DÍA 18 DE DICIEMBRE
OH ADONAI
Pastor de la casa de Israel,
que te apareciste a Moisés en la zarza ardiente
y en el Sinaí le diste tu ley,
ven
a librarnos con el poder de tu brazo
Admiramos esa espléndida manifestación de Dios como fuego y como amor, como pastor y como ley, como fuerza liberadora. Ese Señor-Pastor, que ama a su pueblo, a su rebaño, y que no permitirá que nadie lo someta o lo disperse, que nadie le arrebate una oveja de su mano. Por eso, se manifestará con brazo poderoso para liberar y dirigir a su pueblo.
Se manifiesta a Moisés como llama que enciende y no consume, que purifica y no mata, que ilumina y no ciega, que conduce y no esclaviza. Esa llama se comunicará al profeta para que pueda romper las ataduras que atan a su pueblo y para que pueda conducirlo sabiamente.
Se manifiesta a Moisés como Pastor y Legislador, como norma y camino, como meta y horizonte de vida. Una ley que se inscribe en piedra, pero que terminará escribiéndose en el corazón. Una ley que se irá concretando y reduciendo en palabras tan sencillas y tan vivas como el amor.
Pues
ven, Pastor, a conducirnos.
Tú eres nuestro buen Pastor.
Ven, Adonai-Señor, a liberarnos.
Tú eres nuestra Pascua.
Lo pedimos con toda nuestra
fuerza,
porque, a pesar de tanta Declaración de Derechos,
de tantas constituciones,
de
tanto código y de tanta democracia,
no nos sentimos libres ni seguros;
porque, a pesar de
tantos pastores,
líderes y gobernantes,
no nos sentimos bien dirigidos y orientados.
El
rebaño anda disperso
y el pueblo no sabe lo que quiere.
Nos dejan pequeñas parcelas de
libertad,
para que nos lo creamos,
pero las cosas realmente importantes
no sabemos quién
las decide.
Nos entretienen con espectáculos variados
y nos proporcionan la ración
diaria de «pescado y de cebollas»,
para que nos conformemos,
pero el alimento que nutre
de veras
no está a nuestro alcance. Somos esclavos de la peor condición,
porque no
conocemos sus cadenas.
Por eso, Señor,
ven a liberarnos con el poder de tu brazo.