AYUNO TEXTOS


1. 

«Hay por ahí quienes observan la cuaresma
antes regalada que religiosamente,
y se dan más a la invención de manjares nuevos
que a reprimir pasiones viejas.
Se hacen con múltiples y costosas provisiones
de todo género de frutos, hasta dar
con los platos más variados y suculentos;
y, rehuyendo tocar las ollas donde se coció la carne,
por no mancillarse, abrevan sus cuerpos
en los más refinados placeres del sentido». 

San Agustín


2. AYUNO/SENTIDO:

Un ayuno rutinario

El ayuno es costumbre más judía que cristiana. Incluso, si apuramos un poco, es rito maniqueo más que profético. «Sello de la boca», porque la materia y los alimentos son impuros.

Los grandes profetas judíos entendieron y explicaron maravillosamente el sentido verdadero del ayuno (Is. 58; Am. 5,21-25; 05-6,6; Mi. 6,8...). Y Jesús, nuestro Maestro, nos enseñó con su doctrina y su praxis que lo que entra por la boca no mancha al hombre; que no se debe ayunar en un banquete de bodas, cuando el novio está presente; que se debe ayunar en cambio de todo egoísmo, de toda injusticia, de toda avaricia, de toda maldad (Mc. 2,18-22; 7,15-23). Si el ayunar fuera un mérito, tendríamos que canonizar a todos los hambrientos de la tierra. No es el comer o el ayunar lo que importa, sino el espíritu con que se come o se ayuna. Jesús ayunó como el mayor de los ascetas y compartió la mesa de los ricos y los pobres, de los justos y pecadores, hasta granjearse el calificativo de «comilón y borracho» (Mt. ll,l9). Yo puedo alabar a Dios si me privo de un alimento y puedo alabar a Dios si tomo un alimento, y alabo mejor a Dios si comparto el alimento. Un vaso de agua bebido y agradecido es un acto virtuoso; un vaso de agua esparcido en tierra como ofrenda a Dios es también un acto virtuoso, pero no necesariamente más que el primero. Y aún existe otra alternativa mejor: dar ese vaso de agua al prójimo que lo necesita. Ese vaso sí que lo bebe Dios. Sea éste nuestro ayuno. No el ayuno que me impone una ley, sino el que me pide la caridad. Sólo ayuna bien el que ayuna desde el amor y para amar.

El miércoles de ceniza ayunan los cristianos. Habría que ver qué tanto por ciento. Pero este espectáculo produce desazón. ¿A qué se reduce ese día de ayuno? ¿Por qué y para qué y cómo ayunamos? ¿Para cumplir o para hacer obras buenas? ¿Para imitar a Cristo en el desierto? No sé si ganaremos méritos, ¿pero ganan algo los pobres con nuestro ayuno? ¿Dejan de ayunar por eso los hambrientos del mundo? Porque éste es el problema; si el hambre es el mayor castigo y el mayor pecado de nuestro tiempo, ¿no resulta ridículo y hasta burlesco el que ayunemos un día, para seguir tranquilos, sintiéndonos buenos cristianos?

Ayunemos desde la solidaridad. Hoy sólo se puede hablar de ayuno gritando la injusticia en que vivimos. Hoy sólo se puede ayunar luchando para que otros no ayunen. Hoy sólo se puede celebrar el ayuno asumiendo el dolor, la impotencia y la rabia de los millones de hambrientos.

Ayunar es amar. El ayuno que Dios quiere sigue siendo el de partir tu pan con el hambriento; el privarte no sólo de los bienes superfluos, sino aún de los necesarios en favor de los que tienen menos; el dar trabajo al que no lo tiene o ayudar a solucionar el problema del paro; el curar a los que están enfermos de cuerpo o de espíritu; el liberar al drogadicto o prevenir su caída; el denunciar toda injusticia; el dar amor al que está solo y a todo el que se te acerca.

Ayunar es amar. No demos importancia a la comida de la que se priva un satisfecho. Damos importancia a la comida que posibilitamos a un hambriento. No importa quedarnos nosotros un día sin comer. Sí importa dar a Dios un día de comer. Sea, pues nuestro ayuno voluntario el impedir los ayunos obligados de los pobres. Ayunemos para que nadie tenga que ayunar. También concedo otra legitimación del ayuno. Sea el ayuno signo de nuestra libertad y protesta contra la tiranía del consumismo: Bienvenido este miércoles de ceniza si me entrena en la lucha permanente contra las seducciones consumistas. Ayunemos para saber decir no a la oferta seductora de la manzana paradisíaca o televisiva. No quiero ser puro cliente del mercado. Ayunemos para la libertad. Y ayunemos para la austeridad. Ayunemos para nuestra paz; por aquello de que no es más feliz el que más tiene y más consume, sino el que más es y menos necesita.

