V

SOLEMNIDADES DEL SEÑOR DURANTE EL AÑO

 

Algunos aspectos aislados de la redención encuentran su expresión en di-versas fiestas del Señor durante el año. Sin embargo, el contexto general del acontecimiento único de la redención no ha de pasarse por alto. También las fiestas aisladas del Señor —independientemente de si se consideran fiestas de acontecimientos o ideas, cuándo y bajo qué circunstancias surgieron— tienen como tema al encarnado, crucificado y resucitado.


1. Corpus Christi (segundo jueves después de Pentecostés)

El surgimiento de la fiesta del Corpus Christi no se puede explicar sin la devoción, específicamente occidental, de la Alta Edad Media, concentrada en la contemplación del pan eucarístico. En el círculo en torno a Juliana de Lieja, se expresó el deseo de una fiesta eucarística específica, corroborado por una visión de Juliana en el año 1209, en la que vio una luna llena con una mancha, que interpretó como la falta de una fiesta eucarística; Juliana contó esta visión a su padre confesor Jakob Pantaleon, el posterior papa Urbano IV. En el año 1247, el obispo de Lieja ordenó una fiesta eucarística para su diócesis, y Urbano IV la prescribió en el año 1264 —corroborada por el milagro de las hostias de Bosena— para la Iglesia universal. La adopción de la fiesta fue deficiente excepto en el Bajo Rin, Transilvania, Hungría y algunos lugares de Francia, de manera que el concilio de Vienne (1311/12) tuvo que volver a recomendar encarecidamente la celebración de la fiesta, si bien igualmente sin éxito perdurable. Todavía hay que «examinar si no fue precisamente la procesión del Corpus Christi que se desarrolló a finales del siglo XII la que contribuyó decisivamente a que la fiesta decretada acabase finalmente por ser acogida popularmente y, de ese modo, también desde abajo» 269. La denominación original de la fiesta rezaba Festum sanctissimi corporis Domini nostri Jesu Christi, como también la acogió el misal de 1570: In festo corporis Christi 270. Ya esta denominación da testimonio de la limitada piedad eucarística, que está concentrada completamente en la forma del pan que puede ser contemplada, mientras que el vino eucarístico —como en la evolución que conduce exclusivamente al pan en la comunión— fue desatendido por completo. También la antigua fiesta, suprimida en el nuevo ordo, de la preciosísima sangre, del 1 de julio, no equilibró este limitado punto de vista. En cualquier caso, originariamente iba unida a las reliquias de la santa sangre y su veneración en la Edad Media (p. ej. Reichenau, Brujas), y sólo desde el siglo XVII y XVIII se celebró sin conexión con una reliquia de forma muy distinta según las regiones; bajo el pontificado de Pío IX, como agradecimiento por su regreso del exilio de Gaeta, en el año 1849, fue acogida en el calendario general, y Pío XI la elevó en el año 1933 con motivo del 1900 aniversario de la redención a la categoría de solemnidad. La fiesta nunca tuvo el sentido de una veneración de la sangre eucarística en una forma que se correspondiera a la de la especie del pan en el Corpus Christi 271. La denominación de la fiesta del Corpus Christi en el misal de 1970 se refiere a la única eucarístía bajo ambas especies: Sanctissimi corporis et sanguinis Christi sollemnitas.

También el misal de 1970 heredó el formulario de la misa del misal de 1570 para el día del Corpus Christi; probablemente lo redactó santo Tomás de Aquino, al menos su autor es muy cercano al pensamiento del santo de Aquino, de manera que, en cierto modo, se puede hablar de su «autoría teológica» 272. El prefacio que se prescribía con anterioridad, que podría hacer patente el pensamiento de una renovada «encarnación» 273, fue reemplazado por un prefacio propio del sacramento. El formulario de la fiesta presenta además una secuencia. También ésta (Lauda Sion Salvatorem) se remonta probablemente a santo Tomás de Aquino; el centro de la composición la constituye un poema

  1. Auf der Maur, Feiern im Rhythmus der Zeit I, 194ss.

  2. Esta denominación se ha conservado en las lenguas modernas o tal cual (Corpus Domini, o Christi, como designación de la fiesta en España, Italia e Inglaterra), o traduciéndose a la lengua vulgar (p. ej. en el alemán «Fronleichnam» como «cuerpo del Señor», fron-Señor, lichnam-cuerpo), mientras que la fiesta se denomina en francés sencillamente «Féte-Dieu» o en neerlandés «Sacramentsdag», cfr. Auf der Maur, Feiern im Rhythmus der Zeit 1, 200.

