PRÓLOGO

ENTRE los muchos y excelentes manuales de teología moral que circulan entre nosotros pueden apreciarse las más diversas orientaciones y tendencias, pero todos coinciden en su finalidad escolar como libros de texto para la formación de nuestros seminaristas y religiosos estudiantes. Por lo mismo, casi todos ellos están escritos en latín y con orientación dirigida francamente a las aulas eclesiásticas. Es verdad que algunos han aparecido también en versión castellana, pero se trata de una mera traducción literal, que no ha obviado los inconvenientes de su estilo y orientación, que los hace menos aptos para su utilización por el público seglar. Otros intentos encaminados directamente a los seglares adolecen de excesiva brevedad y dejan, por lo mismo, gran número de materias incompletas o sin el suficiente desarrollo.

Esta situación es la que nos ha movido a emprender la ardua tarea de redactar un nuevo manual de teología moral dirigido directamente al gran público seglar. Es un hecho que gran número de intelectuales católicos, catedráticos, abogados, jueces, notarios, médicos, farmacéuticos, escritores, periodistas, políticos, militares, directores de empresas, comerciantes, industriales y hasta modestos funcionarios, oficinistas y obreros se lamentan con frecuencia de no encontrar un libro adecuado para enterarse a fondo de sus obligaciones morales ante Dios y ante la sociedad cristiana. Este libro quisiera dar satisfacción a sus anhelos.

No se nos oculta la dificultad de la empresa ni los peligros a que está expuesta.

LA DIFICULTAD arranca principalmente de la enorme complejidad de la teología moral, relacionada íntimamente con la teología dogmática y con gran número de ciencias afines, entre las que destacan el derecho, la medicina, la psicología, la sociología y las ciencias económicas. Imposible escribir una verdadera teología moral sin tener en cuenta y aprovechar a cada momento las luces emanadas de todas esas ciencias, cuyo conocimiento simultáneo y a fondo escapa en absoluto a las posibilidades humanas.

Los PELIGROS emanan también de la amplitud vastísima del panorama que debe abarcar en su conjunto la teología moral y de los grandes conocimientos científicos que requieren en el lector para acertar a formarse por sí mismo su propia conciencia, sobre todo cuando surgen problemas difíciles que se salen del marco de la vida corriente y diaria. Sería gran imprudencia y funesta equivocación que el seglar tratara de resolverse por sí mismo esos intrincados problemas a base de la lectura de un manual de moral, por bueno y excelente que sea. En estos casos difíciles el libro podrá ayudarle a plantear el problema en sus verdaderos términos, pero la solución debe darla un verdadero técnico en la materia, o sea, un sacerdote culto, prudente y experimentado. Porque es preciso tener en cuenta una gran cantidad de principios afines de la más variada índole, examinar despacio todo el conjunto de circunstancias que rodean o afectan al problema en cuestión y enjuiciarlo todo con serena imparcialidad y rectitud de criterio, dificilísimo de lograr por el que quiera actuar como juez y parte en su propia causa. Sólo el sacerdote culto, prudente y experimentado reúne las garantías suficientes para el acierto objetivo, si tenemos en cuenta, además, que a sus conocimientos profesionales de teología moral une las luces inestimables de su gracia de estado sacerdotal.

De todas formas es un hecho que el católico seglar puede y debe hacer un esfuerzo para adquirir la máxima cultura moral acomodada a su condición y estado, para llegar a formarse fácil-mente una conciencia cristiana recta e intachable en todas las actividades de su vida, en su triple aspecto individual, familiar y social. Para ayudarle en esa nobilísima empresa nos hemos tomado la molestia de redactar estas páginas.

Quisiéramos, sin embargo, explicar el verdadero sentido y alcance del título de este libro. No es lo mismo Teología moral para seglares que Teología moral seglar. Este segundo título sería completamente inaceptable. No existe ni puede existir una moral seglar que trate de contraponerse o distinguirse esencialmente de cualquier otro aspecto de la moral cristiana. El Evangelio no enseña más que una sola e idéntica moral para todos los cristianos sin excepción. Lo que no es lícito para uno, jamás puede serlo para otro, a no ser que este otro haya añadido a su condición de cristiano nuevos títulos (profesión religiosa, ordenación sacerdotal, etc.) que le liguen más estrechamente a la moral evangélica o restrinjan su libertad de seguir el camino menos perfecto. Pero, en lo funda-mental, la moral cristiana es la misma para todos los bautizados en Cristo.

