TEOLOGÍA MORAL

 I.- MORAL FUNDAMENTAL

AURELIO FERNÁNDEZ

BURGOS 1992

 

PRÓLOGO


Este Manual desea reflejar en todas sus páginas el mandato del Concilio Vaticano II de que la teología moral debe mostrar "la excelencia de la vocación de los fieles en Cristo", y pretende ayudar a los sacerdotes a que expongan a los creyentes "la obligación de producir frutos de caridad para la vida del mundo" (OT, 16). Esta finalidad de la teología moral resulta hoy un objetivo irrenunciable. En torno a él quiere girar la exposición de esta obra.

Sus destinatarios son, preferentemente, los futuros sacerdotes. A ellos está en especial dirigida. Esto condiciona el método de exposición, el desarrollo temático y los contenidos del índice. Mis largos años de docencia me han llevado a la convicción de que a los alumnos, en esa decisiva etapa de formación, no les bastan las clases "magistrales", ni los ensayos de teología moral y menos aún unas docenas de folios de apuntes. Se precisa la exposición metódica que facilite la asimilación de los contenidos que, de modo sistemático, les ayude a conocer los principios doctrinales de la teología moral.

Pero este objetivo tendencia no se agota en el aprendizaje doctrinal, incluye también capacitarlos para exponer de modo riguroso y convincente las exigencias morales del mensaje cristiano a los hombres de nuestro tiempo, de forma que les ayude a llevar a la práctica los imperativos éticos predicados por Jesucristo.

En consecuencia, el presente Manual de Ética Teológica persigue tres objetivos:

1. Presentar el mensaje moral cristiano con aplicaciones inmediatas a los diversos campos en los que el sacerdote cumple su misión de predicar y de proclamar el estilo de vida inaugurado por Jesús de Nazaret. Este Manual pretende ser, pues, un libro para la predicación. A ello obedece el género expositivo que recuerda más el lenguaje oral que el desarrollo puramente nocional.

2. Exponer la ética cristiana a todos los hombres en los diversos momentos en los que el sacerdote ejerce su ministerio, tales como las clases de Religión, charlas, contactos personales a distinto nivel, reuniones, debates, etc. Quiere ser también un libro para la enseñanza. Con el fin de alcanzar este objetivo se ofrecen las citas literales de la Biblia, de los Padres, del Magisterio y de autores antiguos y modernos. Ello posibilita el uso inmediato, sin necesidad de recurrir a las fuentes respectivas.

3. Facilitar el ejercicio del Sacramento de la Penitencia, en donde el sacerdote no es sólo juez, sino el que estimula a vivir el mensaje moral cristiano. En el Sacramento de la Reconciliación la teología moral tiene un papel insustituible. Es, en consecuencia, un libro para el confesor, si bien, más que dar respuesta inmediata a los casos concretos, se subrayan los criterios que han de tenerse a la vista en la solución de los mismos.

Este tercer objetivo ha de ser cubierto de modo primario, dado que los más recientes Manuales de Teología Moral no le han dedicado una atención adecuada: es quizá el tributo que se ha pagado como réplica a los viejos tratados de Moral que tenían como referencia única la aplicación inmediata al confesonario, en una época identificada con lo que se ha denominado "moral casuística" para uso exclusivo del confesor. Pero, superada esta primera etapa, es ya sentencia común que la teología moral ha de cubrir este campo.

No obstante, a fin de superar el exagerado "casuismo" del período inmediato anterior, la moral ha de moverse en un ámbito intelectual más amplio, que tenga en cuenta, al menos, estos postulados:

1. La teología moral no puede exponerse con independencia de las verdades dogmáticas. Dogma y Moral se sitúan al mismo nivel de reflexión de los contenidos de la fe. De este modo, se recupera la unidad de la Teología y el tratado de Teología Moral encuentra la raíz que le dio origen.

2. Conforme a las enseñanzas del Concilio Vaticano II, la teología moral debe llevarse a cabo con una "exposición científica, nutrida con mayor intensidad por la doctrina de la Sagrada Escritura" (OT, 16). La atención a los datos revelados es, pues, una tarea imprescindible en el estudio y exposición de la moral católica.

3. Asimismo, es necesario romper con la separación que se ha introducido entre teología moral y espiritualidad cristiana. La Teología Espiritual y la Teología Moral están íntimamente relacionadas y ambas se coposibilitan mutuamente.

4. El estudio de la moral se ilumina con los resultados de otras ciencias humanas, tales como la antropología, la psicología, la sociología, etc. En consecuencia, las "Ciencias del hombre" deben ocupar en el estudio de la teología moral un amplio espacio, cuya ausencia se ha dejado sentir en los viejos tratados de Moral.

5. Finalmente, si bien la ética teológica no debe reducirse a la "casuística", sin embargo, las exigencias de la vida moral postulan que, en cuanto es posible, se dé respuesta a las acciones concretas. Tal respuesta la demandan frecuentemente los creyentes y tiene su mejor momento en la recepción del Sacramento de la Penitencia.

Tanto los objetivos como los postulados son tenidos en cuenta según lo exigen los diversos apartados. Así, por ejemplo, en este primer volumen se atiende más a los presupuestos morales que a la aplicación concreta al confesionario, y de las diversas ciencias auxiliares se hace uso en la medida en que lo exigen los respectivos temas. Como es lógico, cada materia demanda un tratamiento adecuado.

Un último pensamiento que corresponde al temor con que este libro ha sido escrito y a la preocupación que le acompaña a la imprenta. Resulta una tarea casi imposible escribir en nuestros días un Manual de Teología Moral. Ningún tratado de teología ha sido sometido a tantos cambios en los últimos tiempos como en el caso de la ética teológica. Tal reajuste fue demandado por el Concilio Vaticano II y responde a las profundas transformaciones que experimenta el hombre de nuestro tiempo. Dada la crisis de los valores éticos de la época actual, un tratado de Moral debe dar razón de esta crisis, pero, al mismo tiempo, ha de intentar interpretarla y, en lo posible, ofrecerle una respuesta.

Por todo ello, apenas si se encuentran puntos de referencia, pues los Manuales de Teología Moral anteriores al Concilio no tienen ya vigencia en el ámbito escolar De hecho, el esquema tradicional que desarrollan aquellos Manuales resulta insuficiente, hasta el punto de que aún no se ha dado con el esquema articulado que debe configurar la ética teológica. La simple comparación de los índices de los pocos Manuales publicados en los últimos años lo confirma: no es posible fijar en ellos líneas comunes.

Sólo me resta ofrecer mi trabajo a la colaboración de todos —profesores y alumnos— con la esperanza de que sus críticas y sugerencias me sirvan para sucesivas correcciones. Soy consciente de que en esta época de tan profunda renovación teológica, especialmente los textos de Moral Fundamental están destinados a ser Manuales de carácter provisional.

AURELIO FERNÁNDEZ

Burgos, 14 de febrero de 1992