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EL
ACONTECIMIENTO CENTRAL:
JESÚS
Y EL EVANGELIO
EN
SU CARTA a los Gálatas, dice el apóstol Pablo: "Cuando se cumplió el
plazo envió Dios a su hijo, nacido de mujer, sometido a la ley, para rescatar a
los que estaban sometidos a la ley, para que recibiéramos la condición de
hijos" (Gál 4,4-5). Con estas palabras Pablo quiere decir que hubo un
momento, el momento decisivo, en el que Dios envió a su propio hijo al mundo,
nacido como uno de tantos, nacido de mujer, sometido a la ley, para realizar la
liberación definitiva. Esta liberación se expresa diciendo: "para
rescatar a los que estaban sometidos a la ley". La sumisión a la ley era,
según el mismo Pablo, una auténtica esclavitud (Gál 4,1-3). Y de esa
esclavitud es de lo que vino a liberarnos el mismo hijo de Dios. El proyecto de
Dios sigue adelante y alcanza su plenitud. En el Antiguo Testamento, Dios inició
su obra de liberación sacando a su pueblo de Egipto, como ya hemos tenido ocasión
de ver ampliamente. Cuando llega la "plenitud de los tiempos", Dios
realiza la liberación definitiva, rescatando al hombre del sometimiento a la
ley religiosa y haciéndole hijo suyo.
Pero
hay una diferencia fundamental entre el antiguo y el nuevo actuar de Dios: en el
Antiguo Testamento, Dios actúa por medio de mediadores (Abrahán, Moisés, los
profetas...); cuando llega "la plenitud de los tiempos", Dios
interviene directamente, porque es el mismo hijo de Dios el que se hace presente
en medio de la humanidad. Como dice la carta a los hebreos, "en muchas
ocasiones y de muchas maneras habló Dios antiguamente a nuestros padres por
medio de los profetas. Ahora, en esta etapa final, nos ha hablado por su
Hijo" (Heb 1,1-2). Por lo tanto, con la venida de Jesús al mundo, se
inaugura una etapa enteramente nueva para la humanidad. Esta etapa se
caracteriza por dos cosas: primero, porque es una etapa de liberación total;
segundo, porque en esta etapa actúa Dios directamente en la persona y en la
obra de Jesús.
Por
eso, Jesús y el evangelio constituyen el acontecimiento central en la historia
de la salvación. Digo Jesús y el evangelio porque la persona y la obra de Jesús
han llegado hasta nosotros a través del evangelio. De ahí la importancia de
estudiar detenidamente lo que representa el evangelio y su significación para
nosotros.
1. Significado
de la palabra "evangelio"
a) Significado
original
La
palabra "evangelio" viene del griego euaggélion. Y significa
literalmente "buen anuncio , buena noticia". Más concretamente, euaggélion
significa, en la literatura griega antigua: a) la recompensa que
recibe el mensajero que trae una buena noticia, concretamente la noticia de una
victoria; b) el mensaje mismo que trae el portador de buenas
noticias; c) la noticia que se refiere a las actuaciones del
emperador, su nacimiento, su advenimiento al trono, sus discursos, etc. En este
caso la palabra tiene un sentido religioso, ya que el culto al emperador tenía
ese sentido. Y era lo mismo que anunciar una nueva era, en la que la paz, el
bienestar y la felicidad se iban a imponer, de acuerdo con las creencias de
aquel tiempo 2 Este sentido de la palabra euaggélion tiene especial
importancia para comprender su significado profundo en el Nuevo Testamento, como
vamos a ver enseguida.
b) En
el Nuevo Testamento
En
los evangelios se presenta el euaggélion como la "buena
noticia" que se les da a los pobres (Mt 11,5; Lc 7,22; 4,18). Se trata de
la gran noticia que anuncia el Antiguo Testamento: Dios, por fin, va a reinar y
va a imponer su voluntad (Sal 40,10; 68,12; 96,2ss; Is 52,7; 61,1). Este
"evangelio" se hace presente en el mundo mediante la persona y la obra
de Jesús (Mc 8,35; 10,29), de tal manera que todo el actuar de Jesús es
"buena noticia" (Mc 1 ,1. 14). Esta "buena noticia se refiere al
Reino que Jesús predica (Mt 4,23; 9,35) y se expresa, sobre todo, en la enseñanza
de Jesús a sus discípulos (Mt 4,23; 9,35; 24,14) y en la pasión del propio
Jesús (Mt 26,13).
