ADVIENTO Y NAVIDAD
Ya desde hace algunas semanas la publicidad se ha ido encargando de hacernos conscientes que la Navidad está ya cerca, que ya es tiempo de irnos preparando para una fecha tan especial. Así, que a través de todos sus medios, y de manera particular de su encargado de comercialización, un viejito muy dulce vestido de color rojo y al que llaman Santa Claus, nos recuerda que ya es tiempo de ir preparando nuestra lista de regalos (y por supuesto nos da miles y miles de ideas de cómo y dónde adquirirlos), comprar nuestro Pino de Navidad (el cual debe estar adornado con los mejores listones, esferas y foquitos), adornar nuestras casas con motivos "rojos y verdes" (que son el color propio de este tiempo ¿?), revisar nuestra agenda para ver cuándo serán las posadas de la compañía, del barrio, de los amigos (claro para que no falte en la fiesta lo que hará que esté "animada", aunque claro… siempre con medida ¿?), finalmente tener todo listo para la cena de Navidad, la cual debe ser ESTUPENDA (y en la cual nos ofrece que el mismo Santa Claus se encargará de llevar todo cuanto habremos comprando).
Con estas acciones, va logrando, o mejor dicho, ha ido logrando que la actual fiesta de Navidad muchas veces NO tenga nada que ver con su sentido original, haciéndola pasar de una fiesta religiosa a una fiesta comercial.
Origen de la Navidad
Dada la forma como se extendió el cristianismo, en donde lo más importante era el anuncio de la salvación en Cristo, por medio de su muerte y resurrección, hizo que muchos datos no fueran recogidos con exactitud por la historia. Entre ellos está la fecha exacta (mes y día) del nacimiento de Jesús, ya que lo importante era "la certeza de la encarnación". Por ello, san Lucas que sitúa históricamente este acontecimiento se concreta a decir que el nacimiento de Jesús tuvo lugar durante el censo realizado por Cesar Augusto, siendo Quirino gobernado de Siria (Lc 2,1), lo cual no nos da mucha información ya que el censo al parecer duraría unos 3 años en realizarse en todo el imperio y Quirino quien de acuerdo a Flavio Josefo, historiador de ese tiempo, fue gobernador de esta provincia romana del 3 a.C. hasta el 6 d.C.. Otro dato que emerge de la Escritura es el hecho de que María concibió a Jesús 6 meses después de que santa Isabel concibiera a san Juan (Lc 1,36), que de acuerdo a Lc 1,23-24) sería al final del periodo que le tocaba a Zacarías realizar sus servicios en el templo. Finalmente está el dato que los pastores estaban durmiendo a la intemperie, por lo que debe ser un tiempo en el hace calor, aun en la noche (Lc 2,8).
Con estos datos, quienes recientemente han estudiado este aspecto histórico de Jesús, han llegado a la conclusión que muy posiblemente Jesús haya nacido durante la primavera.
Ahora bien, ¿cómo es entonces que celebramos su nacimiento el 25 de diciembre?
Esto obedece sin lugar a dudas a una acción pastoral de la Iglesia, la cual extendida por todo el imperio, adopta como fecha del nacimiento de Cristo el 25 de diciembre con el fin de sustituir con ella la fiesta pagana difundida en todo el imperio llamada: "Natalis solis invicti", que celebraba la victoria del sol contra las tinieblas (producto del Solsticio de invierno), misma que fue establecida por el emperador Aureliano en el 274 a.C. en honra al Dios "sol" de los Sirios. De esta manera, una fiesta que era pagana se convirtió con el paso del tiempo en una fiesta cristiana la cual se extendió rápidamente en toda la Iglesia, principalmente de Occidente.
Desde entonces la vida cristiana gravitaría en dos polos, la fiesta de la Navidad y la Pascua. Para la preparación de dichas fiestas se establecieron con el correr de los años, un periodo de preparación. Así nacieron la Cuaresma y el Adviento.