¿Qué significa entonces el título de Teología moral para seglares? Únicamente que hemos atendido con particular solicitud y esmero a los problemas que afectan más de cerca a los seglares, proyectando sobre ellos la luz de la doctrina católica y orientando hacia Dios todas sus actividades humanas. Hemos tratado de ofrecer a los. seglares una información amplia y completa de los problemas morales que les plantea la vida en su triple dimensión individual, familiar y social. Hemos escrito pensando en ellos, en su mentalidad y cultura especial, en sus gustos y aficiones literarias. Por lo mismo, hemos suprimido en absoluto el latín y la terminología excesivamente escolástica, que pudiera entorpecerles la lectura o hacerles menos inteligible lo que leen. Hemos conservado, sin embargo, los mejores elementos del método escolástico, que nos parece insubstituible en cualquier verdadero manual de teolo-gía —aunque se dirija al público seglar—, por su maravillosa precisión, solidez, orden, brevedad y claridad. Estamos convencidos de que prescindir de estas ventajas so pretexto de una mayor adaptación a la mentalidad seglar es un error funesto, que en nada mejora la claridad y transparencia de la doctrina y se presta mucho, por el contrario, a la divagación y al extravío, como advierte Su Santidad Pío XII en su luminosa encíclica Humani generis.

En suma: hemos tratado de escribir una verdadera Teología moral, con la precisión y rigor técnico que se exige en una disciplina teológica, pero con orientación y enfoque perfectamente adaptados a la mentalidad y necesidades de los cristianos que viven en el mundo.

Sin embargo—y precisamente por esta orientación hacia el público seglar—, creemos que nuestra obra puede resultar utilísima a los sacerdotes en el desempeño de su ministerio, a los seminaristas y estudiantes religiosos, a las religiosas dedicadas a la enseñanza, etc., ya que todos ellos tienen que tratar continuamente con seglares a quienes deben orientar en sus problemas y preocupaciones morales. Aparte de que, como decíamos antes, la moral cristiana es substancialmente la misma para todos y sólo caben en ella diferencias o matices accidentales, que no afectan al fondo substancial de las cosas.

Nos parece ocioso advertir que nuestro principal maestro y guía a todo lo largo de nuestra obra ha sido el Angélico Doctor Santo Tomás de Aquino, que es el Doctor Común que la Iglesia ofrece a todos como guía seguro en todas las ramas de la filosofía y de la teología (cn.1366 § 2). Sin embargo, hemos recogido también con amplitud de criterio las enseñanzas de los grandes muralistas clásicos y las mejores aportaciones de los teólogos modernos. Y no hay que decir que hemos aprovechado largamente las orientaciones pontificias de los últimos papas—sobre todo del gloriosa-mente reinante, Su Santidad Pío XII—como garantía infalible de seguridad y acierto en las cuestiones de máxima actualidad que plantea la vida moderna en sus diferentes aspectos y manifestaciones.

Dada la amplitud vastísima de la materia que abarca la teología moral, no nos ha sido posible presentar la obra en un solo volumen—como habíamos proyectado al principio—, a pesar del gran esfuerzo de síntesis que hemos realizado. Hemos preferido el in-conveniente de los dos volúmenes antes que dejar incompleta la doctrina o suprimir en absoluto cuestiones cuya ausencia sería imperdonable en cualquier texto de teología moral que aspire a dar una visión panorámica, siquiera sea sintética, de todo el campo de la moral cristiana.

Quiera el Señor, por intercesión de la Virgen María, Media-dora universal de todas las gracias, bendecir estas páginas, que hemos escrito para su mayor gloria y con la única finalidad práctica de orientar a los cristianos que viven en el mundo en su camino hacia Dios.

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NOTA A LA SEGUNDA EDICIÓN

La segunda edición sale idéntica a la primera. Nos hemos limitado a unas ligeras correcciones de estilo que no alteran en nada el contenido doctrinal. Para comodidad de las citas en cualquiera de las dos ediciones, hemos conservado incluso la misma paginación.

Agradeceremos mucho a nuestros lectores cualquier sugerencia encaminada a mejorar nuestra obra en sucesivas ediciones.