CARITAS
UN CAMINO MEJOR
CUARESMA 1987


3. SOLIDARIDAD

«Ningún acto de virtud puede ser grande si de él no se sigue también provecho para los otros... Así pues, por más que te pases el día en ayunas, por más que duermas sobre el duro suelo, y comas ceniza, y suspires continuamente, si no haces bien a otros, no haces nada grande».

SAN JUAN CRISOSTOMO


4. AYUNO-SOLIDARIO:

«Quien no ayuna para el pobre engaña a Dios. El que ayuna y no distribuye su alimento, sino que lo guarda, demuestra que ayuna por codicia, no por Cristo. Así pues, hermanos, cuando ayunemos, coloquemos nuestro sustento en manos del pobre».

San Pedro Crisológo


5. CONSUMO/IDOLATRIA 

-Una lección de austeridad

Es la primera lección de este breve cursillo antropológico. No se trata de discutir sobre ritos, comidas y bebidas. Sabemos bien que «el Reino de Dios no es comida ni bebida» (Rm. 14,17); que «no somos menos porque no comamos, ni somos más porque comamos» (ICor. 8,8); y que «el no tomes, no gustes, no toques, son cosas destinadas a perecer» (Col. 2,21-22). Se trata de valorar la austeridad como un camino de libertad y de amor, o,lo que es lo mismo, como un medio para conseguir más humanidad.

Esta enseñanza de la austeridad nos viene hoy a contrapelo. La religión que impera actualmente en la mayoría de los países es el consumismo. Sus invitaciones son irresistibles y sus razones son poderosas. «Consume y sé feliz». El consumo es necesario, porque calienta los motores económicos. El consumo satisface las necesidades y los deseos. El consumo significa progreso y alto nivel de vida.

-La peor de las drogas

Pero esta religión del consumismo es idolátrica, y por lo tanto engañosa y cruel. Engañosa, porque la satisfacción de los deseos -casi siempre provocados artificialmente- no engendra felicidad y, a veces, ni siquiera placer; lo que produce desencanto e insatisfacción. Cruel, porque el ídolo consumista castiga con la esclavitud y la dependencia. Es la peor de las drogas. En vez de vivir, te des-vives. Corres locamente, como el galgo en el canódromo, detrás de una liebre llena de serrín. Cruel también porque esta ansiosa persecución de las cosas engendra enormes injusticias y desigualdades sociales. «No se trata de una liberación de nuestras carencias, sino de nuestro consumo en el que acabamos por consumirnos nosotros mismos» (R. ·Bahro-R).

-La felicidad, canción del alma

Contra la ley del consumo el miércoles de ceniza nos predica austeridad. Nos enseña que no es más feliz el que más tiene, sino el que menos necesita; que no es más libre el que más consume, sino el que más comparte; que no es más hombre el que más engorda, sino el que más crea. La felicidad no es producto de consumo, sino canción del alma; no entra de fuera adentro, sino que sale de dentro afuera.

-Llamada de atención

Ayunar y abstenerse de comer carne. Más que una ley es una llamada de atención, un signo pedagógico. Ayunamos para la libertad y el amor, para liberarnos de las cosas y compartirlas. Si no es así, mejor que no ayunes, porque ese ayuno legalista serviría para tu propia autojustificación. Si te conformas con ayunar, crees que llegas al límite del cumplimiento, cuando no has empezado ni el catón; crees que agradas a Dios, cuando no eres más que un esclavo de la ley. El yugo y la carga de Jesús no son ayuno y cenizas. El ayuno y la ceniza que Dios quiere ya están claros desde Isaías. Te lo traduzco hoy en los siguientes decálogos:

El ayuno que Dios quiere 
• que no hagas gastos superfluos, 
• que tus inversiones las pongas en el banco del tercer mundo y en la cuenta corriente de los pobres, 
• que prefieras pasar tú necesidad, antes que la pase el hermano, 
• que ofrezcas tu tiempo al que te lo pida, 
• que prefieras servir a ser servido, 
• que tengas hambre y sed de justicia, 
• que te comprometas en la lucha contra toda marginación, 
• que veas en todo hombre a un hermano, 
• que veas en el pobre y todo el que sufre un sacramento de Cristo, 
• que esperes cada día una nueva humanidad.