Ya para el siglo VI se tienen noticias ciertas de una preparación para la celebración de la Navidad que estaba caracterizada por algunos días de ayuno y oración intensa. Esta preparación, durante el Medievo, fue llamada Adviento, ya que esta palabra (del latín "adventus"), no solo significaba preparación, sino que estaba referida a la serie de preparativos que se realizaban en una ciudad para recibir a algún alto dignatario de estado. Por ello el Adviento cristiano, centraba su atención en la preparación de toda la comunidad para celebrar la fiesta de la Navidad con un fuerte espíritu de gozo, pero al mismo tiempo acentuaba la perspectiva de la segunda venida de Cristo, para la cual era necesario estar preparado, realzándose el aspecto de conversión persona.
El Concilio Vaticano II, ha querido conservar estas dos dimensiones del Adviento, por lo que la liturgia y la acción pastoral debe centrarse en una preparación espiritual que mueva a la conversión a la comunidad en la espera gozosa de la segunda venida de Cristo y al mismo tiempo, la invite a celebrar en la alegría y la paz del Espíritu Santo la memoria del nacimiento de Nuestro Salvador. El Catecismo de la Iglesia Católica dice: "Al celebrar anualmente la liturgia de Adviento, la Iglesia actualiza esta espera del Mesías: participando en la larga preparación de la primera venida del Salvador, los fieles renuevan el ardiente deseo de su segunda Venida" CEC 524.
Como preparación a esta celebración y a fin de recordar de manera más viva el misterio de la Encarnación de Cristo, san Francisco de Asís (1223) construyó a las afueras de la ciudad, lo que hoy llamaríamos "nacimiento", invitando a todos los pobladores a reunirse para orar y contemplar, lo que el llamara "el misterio más sublime de Dios: la Encarnación de Jesús".
Los primeros evangelizadores de América, trajeron consigo esta tradición, lo cual se presentaba idónea para evangelizar a los moradores de nuestro continente, gente sencilla y de gran imaginación.
Así mismo introdujeron lo que hoy conocemos como las Posadas, que en su inicio era una Novena de preparación para la celebración de la Navidad. En esta preparación se aprovechaba, no solo para orara, motivo principal de la reunión, sino incluso para catequizar a los indios. Así nació también la tradición de las piñatas, la cual era una olla de barro cubierta con papeles de muchos colores y en forma de una estrella. Esta representaba el pecado, que se presenta siempre atractivo a la vista, pero que -explicaban los catequistas - termina destruyendo la vida de aquel que no se aparta de él. Para combatirlo se debe luchar con la fuerza de Dios, la cual era representada por un palo, y guiados solo por la fe (con los ojos vendados) y ayudado de los demás hermanos, quienes le hace saber donde está la estrella con el fin de de acabar con ella. Cuando finalmente el pecado es vencido (cuando se rompe la olla de barro) la gracia se derrama sobre todos, representados por las frutas y golosinas que los evangelizadores previamente habían puesto.
En otras palabra, el Adviento es un tiempo en el que se debe profundizar en el misterio de nuestras salvación, el cual se inicia con el nacimiento de Cristo. Es un tiempo propicio para la oración, de manera particular la oración en familia, recordando que precisamente Jesús quiso nacer en una familia como la nuestra. Es tiempo de crecer en la caridad, y en el compartir, al recordar que, Jesús, siendo Dios nos retuvo para si la gloria que merecía como Dios, sino que se hizo como uno de nosotros (cf. Fil 2), y que, como dice san Agustín, se hizo pobre para que nosotros nos hiciéramos ricos, compartió con nosotros todo lo que tenia, incluso su Madre Santísima.
Re-Evangelizar desde nuestra realidad
Como vemos, nuestra realidad, en la mayoría de los casos, dista mucho de ser lo que fue en un principio y lo que en realidad debe de ser. El Adviento se ha convertido en un agitado tiempo de hacer compras, con poco o ningún tiempo para la oración; la celebración ha dejado de estar centrada en la Encarnación de Cristo, para ser poco a poco substituida por la figura de Santa Claus; las posadas han dejado de ser un momento y una oportunidad para orar y para la catequesis (sobre todo de los niños), para convertirse en alegres fiestas que en el mejor de los casos, nada tienen que ver con Cristo y su misterio, por lo cual si lo vemos fríamente no tienen ningún sentido que no sea el social; el nacimiento, elemento de catequesis y motivo de contemplación de la humildad de nuestro Dios, poco a poco ha sido substituido por el Árbol de Navidad, que a pesar de los esfuerzos de la Iglesia por evangelizar este signo, permanece aun con un carácter de simple ornato para estas "fiestas". De esta manera, el 25 de diciembre, pasa a ser también solo una fiesta familiar, en la que muchas veces el único ausente es Jesús, pues todo se centra en el intercambio de regalos y la cena. Todos los esfuerzos de la Iglesia por convertir una fiesta pagana en una fiesta cristiana, no solo se han vista neutralizados, sino que la fuerza del neo-paganismo ha ido cambiando la fiesta cristiana, de nuevo en una fiesta pagana.
