Cielo nuevo y Tierra nueva
Esperanza de un pueblo que sufre
El Apocalipsis de San Juan: Una clave de lectura 1
Carlos Mesters oc
Contenido:
Esquema del Apocalipsis
Introducción: los tres diálogos sobre el Apocalipsis
1. Apocalipsis: Un mensaje consolador para el pueblo perseguido de
las comunidades
¿Cuándo fue escrito el Apocalipsis?
¿Para quiénes fue escrito el Apocalipsis
¿Quién escribió el Apocalipsis?
¿Qué es lo que el Apocalipsis tiene que decir a las comunidades?
2. Quitar el velo de los acontecimientos y anunciar la Buena Nueva
de Jesús al pueblo oprimido
Las diferentes maneras anunciar la Buena Nueva de Jesús
¿Cómo anuncia el Apocalipsis la Buena Nueva de Jesús?
La Buena Nueva del Apocalipsis:
Una música cantada a tres voces diferentes
¿Cómo se quita el velo de un hecho?
3. ¡Las visiones se aclaran! ¡Las visiones se aclaran!
¿Por qué Juan expresa todo lo mejor por medio de visiones y
símbolos?
Las visiones del Apocalipsis no conocen el término medio
Breve explicación de algunos símbolos
Siete sugerencias para entender mejor las visiones del Apocalipsis
4. El velo se va quitando y el rostro de Dios reaparece
Dividir la historia en etapas
Presentar como futuro lo que ya pertenece al pasado
Los siete consejos que Juan nos dejó
La puesta de entrada al libro del Apocalipsis
5. "Quien tiene oídos, oiga lo que el Espíritu dice a las comunidades"
La carta a las siete comunidades (Ap 1 - 3)
La historia de cómo nació y creció el libro del Apocalipsis
Título y resumen del Apocalipsis
Saludo inicial
El origen del libro, la visión de Jesús
Las siete cartas a las siete comunidades
6. "Sabrán que yo soy Yavé, su Dios y su Libertador
Primer itinerario de camino del pueblo (Ap 4 - 11)
La visión del trono de Dios
La visión del Cordero herido de muerte
La apertura de los siete sellos
La misión del pueblo de las comunidades
Las siete plagas del séptimo sello
La llegada definitiva del Reino de Dios
Pasando del primero al segundo itinerario
7. "A pesar tuyo, mañana ha de ser otro día"
Segundo itinerario del camino del pueblo (Ap 12 - 22)
El pasado: La lucha entre la mujer embarazada y el dragón de fuego
(12,1-17)
El presente: Los dos bandos en lucha, la Bestia y el Cordero
(13,1-14,5)
El futuro: Juicio y condenación de la Bestia y del Dragón (14,6 -
20,15)
La fiesta final del camino (21,1 - 22,5)
Siente puntos para ayudar a meditar el futuro que Dios ofrece
Recomendaciones finales (22,6-21)
Revelación del futuro
ESQUEMA DEL APOCALIPSIS
I. LA CARTA PARA LAS SIETE COMUNIDADES (1,1 - 3,22)
1,1-3 Título y resumen del libro
1,4-8 Saludo inicial
1,9-20 Origen del libro: la visión de Jesús
2,1-3,22 Las siete cartas para las siete comunidades
2,1-7 Para Éfeso
2,8-11 Para Esmirna
2,12-17 Para Pérgamo
2,18-29 Para Tiatira
3,1-6 Para Sardes
3,7-13 Para Filadelfia
3,14-22 Para Laodicea
II. PRIMER ITINERARIO DEL CAMINO DEL PUEBLO:
DIOS LIBERA A SU PUEBLO (4,1 -11,19)
4,1-11 Visión del Trono de Dios
5,1-14 Visión del Cordero con llaga de muerte
6,1 - 7,17 Apertura del libro cerrado con siete sellos
6,1-8 El pasado: apertura de los primeros cuatro sellos
6,9-11 El presente: apertura del quinto sello
6,12 - 7,17 El futuro: apertura del sexto sello
6,12-17 Derrota de los opresores del pueblo
7,1-17 La misión del pueblo perseguido
8,1 - 10,7 Apertura del séptimo sello: las siete plagas finales de la
historia
10,8 - 11,13 Intervalo que prepara el segundo itinerario
10,8-11 Visión del librito dulce y amargo
11,1-13 Visión de dos testigos: Moisés y Elías
11,14-19 Séptima plaga, que marca la llegada definitiva del Reino de
Dios.
III. SEGUNDO ITINERARIO DEL CAMINO DEL PUEBLO:
DIOS JUZGA A LOS OPRESORES DEL PUEBLO (12,1 - 22,21)
12,1-17 El pasado: la lucha entre la mujer y el dragón
13,1 - 14,5 Los dos campos en lucha: la bestia y el Cordero
13,1-18 La bestia: el Imperio Romano
14,1-5 El cordero y su ejército: el pueblo de las comunidades
14,6 - 20,15 El futuro: juicio y condenación de los opresores del
pueblo
14,6-13 Tres ángeles anuncian lo que va a suceder
14,14-20,15 Se realiza el anuncio hecho por los tres ángeles
14,14-20 Llegada del día del Juicio
15,1-19,10 La caída de Babilonia
19,11-20,15 Derrota final del poder del mal
21,1 - 22,5 La fiesta final del caminar del pueblo
22,6-21 Recomendaciones finales
INTRODUCCION
TRES DIALOGOS SOBRE EL APOCALIPSIS
El Apocalipsis es un libro muy solicitado por el pueblo. Libro
misterioso. ¡Lleno de visiones extrañas! Todos perciben que algo
importante se oculta en su interior para dar sentido a la vida. Pero hay
diferentes maneras de leerlo.