  3. Cfr. ibid., 1, 194ss.

  4. De este modo, Adam, Kirchenjahr 141 habla de una «autoría teológica». Por una autoría directa de santo Tomás se expresa P.M. Gy: L'office du Corpus Christi et S. Thomas d'Aquin. État d'une recherche, en Revue des sciences philosophiques et théologiques 64 (1980), 491-507.

  5. Cfr. Jungmann, Christusgeheimnis 309: «El Corpus Christi aparece de este modo como un nuevo cuño de las solemnidades navideñas desde el espíritu de la nueva época, que, en él, observa la fies-ta por excelencia (en francés aún hoy en día "la féte-Dieu")».

doctrinal dogmático sobre la presencia real de Cristo bajo las especies eucarísticas.

El elemento de la celebración que viene destacándose a lo largo de mucho tiempo es la procesión del sacramento, acerca de la cual los testimonios más antiguos no hacen ninguna mención, por mucho que, sin ella, la recepción de la fiesta desde abajo no hubiese tenido éxito. La forma original (procesión ininterrumpida con bendición sacramental a su conclusión) se unió en el siglo XV, especialmente en el dominio de lengua alemana, al tipo de procesiones por la campiña: se marcha alrededor de una ciudad o pueblo conjuntamente con sus campos, se hace estación en los cuatro puntos cardinales y se imparte la bendición del tiempo atmosférico, a lo que va unida la costumbre de leer en estas cuatro estaciones el comienzo de los cuatro evangelios como fórmulario de bendición 274. Se completa esto con la bendición sacramental en las cuatro estaciones, seguidas por una quinta como conclusión. Ambos tipos de procesión se convirtieron, mediante formas cada vez más ricas (hasta la configuración de representaciónes escénicas y del Corpus Christi en las estaciones) «desde un punto de vista fenotípico, en el elemento determinante del Corpus Christi», aunque la procesión no fue acogida oficialmente hasta el Ceremoniale Episcoporum de 1600 y el Rituale Romanum de 1614 (IX, 1, 1). En el período postridentino, el despliegue suntuoso de la fiesta del Corpus Christi y su procesión había de servir también a la autorrepresentación de la Iglesia católica para atraer a los que profesaban otra fe 275. Lejos de todo triunfalismo queda el interés de la procesión del sacramento en la fiesta del Corpus Christi de expresar la profesión oficial de fe en la presencia eucarística. «Es asunto del ordinario lo-cal decidir sobre si y en qué forma la procesión del Corpus Christi u otras procesiones eucarísticas se celebran, o si han de ser reemplazadas por otro servicio divino oficial. Por ello, particularmente para la procesión del Corpus Christi, los obispos y las Conferencias Episcopales tienen que promulgar los correspondientes ordos. Como ordo fundamental tiene validez lo siguiente: la celebración de la misa (eventualmente con exposición y adoración prolongada a continuación) –procesión del sacramento (con y sin estaciones)– bendición eucarística y reposición» 276. Después del Concilio en muchos sitios se dejó de celebrar la procesión del Corpus Christi, o bien cedió el paso a una celebración de la eucarístia en un lugar público. En otras partes, se ha revivificado de nuevo la procesión, de manera que las radicales preguntas planteadas por Auf der

  1. Lo que también ha conllevado la lectura del prólogo del evangelio según san Juan como fórmula bendicional al final de la misa, cfr. Jungmann MS II, 554-559.

  2. Cfr. Auf der Maur, Feiern im Rhythmus der Zeit I, 203.

  3. Meyer, Eucharistie 595.

Maur acerca del actual sentido de la fiesta277 han de mesurarse a la vista de múltiples experiencias pastorales buenas 278.