Es tiempo pues de levantar la cabeza y de regresarle su verdadero sentido tanto a la Navidad como a la preparación para ésta.
Sugerencias Prácticas
Primero: Darle su lugar a Santa Claus
Uno de los más grandes problemas con los que nos encontramos es la creciente fe de los niños en la "omnipresencia" de Santa Claus, quien ve todo y es quien juzga nuestras acciones para premiarnos o no. Con ello, poco a poco durante la época de Navidad, se ha ido vaciando en la conciencia de los niños la verdadera idea de Dios, al menos del Dios anunciado por Cristo. Para muchos de ellos, hoy por hoy, Navidad significa; Santa Claus.
¿Qué hacer? La respuesta no es sencilla pues involucra muchos elementos y aspectos de la vida del niño y de su relación con los demás niños con los cuales convine diariamente y cuyos padres pueden no estar de acuerdo con está realidad. Por ello, creemos que ante todo se debe tener prudencia, como en todos los temas delicados que pueden afectar el desarrollo de los niños y su comprensión del mundo y de la fe.
Consideramos que un buen inicio sería el tratar el tema y la figura actual de Santa Claus, como lo que es: UN CUENTO, como pude ser el de Pinocho o Blanca Nieves, y así colocarlo correctamente en la historia y en la perspectiva cristiana. Es necesario entonces instruir a los niños en la verdadera historia de Santa Claus.
Pero, y ¿quien es en realidad Santa Claus? Bueno, pues, su historia se remonta al siglo IV a un lugar en Turquía llamado Bary, en donde vivió un santo Obispo, llamado Nicolás, el cual se distinguió entre otras cosas por atender de manera especial a los niños pobres. Su historia nos relata que en una ocasión resucitó a tres niños, por lo que a la muerte del obispo (+342), se multiplicaron una serie de prodigios y milagros que hicieron que creciera rápidamente su devoción y su culto, principalmente en los pueblos del norte de Europa que celebraban su fiesta el 6 de Diciembre.
En la época de la Reforma, los holandeses que se separaron de la Iglesia Católica, cambiaron la fiesta religiosa de san Nicolás, es decir "Sint Klaes", por una fiesta secular en la cual se identificaba, al santo con un personaje del Polo Norte, rodeado de duendes y que se encargaba de llevar regalos a los niños en Navidad. Al rededor del año 1600 esta tradición nórdica relacionada con la Navidad fue traída a Nueva York por los primeros colonizadores de Holanda y Alemania quienes en su nombre regalaban dulces y regalos a los niños. Con su incorporación al Ingles su nombre pasó de "Sint Klaes" a "Santa Claus" que es como lo conocemos hoy. Este personaje fue adoptado así como el símbolo de la Navidad en los Estados Unidos.
Alguien dirá: El contarles esta historia sobre san Nicolás ¿no matará la inocencia del niño? O ¿Ahora cómo les diremos a nuestros niños que "Santa" no existe, que todo es un cuento? Bueno creo que parte de la respuesta la encontramos en el: cómo le decimos a los niños que no existe Blanca Nieves, o Pinocho, o cualquiera de los seres irreales que forman parte de la fantasía del niño, con la diferencia en que Santa Claus, si es un personaje real, es un santo, es decir es un amigo de Dios que ama mucho a los niños, por lo que LE AYUDA a Jesús a llevar los juguetes a los niños que se han portado bien. Esto hará que la atención se centré no en Santa Claus (que es solo un ayudante) sino en Jesús. Por ello es a Jesús a quien hay que pedirle los regalos, ya que es él quien, si nos hemos portado bien, nos enviara POR MEDIO DE SANTA CLAUS, que es como su mensajero, los regalos a nuestra casa. De manera que la cartita ES MEJOR enviársela directamente a Jesús (aunque no faltará algún niño abusado que le mande también una copia a Santa… solo por si acaso). De modo que el único que es omnipresente y dador de todos los dones es UNICAMENTE Jesús, pues él es Dios.