PRIMER DIALOGO
- Doña María José, ¿lee usted la Biblia?
- Sí, Señor, la leo todos los días.
- ¿Cuál es la parte de la Biblia que lee usted más?
- ¡Ah! ¡A mí, lo que más me gusta es el Apocalipsis! Lo leo todos los
días.
- ¿Entiende usted todo lo que lee en el Apocalipsis?
- Entender, lo que se dice entender, no. Comprendo muy poco.
Pero, ¡me gusta mucho! ¡Me da consuelo y valor para la lucha!
María José lee el Apocalipsis no tanto para entender las cosas, sino
para sentir de cerca el apoyo de Dios. Así, ella hace acopio de fuerza
para la lucha. De hecho, el solo entendimiento sin fuerza que empuje,
no lleva a la lucha. ¡Un buen volante, pero sin motor, no hace andar al
carro! ¿Pero bastará la sola fuerza sin el entendimiento?
SEGUNDO DIALOGO
- Señor Delgado, ¿lee usted la Biblia?
- De vez en cuando, pero me gusta mucho.
- ¿Por qué?
- ¡Porque no la entiendo! Sobre todo el Apocalipsis. No entiendo
nada; hasta me da miedo.
- ¿Miedo? ¿Por qué?
- Por aquellas visiones terribles del fin del mundo y de la bestia. Para
quien no lo entiende, da más miedo que consuelo.
El valor para luchar nace de la fe y necesita del entendimiento. De lo
contrario, ese valor se debilita y se pierde en el vacío. No basta tener
un buen motor. Es necesario que el volante sea también bueno. Si no,
el coche puede voltearse y despedazarse todo. No todos somos como
María José: muchos son como Delgado. Si no lo entienden, el
Apocalipsis no les dice nada. Más bien produce miedo y hasta aleja al
pueblo. ¿Dónde buscar la luz para entenderlo?
TERCER DIALOGO
- Señor Raimundo, ¿ya sabe la noticia?
- ¿Qué noticia?
- ¡La del Papa en Roma! Sufrió un atentado de bala, ¡pero no
murió!
- ¡Ah! Esto ya lo sabía desde hace mucho tiempo. No me
sorprendió.
- Pero, ¿cómo?, ¡sucedió hoy en la tarde!
- Pues este hecho está de acuerdo con lo que está escrito.
- ¿Escrito?, ¿dónde, señor Raimundo?
- ¡En la Biblia! ¡En el Apocalipsis! Ahí dice que la bestia es herida de
muerte pero sobrevive, ¿no es así? ¡Pues entonces!
Para Raimundo, que no es católico, la bestia es el Papa de Roma. El
lee el Apocalipsis con este entendimiento. Para algunos, la bestia es el
actual gobierno. Para otros, es el capitalismo. Para otros más, el
comunismo. De acuerdo a su propio entendimiento, cada uno lee el
Apocalipsis y saca de él sus propias conclusiones. ¿Quién tiene
razón?
Lo mejor será preguntarle directamente al autor del Apocalipsis:
"Señor Juan, ¿cuál es el verdadero sentido de las cosas que usted
escribió?". Está claro que Juan no va a respondernos. El murió hace
casi dos mil años. Pero a lo largo de las páginas del Apocalipsis dejó
varias informaciones esparcidas que aclaran el sentido de muchas
cosas. Vamos a recoger todas estas informaciones en los siete
capítulos de este libro y a presentarlas como una llave de lectura para
el libro del Apocalipsis.
AVISO: En este pequeño libro, usted va a encontrar muchas veces
algunos números entre paréntesis, sin ninguna otra indicación. Por
ejemplo, (14,13) o (4,1-11,19). Esto indica siempre el libro del
Apocalipsis. Dicho de otro modo sería: Apocalipsis, capítulo 14,
versículo 13, o Apocalipsis, capítulo 4, versículo 1, hasta el capítulo
11, versículo 19. Los otros libros de la Biblia serán indicados conforme
a sus respectivas señales. Por ejemplo (Ex 19,4) es el libro del Exodo,
capítulo 19, versículo 4.
PRIMER CAPITULO
APOCALIPSIS: UN MENSAJE CONSOLADOR
PARA EL PUEBLO PERSEGUIDO DE LAS COMUNIDADES
¿CUANDO FUE ESCRITO EL APOCALIPSIS?
El Apocalipsis fue escrito entre los años 90 y 100. No se sabe el año
exacto. Para facilitar las cosas, vamos a decir que fue escrito en el año
95. Era una época de persecución.
Después de la muerte y resurrección de Jesús, el Evangelio se
esparció rápidamente. En todas partes surgían pequeñas
comunidades. En poco tiempo la Buena Nueva de Jesús traspasó las
fronteras de Palestina. Entró en los límites del Imperio Romano: Asia
Menor, Grecia, Italia. No fue un camino fácil. Hubo muchas dificultades
y persecuciones, pero el sol brillaba a pesar de todo. El viento era
favorable.
Sin embargo, el cielo fue cubriéndose poco a poco de nubes. Una
tempestad se avecinaba. La escuela del Imperio Romano enseñaba
que el emperador era el Señor del mundo (13,4.14). Y los cristianos
decían lo contrario: "Jesús es el Señor de Señores!" (17,14; 19,16). ¡Y
no era una pelea sólo de palabras! El imperio tenía sus dioses (2,14) y
era en nombre de estos falsos dioses, en el que el emperador se
declaraba Señor del mundo. Todos debían rendirle culto (13,8-15).