La abstinencia que Dios quiere 
• que no seas esclavo del consumo, los juegos, las modas, 
• que te abstengas de tanta TV. y tanto vídeo, 
• que frecuentes menos los bares, discotecas y lugares parecidos, 
• que no seas esclavo ni del sexo ni de nada, 
• que te abstengas de toda violencia, 
• que respetes todo ser vivo, 
• que te abstengas de palabras ociosas y necias, 
• que te alimentes de la palabra de Dios, 
• que comas la carne de Dios.

La ceniza que Dios quiere 
• que no te consideres dueño de nada, sino humilde administrador, 
• que no te gloríes de tus talentos, sino que con ellos edifiques a los demás, 
• que no te creas santo o te creas algo, porque santo y grande sólo es Dios, 
• que no te deprimas ni te acobardes, porque Dios es tu victoria, 
• que aprecies el valor de las cosas sencillas, 
• que valores más la calidad que la cantidad, 
• que vivas el momento presente, sin tantos miedos y añoranzas, 
• que estés abierto siempre a la esperanza, 
• que ames la vida y la defiendas, 
• que no temas la muerte, porque siempre es Pascua. 

CARITAS
UNA CARGA LIGERA
CUARESMA Y PASCUA 1988.Pág. 25 ss.


6. AYUNO/P  AYUNO/A:

-EL VERDADERo AYUNO 

Debe ir unido con el amor al prójimo y comporta una búsqueda de la verdadera justicia (Is. 58, 2-11) Alcanza su sentido pleno, cuando nos asimila "a la Cruz de Cristo". Es el significado específico del ayuno pascual (Nocent).

Lo expresa bellamente ·Agustin-SAN: "Ayunemos, pues, humillando nuestras almas ante la proximidad del día en que el Maestro de la humildad se humilló a si mismo haciéndose obediente hasta la muerte de cruz. Imitemos su crucifixión sujetando a la cruz, con los clavos de la abstinencia, nuestras pasiones desenfrenadas" (sermón 2O8 sobre la Cuaresma) .

-AYUNAR SIN AYUNAR

Podemos "cumplir la ley a la letra". Pero no su espíritu. Podemos, "ayunando, no ayunar". Oigamos a ·JUAN-CRISOSTOMO-SAN: "Cuando ayunéis os decía que podíais muy bien hacerlo sin ayunar; hoy os digo que se puede ayunar igualmente no ayunando. Quizás os parezca enigmático este lenguaje; voy a daros enseguida la clave. ¿Cómo es posible, ayunando, no ayunar? Así ocurre cuando, renunciando al alimento, no renuncia uno a sus pecados. ¿Cómo es posible, no ayunando, ayunar? Así es cuando uno usa el alimento sin usar el pecado. Este ayuno es mucho mejor que el otro. Y no sólo mejor, sino además más fácil" (Homilía contra la embriaguez y sobre la Resurrección).

CARITAS
CREADORES DE CAUCES DE ENCUENTRO Y AMOR
CUARESMA 1982.Pág. 20


7.

El ayuno que Dios quiere

Un día de ayuno, amigos, es como el guardar un minuto de silencio. No tiene un valor práctico, sino simbólico. Un minuto de silencio no arregla problema alguno, pero crea solidaridad. Nos privamos durante un minuto del habla, para manifestar rechazo, dolor, indignación, compasión. Es como un ayuno mental. Que cesen las palabras, pero que hablen los hechos; que calle el entendimiento, pero que grite el corazón. No hay nada más elocuente que un minuto de silencio. Un minuto de silencio puede ser un minuto de escucha, un minuto de reflexión, un minuto de compromiso, un minuto de amor.

-Ayunar es amar

Un día de ayuno debe ser también un día de amor y una semilla de esperanza. Cada día de ayuno debiera traducirse en un paso contra el egoísmo, un esfuerzo de comprensión, un compromiso por la justicia, un trabajo por la paz, una violencia de amor.