En
la enseñanza de san Pablo, el "evangelio" es un término central Y se
refiere a la "buena noticia" según la cual Dios, por medio de la
muerte y la resurrección de Jesús, ha realizado la salvación del mundo (Rom
1,lss; 1Cor 15,lss). Este "evangelio" tiene tal fuerza que donde es
predicado (cf. 2Cor 11,7; Gál 1,11; 1Cor 9,14) es una palabra eficaz, que crea
la fe (Rom l,16s; Flp 1,27), obra la liberación y la salvación (Rom 1,16; 1Cor
15,2), revela la justicia de Dios (Rom 1,17) y colma la esperanza de los hombres
(Col 1,5.23). Pablo habla, a veces, de "su evangelio" (Rom
16,25; 2Cor 4,3), pero se trata en realidad del mismo evangelio que se predica
en Jerusalén (Gál 1,6-9; 2Cor 10,13-16), que anuncia a todos los hombres que
han sido liberados de la ley religiosa (Gál 1,16; 2,7-8; Rom 1,15). Por lo
tanto, el evangelio es la fuerza salvadora y liberadora de Dios puesta en acción
en favor de los hombres e
c) Su
sentido profundo
Ya
he dicho que, en los evangelios, el euaggélion es la "buena
noticia" para los pobres. Ahora bien, la noticia verdaderamente buena que
se les puede dar a los pobres es que van a dejar de serlo. El
"evangelio", por lo tanto, anuncia la nueva sociedad que Jesús vino a
instaurar y de la que trataré en el capitulo siguiente. De esta manera, el
"evangelio" se nos muestra no sólo como una esperanza para la otra
vida, sino además como una realidad que se tiene que hacer presente en este
mundo, en las situaciones de esta vida y en la sociedad actual.
Por
otra parte, para comprender lo que significó la palabra "evangelio"
entre los primeros cristianos, hay que tener en cuenta el sentido religioso que
tenía esa palabra en el culto al emperador. Para las gentes del imperio, el
"evangelio" era "buena noticia", porque expresaba una nueva
era de paz y bienestar a causa de la nueva política que iba a llevar a cabo el
emperador. Pero de sobra sabemos que en aquella política prosperaban las clases
dirigentes, mientras que los pobres y marginados tenían que contentarse con su
miseria. Por eso, la réplica al "evangelio" del César era el
"evangelio" de Jesús, la "buena noticia" para los pobres y
pecadores de este mundo, para los "no violentos" (lo contrario de los milites
gloriosi), para los que sufren y lloran (no a los que se dedican a los
placeres palaciegos), para los que "tienen hambre y sed de justicia"
(no deseos de venganza y de revancha), para los que "trabajan por la
paz" (no a los que hacen la guerra y cifran en eso su gloria).
Como
se ha dicho muy bien, "Dios" había sido secuestrado por los ricos,
por los guerreros, por los emperadores, por los verdugos "legales"
tanto del sanedrín como del pretorio. Y con esa confiscación de
"Dios", los dirigentes de todas aquellas sociedades estaban seguros de
la obediencia y sumisión de las masas, dominadas por la idea del dominio
absoluto de "Dios" a través del emperador. Pues bien, Jesús tuvo la
audacia de rescatar a Dios de manos de sus secuestradores y de devolvérselo al
pueblo, a los pobres, a los que no guerrean, a los que sufren persecución por
ser buenas personas, a los que no pueden gozar de los placeres exquisitos de sus
amos 4. De esta manera se comprende lo que significa el "evangelio" en
su sentido más profundo, desconcertante y hasta subversivo. El
"evangelio" es la "buena noticia" de la salvación y
liberación que Dios ha realizado por medio de Jesús el Mesías. Este evangelio
es "buena noticia" para todos los desgraciados de la tierra, porque
anuncia, no sólo el reino futuro en la otra vida, sino además la nueva
sociedad que Dios quiere establecer en este mundo, la sociedad en que los
desgraciados van a dejar de serlo.