Así, ayudado por la religión, el emperador había conseguido un
sistema para controlar la vida del pueblo (13,16-17) y para explotar a
los pobres, para aumentar el lujo de los grandes (18,3.9.11-19).
Para los cristianos, Dios es uno solo. Y si Dios es uno solo y Padre
de todos, ¡entonces todos somos hermanos! Por esto los cristianos
procuraban vivir como hermanos en nombre de su fe. Ponían en
común sus bienes (Hch 2,44-45; 4,32-34). Decían que todos eran igual
(Gál 3,28; 1 Cor 12,13; Col 3,11) Condenaban a los ricos que
explotaban a los trabajadores (Sant 5, 1-6). No querían apoyar el
sistema injusto del Imperio Romano (18,4).
Por tanto, no era una pelea sólo de palabras, ni una discusión sobre
los dioses allá en el cielo. Se trataba también de la organización de la
vida del pueblo aquí en la tierra. La nueva organización iniciada y
anunciada por los cristianos, amenazaba el sistema del imperio. Tarde
que temprano esto iba a traer un conflicto abierto. De hecho, treinta
años después de la muerte de Jesús, el emperador Nerón decretó la
primera gran persecución. Sucedió en el mes de julio del año 64 y fue
el inicio de los males.
Volvió la paz después de Nerón. Pero no era paz. Era solamente un
tregua. Todos sabían que el imperio no iba a permitir a las
comunidades que creciesen y se expandiesen. Las comunidades eran
como hormigas. Ponían de cabeza al sistema del imperio desde dentro.
Por eso el emperador Domiciano decretó una nueva persecución
alrededor del año 90, esta vez más violenta y mejor organizada.
Domiciano torturaba a los cristianos para forzarlos a abandonar su fe.
Por eso al llegar el fin del primer siglo, parecía haber llegado
también el fin de la marcha de las comunidades. Las puertas estaban
cerradas. Todo el poder del mundo se volvía contra los cristianos.
Muchos abandonaban el Evangelio por miedo y se pasaban al lado del
imperio. En la comunidad se decía: "¡Jesús es el Señor!" Pero fuera, el
emperador de Roma era quien mandaba realmente como Señor
todopoderoso. Y es en este fin del primer siglo, época de persecución,
cuando fue escrito el Apocalipsis.
¿PARA QUIENES FUE ESCRITO EL APOCALIPSIS?
Juan escribió el Apocalipsis para el pueblo de las pequeñas
comunidades esparcidas por el Imperio Romano, sobre todo por Asia
Menor (1,4.11). ¿Cuál era la situación de ese pueblo?
Era un pueblo perseguido (1,9). En el momento de escribir el
Apocalipsis, el mismo Juan estaba preso por causa de su fe (1,9). La
persecución era violenta (12,13.17; 13,7). Había prisioneros (2,10) y
muchos ya habían sufrido el martirio (2,13; 6,9-11; 7,13-14; 16,6.17;
18,24; 20,4). Era muy difícil mantener la fe (2,3-4). El control de la
policía era total; nadie podía escapar a su vigilancia (13,16). Quien no
apoyaba el régimen del imperio, no podía vender ni comprar nada
(13,17). La propaganda era enorme (13,13) y se infiltraba en la
comunidades (2,14.20). El emperador era presentado como si fuera un
nuevo Jesús. Hasta decían que él había resucitado (13,3.12.14). La
tierra entera lo adoraba como si fuera un dios y apoyaba su régimen
(13,4.12-14).
El pueblo de las comunidades tenía además otras dificultades.
Estaba el cansancio natural después de tantos años de caminar (2,2).
Había bajado el entusiasmo del primer fervor (2,4). Estaban los falsos
líderes que se presentaban como apóstoles y no lo eran (2,2). Corrían
doctrinas equivocadas que traían confusión (2,6.15); las
persecuciones por parte de los judíos (2,9; 3,9); el problema de otras
religiones que se mezclaban con la fe en Jesús (2,14-15.20). Algunas
comunidades se estaban muriendo (3,1); otras, aunque debiluchas,
continuaban firmes en la fe (3,8). En general era gente pobre y hasta
indigente (2,9). Las comunidades más ricas se acomodaban
engañadas por su riqueza (3,16-17). ¡No eran ni frías, ni calientes!
(3,15).
Es para este pueblo de las pequeñas comunidades, para quien Juan
escribe su libro. Como hoy, también en aquel tiempo eran los débiles y
los pobres los que continuaban firmes en la fe y en la lucha. Había
quienes confundían las cosas, sin entender su sentido correcto.
¡Todos perseguidos! ¡Todos necesitados de una palabra de luz, de
aliento, de coraje! En aquel tiempo eran otros los nombres. Hoy ellos
se llaman María José, Antonio y Raimundo...
¿QUIEN ESCRIBIO EL APOCALIPSIS?
El autor del Apocalipsis no firmó su libro, ni puso fecha. Poco
sabemos de su vida, pero dejó algunas informaciones. El se presenta
así: "Yo, Juan, hermano de ustedes, con quienes comparto las
pruebas, el reino y la perseverancia en Jesús, me encontraba en la Isla
de Patmos a causa de la Palabra de Dios y por haber dado testimonio
de Jesús" (1,9).
Su nombre es Juan. No muestra ningún título, ni de obispo, ni de
padre, ni de evangelista, ni de apóstol. El título que vale para él es:
"Hermano y compañero en la tribulación" (1,9). El mismo es un
perseguido por causa de su fe. Sufre lo mismo que los otros. Conoce
por dentro el drama de los compañeros y por esto, está en condiciones
de animarlos.