-Ayunar es convertirse

Un día de ayuno no nos convierte, pero nos hace consciente de la necesidad de convertirnos; no soluciona el problema del hambre, pero nos solidariza con los hambrientos; no nos libera del consumo, pero nos inicia en el ejercicio de la libertad. Es como una breve y multiplicada huelga de hambre. Es protesta contra la injusticia, es llamada a la conversión, es grito profético. Se castiga uno a sí mismo, para que otros no sean castigados. Se hace parar al estómago, para que trabaje el espíritu. Se priva uno de alimentos, para que nos privemos de los vicios.

-Ayunar es dejarse arrebatar por el hermano

Siguiendo las enseñanzas de Jesús, sus discípulos, nosotros, no tendríamos que ayunar, porque a los amigos del novio no se les ocurre ayunar cuando el novio está con ellos. Se nos permitirían si acaso tres días de ayuno por los tres días que el esposo nos fue arrebatado. Y podemos ayunar cuantas veces nos sea arrebatado el esposo: en cada hermano injustamente condenado o cruelmente asesinado o en cada hermano que dejamos morir o abandonamos en su soledad.

Nuestro ayuno no es una imposición, es una necesidad. ¿Es que no se te han quitado nunca las ganas de comer? Pues, enhorabuena, amigo, por tu buen estómago. Es lo que más admiro del rico Epulón, capaz de comer espléndidamente delante de un hambriento. Normalmente, cuando te conciencias de tanto sufrimiento injusto, se te quitan las ganas de llevarte bocado a la boca.

-Nuestro ayuno es signo de solidaridad

Queremos unirnos voluntariamente a todos los que ayunan necesariamente. Queremos comulgar con los hambrientos del mundo y comprometernos en la lucha por su liberación. «El ayuno que yo quiero es éste...; partir tu pan con el hambriento...» (/Is/58/07).

-Nuestro ayuno es signo de justicia

Estamos viviendo en un mundo cruel, donde a unos se le hincha el estómago de comer y a otros el vientre de no comer; donde un 25% de epulones banquetea espléndidamente y un 75% de Lázaros debe conformarse con las migajas. Así que muchas de nuestras comidas tienen el amargo sabor de lo robado.

-Nuestro ayuno es signo de libertad

Me libero de las leyes tiránicas del instinto y del consumo. No me dejo seducir por las ofertas deslumbrantes del comercio. No quiero vivir para consumir. Quiero vivir para amar. Quiero vivir en el amor.

-Signo de amor

En el fondo, nuestro ayuno, todo ayuno verdadero, es un signo de amor. Se ayuna para amar y solamente para amar.

Al empezar la cuaresma, un día de ayuno. Sea un día de silencio, un día de oración, un día de amor. No te costará demasiado. Será para ti como una exigencia de solidaridad.

CARITAS
PASTOR DE TU HERMANO
CUARESMA 1986.Pág. 14 ss.


8. AYUNO/SOLIDARIDAD

«Me dicen: ¡come y bebe! ¡goza de lo que tienes!
Pero ¿cómo puedo comer y beber
si al hambriento le quito lo que como
y mi vaso de agua le hace falta al sediento? 

Bertol Brecht


9. Dos días de ayuno 

El tiempo de Cuaresma se abre con un día de ayuno, Miércoles de Ceniza, y se cierra con un día de ayuno, Viernes Santo. Dos días de ayuno al año. Un signo, más que un valor eficaz. Los fariseos, los antiguos cristianos, nuestros abuelos, los musulmanes de hoy, se reirían de nosotros.

Dos días de ayuno, porque somos hermanos de cuantos tienen que ayunar todos los días. Dos días de ayuno, porque Jesús, el Señor, ayunó 40. Dos días de ayuno, porque nos sobran quizá más de dos calorías. Dos días de ayuno, porque podemos ahorrar más de doscientas pesetas y compartirlas con los más pobres.

"El ayuno que yo quiero es éste: ... partir tu pan con el hambriento, hospedar a los pobres sin techo, vestir al que ves desnudo y no cerrarte a tu propia carne" (Is 58, 7).

Ayuna, pero no estés triste. El ayuno entristece al estómago, pero es bueno. Tiene el estómago demasiadas exigencias; resulta caprichoso, insaciable, violento. Es como un niño mal educado que nos tiraniza con sus continuas quejas. Se merece un pequeño castigo. Que coma menos dos días, por sus excesos en muchos días.