2.
Sagrado Corazón de Jesús (tercer viernes después de Pentecostés)

Los inicios de la veneración del corazón de Jesús atravesado por la lanza residen en la devoción de la pasión de la Alta Edad Media, que también desarrolló formas de piedad propias en relación a la cabeza coronada de espinas y las cinco llagas. En el siglo XVI, la veneración del Corazón de Jesús, particularmente en Francia, fue cultivada por los jesuitas y constituyó un contrapeso al rigorístico agustinismo de los jansenistas, que recogía la doctrina de la predestinación. En el siglo XVII, oratorianos franceses como el cardenal Pierre Bérulle y Jean Eudes (+ 1680) fueron los grandes impulsores de la veneración del Corazón de Jesús. A partir del año 1672 Eudes celebró con su comunidad, en virtud de una concesión episcopal, una fiesta del corazón de Jesús. La propagación de la solemnidad se consolidó mediante «una visión de la mística Margarita María de Alacoque (+ 1690) en la que Jesús, mostrando su corazón e indicando su amor injuriado, exige para el viernes después del día de la octava de Pentecostés una fiesta particular (1675)» 279. No obstante, sólo en 1856 Pío IX la introdujo para toda la Iglesia, después de que Clemente XIII la hubiese admitido como fiesta particular para los obispos polacos y la archicofradía romana del Corazón de Jesús en el año 1765. León XIII elevó su rango en el año 1899, y Pío XI volvió a hacerlo en el año 1928, de manera que en rango ¡se correspondía con la navidad! En el año 1956, Pío XII publicó la encíclica Haurietis aquas con motivo del centenario de la introducción general de la fiesta por Pío IX.

Para la fiesta del Corazón de Jesús, que desde su surgimiento se celebra el tercer viernes después de Pentecostés (el primer viernes libre después de la antigua octava del Corpus-Christi) para expresar la relación con el viernes santo, el misal de 1970 recoge «en gran paute aquellos textos cuya composición encomendó Pío XI en el año 1928 al abad benedictino H. Quentin con su colaboración personal. Mientras que los anteriores formularios de la misa, en primera línea, llevaban la impronta de la pasión y la mística del Cantar de los

  1. Cfr. Auf der Maur, Feiern im Rhythmus der Zeit I, 206ss.: ¿Acaso la procesión es hoy día sólo folklore? ¿Qué sentido puede tener todavía hoy una procesión oficial del sacramento también en regiones completamente católicas? ¿No se ha «despachado» a la fiesta, que surgió de la piedad eucarística medieval, con la recuperación de una piedad eucarística bíblica y cristiana antigua, que más bien se corresponde a la del primer milenio?

  2. Cfr. Adam, Kirchenjahr 143ss.

  3. Auf der Maur, Feiern im Rhythmus der Zeit I, 208.

Cantares, Pío XI puso de manifiesto más intensamente la idea de la penitencia» 280. Es problemático, según Auf der Maur, el hecho de que en esta fiesta se trate de una solemnidad de devoción típica de un grupo dentro de la iglesia con una espiritualidad muy específica que se ha extendido a la Iglesia entera. Por lo demás, la fiesta es, en su opinión, una fiesta propiamente de ideas con la tendencia típica al aislamiento: la idea es el amor del redentor (i no el acontecimiento de la redención misma!)y la penitencia que lo representa, ambos aspectos concentrados en el motivo del corazón abierto. La fiesta del Corazón de Jesús «tiene y conserva su sentido allí donde la piedad del corazón de Jesús está arraigada en el pueblo y su celebración es la expresión viva de esta devoción. Llega a sufrir una crisis allí donde esto (ya) no es el caso o parece difícil-mente posible por motivos culturales, –p. ej. en las Iglesias jóvenes de Asia» 281.


3. Cristo Rey (último domingo del tiempo ordinario)

Esta fiesta de ideas, la más reciente, le debe su introducción a Pío XI, que en su encíclica Quas primas 282 del 11 de diciembre de 1925 reclama el reconocimiento de la soberanía real de Cristo como remedio contra las fuerzas destructoras del tiempo, lo que ha de ponerse en práctica por medio de una fiesta propia. El impulso externo fue, en el año 1925. el 1600 aniversario del concilio de Nicea (325) con su definición de la divinidad de Cristo como base y fundamento de todo discurso de su soberanía real universal, incluso cósmica. En origen, la fiesta se celebraba el último domingo de octubre con el fin de establecer una conexión con la fiesta que venía a continuación de Todos los Santos: Cristo triunfa como Rey entre sus santos 283.

