El tiempo de Adviento
Fuente: Vatican.va
Autor: Sagrada Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los
Sacramentos
En el tiempo de Adviento
96. El Adviento es tiempo de espera, de conversión, de esperanza:
- espera-memoria de la primera y humilde venida del Salvador en nuestra carne
mortal; espera-súplica de la última y gloriosa venida de Cristo, Señor de la
historia y Juez universal;
- conversión, a la cual invita con frecuencia la Liturgia de este tiempo,
mediante la voz de los profetas y sobre todo de Juan Bautista: "Convertios,
porque está cerca el reino de los cielos" (Mt 3,2);
- esperanza gozosa de que la salvación ya realizada por Cristo (cfr. Rom
8,24-25) y las realidades de la gracia ya presentes en el mundo lleguen a su
madurez y plenitud, por lo que la promesa se convertirá en posesión, la fe en
visión y "nosotros seremos semejantes a Él porque le veremos tal cual es" (1 Jn
3,2)
97. La piedad popular es sensible al tiempo de Adviento, sobre todo en cuanto
memoria de la preparación a la venida del Mesías. Está sólidamente enraizada en
el pueblo cristiano la conciencia de la larga espera que precedió a la venida
del Salvador. Los fieles saben que Dios mantenía, mediante las profecías, la
esperanza de Israel en la venida del Mesías.
A la piedad popular no se le escapa, es más, subraya llena de estupor, el
acontecimiento extraordinario por el que el Dios de la gloria se ha hecho niño
en el seno de una mujer virgen, pobre y humilde. Los fieles son especialmente
sensibles a las dificultades que la Virgen María tuvo que afrontar durante su
embarazo y se conmueven al pensar que en la posada no hubo un lugar para José ni
para María, que estaba a punto de dar a luz al Niño (cfr. Lc 2,7).
Con referencia al Adviento han surgido diversas expresiones de piedad popular,
que alientan la fe del pueblo cristiano y transmiten, de una generación a otra,
la conciencia de algunos valores de este tiempo litúrgico.
La Corona de Adviento
98. La colocación de cuatro cirios sobre una corona de ramos verdes, que es
costumbre sobre todo en los países germánicos y en América del Norte, se ha
convertido en un símbolo del Adviento en los hogares cristianos.
La Corona de Adviento, cuyas cuatro luces se encienden progresivamente, domingo
tras domingo hasta la solemnidad de Navidad, es memoria de las diversas etapas
de la historia de la salvación antes de Cristo y símbolo de la luz profética que
iba iluminando la noche de la espera, hasta el amanecer del Sol de justicia (cfr.
Mal 3,20; Lc 1,78).
Las Procesiones de Adviento
99. En el tiempo de Adviento se celebran, en algunas regiones, diversas
procesiones, que son un anuncio por las calles de la ciudad del próximo
nacimiento del Salvador (la "clara estrella" en algunos lugares de Italia), o
bien representaciones del camino de José y María hacia Belén, y su búsqueda de
un lugar acogedor para el nacimiento de Jesús (las "posadas" de la tradición
española y latinoamericana).
Las "Témporas de invierno"
100. En el hemisferio norte, en el tiempo de Adviento se celebran las "témporas
de invierno". Indican el paso de una estación a otra y son un momento de
descanso en algunos campos de la actividad humana. La piedad popular está muy
atenta al desarrollo del ciclo vital de la naturaleza: mientras se celebran las
"témporas de invierno", las semillas se encuentran enterradas, en espera de que
la luz y el calor del sol, que precisamente en el solsticio de invierno vuelve a
comenzar su ciclo, las haga germinar.
Donde la piedad popular haya establecido expresiones celebrativas del cambio de
estación, consérvense y valórense como tiempo de súplica al Señor y de
meditación sobre el significado del trabajo humano, que es colaboración con la
obra creadora de Dios, realización de la persona, servicio al bien común,
actualización del plan de la Redención.
La Virgen María en el Adviento
101. Durante el tiempo de Adviento, la Liturgia celebra con frecuencia y de modo
ejemplar a la Virgen María: recuerda algunas mujeres de la Antigua Alianza, que
eran figura y profecía de su misión; exalta la actitud de fe y de humildad con
que María de Nazaret se adhirió, total e inmediatamente, al proyecto salvífico
de Dios; subraya su presencia en los acontecimientos de gracia que precedieron
el nacimiento del Salvador. También la piedad popular dedica, en el tiempo de
Adviento, una atención particular a Santa María; lo atestiguan de manera
inequívoca diversos ejercicios de piedad, y sobre todo las novenas de la
Inmaculada y de la Navidad.
Sin embargo, la valoración del Adviento "como tiempo particularmente apto para
el culto de la Madre del Señor" no quiere decir que este tiempo se deba
presentar como un "mes de María".
En los calendarios litúrgicos del Oriente cristiano, el periodo de preparación
al misterio de la manifestación (Adviento) de la salvación divina (Teofanía) en
los misterios de la Navidad-Epifanía del Hijo Unigénito de Dios Padre, tiene un
carácter marcadamente mariano. Se centra la atención sobre la preparación a la
venida del Señor en el misterio de la Deípara. Para el Oriente, todos los
misterios marianos son misterios cristológicos, esto es, referidos al misterio
de nuestra salvación en Cristo. Así, en el rito copto durante este periodo se
cantan las Laudes de María en los Theotokia; en el Oriente sirio este tiempo es
denominado Subbara, esto es, Anunciación, para subrayar de esta manera su
fisonomía mariana. En el rito bizantino se nos prepara a la Navidad mediante una
serie creciente de fiestas y cantos marianos.
102. La solemnidad de la Inmaculada (8 de Diciembre), profundamente
sentida por los fieles, da lugar a muchas manifestaciones de piedad popular,
cuya expresión principal es la novena de la Inmaculada. No hay duda de que el
contenido de la fiesta de la Concepción purísima y sin mancha de María, en
cuanto preparación fontal al nacimiento de Jesús, se armoniza bien con algunos
temas principales del Adviento: nos remite a la larga espera mesiánica y
recuerda profecías y símbolos del Antiguo Testamento, empleados también en la
Liturgia del Adviento.
Donde se celebre la Novena de la Inmaculada se deberían destacar los textos
proféticos que partiendo del vaticinio de Génesis 3,15, desembocan en el saludo
de Gabriel a la "llena de gracia" (Lc 1,28) y en el anuncio del nacimiento del
Salvador (cfr. Lc 1,31-33).
Acompañada por múltiples manifestaciones populares, en el Continente Americano
se celebra, al acercarse la Navidad, la fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe
(12 de Diciembre), que acrecienta en buena medida la disposición para recibir al
Salvador: María "unida íntimamente al nacimiento de la Iglesia en América, fue
la Estrella radiante que iluminó el anunció de Cristo Salvador a los hijos de
estos pueblos".
Se recomienda la lectura del documento completo:
DIRECTORIO SOBRE LA PIEDAD POPULAR Y LA LITURGIA. PRINCIPIOS Y
ORIENTACIONES
Sagrada Congregación para el Culto Divino
y la Disciplina de los Sacramentos, 17 de diciembre de 2001