Meditación Litúrgica


-Verdaderamente se trata, según se ve, de un homenaje a Cristo Rey, homenaje que a nosotros nos puede parecer un poco turbulento, es cierto, y que tenía el peligro de disminuir considerablemente -cuando se introdujo en la liturgia romana- la primacía del tema de la Pasión gloriosa de Cristo. Pero no fue así.

La renovación no ha tenido miedo de poner de relieve la procesión en honor de Cristo Rey. Se ha simplificado notablemente el rito de bendición de los Ramos. Efectivamente, lo que importa es mucho más la procesión en la que se agitan las palmas que las palmas mismas. Hay que notar el uso mantenido en la liturgia actual de un punto de reunión fuera de la iglesia, a condición de que sea esto posible. Ya desde el momento en que la gente se ha reunido, una antífona da el tema de la celebración que va a tener lugar: "¡Hosanna al Hijo de David!, iBendito el que viene en nombre del Señor, el Rey de Israel! ¡Hosanna en el cielo!".

Mientras se distribuyen los ramos se canta la antífona: "Los niños hebreos, llevando ramos de olivo", con el salmo 23: "Del Señor es la tierra y cuanto la llena"". Se canta a continuación la antífona: "Los niños hebreos extendían mantos por el camino", con el salmo 46: "Pueblos todos, batid palmas".

Distribuidos los ramos, se proclama el evangelio de San Mateo (21,1-9): la entrada de Jesús en Jerusalén. Después, para poner en acción el evangelio proclamado, se va en procesión cantando las antífonas que recogen el texto evangélico.

En medio de la procesión puede cantarse un himno a Cristo Rey o cualquier otro canto apropiado.

En esta procesión debemos ver mucho más que un remedo y un recuerdo, la subida del pueblo de Dios, nuestra propia subida con Jesús hacia el sacrificio. Además, mientras que la procesión nos recuerda el triunfo de Cristo en Jerusalén, nos lleva también ahora hacia el sacrificio de la cruz, hecho presente en el sacrificio de la misa, que va a ofrecerse. Si en esta procesión no viéramos más que aglomeración de una multitud, palmas agitadas y cantos entusiastas, desnaturalizaríamos la auténtica importancia de esta procesión en la liturgia romana. No es para ella la conmemoración de la entrada de Cristo en Jerusalén, no es sólo una procesión triunfal, es una marcha de Cristo con todo su pueblo al Calvario y al acto de la Redención. Indudablemente, quizás este domingo de Ramos que abre la puerta a la semana santa es lo que el pueblo sencillo mejor retiene; incluso a veces se mezcla la superstición en ello. Sin embargo, la riqueza de los textos y la frecuente ocasión concedida al pastor para explicarlos, pueden fácilmente enmendar los errores y llevar a los fieles a una verdadera comprensión del misterio pascual que va a celebrarse de nuevo para nosotros de una manera más solemne.

-La Pasión gloriosa para la Alianza Mt/J/Pasion: El domingo de Ramos proclama la Pasión del Señor según San Mateo, San Marcos y San Lucas, según los diferentes Ciclos.

Los exegetas han señalado que el evangelio de Mateo está escrito en referencia a la historia de Moisés. Han podido descubrir en él tantas coincidencias, que han considerado posible sacar la conclusión de que San Mateo presenta a Jesús en su obra como el nuevo Moisés (2). Sin duda alguna que la elección del evangelio de San Mateo no está motivada por esta relación con Moisés, en orden a presentar preferentemente a Cristo como el hombre de la Nueva Alianza y subrayar la unión de ésta con la Pasión. La liturgia, en efecto, ha seguido sencillamente el orden de los cuatro evangelios y empieza por el de San Mateo sin otras pretensiones teológicas. Pero podemos sacar provecho de esa relación. Está ya fuertemente marcada en el evangelio de la entrada de Cristo en Jerusalén. El eclesiástico Rabba escribe: "El último liberador actuará como el primero. ¿Quién fue el primer liberador? Está dicho: Entonces Moisés tomó a su mujer y a sus hijos y los hizo montarse en un asno. Asi será el último liberador: humilde y montado en un asno". Citemos simplemente una página que nos muestra el evidente acercamiento que hace el evangelio de Mateo entre Cristo y Moisés:

