NOS QUIEREN ROBAR LA NAVIDAD


Mensaje de monseñor
Joaquín Piña, obispo de Puerto Iguazú,
20 de diciembre de 2003


Hermanos y amigos:

El año pasado, en una de nuestras iglesias, les robaron el Niño. Lo que faltaba. Ya nos lo robaron todo: la inocencia, la ilusión. La Fe. La vergüenza. La paz y la tranquilidad. (Uno sale de casa, y no sabe si, a la vuelta, la va a encontrar vacía). La confianza en la Justicia. La... ¿Qué más nos podrían robar?

En una reunión, decía la Hermana, hablando de las privatizaciones: "¡Nos quieren robar las Cataratas! Y una Señora, cándidamente preguntó: Y, ¿adónde las quieren llevar? (!).

Pero esto del robo del Niño Jesús, me parece que es como un símbolo. Yo ya les dije, más de una vez, que nos quieren robar la Navidad. La Navidad cristiana, que en realidad es la única auténtica Navidad.

Alguien escribió un "Responso" por la Navidad. La pobre Navidad cristiana, que se murió ahogada, víctima, bajo un montón de regalos, luces de colores, bombas, cohetes, avisos comerciales, –el Papá Noel–, y todo lo demás. Producto de la sociedad de consumo.

En una encuesta que hizo una revista católica, hacían esta pregunta: "La secularización, ¿le ha quitado el sentido a estas Fiestas?". Me pareció recoger algunas respuestas. Dicen así:

Una niña, (Laura): "Los que no le quieren a Jesús, preparan una gran mesa. Se dan a la bebida. Charlotean y hacen todo como una fiesta, pero no celebran la Navidad".

Una joven: "Es cierto que se ha perdido este sentido cristiano de la Navidad. Pero los cristianos no hemos de olvidar que la esencia de la celebración es el nacimiento de Jesús".

Una esposa: "Para el cristiano que tiene una Fe viva, no es posible que la secularización le quite sentido a la Navidad".

Y un abuelo: "Admito que en algunos se ha perdido este sentido cristiano de la Navidad; pero donde se mantiene la unidad familiar, esta fiesta nos ayuda para afianzarnos más en nuestra Fe".

El que fuera Obispo de Posadas, Monseñor Alfonso Delgado, se lamentaba de que, a la vista de algunos anuncios, y aún de algunas tarjetas de felicitación, (Christmas), daría la impresión de que se trataba más de una fiesta comercial, que del acontecimiento más grande de la historia de la humanidad: La venida al mundo del Hijo de Dios. "A veces parecería que, entre nosotros, no habría lugar para Jesús, como ocurrió en Belén".

En el magazine de este diario, del año 2000, se publicó una tira que se titulaba: "La fiesta sin festejo". Mejor, diría yo, la fiesta sin el invitado principal. Me duele, –decía Monseñor Kaufmann–, ver tantas celebraciones del cumpleaños de Jesús, pero sin la presencia de Jesús. Y peor aún, –añade–, para muchos, Navidad es una ocasión para ofenderle a Jesús con sus excesos lamentables: peleas familiares, comilonas, borracheras y otras manifestaciones poco racionales. A veces, incluso, muertes en accidentes causados por la embriaguez, u otras reyertas.

Es deplorable, dice, que haya quienes se aprovechan del asueto navideño para hacer una fiesta pagana, que es una burla de la verdadera Navidad.

No estaría mal que, al menos los cristianos, recordásemos lo que nos dice el Evangelio, que Jesús nació como un marginado. Vivió como un marginado y murió como un marginado. Siempre estuvo al margen del orden establecido. Hoy sería un anti-neoliberal... Pero todo esto, ¿para qué?

Para que nadie, en este mundo, sea marginado. Jesucristo, nuestro Dios, se hizo a sí mismo un marginado.

Ojalá que nosotros, en esta Navidad, hagamos algo por "incluirle". Aunque sea a alguno de estos pobres hermanos nuestros a quienes la sociedad ha dejado afuera, "marginados", a la vera del camino. No les quieren. ¡Pero Dios les quiere!... ¿Y vos? Pensá en todos estos pobres "ocupantes" que llaman "intrusos" (mala palabra). ¿Cómo los tratás? Si sos capaz de acercarte a ellos y tratarlos bien, pienso que te sentirás más feliz en esta Navidad.


Mons. Joaquín Piña y Batllevell,
obispo de Puerto Iguazú