Juan tiene conciencia de ser el portador de una profecía de parte de
Dios para el pueblo de las comunidades (1,1-3; 22,6-8). Se presenta
con autoridad y pide obediencia (22,18-19). Su autoridad viene de la
palabra de Dios (1,2). El mismo encarnó esta palabra en su propia vida
(10,8-11) y por eso tiene autoridad para hablar.
Parece ser que Juan era el coordinador general de las comunidades
del Asia Menor, pues para ellas envía su libro (1,14.11). Además de
eso, está bien compenetrado de la situación, y de los problemas de
cada una de las siete comunidades, como lo demuestra en las siete
cartas (2,1-3.22). A pesar de su autoridad, Juan parece haber sido un
persona humilde, que no tenía miedo ni vergüenza de confesar lo que
no sabía (5,4; 7,13-14).
Juan no escribe para todos indistintamente. El escribe para los
"hermanos y compañeros" perseguidos (1,9). A primera vista él sólo se
dirige a los hermanos perseguidos de las "siete comunidades que
están en el Asia" (1,4.11). Pero muchas veces el número siete significa
todos en el Apocalipsis. Y así, escribiendo para aquellas siete
comunidades, Juan quiere orientar y animar a todas las comunidades,
inclusive a las de hoy en día.
¿QUE ES LO QUE EL APOCALIPSIS TIENE QUE DECIR AL PUEBLO
DE LAS COMUNIDADES?
Apocalipsis es palabra que viene del griego y quiere decir
revelación. Revelación es lo mismo que quitar el velo, develar. Cuando
una cosa está cubierta por un velo, nadie puede verla. ¿Cuál es ese
asunto encubierto del cual Juan va a levantar el velo para mostrarlo al
pueblo?
El asunto encubierto era la propia situación del pueblo de las
comunidades. Nadie observaba clara y correctamente las cosas. Ya no
entendían la persecución. El pueblo estaba impaciente y decía:
"¿Hasta cuándo, Señor?" (6,10). Si Dios era el dueño del mundo,
¿cómo permitía él esa persecución tan prolongada? Dios parecía
haber perdido el control de la situación: ¡el emperador de Roma era el
que realmente mandaba en el mundo!
Ahora bien, el Apocalipsis es la respuesta de Dios al pueblo afligido
y perseguido de las comunidades. Fue escrito por orden de Dios
(1,11.19), para ser revelación. Esto es, para levantar el velo y
esclarecer la situación del pueblo con la luz de la fe. El libro comienza
con estas palabras solemnes: "Revelación de Jesucristo" (1,1).
Por medio de esta "revelación de Jesús" que es transmitida por
Juan, Dios va a quitar el velo y revelar al pueblo su plan de salvación,
etapa por etapa. Va a "mostrar a sus siervos las cosas que deben
suceder muy pronto" (1,1). Va a dar luz al pueblo y a desenmascarar
las falsas propagandas del imperio.
Las cosas que Dios realiza para su pueblo, "tanto las cosas
presentes, como las que deberán suceder después de éstas" (1,19),
se dan en los mismos acontecimientos de la vida. Pero el pueblo no se
daba cuenta y por eso se encontraba impaciente, triste. Para poder
percibir la acción de Dios dentro de la vida no basta que Juan levante
el velo. Es necesario que el pueblo colabore escuchando y
practicando la palabra de Dios que Juan le transmite. Así
re-encontrará la alegría. "¡Feliz el que lee y los que escuchan las
palabras de esta profecía, si practicaran lo que en ella está escrito,
pues el tiempo está cerca!" (1,3).
Esta es la Buena Nueva que el Apocalipsis quiere revelar al pueblo
de las comunidades: "¡El tiempo está ya cerca!" (1,3). Dentro del
tiempo de la historia marcado por las persecuciones, existe el tiempo
de Dios, la hora de Dios, el plan de Dios. Este plan entró en su fase
final. Se agotó el plazo. ¡Dios está por llegar! El Apocalipsis va
levantando el velo para que el pueblo descubra dentro de los
acontecimientos de la persecución, la Buena Nueva de la llegada de
Dios, que viene para liberarlo.
SEGUNDO CAPITULO
QUITAR EL VELO DE LOS ACONTECIMIENTOS
Y ANUNCIAR LA BUENA NUEVA DE JESUS AL PUEBLO OPRIMIDO
LAS DIFERENTES MANERAS DE ANUNCIAR
LA BUENA NUEVA DE JESUS
Hoy en día existen varias maneras o formas de transmitir un
mensaje. Se puede usar la forma de historietas populares, o de tiras
cómicas. También se usa la forma de un canto, sea una polca o una
canción religiosa. También temas escritos, o círculos bíblicos. La
elección depende del caso, o del estilo personal. Depende también de
la situación del pueblo al que se dirige. ¡Depende de tantas cosas!
Así también, en tiempo de los primeros cristianos había varias
formas de transmitir la Buena Nueva de Jesús. Existía el método
utilizado por los cuatro evangelistas, o el estilo en forma de historia
usado por Lucas en los Hechos de los Apóstoles. Existía otra forma de
comunicar el mensaje, el usado por San Pablo, la carta. Otros
utilizaban los cantos: María (Lc 1,46-56),o Zacarías (Lc 1,67-79).
Había también otra manera: en forma de Apocalipsis.