Pero alabar a Cristo como el Kyrios elevado y Señor sobre la creación, es, en realidad, el tema de todo el año del Señor. «Cada domingo se designa, conforme a su nombre de dominica, kyriaké, como un día de Cristo Rey, la idea de la realeza de Cristo atraviesa ahora también todo el año festivo de la Iglesia... En el fondo, el eco de la idea de la realeza de Cristo... no es otra cosa sino la pátina pascual que penetra y tiene que penetrar en nuestra liturgia de principio a fin» 2$4. Jungmann escribió estas críticas frases en el año 1941, por consiguiente, en plena Segunda Guerra Mundial y bajo el régimen de los nacional-socialistas. La introducción de la fiesta –pocos años después de la revolución

  1. Adam, Kirchenjahr 145. Cfr. al respecto también H.A. Reinhold: Zur Geschichte und Bedeutung des neuen Herz Jesu-Officiums, en JLw 8 (1928) 246-249.

  2. Auf der Maur, Feiern im Rhythmus der Zeit 1, 209ss.

  3. AAS 17 (1925) 593-610.

  4. Cfr. Adam, Kirchenjahr 147.

  5. Jungmann, Christusgeheimnis 317ss.

de octubre bolchevique y al mismo tiempo que los fascismos y dictaduras omnipresentes en Europa– no se ha de separar, de hecho, de las inseguridades producidas después del hundimiento de los ordenamientos mundiales monárquicos en la Primera Guerra Mundial, y es comprensible ante este trasfondo temporal histórico; si bien, ¿es necesaria la fiesta más allá de este período de trasformación?

El misal de 1970 la ha incluido, pero la ha trasladado al último domingo del tiempo ordinario para expresar mejor, de ese modo, su dimensión escatológica, como reza en el título que lleva en el misal latino: Solemnidad de nuestro Señor Jesucristo, rey del universo. La misa de la fiesta se modificó sólo en pocos aspectos, en cualquier caso la proclamación bíblica, configurada más ricamente, de los tres años de lectura es capaz de representar con mayor exhaustividad la imagen de Cristo. El rey ideal Cristo no se presenta como contramodelo para formas de soberanía concretas, terrenas y, con ello, deficientes, sino que la fiesta recuerda que el objetivo de este año del Señor que se acerca a su fin así como de la totalidad del tiempo es el Señor elevado, que es el mismo, ayer, hoy y por los siglos (Hb 13, 8), que es el alfa y la omega, el primero y el último, el principio y el fin (Ap 22, 13) 285.


4. Trasfiguración del Señor (6 de agosto)

El asunto de la fiesta es la trasfiguración de Cristo en el monte Tabor como la relatan los evangelios sinópticos (MT 17, 1-8; Mc 9, 2-9; Lc 9, 28b-36). El testimonio más antiguo (principios del siglo VI) de la existencia de la fiesta procede de la Siria oriental; desde el siglo VIII, se celebra en la Siria occidental y, desde aproximadamente el año 900, en Bizancio como Metamórphosis tou Sotéros. «Según la hipótesis de Baumstark, las raíces de esta fiesta residen probablemente en la celebración conmemorativa de la dedicación de la Iglesia en el monte Tabor» 286. En el siglo XI, la fiesta se propagó por todo occidente, pero sólo en el año 1457 fue incluida por el papa Celestino III como Transfiguratio en el calendario universal de la Iglesia latina, aunque también lo fue como conmemoración específica de la victoria sobre los turcos bajo el mando de Juan de Capistrano y Juan Hunyadi el 22 de Julio de 1456. La unificación de la fecha del 6 de agosto se produjo por primera vez en el misal de 1570. Su formulario de la misa y las lecturas fueron acogidas con pequeñas modificaciones por el nuevo misal, es nuevo un prefacio propio para la fiesta 287.

  1. Cfr. Adam. Kirchenjahr 148: Jounel, en Martimort IV, 122ss.

  2. Auf der Maur, Feiern im Rhythmus der Zeit I, 189.

  3. Cfr. ibid.,; Adam, Kirchenjahr 149ss.

Que el seis de agosto en el calendario festivo bizantino ocupe el rango de una solemnidad288, lo refleja el hecho de que los relatos bíblicos de la trasfiguración en el monte Tabor constituyen una clave para todo el acontecimiento de la redención así como para la concepción litúrgica que la teología bizantina tiene de sí misma 289. Según Papandreou, la teología y la liturgia ortodoxa, pese a todo su ascetismo, no aspira a la destrucción del mundo sino a su explicación 290; en el monte Tabor, se muestra la auténtica verdad del mundo que es introducido en la redención 291.