2. Origen
y formación de los cuatro evangelios
a) Las
autores
A
partir del siglo II, la palabra "evangelio" se empezó a utilizar para
designar a los cuatro libros del Nuevo Testamento que tratan de la vida, la
muerte y la resurrección de Jesús. Por eso ahora hablamos no sólo del
"evangelio", sino además de los cuatro "evangelios".
Estos
cuatro evangelios se atribuyen a otros tantos autores: Mateo, Marcos, Lucas y
Juan. Mateo es el publicano al que llamó Jesús (Mt 9,9) y que formaba parte de
los doce (Mt 10,3). Escribió su evangelio seguramente en Palestina, para los
cristianos convertidos del judaísmo 5. Marcos, llamado Juan Marcos, fue un discípulo
de la comunidad de Jerusalén (Hch 12,12), que acompañé a Pablo en su
apostolado (Hch 12,25; 13,5.13; Flm 24; 2Tim 4,11) y también a Bernabé (Hch
15,37.39), del que era primo (Col 4,10); finalmente acompañé también a Pedro
(1Pe 5,13). Escribió su evangelio, según una antigua tradición, en Roma 6
Lucas nació probablemente en Antioquía, y fue médico (Col 4,14), de origen
pagano (cf. Col 4,10-14), compañero de Pablo en su segundo (Hch 16,l0ss) y
tercer viaje (Hch 20,5ss) y durante su prisión en Roma (Hch 27,lss; 2Tim 4,11).
Parece que escribió su evangelio después de Mateo y Marcos 7. Finalmente, el
cuarto evangelio se atribuye a Juan el apóstol (Mt 10,3), uno de los hijos de
Zebedeo (Mt 4,21 par), del que se cree que tuvo una especial amistad con Pedro (Jn
1 3,23s; 18,15; 20,3-10; 21,20-23), cosa que aparece confirmada por Lucas
(Lc 22,8; Hch 3,14.11; 4,13.19; 8,14). Este es el discípulo que escribió el
cuarto evangelio (Jn 21,24), que fue uno de los más particularmente estimados
por Jesús (Mc 5,37; 9,2; 13,3; 14,33).
b) Formación
de los evangelios
Los
cuatro autores indicados no se mencionan nunca ellos mismos en la obra que se
les atribuye. Eso quiere decir que el autor primero y fundamental de cada
evangelio no fue una persona determinada. El autor es, más bien, la comunidad o
las comunidades a las que iban dirigidos esos evangelios. En efecto, fue en las
primeras comunidades cristianas donde se conservaron los recuerdos, las palabras
y los hechos de Jesús. Esos recuerdos se transmitieron de memoria de unos a
otros, en forma de frases y narraciones cortas. De tal manera que en eso
consistieron los materiales que luego cada autor concreto utilizó y organizó
de acuerdo con su visión personal de las cosas y con su propio estilo
literario. Pero aquí es de suma importancia insistir en que el autor primero y
fundamental de los evangelios es la comunidad primitiva o mejor el conjunto de
las primeras comunidades de creyentes que ha habido en el mundo. Aquellos
creyentes conservaron en su memoria los recuerdos del Señor, seleccionaron
aquellos materiales, se fijaron en unos más que en otros, pusieron su acento en
determinadas palabras o determinados hechos de Jesús y transmitieron para las
generaciones futuras el contenido del "evangelio" o la "buena
noticia" para los hombres de todos los tiempos.
Este
procedimiento no nos debe llamar la atención. Nosotros hemos nacido en la
cultura del papel escrito y la imprenta. Por eso nos extraña que los materiales
de un libro entero se conserven de memoria en un grupo de personas. En tiempos
antiguos las cosas funcionaban de otra manera. Antes de que el arte de la
escritura se generalizara, la memorización era la única forma de conservar una
frase o un texto. Y este método primitivo demostró ser muy consistente. Entre
los maestros judíos de la antigüedad, se observa que la práctica generalidad
de los acontecimientos importantes se aprendían en forma de dichos o de textos
que se imprimían en la memoria de suerte que llegaban a saberse de carrerilla.
Éste
fue el procedimiento en virtud del cual llegaron a formarse nuestros evangelios.