El Apocalipsis era un forma inventada para anunciar la Buena Nueva
en época de persecución y de cambio. Había muchos Apocalipsis en
aquellos tiempos, como también muchos evangelios, muchas historias
y muchas cartas. pero no todo entró en el Nuevo Testamento. Por
disposición del Espíritu Santo, manifestado a través del acuerdo
común de las comunidades, sólo entraron cuatro evangelios: Mateo,
Marcos, Lucas y Juan. Se eliminaron los otros. Sólo entró una historia,
la de los Hechos de los Apóstoles. Sólo entraron 21 cartas: 14 de
Pablo, 3 de Juan, 2 de Pedro, 1 de Santiago y 1 de Judas. Las otras,
como por ejemplo las de Ignacio, quedaron fuera. Y sólo entró un
único Apocalipsis, el de Juan. Los otros se descartaron.
¿COMO ANUNCIA EL APOCALIPSIS
LA BUENA NUEVA DE JESUS?
El Apocalipsis es, ante todo, un mensaje de consuelo y de
esperanza para un pueblo en crisis, amenazado en su fe a causa de
los cambios y de las persecuciones. El Apocalipsis quiere ayudar al
pueblo a encontrarse nuevamente con Dios, consigo mismo y con su
misión. Quiere animarlo a no desistir de la lucha y quiere armarlo mejor
para el combate.
Por esto, ¡cualquiera interpretación del Apocalipsis hecha para
meter miedo al pueblo, o para aumentar su desánimo, debe ser
considerada como errada y falsa! ¡Sería lo mismo que el usar al sol
para mojar, o al agua para secar!
1. ¿Cómo enfrenta el Apocalipsis la crisis de fe
del pueblo de las comunidades?
La crisis de fe tenía dos causas. La causa externa era el conjunto de
sucesos de la persecución y los cambios en la sociedad. La causa
interna era la falta de visión del propio pueblo perseguido. Por tal
razón Jesús parecía estar ausente para el pueblo. Dios parecía haber
perdido el control de la situación. Los opresores parecían ser los
dueños de la historia. Y muchos preguntaban: "¿Será que vale la pena
continuar participando en la comunidad?".
El Apocalipsis enfrenta el problema revelando la otra cara de los
acontecimientos, el lado oculto. Ilumina los hechos con la luz de la fe y
descubre que:
a) Los acontecimientos no se están escapando de la mano de Dios.
A pesar de todas las apariencias en contra, Dios mantiene el control
de la situación. Jesús está presente en la realidad de los hechos como
Señor todopoderoso de la historia. La historia camina dentro de los
planes establecidos por Dios.
b) El poder de los poderosos no pasa de ser un engaño. Parecen
ser los dueños del mundo, pero no pasan de ser meros funcionarios
de segunda categoría. Aún sin quererlo, o sin saberlo, ellos están
contribuyendo a la realización del plan de Dios. El emperador no pasa
de ser un pobre infeliz, por más que grite y que oprima a los cristianos.
Su poder está limitado por Dios. ¡Su destino será la derrota total!
Este es el otro lado de los acontecimientos, el lado oculto que sólo
ven los ojos de la fe. Son las "cosas que deben pasar muy pronto"
(1,1). ¡DEBEN suceder! Nadie va a poder impedir la realización del
plan de Dios. ¡Dios es más fuerte!
2. La Buena Nueva que nace de los sucesos
cuando son leídos a la luz de la fe
Levantando el velo, Juan hace aparecer ante los ojos del pueblo la
Buena Nueva que estaba ahí, dentro de los acontecimientos y que el
pueblo no veía. La Buena Nueva es esta: ¡Dios es el Señor de la
historia! El entregó todo su poder a Jesús. Ahora, ¡Jesús conduce a su
pueblo hacia la victoria final! Nadie, por más fuerte que sea,
conseguirá cambiar el rumbo del plan de Dios. Los opresores del
pueblo ya van a ser derrotados y condenados, ¡todos! La resurrección
de Jesús es la prueba que garantiza todo esto.
Por medio de este anuncio fuerte y vigoroso, el Apocalipsis cambia
de lugar el peso de la balanza de la vida. Disminuye la carga de la
persecución que pesaba en un lado. Fortalece el peso de la fe del otro
lado. Y el pueblo se equilibra de nuevo en la vida. Ahora ya no es la
persecución la que debilita la fe, sino que es la fe renovada e
iluminada por la comprensión real de los sucesos, la que debilita el
poder de los poderosos. El rostro de Dios reaparece en la vida. El
pueblo agradece, estalla en cánticos de alegría y se dispone a resistir.
Entona ya mismo el "canto nuevo" de victoria como Miryam, hermana
de Moisés, después de la travesía del Mar Rojo (Ex 15,20-21).
LA BUENA NUEVA DEL APOCALIPSIS:
UNA MUSICA CANTADA A TRES VOCES DIFERENTES
Ya debes haber notado la diferencia entre el primero y el segundo
capítulo de este libro. En el primero señalé muchos textos para que tú
pudieras verificar en el mismo Apocalipsis las cosas que yo afirmaba.
Hasta ahora en este segundo capítulo no he señalado casi ningún
texto del Apocalipsis. ¿Y sabés por qué? Porque la Buena Nueva de
Jesús está esparcida por todas las páginas del Apocalipsis. Es difícil
decir: "¡Ella está en éste o en aquel texto!". La Buena Nueva está en el
corazón, en los ojos y en la mano de Juan y, por eso, acabó por
desparramarse en todos los textos. También tú coloca la Buena Nueva
de Jesús en tu corazón, en tus ojos y en tus manos y podrás
reencontrarla en todos los textos. En ellos se aclara el Apocalipsis
desde dentro. La Buena Nueva es como el lecho de un río que se ve
cuando el agua está limpia y cristalina. En el Apocalipsis, el lecho de la
Buena Nueva se ve en todas partes.