5. Exaltación de la Santa Cruz (14 de septiembre)

La fiesta se remonta según el testimonio de Egeria292 a la dedicación de la Iglesia del martirio (Iglesia de la santa Cruz) en el Gólgota el 13 de septiembre del año 335. Además, Egeria menciona, más bien de pasada, el hallazgo de la Santa Cruz por la emperatriz Elena en el año 320; el acento principal de las celebraciones reside, por completo, en la dedicación de la Iglesia. Lo mismo tiene validez para el leccionario armenio de Jerusalén: el 13 de septiembre se celebraba la conmemoración de la dedicación de la basílica de la anástasis, al día siguiente la de la dedicación de la iglesia del martirio; también en esta ceremonia, se mostraba a la comunidad la reliquia de la cruz 293. El centro de gravedad se desplazó de la dedicación de la Iglesia a la solemne muestra de la reliquia de la cruz, que iba unida a la exposición en un lugar elevado, lo que determinó la denominación de exaltatio crucis o hypnosis tou timíou kaí zoopóiou stauroú. La fiesta se extendió rápidamente en oriente y occidente y fue acogida doblemente en el siglo VII: como hallazgo de la cruz, el 3 de mayo y como exaltación de la cruz, el 14 de septiembre.

Contra la concepción más antigua 294, se afirma que el 3 de mayo es de origen romano y aun anterior al 14 de septiembre. Según la primera recensión del

  1. Respecto al formulario festivo bizantino cfr. Edelby, Liturgikon 967-973.

  2. Cfr. VI. Lossky, La théologie mystique de l'Eglise d'Orient. París 1944, 145.

  3. Cfr. D. Papandreou, Die ökumenische und pneumatologische Dimension der orthodoxen Liturgie, en K. Schlemmer (Dir.), Gemeinsame Liturgie in getrennten Kirchen? Friburgo-Basilea-Viena 1991 (QD 132), 35-52, 41. Cfr. J.D. Zizioulas, Die Welt in eucharistischer Schau und der Mensch von heute, en US 25 (1970) 342-349, sobre todo 343ss.

  4. Cfr. O. Clément, La beauté comme révélation, en La Vie Spirituelle 637 (1980) 251-270. 264. M. Kunzler, Porta Orientalis. Fünf Ost-West-Versuche über Theologie und Ästhetik der Liturgie. Paderborn 1993, 194-217.

  5. Cfr. Egeria, Peregrinatio 48ss., SChr 296, 317-319.

  6. Cfr. Auf der Maur, Feiern im Rhythmus der Zeit I, 186.

  7. Cfr. Adam, Kirchenjahr 151: el 3 de mayo es de origen galo y está relacionada con la devolución de la reliquia de la cruz por los persas gracias al emperador Heraclio en el año 628.

«Libro Pontifical (Liber pontificalis)» en torno al 530, en Roma hubo una tradición según la cual la cruz de Cristo fue hallada un 3 de mayo en torno al 309 durante el pontificado de Eusebio. La celebración solemne de este día se puede constatar desde el siglo VII; en el siglo VIII, la fiesta penetró en la Galia y entró en el misal romano de 1570 295. El 14 de septiembre se celebraba en Roma, en primer lugar, exclusivamente la fiesta de los mártires Cornelio y Cipriano. Sólo paulatinamente, se fueron configurando los elementos rituales de la veneración de la cruz, que se fueron añadiendo a esta fiesta más antigua de los mártires para acabar por desplazarla por completo. Mientras que la liturgia papal unía ala fiesta la exhibición y veneración de una reliquia de la cruz 296, independientemente de esto, existía ya en los siglos VII y VIII en las iglesias titulares romanas, y, de este modo, se aceptó en el calendario litúrgico, toda vez que la veneración de una reliquia pasó a la veneración de la representación de la cruz. La práctica que se mantuvo de una manera más pertinaz fue la del empleo de las «partículas de la cruz» todavía en la bendición del tiempo atmosférico, que se impartía entre el 3 de mayo y el 14 de septiembre como protección contra las inclemencias del tiempo297. Desde Roma, el 14 de septiembre pasó a otras Iglesias occidentales. El Codex Rubricarum de 1960 suprimió el 3 de mayo como fecha de la fiesta y elevó de rango al 14 de septiembre. Según el misal de 1970, el 14.9 se celebra como fiesta la exaltación de la cruz. El nuevo formulario de la misa de la fiesta (sólo el prefacio se acogió con el motivo del «árbol del paraíso-árbol de la cruz») tiene como tema la redención conferida por la cruz. «Con la mirada puesta en este misterio central de la fe, las oraciones presidenciales ruegan por la participación en el fruto de la redención (colecta), por el perdón de los pecados (oración sobre las ofrendas) y la gloria de la resurrección. Así, la temática de la fiesta en el fondo es la misma que la de la liturgia del viernes santo» 298. En el rito bizantino, la «exaltación de la cruz» es una de las solemnidades a la que le precede como vigilia la conmemoración de la dedicación de la basílica de Jerusalén299. Otras fiestas bizantinas de la cruz son el 7 de mayo, «conmemoración de la aparición del venerable signo de la cruz en el cielo de Jerusalén durante el gobierno de Constancio, el hijo de Constantino el Grande» el 7 de mayo del 351, un acontecimiento que también relata Cirilo de Jerusalén en sus Catequesis 300, y el 1 de agosto,

