PRÓLOGO


Con el presente volumen, el décimo, que trata de la liturgia de la Iglesia, prosigue la empresa de los manuales AMATECA. Su objetivo es el de introducir a los estudiosos de la teología en la historia del culto, la forma actual y en la sistematización teológica del culto cristiano. Se trata de que entren en el conocimiento de las estructuras desarrolladas, así como en la pretensión religiosa de las acciones litúrgicas en la cuestión de la forma de la liturgia del mañana.

Más allá de todas las transformaciones acontecidas a lo largo de los tiempos, más allá de todas las diferencias culturales, tiene vigencia el hecho de que el servicio divino de la Iglesia sólo es posible como respuesta del servicio que el Dios trino le ha conferido y le confiere continuamente. El servicio divino es, ante todo, el servicio de Dios para la Iglesia, su obra para las muchas hermanas y hermanos de su Hijo. En este caso, la liturgia de la Iglesia sólo es posible como respuesta a la acción de Dios. «Dios no necesita nada, pero el hombre necesita la comunión con Dios. La gloria del hombre es permanecer y persistir a su servicio» (Ireneo de Lyón, Adv. haer. IV, 14 1).

Por ello, la idea de la comunión vivificadora, incluso divinizadora, entre Dios y el hombre constituye algo así como un hilo conductor a lo largo de toda la obra. La primera parte trata del descenso de Dios  al hombre, de la dimensión catabática del servicio divino como invitación dirigida al ser humano para entrar en la plenitud divina de vida. La segunda parte tiene como tema la observancia de esa invitación, el ascenso del hombre a Dios, la dimensión anabática del servicio divino. Si estas dos partes constituyen, por así decir, la «litúrgica general», en las partes tercera a sexta siguen los temas de las partes específicas: la celebración de la eucaristía, los sacramentos y sacramentales, el oficio divino y la liturgia de la palabra así como el año del Señor.

Sin duda, en el presente libro se trata de proporcionar conocimientos. Pero todavía más, se pretende que el amor al servicio divino, al servicio de Dios para los muchos («liturgia») y al servicio de los muchos fieles para mayor gloria de Dios («liturgia») despierte y se refuerce con el fin de que la presencia de la liturgia pueda experimentarse dentro de nuestro mundo. Se trata de entrar en ella para que los hombres y, a través de ellos, todo el mundo participen de la gloria del creador y redentor, y, de ese modo, encuentren la vía de su dignidad y belleza últimas. Por ello, que preceda también a esta obra la oración de la liturgia de san Basilio que abre el Archieratikón (pontifical) de la Iglesia griega, póngase en relación con todos los cristianos -sin atención de la diferenciación establecida por la ordenación- concibiéndolos como convocados a la celebración de la liturgia.

«Señor, nuestro Dios, que nos has creado y traído a la vida, que nos has mostrado caminos de salvación, que nos has concedido la gracia de desvelarnos los misterios celestiales y nos has impuesto este servicio, complácete, Señor, con el poder del Espíritu Santo, de que seamos sirvientes del Nuevo Testamento, liturgos de los santos misterios».

Expreso mi muy cordial agradecimiento a doña Gertrud Fickinger y al señor don Michael Bredeck, estudiante de teología, por sus valiosos servicios para la realización de este libro.

Michael Kunzler

 

Carolo Etscheid et Hermanno Helmig Trevirensibus, Gerhardo Lachmann Paderbornensi Patribus spiritualibus dedicatum.