La Buena Nueva en el Apocalipsis es siempre la misma, pero es visto
de tres diferentes maneras en las tres partes que componen el libro:
1. La carta para las siete comunidades (1,1-3,22)
Presenta la Buena Nueva de Jesús como exigencia de fidelidad y de
compromiso. Escrita por orden de Dios (1,11), esta carta comienza con
una introducción bastante larga (1,4-20) que sirve de introducción a
todo el libro del Apocalipsis. Enseguida siguen siete pequeñas cartas
para las siete comunidades (2,1,3,22).
2. La primera lectura de los acontecimientos de la persecución
(4,1-11,19)
Presenta la Buena Nueva de Jesús como anuncio de liberación para
el pueblo oprimido. La caminata de las comunidades es vista como un
nuevo éxodo; Dios está liberando nuevamente a su pueblo de las
garras del faraón. Algunos hallan que esta primera reflexión sobre la
persecución ya había sido hecha en tiempos del emperador Nerón,
esto es, en el año 64.
3. La segunda lectura de los acontecimientos de la persecución
(12,1-22,21)
Presenta la Buena Nueva de Jesús como juicio y condenación de los
opresores del pueblo. La historia de la humanidad es vista como un
juicio de Dios. Esta segunda reflexión es muchos más concreta que la
primera. Todo indica que fue hecha en tiempos del emperador
Domiciano, esto es, hacia el año 95.
Estas tres formas diferentes de presentar la misma Buena Nueva,
son como tres hilos trenzados que, juntos, forman la cuerda del
Apocalipsis. Cuerda fuerte, capaz de sustentar la fe del pueblo de las
comunidades y de amarrar a sus opresores durante mil años (20,1-3).
Son como una única melodía, cantada a tres voces diferentes.
¿COMO SE QUITA EL VELO DE UN HECHO?
Quien transmite un mensaje en forma de verso corto, debe conocer
el ritmo de la poesía del pueblo. Quien anuncia una noticia en forma
de tiras cómicas, debe saber dibujar. Y quien anunciaba la Buena
Nueva de Jesús en forma de un Apocalipsis, ¿qué es lo que debía
saber? ¿Cuál era el instrumento que debía usar? ¿Qué hacía en
concreto para quitar el velo de un hecho y revelar dentro de éste la
presencia de la Buena Nueva?
Sobre todo, hacía dos cosas:
1. Expresaba todo por medio de visiones y de símbolos.
Este es el aspecto que a nosotros nos causa hoy más dificultades.
Juan no usa un lenguaje común. Se expresa por medio de visiones
extrañas, llenas de símbolos. Mucha gente deja de leer el Apocalipsis
porque no entiende nada de esas visiones que aparecen en todas sus
páginas.
2. Dividía la historia en etapas y presentaba como profecía lo que ya
pertenecía al pasado.
A veces la gente no sabe si Juan está hablando del pasado, del
presente, o del futuro. Además de eso, no queda claro si aquellas
etapas son etapas reales de la historia del pueblo de las comunidades
o si tienen otro significado.
En los próximos capítulos vamos a ver muy de cerca cómo usó
juntos estos dos instrumentos en el libro del Apocalipsis. Es la parte
más difícil, pero es aquí donde está escondida la llave que nos abre la
puerta principal del Apocalipsis. Busquémosla.
TERCER CAPITULO
"¡LAS VISIONES SE ACLARAN! ¡LAS VISIONES SE ACLARAN!"
Sucedió un domingo, en un "día del Señor" (1,10). Juan estaba en la
Isla de Patmos, prisionero por causa de su fe (1,9). Ahí tuvo una
visión. El dice: "El día del Señor fui movido por el Espíritu y oí detrás
de mí una voz fuerte, como una tormenta, ordenando: Escribe lo que
ves en un libro, envíalo a las siete comunidades" (1.10-11). Enseguida
Jesús aparece (1,12-28) y repite la orden: "Escribe lo que viste: tanto
las cosas presentes, como las que deberán suceder después de
éstas" (1,19). Juan obedeció la orden de Jesús. El Apocalipsis es el
resultado de su obediencia. Es la descripción de las visiones que él
tuvo (2,8).
Juan vio cosas extrañas: animales con seis alas, cubiertos de ojos
alrededor y por dentro (4,8); un cordero con siete cuernos y siete ojos
(5,6); caballos con cabeza de león y cola venenosa (9,17.19); una
bestia con siete cabezas y diez cuernos (13,1), cuyo número es 666
(13,18); una ciudad que baja del cielo (21,2); y así sucesivamente.
Juan llena el Apocalipsis de números: 3, 4, 10, 1000 y sus
combinaciones: 7 (3 + 4), 12 (3 veces 4), 40 (4 veces 10), 144.000 (12
x 12 x 1000), 3 y medio (mitad de 7).
¡Es otro mundo! Extraño, irreal, diferente de nuestro mundo. ¿Cómo
es que unas visiones tan extrañas pueden ser instrumento para ayudar
a esclarecer la situación del pueblo? ¿Qué será lo que Juan pretendía
conseguir con esas visiones? Vamos a dar cinco respuestas. Tal vez tú
puedas encontrar otras respuestas más leyendo el Apocalipsis.
¿POR QUE JUAN EXPRESA TODO LO MEJOR
POR MEDIO DE VISIONES Y SIMBOLOS?
Primera respuesta: Para traer consuelo y valentía en la lucha.
Si alguien pregunta: "¿Quién es Jesús?", tú contestas con una frase
diciendo: "Jesús es el Hijo de Dios, Mesías, Sacerdote, Juez, Señor de
la historia, presente en la comunidad, vivo para siempre".