  1. Cfr. Auf der Maur, Feiern ini Rhythmus der Zeit I, 187.

  2. Cfr. Jounel, Année 115: «A Rome, la féte du 14 septembre fut longtemps marquée par une procession, qui partait de Sainte-Marie-Majeure pour aller au Latran vénérer la Croix avant que ne commence la messe».

  3. Cfr. Auf der Maur, Feiern im Rhythmus der Zeit 1, 188.

  4. Adam, Kirchenjahr 151.

  5. Cfr. Edelby, Liturgikon 601-611.

  6. Cfr. ibid., 885, Auf der Maur, Feiern im Rhythmus der Zeit 1, 188. Respecto a Cirilo cfr. PG 33, 1179.

«Procesión de la preciosa y vivificadora cruz»: en la víspera del 1 de agosto, desde el siglo X, se trasladaba, como defensa contra enfermedades y catástrofes, la reliquia de la cruz desde la cámara del tesoro imperial al altar de la basílica de Santa Sofía, donde permanecía hasta el 15 de agosto (dormición de María) 301.


6. La celebración de la dedicación de iglesias

Pertenecen a las festividades del Señor también las fiestas de dedicación de una iglesia. Pues el más verdadero de todos los templos, que, además, no fue erigido por mano humana y en el que habita la plenitud de la divinidad, es la naturaleza humana de la segunda persona encarnada de la Trinidad 302. Todos los cristianos tienen acceso a este templo, todos participan de su vida. De este modo, la iglesia erigida de piedras es siempre más que un lugar necesario para las congregaciones de una comunidad, es una representación perceptible sensorialmente de la verdad fundamental de que todos los fieles se pertenecen mutuamente como miembros del cuerpo místico bajo su cabeza. Como miembros del cuerpo de Cristo, que es el verdadero templo, los muchos fieles constituyen la Iglesia erigida de piedras vivas. Ellos se reúnen en el templo visible, erigido de piedras reales, que es la expresión perceptible a los sentidos del templo invisible, el Señor presente invisiblemente en su Iglesia, de cuya elevada naturaleza humana como fuente de la divinización sigue, hoy como antes, emanando toda salvación y, de hecho, de la forma sensorial de las ejecuciones litúrgicas.

Natale o dies natalis designa no sólo el aniversario de un mártir (el aniversario de su muerte entendido como el de su nacimiento para el cielo), sino también los aniversarios de la elección y ordenación de un papa, u obispo, o también de la dedicación de una Iglesia. Para los aniversarios de la dedicación de templos, había modelos paganos, pero más importante era la celebración anual ordenada por Judas Macabeo de la nueva dedicación del templo de Jerusalén en el año 165 a.C. (fiesta de Chanukka). En torno al 400, Egeria describió la fiesta de dedicación de la basílica de la resurrección y el martirio.303 Desde Roma la fiesta de dedicación de iglesias se extendió por todo occidente. Las fiestas de dedicación de la basílica del Letrán, las basílicas de los príncipes de los apóstoles, Pedro y Pablo y la basílica de Santa Maria la Mayor, llegaron a ser importantes fuera de la ciudad 304.