El estómago quiere hacerse el centro de todo el cuerpo, como si todos los demás miembros debieran trabajar para él, como si sólo se viviera para comer y dar gusto al estómago. ¡Un poco de orden! Si las desigualdades entre los miembros de la sociedad son intolerables, las desigualdades entre los miembros del mismo cuerpo son inconcebibles. Otros miembros más dignos, aunque más humildes y sufridos, se sienten perjudicados por los egoísmos estomacales. La mente dice que tiene hambre de verdad y que nadie se preocupa por satisfacerla. El corazón se queja de su hambre de amor, pero que no come apenas, y así, mientras su hermano el estómago está dilatadísimo, él se siente bastante atrofiado. El espíritu manifiesta su hambre de palabra, de Dios, y que debe conformarse con unas migajas. Es justo un castigo al estómago, de dos días por lo menos. Dos días olvidando los derechos del estómago, para atender mejor a los derechos del espíritu, del corazón y de la mente. Dos días comiendo menos, para pensar más, para rezar más, para amar más. Dos días pasando hambre, por el hambre que hace pasar a los demás con su hartura. Dos días, en fin, ayunando, para que comprendamos que "no sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios".

CARITAS
PARA EL MAYOR DE LOS CAMBIOS
CUARESMA 1983.Pág. 17 s.


10. AYUNO/FUERZA:

Hay cierto tipo de demonios, decía Jesús, que sólo pueden ser vencidos con la oración y el ayuno (/Mc/09/29). Quizá lo podía saber por la propia experiencia. El ayuno, convenientemente utilizado, es una fuerza liberadora. El ayuno de Jesús es el signo de una dedicación total al Padre: «Mi comida es hacer la voluntad del que me envió y que acabe su obra» (Jn. 4, 34).

Dejar de comer, lo mismo que permanecer virgen, es porque tiene que dedicarse por entero al Padre y a la obra que el Padre le había encomendado; un signo. No quiere decir que no tenga que alimentarse: incluso le llamaron «comilón y borracho» (Mt. 11, 19); pero esos banquetes de Jesús con los pecadores son también parte de la tarea encomendada por el Padre. Por otra parte, sabemos con qué libertad más soberana se mueve Jesús en relación a las leyes del ayuno (cf. Mac. 2,18-28). Jesús no ayunaba por obligación legal, por pura negatividad o afán de mortificación. Ayuna para entregarse al Padre en cuerpo y alma.

En Jesús, el ayuno también es signo de una vida austera, lejos de todo apego al consumo y a los bienes materiales, porque «el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza» (Lc. 9, 58).

La causa del ayuno en la sociedad de hoy está perdida, si no es como dieta para adelgazar o como signo profético: la huelga de hambre, que, naturalmente, ha de ser publicada y conocida.

-Por el reino

Para el cristiano, el ayuno sigue teniendo sentido cuando se hace por la causa del reino, cuando se hace desde la libertad, la austeridad y la solidaridad. Cuando ayunamos para no dejarnos esclavizar por el consumo, para no convertirnos en un simple cliente del mercado; o cuando ayunamos para no vivir apegados a cosas y bienes materiales; o cuando ayunamos para compartir, para amar. Ayunar es amar. Hoy debemos ayunar asumiendo el dolor de los millones de hambrientos y luchando para que otros no ayunen. «El ayuno que Dios quiere es que otros no ayunen». No importa tanto quedarnos nosotros un día sin comer por Dios, sino dar un día de comer a Dios. Lo nuestro no es la ley del ayuno, sino la ley del amor.

CARITAS
UN AMOR ASI DE GRANDE
CUARESMA Y PASCUA 1991.Págs. 46 ss.


11. Ayunar, ¿para qué?

(...) Que los banquetes y el buen vino tengan fuerza de persuasión es fácil de entender. Cuando Judit descolgó el alfanje de Holofernes y agarró su melena para asestarle buenos golpes, éste estaba durmiendo en brazos de Dionisios vencido por la carga de alcohol. Más raro parecería pensar que la abstinencia pueda tener una fuerza social reivindicativa. Un dolor profundo puede provocar anorexia, pero el ayuno puede ser programado como protesta y como medio de atraer la atención pública y esgrimirla hábilmente como una arma. ¿Un método de comunicación social, en definitiva?

Ciertamente, un método terapéutico tan antiguo como el hombre. Para las gastroenteritis. O simplemente para equilibrar un exceso. Las pasadas Navidades la prensa informó de los apuros gástricos que pasó un célebre novelista italiano después de una exuberante cena. Alarmas, temores de infarto. Y al fin, simple ayuno y a escribir de nuevo. Cuántos más debieron de pasar por trances parecidos después de Noche Vieja.