Juan responde la misma cosa con un visión y dice: " Me volví para
ver qué voz era la que me hablaba; al volverme vi siete candelabros de
oro y en medio de los candelabros vi a uno que es como Hijo de
Hombre, con un vestido que le llegaba hasta los pies y un cinturón de
oro a la altura del pecho. Su cabeza y sus cabellos son blancos, como
la lana blanca, como la nieve y sus ojos parecen llamas de fuego. Sus
pies son semejantes a bronce pulido, cuando está en horno caliente.
Su voz es como estruendo de grandes olas. En su mano derecha tiene
siete estrellas y de su boca sale un espada de doble y agudo filo. Su
cara es como el sol cuando brilla con toda su fuerza. Al verlo caí como
muerto a sus pies; pero me tocó con la mano derecha y me dijo: 'No
temas nada, soy Yo, el Primero y el Ultimo. Yo soy el que vive; estuve
muerto y de nuevo soy el que vive por los siglos de los siglos y tengo
en mi mano las llaves de la muerte y del infierno'" (1,12-18).
Las dos respuestas, la frase y la visión, dicen una misma cosa, pero
de manera diferente. En la frase eres tú el que habla sobre Jesús; en
la visión es el mismo Jesús quien se presenta. En la frase Jesús
aparece sin movimiento dentro de un discurso; en la visión él aparece
actuando. La frase da una definición; la visión pinta un cuadro. La
frase define las márgenes del río de la doctrina; la visión cuenta una
experiencia que alimenta la fuente del mismo río. La frase apela a la
inteligencia; la visión envuelve también al corazón, al sentimiento y a la
imaginación. La frase trae entendimiento; la visión comunica fuerza y
valentía. En la frase tú dices una gran verdad; en la visión Juan
anunció la Buena Nueva de Jesús.
Leyendo u oyendo la visión que Juan tuvo de Jesús (1,12-18) tal vez
no logremos entender el significado de todos los detalles: túnica larga,
cinturón de oro, ojos de fuego, pies de bronce, espada saliendo de la
boca, etc. Pero aun sin entender, la gente siente y adivina algo. Es
como lo que sucede con una música linda: a todos les gusta oírla y se
sienten bien, pero muy poca gente entiende la música. La música no
está hecha para los que la entienden, sino para los que gustan de
oírla.
Las visiones son como el niño que pasea con su padre. El niño no
entiende nada de fuerza y protección, pero siente la fuerza y la
protección del padre. Por ello va tranquilo, sin miedo, a su lado. Ahora
bien, las visiones no dicen qué es la fuerza y la protección. Pero hacen
que el pueblo sienta la fuerza y la protección de Jesús caminando con
él a su lado. Doña María José decía: "Entender, no entiendo. Mi
entendimiento es débil. Pero, ¡me gusta mucho! Me da consuelo y
ánimo para la lucha".
Segunda respuesta: Para transformar la nostalgia en esperanza
Las visiones del Apocalipsis están llenas de imágenes y de símbolos
del Antiguo Testamento. Sobre todo de los libros de Ezequiel, Isaías,
Daniel y Zacarías. Toda la historia es recordada. A veces por una
única palabra: la creación (3,14; 4,11,21,1); el paraíso (2,7; 21,4;
22,3); el árbol de la vida (2,7; 22,2) la mujer y la serpiente (12,1-4); el
arco iris después del diluvio (4,3); la salida de Egipto (7,14); el cordero
de Pascua (5,6); las plagas de Egipto (8,6-12; 16,1-21); el canto nuevo
de victoria (5,9; 14,3; 15,3); las doce tribus (21,12); su
empadronamiento (7,1-8); la caminata por el desierto (7,16-17;
12,6.14); el maná (2,17); la alianza (21,3.7); Moisés y Elías (11,3-6);
Judá (5,5); David (5,5); Jerusalén (3,12; 21,9-13); el Monte Sión (14,1);
Jezabel (2,20); Balaán (2,14); el templo (3,12; 7,15; 11,1; 21,22); las
grandes promesas (10,7); la caída de Babilonia (14,8; 18,2.10); la
salida del cautiverio (18,4); el nacimiento del Mesías (12,5).
Además de recordar los acontecimientos y las personas del Antiguo
Testamento, Juan presta del Antiguo Testamento las palabras y las
frases para poder expresar su propio pensamiento. De todos los libros
del Nuevo Testamento, el Apocalipsis es el que más usa el Antiguo
Testamento. ¡Más de 400 veces! En cierta forma, las visiones no son
nada más que construcciones nuevas, hechas con viejos ladrillos del
Antiguo Testamento. Y, ¿cuál es el sentido de todo esto? ¿Por qué las
visiones recorren tanto el Antiguo Testamento?
El pueblo de las comunidades conocía el Antiguo Testamento.
Bastaba que alguien lanzara en voz alta una palabra, y el pueblo ya se
acordaba de toda la frase. El Antiguo Testamento era su pasado. ¡Un
lindo pasado! Donde Dios había manifestado con grandes milagros su
presencia. Pero ellos recordaban el pasado sólo para mantener la
nostalgia, como muro de lamentaciones: "Antiguamente sí. ¡Pero
hoy...! ¡Dios no aparece más!". Morían de hambre con el pan del
pasado en la mano, pensando que era una esponja para enjugar las
lágrimas.
