Conclusión

Hoy terminamos el camino que hemos comenzado cuando nos planteábamos poner los fundamentos para edificar una ética cristiana.

Así, hemos establecido una definición, estudiamos los fundamentos bíblicos y la estructura ética de la persona. Luego hemos profundizado tres temas generales que abarcan toda la moral: la conciencia, la norma y el pecado. Quiero terminar ahora compartiendo con usted una brevísima reflexión que nos puede ayudar a cerrar este curso marcado por la esperanza en un mundo mejor, una “civilización del amor” que hace presente y actuante el Reino de Dios; y en la búsqueda sincera de la santidad personal. Todo esto es posible por la acción de la gracia en la historia.

La gracia es más fuerte que el pecado

Gracia y pecado son dos categorías fundamentales en la teología católica y en la comprensión de la vida humana, tanto personal como social. Ellas constituyen "dos elementos de un proceso dialéctico insuperable en la fase terrestre del hombre"[1]. En el pasado encontrábamos una verdadera inflación del pecado, donde la objetivación y  multiplicación de los "pecados mortales" hizo que fuera casi imposible vivir en gracia, también ella objetivada. No es ésta la perspectiva bíblica ni la de la ética actual.

Si bien es cierto que existe en el hombre y en el mundo una tendencia disgregadora, una pulsión de destrucción capaz incluso de cristalizarse en estructuras de pecado. Existe también en el hombre y en el mundo una vitalidad, capaz de dar vida, de darse a sí mismo y de dar amor. De este modo, como decíamos en nuestro último móduclo, existe el bien y el mal, la luz y las tinieblas, la gracia y el pecado, pero no como dos sujetos adecuados e iguales, pero en este drama es el bien, la luz y la gracia la que obtiene la victoria.

Aunque, en el contexto del tercer mundo, parezca que la presencia de la injusticia y la miseria hace que sea imposible ver la luz de la gracia. Para Antonio Moser: "No es el pecado que caracteriza este momento histórico. Es sobre todo la gracia liberadora que se manifiesta de muchos modos. Es la tónica que comienza a ganar fuerza a partir del Vaticano II: la gracia es más fuerte que el pecado. Y si ella es más fuerte, no existe más la angustia del pecado que domina la vida, sino la fuerza liberadora de la gracia"[2].

Es por esto que la santidad es posible y la gracia, la acción del Espíritu Santo, nos mueve a realizarnos como personas plenas, según el proyecto manifestado por Dios en Cristo, en un compromiso real por transformar la historia y hacer presente el Reino de Dios.

Bibliografía

Manuales

1. Vidal, Marciano, Moral de Actitudes, PS: Madrid 61990- (3 tomos, 4 volúmenes).

2. Mifsud, Tony, Moral de Discernimiento, Paulinas - CIDE: Santiago 31991- (4 tomos).

3. José-Roman Flecha, La vida en Cristo. Fundamentos de la Moral Cristiana, Salamanca 2000.

 

Diccionarios

4. Vidal, Marciano, Diccionario de ética teológica, Verbo Divino: Stella 1991.

5. Compagnoni, Francesco; Piana, Giannino; Privitera, Salvatore; Vidal, Marciano (Eds.), Nuevo Diccionario de Teología Moral, Paulinas: Madrid 1992.


[1]  MOSER, A., Educação moral libertadora, en Convergência 17(1982) 138-150, 144.

[2]  MOSER, A., Educação..., 144-145.