. El hecho sólo se explica a partir de la
fe de que Dios sacó a Jesús de la muerte. "Exaltado a la derecha del
Padre, Jesús recibió del Padre el Espíritu prometido y lo derramó. Esto es
lo que ustedes están viendo y oyendo"
(Hech 2,33). "Dios lo resucitó de entre los muertos. Gracias a la
fe en el nombre de Jesús, ese nombre ha fortalecido a este hombre que ustedes
ven y reconocen. La fe en Jesús hizo que se curara este hombre que está en
presencia de ustedes" (Hech
3,15.16).
4.4.
La nueva interpretación es confirmada por las Escrituras
Se
parte de las Escrituras para situar el hecho dentro del plan más amplio de Dios
(Hech 2,16-21 y 3,13) y para mostrar que la misma Resurrección de Jesús ya
estaba anunciada en el Antiguo Testamento (Hech 2,25-28.34-35 y 3,22-25). El
mismo Jesús recibe títulos y funciones que vienen del Antiguo Testamento:
"Cristo", "Jesús", "Profeta", "Siervo"
(Hech 2,36; 3,22.26). Los dos hechos, iluminados por la fe en la Resurrección
de Jesús, son como el mar en el cual desemboca el río de la historia del
Antiguo Testamento. Por eso dice el Credo: "Resucitó conforme a las
escrituras".
4.5.
La nueva interpretación es confirmada
por
el testimonio de los apóstoles
"Somos
testigos de esto" (Hech 2,32 y
3,15). Esta frase siempre se repite. El testimonio personal es parte del anuncio
de la Resurrección. El testimonio de los apóstoles es el fundamento de la fe
de la comunidad. La actitud confirma la veracidad de la Palabra.
4.6.
La nueva interpretación hace que el hecho sea transparente
El
hecho, así interpretado, adquiere una nueva dimensión. Sacado de la
neutralidad se convierte en una interpelación de Dios a la conciencia de los
que mataron a Jesús. Esta interpretación nace de los hechos. Es como si los
hechos dijeran: "Ustedes mataron a Jesús. Dios no aprobó sus acciones,
pues resucitó a Jesús, dándole todo poder, cosa que ahora se está
manifestando aquí" (ver Hech 2,23-24; 3,13-15).
4.7.
La Buena Nueva exige un cambio de vida
La
palabra de los apóstoles hizo transparente la realidad, reveló dentro de ella
la llamada de Dios y la transformó en Buena Nueva para el pueblo. De este modo
la Buena Nueva aparece ahora como una llamada a un cambio, metanoia (Hech
2,38-40; 3,19-21.26). La interpelación ya no viene de los apóstoles, sino de
la propia realidad iluminada por ellos. El anuncio de la Buena Nueva de la
Resurrección no es la transmisión de una doctrina, ni la imposición de una
moral, sino que consiste en señalar los hechos en los cuales está actuando la
fuerza de la Resurrección de Jesús, e interpretarlos de tal manera que salga
afuera esta dimensión y se transforme en interpelación a la conciencia de los
oyentes.
Nos
queda la siguiente pregunta muy seria: ¿Cuáles son hoy, en los diferentes
continentes, dentro y fuera de la Iglesia, los hechos en los cuales actúa la
Resurrección de Jesús y que debemos interpretar como llamadas de Dios a la
conciencia de la humanidad?
Conclusión
El
tiempo no nos permite exponer todo el proceso de la Nueva Evangelización en el
Nuevo Testamento. Sin embargo ya se ve la estructura básica de este proceso. Es
el mismo de los discípulos de Isaías. Deberá ser también la estructura básica
de la Nueva Evangelización que queremos realizar a fines de este siglo hasta el
tercer milenio.
Sintetizamos
este trabajo con las palabra de Juan Pablo II, que pide que esta evangelización
sea "nueva en su ardor, nueva en su método y nueva en su expresión".
La
Nueva Evangelización será "nueva en su ardor", si nace de una nueva
experiencia de Dios, del Padre de Jesús, conjuntamente con una nueva lectura
del pasado y de una lectura crítica de la presente realidad.
La
Nueva Evangelización será "nueva en su método", si está encarnada
en una actitud que transmite lo que se está viviendo; si fuera anuncio de un
nuevo contenido, capaz de revelar al pueblo el rostro de Dios; si fuera denuncia
de lo que construye la vida del pueblo y le impide ver las interpelaciones de
Dios en la vida.
La
Nueva Evangelización será "nueva en su expresión", si se encarna en
una práctica coherente, capaz de hacer transformar la realidad y de señalar
los hechos en los que Dios está llegando con poder para liberar a su pueblo; si
se encarnara en la vida de las comunidades y fuera capaz de conducirlos a
construir nuevas formas de convivencia, más justa, más fraterna y más humana.
Entonces,
la misma comunidad será una señal eficaz, en la que Dios se revela a sí
mismo. Ella será la carta de Cristo, reconocida y leída por todos los hombres
(2Cor 3,2.3). A través de la comunidad, Jesús continúa su misión de:
Anunciar
la Buena Nueva a los pobres,
sanar
los corazones heridos,
anunciar
a los desterrados su liberación,
y
a los presos su vuelta a la luz;
promulgar
un año de gracia de Yavé,
consolar
a los afligidos,
transformar
su luto en perfume de fiesta,
su
abatimiento en ropa de gala
su
ceniza en corona.