Pero algunas escuelas de medicina recomiendan ayunar con alguna frecuencia simplemente para limpiar el cuerpo de factores perturbadores. Un ayuno de zumo de frutas durante una semana, dicen, es una verdadera limpieza a fondo de primera para el organismo. Los tres primeros días son igual que un ascenso a una montaña. Cuando se está arriba, leo, es cuando empieza la caminata refrescante por las alturas. Entonces logra elevar al máximo la capacidad de concentración. Y hay que tomarlo con paz, dicen. Rige, en el ayuno, uno regla muy importante: no enfadarse. La alegría distendida es buena medida para estimular las glándulas endocrinas.

Pero un piensa que esto no es posible en un ambiente urbano, de trabajo y de relaciones sociales, al que se asocia invariablemente una amplia oferta de restaurantes, de fiestas y se contempla todo si no como de estímulo para las endocrinas, sí al menos para otras secreciones bucales. Y, desde luego, para la distensión.

La práctica del ayuno parece ir asociada a otro tipo de cultura. Ayuno del Talismán de Jade, o de Barro y de Carbón, de las ceremonias de purificación taoístas. Pero no vayamos tan lejos. El pasado verano viví una de las experiencias más fuertes de mi vida en la península Calcídica. Visité cinco monasterios del monte Athos y conviví con los monjes. Recuerdo que allí comí un día el pan más sabroso de mi vida. En una de las dos únicas comidas del día, a base de cereales y verdura. Recién sacado del horno había en la mesa un panecillo de harina integral, oscuro, redondo casi como una bola y tan caliente que fue para mí un desafío, atendiendo a que los monjes comen rápidamente y en silencio mientras escuchan una lectura bíblica o hagiográfica. Pero no recuerdo haber comido un pan mejor en mi vida. Sería quizás el moderado ayuno de aquellos días lo que me devolvió el gusto sublime de los manjares simples. Serían las caminatas por el monte, de un monasterio al otro, lo que me retornó al placer sencillo de beber agua. Nada más que agua. Qué horribles me parecían las bebidas americanas.

Pero el monte Athos es un espacio cultural controlado por los monjes, herederos de toda una gran tradición cristiana que se remonta a los desiertos de Egipto. Aquella figura penitente de algunos profetas y, en especial, del Bautista, parece un símbolo perdido en la lejanía del tiempo y que a nosotros, los hijos de la sociedad de consumo, con los mercados a desbordar, estamos llamados a tranquilizar nuestras ansiedades comiendo y bebiendo. La abstinencia y el ayuno son más bien contemplados como una simple imposición médica, como dietas martirizantes para la tercera edad y, por tanto, sin sentido positivo para los demás.

Se atribuye a Teilhard de Chardin el haber dicho que no llegamos a alcanzar la madurez moral hasta el día en que nos damos cuenta que tenemos que escoger entre inclinarnos ante algo más grande que nosotros mismos o empezar la propia autodestrucción. No sé si nuestra cultura nos aboca irremisiblemente a comer y beber sin límite. Inclinarse ante algo más grande, no se refiere sólo al instinto religioso de adoración, sino que ello lleva consigo la saludable capacidad de abnegación. Y la capacidad de altruismo y aún de testimonio supremo como el de los mártires religiosos o civiles.

No considero un progreso el que nuestra cultura esté perdiendo la capacidad de renunciar a algo que cueste. Y seguro que ello se asocia con la incapacidad de inclinarse ante algo más grande que nosotros e, incluso, ante Dios. Que la alternativa sea la autodestrucci6n, según la frase de Teilhard, quizá sea mucho decir. Falta de disciplina y de autocontrol, creo que sí.

El carnaval, incluidos sus excesos, podía tener más sentido cuando realmente se celebraba con un aspecto alternante del ayuno y de la penitencia cuaresmales. Al menos para los creyentes, que no son pocos, la purificación espiritual y el ayuno deberían continuar teniendo un valor profundamente humano y religioso. Jesucristo practicó y recomendó el ayuno. "Tu Padre, que mira escondido, te recompensará", dijo. Para algunos, quizá, Dios está muy escondido y no da sentido al valor moral de sus vidas. ¿Es entonces cuando se difuminan los contrastes y cuando los gestos pierden significación? (...)

JUAN MARTI ALANIS
Obispo de Urgel
("La Vanguardia")