"... deteminados episodios de la Pasión deben ponerse de relieve. Hay que mencionar primeramente algunos detalles sobre la traición de Judas. En dos ocasiones (26,14-16; 27,3-10) se refiere Mateo a una página de Zacarías (11,11-13). Este último ha obtenido simbólicamente el puesto de Yahvéh, pastor de Israel (Zac. 11,4); pero ante la mala voluntad del pueblo, rompe la Alianza (v. lO). Y he aquí que el salario de sus trabajos -y por lo tanto det pastoreo de Yahvéh mismo- es estimado por las clases dirigentes (los sacerdotes) en treinta siclos de plata, el precio de un esclavo (Ex. 21, 32). Conforme a la orden de Yahvéh, el profeta arroja entonces los treinta siclos en el tesoro del templo. Con Jesús la historia tiene su cumplimiento: Cristo, pastor de Israel, es valorado también en treinta monedas de plata; pero Judas, presa de remordimientos, arroja las monedas en el santuario antes de ir a ahorcarse (Mt. 27, 5), mientras los sacerdotes recogen el precio de la sangre (Mt. 27,6). Una vez más, la Pasión de Cristo, en la que será derramada su sangre, estimada por los judíos en un precio irrisorio, señala el final de la Antigua Alianza .. Hay que señalar también las múltiples citas del salmo 22 en el evangelio de Mateo (27, 35.39.43.46); es sabido que este salmo termina con la promesa de un reino de Dios extendido por todo el universo como consecuencia de los sufrimientos y de la predicación del siervo fiel. El nexo entre la muerte y Jesús y el cambio de la Alianza aparece también en otros indicios: Jesús es condenado y entregado a muerte (Mt. 26, 61; 27, 4O) por haber predicho el advenimiento de un nuevo templo, es decir, el fin de la legislación cultual del Sinaí..., etc.

La Iglesia tiene conciencia de que ella es ese pueblo de la Nueva Alianza. Este es el motivo de que hoy mismo en la 2ª Iec- tura de la misa lea la carta del apóstol Pablo a los Filipenses: "Hermanos, tened entre vosotros los mismos sentimientos que tuvo Cristo. El cual, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, se despojo de su rango, y tomóo la condición de esclavo, pasando por uno de tantos. Y así, actuando como un homhre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz". (Flp. 2, 5-8).

Sin embargo, esta visión de la Pasión de Cristo, que va a ser hecha presente de nuevo, conmueve a la Iglesia. Porque ella sabe que al que se anonadó, obedeciendo hasta la muerte de la cruz, Dios lo exaltó soberanamente. Le concedió el Nombre-sobre- todo-nombre. Y el canto de aclamación recoge otra vez el texto de Filip. 2, 8-9. Es verdaderamente el Cristo de la Alianza Nueva. Ella saluda a ese Dios que vino en medio del sufrimiento para salvarnos; vencido pero para alcanzar la vitoria; muriendo pero para darnos la vida eterna. San León, en su Sermón 11 sobre la Pasión, exclama: "Lo que unos testigos falsos, lo que unos príncipes sanguinarios, lo que unos sacerdotes impíos infligieron al Señor Jesucristo con el concurso de un procurador cobarde y de una cohorte inexperimentada, todo ello fue una obra que todos los siglos deben a un tiempo maldecir y abrazar. La cruz del Señor, en efecto, cruel en la intención de los judíos, es admirable en la fuerza del crucificado" (LEON EL GRANDE, Sermón 11 sobre la pasión, SC. 74, 77; CCL. 138 A, 38O, 381).

La Iglesia sabe lo que le ha costado a su Señor esta gloria de la resurrección. En la 1ª lectura hace leer Isaías (5O, 4-7) mostrando a Cristo como quien no protegió su cara de los golpes.

La respuesta tomada del salmo 21 es un gran grito de desamparo del Señor, Cristo, sohre la cruz: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?". Y ahora el cristiano se acerca a la mesa de la comunión cantando la antífona: "Padre mío, si este cáliz no puede pasar sin que yo lo beba, hágase tu voluntad" (Mt 26, 22). Beber la sangre de la Nueva Alianza es aceptar en toda su realidad y concretamente, la Pasión del Señor para poder triunfar con él.

La Pasión según San Mateo relacionaba el misterio de la Nueva Alianza y su Jefe, Cristo, con la Alianza Antigua pactada con Moisés. La Pasión según San Marcos es narrada por el evangelista de una manera muy concreta, con un realismo trágico. El cristiano se siente dominado por la Pasión del Cristo que guarda silencio, que muere en la soledad y el abandono del Padre. Y en ese momento cada homhre, cada cristiano, toma conciencia de que en el curso de su existencia terrena tendrá que realizar este programa, dar cumplimiento a este mismo viaje del Hijo del hombre, desde Galilea a Jerusalén, La subida a la cruz, la bajada a la muerte. Camino penitencial del homhre caido que Cristo ha querido recorrer por todos nosotros. Camino que ha recorrido pero que le ha llevado a la resurrección y a la gloria, a la derecha del Padre; se ha hecho así para nosotros el camino de nuestra salvación y de nuestra vida. Su Pasión ha provocado la remisión de nuestras faltas y nos ha abierto el camino que tenemos que seguir ahora, a la manera que él mismo lo ha recorrido, a fin de ohtener perdón.