En cada comunidad se conservaron los recuerdos del Señor de una manera
distinta. Unas comunidades insistieron más en unos puntos, otras en otros. Y es
lo que, ante todo, explica las diferencias entre los evangelios.
c) El
género literario
Como
obra literaria constituyen los evangelios un género nuevo y particular que no
se identifica con ninguno de los conocidos hasta la época. No se trata de
simples biografías, como las que se estilaban en la época helenística, pues
su interés principal no está en describir la historia externa del héroe y
mucho menos su vida interior o su carácter. Tampoco pueden clasificarse como
meros libros de memorias, para mantener vivo el recuerdo de un gran personaje,
conservando dichos y anécdotas de su vida, ni como historias de milagros
destinadas a glorificar a un taumaturgo. No pretenden tampoco suscitar
entusiasmo por la doctrina de un gran filósofo, ni admiración por la virtud de
un gran hombre, sino despertar la fe en Jesús como mesías e Hijo de Dios (Mc
1,1), para llevar a un compromiso personal con él y a un cambio de vida (Mt
7,24-27; Lc 6,47-49) hecho posible por la salvación que él trae.
d) La
cuestión sinóptica
Para
comprender mejor todo el problema de la formación de los evangelios, ayudará
tener en cuenta lo que se llama la "cuestión sinóptica". A los tres
primeros evangelios, Mateo, Marcos y Lucas, se les llama "evangelios sinópticos".
La palabra "sinóptico" viene del griego synopsis, que
significa "perspectiva común". Y se puede decir de esos tres
evangelios que son ''sinópticos'' porque cuentan la vida y la actividad de Jesús
de una manera bastante semejante y además porque, en muchas frases y pasajes
enteros coinciden curiosamente hasta el punto de que, con frecuencia, utilizan
las mismas expresiones y las mismas palabras. Comparados con el evangelio de
Juan, los tres sinópticos ofrecen un estilo muy similar; están ausentes las
largas discusiones (cosa que aparece con frecuencia en Juan), mientras se
encuentran dichos separados, tajantes; los discursos son breves o compuestos de
dichos cortos e independientes y abundan las parábolas. Además los tres
ofrecen el mismo esquema al presentar la actividad de Jesús: aparición de Juan
Bautista, bautismo y tentaciones, labor en Galilea, viaje a Jerusalén, pasión
y resurrección. A veces la coincidencia es incluso verbal, por ejemplo en Mc
8,34-36 y par; 9,1 y par; 10,13-15 y par, etc. Aunque en otras ocasiones
el paralelismo se da entre dos de ellos, mientras que el tercero omite o cambia
tal o cual pasaje; por ejemplo: Mt 4,18-21 con Mc 1,16-19; Mc 1,21-25 con Lc
4,31-35; Mt 23,37-39 con Lc 13,34-35; Mt 20,24-28 con Mc 10,41-45, diferente de
Lc 22,24-27; Mc 12,38-40 con Lc 20,46-47, diferente de Mt 23,6-13.
La
consecuencia obvia, que se desprende de todo esto es que existe una dependencia
mutua de los tres sinópticos. Pero entonces la pregunta lógica es: ¿quién
copió a quién? Y por consiguiente, ¿cuál de ellos tres es el más antiguo y
original, del que quizá los otros dependen? La polémica sobre este asunto ha
sido larga y todavía sigue en pie en muchas cuestiones
Por eso aquí me voy a limitar a exponer los resultados que se suelen
considerar más seguros.
Parece
bastante claro que el evangelio más antiguo es el de Marcos, y que Mateo y
Lucas lo utilizaron. De hecho, casi todo el material de Mc fue recogido y
elaborado por Mt o por Lc. Sólo pequeños trozos de Mc no fueron recogidos por
los otros (concretamente Mc 3,20-21; 4,26-29; 7,31-37; 8,22-26; 9,49; 14,51).
Además
del material que encontraron en Mc, poseen Mt y Lc considerable cantidad de
material común, ausente en Mc. Se supone que ambos lo tomaron de una fuente
escrita anterior, que suele designarse con la letra Q (inicial de la palabra
alemana Quelle, que significa "fuente". Pero resulta que esa
fuente Q no se ha conservado independiente por si misma, por lo que es muy difícil
precisar su contenido exacto.
Además
se tiene el convencimiento de que la llamada fuente Q no fue necesariamente el
primer documento escrito acerca de la vida de Jesús. Debieron existir otros
escritos, entre los años treinta al cincuenta, que circularon entre los
cristianos. El mismo Mc parece que depende de alguno de esos hipotéticos
escritos.