  1. Cfr. Edelby, Liturgikon 963, Auf der Maur, Feiern im Rhythmus der Zeit I, 188.

  2. Cfr. Y. Congar, Das Mysterium des Tempels. Die Geschichte der Gegenwart Gottes von der Genesis bis zur Apokalypse. Salzburgo 1960, especialmente 53, 129-133; J. Ratzinger, Auferbaut aus lebendigen Steinen, en W. Seidel (Dir.), Kirche aus lebendigen Steinen. Maguncia 1975, 30-48, especial-mente 37-42; M. Kunzler: Porta Orientalis, especialmente 627-629-

  3. Cfr. Egeria 48ss., ed. Maraval 317-319.

  4. Cfr. sobre lo que se expone a continuación, Adam, Kirchenjahr 152ss.

El 9 de noviembre es la fiesta de «dedicación de la basílica de Letrán». Una basílica del redentor, construida en el año 324 por el emperador Constantino en las instalaciones del palacio, fue dedicada a comienzos del siglo X, bajo el pontificado de Sergio III, adicionalmente, a san Juan Bautista y san Juan Evangelista. Según una inscripción colocada por Clemente XII (1730-1740), la basílica de San Juan de Letrán es la «madre y cabeza de todas las iglesias de la capital y del orbe terrestre». A través de los eremitas agustinos, se extendió su fecha de dedicación fuera de Roma, entró en el misal de 1570 y fue acogida por el de 1970. Como día conmemorativo que no era de precepto, el nuevo misal registró en el 18 de noviembre el día de dedicación común de las basílicas de San Pedro y San Pablo extramuros. La fecha de dedicación del 18 de noviembre, testimoniada desde el siglo XII, se mantuvo también para la dedicación de la nueva catedral de San Pedro en el año 1626. La basílica constantina de San Pablo extramuros fue destruida en el año 1823 por un incendio, sin embargo se volvió a construir, y fue dedicada el 10 de diciembre del año 1854; no obstante, se mantuvo la conmemoración antigua de dedicación del 18 de noviembre. La basílica de Santa María la Mayor se construyó en el siglo IV bajo el pontificado de Liberto (352-366), pero fue consagrada como Iglesia dedicada a María por Sixto III un 5 de agosto de uno de los años posteriores al concilio de Efeso, tan importante para la piedad mariana. La costumbre ro-mana, posteriormente ya no comprendida, de esparcir flores en las fiestas de dedicación condujo a la formación de la leyenda del milagro de las nieves que cayeron en medio del verano para la determinación del lugar de la iglesia de María, lo que contribuyó esencialmente a la propagación de la celebración anual como fiesta de María «Dedicatio B. M V ad nives (María de las nieves)» 305. Su acogida en el breviario y el misal de Pío V la ratificó el misal de 1970, aunque, en cualquier caso, no como día conmemorativo de precepto y sin mención del milagro legendario de las nieves. Los días de dedicación de la iglesia catedral están más bien enraizados en las comunidades locales, aunque, todavía más, las fiestas de dedicación de las propias iglesias parroquiales. La fiesta de dedicación de la iglesia parroquial se celebra, en ella misma, como solemnidad, en las parroquias, en cambio, como fiesta propia de la diócesis. Si se conoce el día de dedicación de cada una de las iglesias por separado, en cada caso se celebra como solemnidad en la fecha real de dedicación. Un sínodo de Maguncia del año 813 ordenó observar el anniversarium dedicationis como día festivo de precepto, lo que se respetó y se sigue respetando hasta la actualidad, en la mayoría de los casos unido a diversiones y deleites corporales/para el cuerpo

(Kermés). A causa de los excesos que ello conllevaba, aunque también porque no se conocían las fechas de dedicación de muchas iglesias, se reclamó en el siglo XVI la introducción de una fiesta colectiva de dedicación de iglesias que concerniese a todas las iglesias de un territorio.

El misal de 1970 ofrece para el aniversario de la dedicación de iglesias dos formularios para la misa; uno, para la iglesia en la que se celebra su propia fies-ta de dedicación; y un segundo para el aniversario de otra iglesia. Ambos con una gran selección de lecturas bíblicas. Los textos de estos dos formularios se refieren a la iglesia erigida de piedras como imagen de la comunidad de los fieles erigida de piedras vivas como templo del Espíritu Santo.

 

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