CZ/CV: El evangelio de Lucas insiste en la Cruz como factor de conversión. No teme alejarse del esquema de Marcos. Si presenta a Simón de Cirene y a las piadosas mujeres es porque quiere testigos de los hechos; pero más todavía quiere que el cristiano se encuentre más íntimamente asociado a la cruz de Cristo. Simón llevará la cruz de Cristo siguiendo a Jesús, y esa debe ser la actitud de todo cristiano. Advirtamos la insistencia de Lucas en las piadosas mujeres anónimas que siguen a Jesús, que ohservan de lejos (Lc 23, 49) y se lamentan (23, 27). Cada cual, después de haber visto lo ocurrido, vuelve a su casa golpeándose el pecho (23,48). La eficacia de la cruz es cuidadosamente señalada por Lucas a propósito de los dos malhechores crucificados a los lados de Jesús: "Hoy estarás conmigo en el Paraíso" (23,43). Al morir Jesús y en el momento de los cataclismos que le acompañan, el centurión exclama: "¡Ciertamente este homhre era justo!". (23, 47).

Si queremos sintetizar nuestras observaciones, podríamos decir que San Mateo presenta a Cristo a la luz de la fe y lo ve en relación con la Iglesia; Marcos subraya la revolución producida por los acontecimientos que afectan a Jesús y a sus discipulos, mientras que Lucas insiste en el vínculo entre los discípulos, aquellos que quieren seguir a Cristo y la Cruz de Jesús.

La 1ª lectura está tomada del tercer canto del Siervo de Yahvéh en Isaías (5O, 4-7). Oímos allí al siervo que escucha la palabra desde la mañana sin rebelarse, sino abriendo el oído. Pero escuchar la palabra significa también aceptar los acontecimientos. El siervo deja que le golpeen la espalda, las mejillas y se deja mesar la barba. No oculta el rostro a insultos ni salivazos. Imposible no ver en los versos de este poema la historia misma de la Pasión del Señor. Pero el Señor viene en ayuda del siervo obediente que no queda avergonzado.

El salmo 21, escogido como respuesta y cantado por el mismo Cristo en la cruz: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?", ha sido releído por el Nuevo Testamento que ha hecho de él el salmo por excelencia transformado por los labios de Cristo. La comunidad cristiana ha visto entre la plegaria del salmista y la vida de Jesús un estrecho lazo que será puesto de relieve por los evangelistas.

J/PASION/HOY:Nos queda reflexionar sobre el significado de la Pasión de Cristo para nosotros. Es preciso reconocerlo: la piedad con frecuencia ha comentado el relato de la Pasión insistiendo demasiado exclusivamente en los sufrimientos de Jesús. Sin duda las profecías mismas describen a Cristo como el varón de dolores. Sin duda también es importante no olvidar que Cristo lleva así los sufrimientos y las contradicciones del mundo y que es en cierto sentido su testigo y su mártir, ya que sufre y muere por establecer el Reino de los liberados y por introducir en él a los hombres cuya miseria, excepto el pecado, él ha conocido y compartido.

Sin embargo, detenerse en la Pasión dolorosa sería no entenderla. Es el peligro de un cierto anecdotario que la celebración del Viernes santo ha logrado evitar en la liturgia romana. Es sorprendente constatar que los evangelistas, testigos también de la resurrección, ya no son capaces de presentar un relato dolorista de la Pasión, porque la ven y la entienden a través de la visión gloriosa de Cristo resucitado a quien han visto subir a la gloria. Es lo que expresa el libro de los Hechos cuando dice: "Dios ha constituido Señor y Cristo a este Jesús a quien vosotros habéis crucificado" (Hech. 2. 36).

El mejor correctivo de una impresión dolorista e incompleta de la Pasión nos viene precisamente ofrecido en la 2ª lectura de la misa, en la que San Pahlo hace descubrir a los Filipenses la humillación de Cristo, hecho siervo y semejante a los homhres y yendo en su humillación obediente hasta la muerte de cruz. Pero en seguida añade: "Por eso Dios lo levantó sobre todo". Al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo y en la tierra y toda lengua proclame que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre (Flp. 2,6-11).

El conjunto de la liturgia de los Ramos da, pues, una visión teológica muy completa del misterio de Cristo, que no puede ser únicamente misterio de muerte sino misterio de vida triunfante a través de la muerte. Y esto no es algo sin importancia para una justa concepción de la vida espiritual.

ADRIEN NOCENT
EL AÑO LITURGICO
CELEBRAR A JC 3 CUARESMA
SAL TERRAE SANTANDER 1980.Pág. 194-200