Aparte
del material procedente de la fuente Q, queda una quinta parte de Mt y más de
un tercio de Lc que representan material exclusivo de estos dos evangelistas. No
existe acuerdo acerca de su origen. En general, los autores se niegan a admitir
otras fuentes escritas, aunque eso tampoco se puede demostrar con seguridad.
Muchos
detalles de la cuestión sinóptica son prácticamente insolubles; pero, a pesar
de eso, la figura de Jesús y su mensaje emergen de esos tres evangelios con una
claridad indiscutible.
3. Los
evangelios como narración:
la
praxis de Jesús narrada por las comunidades cristianas
Queda
por explicar una cuestión importante. A pesar de la profunda semejanza que
existe entre los tres evangelios sinópticos, es evidente que también hay entre
ellos divergencias muy importantes. Estas divergencias son considerablemente
mayores con el evangelio de Juan. Ahora bien, a la vista de esas diferencias,
resulta obligado preguntarse: ¿Por qué existen tales diferencias?
Hay
algo que está muy claro: cada evangelio, en su forma actual, fue redactado por
un autor diferente. Y eso explica, al menos en parte, las diferencias que
existen entre los distintos evangelios.
Pero
con esa explicación no basta. Porque ya he dicho que también hay, entre los
evangelios, profundas semejanzas. Y entonces la cuestión está en saber por qué
en unas cosas hay semejanzas y por qué en otras existen tales diferencias.
La
explicación de todo esto hay que buscarla en otro hecho. Ya he dicho cómo se
formaron los evangelios. De acuerdo con lo que he explicado, sabemos que el
verdadero autor de cada evangelio fue la comunidad cristiana. Ahora bien, esto
¿qué quiere decir? Quiere decir lo siguiente: cada comunidad tuvo una experiencia
determinada del acontecimiento de Jesús el mesías. Obviamente esta experiencia
no pudo ser la misma en todos los casos. Cada comunidad tuvo su propia experiencia
de fe en Jesús. Y es esa experiencia de fe lo que ha quedado
recogido y plasmado en cada evangelio. Por eso se explican las diferencias que
hay entre los evangelios. Porque responden a experiencias de fe distintas.
En cuanto a las semejanzas, ya se ha dicho que tienen una explicación
comprensible: los evangelios, concretamente los sinópticos, dependen de fuentes
en común, en el sentido que ya he expuesto.
Por
consiguiente, se puede decir que los evangelios son, en definitiva, la expresión
de las experiencias de diversas comunidades, concretamente su experiencia de Jesús.
En ese sentido se puede decir que son la praxis de Jesús narrada por diferentes
comunidades cristianas.
Ahora
bien, esto quiere decir dos cosas, ambas de suma importancia. La primera es que
lo decisivo para los cristianos es la praxis de Jesús, o sea, lo que Jesús
hizo y vivió. Eso es lo determinante, lo definitivo para un creyente. Las
comunidades en las que se elaboraron los evangelios comprendieron que los
cristianos tienen que vivir en conformidad y de acuerdo con lo que fue la praxis
de Jesús, su estilo de vida, su compromiso, su actuación, su forma de actuar y
de expresarse. Y comprendieron también que todo lo demás interesa en tanto en
cuanto está de acuerdo con la praxis de Jesús.
Esto
tiene más importancia de lo que parece a primera vista. Por una razón que se
comprende enseguida. Seguramente cuando se escribieron los evangelios ya
circulaban entre los cristianos otros escritos, otras teorías, que pretendían
adaptar el cristianismo a la sociedad, a las costumbres y a las instituciones de
la época, por ejemplo, Pablo aceptaba la esclavitud (1Cor 7,20-24; Flm 13-16;
Ef 6,58)12, el poder y el dominio de las autoridades romanas (Rom 13,l7)13, la
estructura de la "casa" con lo que suponía de sometimiento de todos a
la autoridad total del padre y patriarca (1Cor 16; Hch 16,15.33; 18,8; cf. Ef
5,216,9). Pues bien, todo eso no parece estar muy de acuerdo con la praxis de
Jesús, con su vida y sus enseñanzas. Por lo tanto, todo eso debe ser leído
desde el "evangelio" e interpretado de acuerdo con el
"evangelio" y no al revés. El "evangelio" es la norma
fundamental para el cristiano.