Ahora bien, las visiones rellenadas con frases y recuerdos del
Antiguo Testamento, ¿qué hacen? Hacen descubrir al pueblo que el
pasado no es esponja para enjugar sus lágrimas, sino que es el pan
mismo, pan para comer; ¡pan que hace renacer al hombre! Las
visiones presentan el pasado como un espejo. ¡Es como si estuviera
sucediendo ahora! Así, poquito a poco, la energía del pasado va
despertando dentro del pueblo. El velo va cayendo y el camino se
ilumina. El pueblo recupera la memoria perdida y descubre la Buena
Nueva dentro de los acontecimientos: ¡Dios continúa actuando! Es el
mismo Dios de la antigüedad. El no cambió: como era allá, es ahora
acá. ¡El está con nosotros! "¡El era, es y viene!" (1,4.8; 4,8). De este
modo, la nostalgia se transforma en esperanza.
Tercera respuesta: Para comunicar al pueblo algo de la paz de
Dios.
Alguien puede decir: "No me gusta el Apocalipsis. No queda espacio
en él para que pueda actuar el pueblo. ¡Dios lo hace todo! El pueblo
se queda sin posibilidades para luchar, pues deja todo en manos de
Dios!". De hecho, mucha gente no comprometida se apoya en el
Apocalipsis para no tener que entrar en la lucha. Pero eso no vale
para el pueblo de las comunidades del Asia, que ya estaba luchando
desde hacía muchos años. El problema de ellos no era encontrar una
manera para no tener que entrar en la lucha, sino encontrar una
manera para no desanimarse en la lucha.
Juan encontró esta manera. Las visiones transportan e introducen al
pueblo dentro del cielo (4,2-11) y comunican algo de la paz con la que
Dios, allá en lo alto, sereno y firme, dirige la lucha contra la injusticia y
la opresión (11,14-18; 12,10-11). Los soldados del ejército del Cordero
estaban perdidos en el frente de batalla (6,10). Por medio de las
visiones, Juan nos lleva hasta el cuartel general del Cordero que lidera
la batalla (14,1-15; 17,14; 7,9-17). Allá en lo alto del cielo, en el centro
de operaciones, ellos contemplan la lucha con los ojos de Dios.
Descubren que la lucha ya está ganando, a pesar de ser difícil
(14,9-12; 17,14). ¡Por esto vuelven a la lucha muy animados, con
sabor anticipado de victoria! Así, por medio de las visiones, el árbol de
la comunidad afianza su raíz en el terreno de Dios y la tempestad de
las persecuciones ya no consigue arrancarlo.
Cuarta respuesta: Para defenderse contra los opresores del
pueblo.
En tiempo de persecución todo cuidado es poco. Quien habla
demasiado corre el peligro de denunciar al hermano. Quien tiene algo
para comunicar, lo hace de tal manera que sólo los compañeros de
lucha lo entiendan; lo otros no (14,3). Decir abiertamente que el
Imperio Romano era el gran enemigo a ser combatido, podía llevar a la
prisión. Juan encontró el modo. El dice: "¡Aquí se necesita el
discernimiento!". Que el inteligente calcule la cifra de la Bestia, pues es
la cifra de un hombre. "Su cifra es 666" (13,18). De acuerdo con el
número de cada letra, el lector calculaba y descubría el mensaje por sí
mismo: ¡la Bestia es el emperador de Roma! ¡Raimundo no tiene
razón! De acuerdo al Apocalipsis, la bestia no es el Papa de Roma,
sino el emperador romano que perseguía a los cristianos y que había
mandado matar a San Pedro, el primer Papa.
NOTA: Esto nos hace ver que la apariencia es engañadora; atrás de
ella se pueden esconder engaños y proyectos malos. Hay que ser más
astutos para no ser engañados por falsos profetas, que no buscan el
bien del pueblo. Un criterio: sólo en las obras, no en las palabras, se
conoce a los verdaderos profetas.
Juan explica de la misma manera el misterio de la gran prostituta,
sentada sobre una bestia con siete cabezas (17,3). El dice: "Aquí es
preciso tener inteligencia para poder discernir: las siete cabezas son
siete colinas sobre las cuales la mujer está sentada" (17,9). ¡Para el
buen entendedor, bastan unas pocas palabras! Todos sabía que la
ciudad de Roma, sede del imperio, estaba construida sobre siete
colinas.
Las visiones con sus símbolos, son un medio para instruir al pueblo
y también para defender al pueblo de sus opresores. Ellas revelan su
mensaje a los oprimidos y lo esconden a los opresores. ¡Dios ordena
ser bueno, pero no ser bobo!
Quinta respuesta: Para hacerse entender por el pueblo de las
comunidades.
Un cuadro con dibujos transmite mucho más que sólo las palabras.
Una dramatización es más instructiva que un sermón. Una imagen dice
mucho más que una frase. Para expresarse, el pueblo prefiere usar
dibujos, teatro, imágenes, carteles y comparaciones.
Lo mismo vale para el Apocalipsis. El Apocalipsis no es una sala de
conferencias donde el pueblo entra para escuchar sentado, a alguien
que habla. Se parece más a un salón enorme, lleno de imágenes y
retratos, de pinturas y cuadros, colgados todos en las paredes de sus
páginas. El pueblo de las comunidades puede entrar y andar por ahí,
observando, conversando, rezando. Puede mirar los cuadros en el
orden en el que Juan los colocó, pero no es necesario. Puede elegir a
voluntad y andar por donde quiera. Pues cada pintura, cada visión,
tiene su propio mensaje.
Siguiendo sin embargo el orden en el que Juan colocó sus visiones,
tú aprovechas más. Poco a poco vas percibiendo el mensaje de
conjunto. Ahí, un cuadro ayuda a comprender a otro cuadro y así, el
todo se ilumina. La luz del conjunto cae, a su vez, sobre los detalles y
los ilumina. Más adelante vamos a intentar descubrir el orden en el que
Juan colocó las visiones dentro del Apocalipsis.