Cuando ellos mismos vayan descubriendo la realidad, como es el caso de Pinocho, el paso será mucho más sencillo, pues la realidad de san Nicolás, de su bondad, de su amor por los demás, permanecerá, restando en el niño su ejemplo.
Por otro lado, si reforzamos la idea de la Navidad, no como tiempo de Santa Claus, sino como la fiesta del Nacimiento de Jesús, poco a poco las cosas irán tomando su lugar. Recordemos que cuando se refuerza una idea, esta se afirma en el subconsciente y en la vida del hombre (razón por la cual la publicidad es efectiva); por el contrario cuando se desvalora o no se le da importancia, los contenidos, poco a poco, pasan a un segundo plano y finalmente se olvidan.
Hay que empezar con poco, es una tarea a largo plazo… no esperemos y mucho menos busquemos resultados inmediatos ya que esto pudiera tener muy malos efectos en el corto y mediano plazo. Introducir la figura de Santa Claus en la cultura y en la fantasía de los niños ha llevado muchos años, cambiarle su contenido nos tomará también algunos años.
Una idea concreta, sería el de evitar la presencia de Santacloses en nuestros adornos (en las puertas, en los jugueteros, en el papel de envoltura), y substituirlos por esferas, ángeles, pastores, y otros adornos propios de este tiempo . Y vivir en familia la preparación espiritual para la navidad.
Segundo: Vivir un verdadero Adviento
Si bien es cierto que un aspecto importante es, como decíamos, regresarle el lugar a Jesús en la fiesta de Navidad, esto no será posible únicamente eliminando la figura de Santa Claus, sino que es necesario recuperar la oración y la lectura de la Escritura en donde se nos instruye sobre la verdad de la Navidad y su significado para nuestras vidas. Para ello, de manera concreta podríamos:
A.Rezar todos los
días las corona de Adviento
B. Realizar en el barrio, la novena de Navidad (Posadas)
C. Poner un bonito nacimiento
D. Darle otro sentido a nuestras compras navideñas
A. La Corona de
Adviento
La corona de Adviento, es una
tradición simbólica iniciada en Europa por los Luteranos, quienes trenzando una
serie de ramas de pino verde, significaban la esperanza cristiana, de que en la
segunda y definitiva venida de Cristo, él mismo "coronará" toda una vida vivida
de acuerdo al Evangelio. Esta corona, es iluminada por Cristo, Luz del Mundo.
Es, sin embargo, una Luz que, como en el Antiguo Testamento va creciendo hasta
que lo ilumina todo hasta llegar a ser el centro de la vida del hombre y de su
historia. Con esta teología detrás, la Iglesia Católica la adaptó al ciclo
litúrgico del Adviento esta práctica, en donde cada vela representa cada uno de
los domingos del Adviento. Está formada de tres velas moradas, signos de la
espera y una rosa, signo del "ya, pero todavía no", que es conocida como "el
gaudete" por el "gozo" de saber que la redención ha sido ya realizada por
Cristo, pero esta aun se continúa desarrollando en el mundo hasta su segunda
venida. Cada uno de los cuatro domingos de Adviento se enciende una vela:
primero dos moradas, luego la Rosa, luego otra morada y finalmente el día de
navidad la Blanca, que está al centro de la corona.
A partir del Lunes, por medio de "La palabra de Dios hoy" recibirás un esquema para orar en FAMILIA, al rededor de esta corona, de esta esperanza, de esta invitación a la conversión. No pongas excusas y date tiempo para regresar temprano a casa y orar todos en familia. Recuerda que sin oración nada cambiará.
B. Novena de
Navidad (posadas)
Las posadas son toda una tradición en
nuestra cultura. Haz que éstas sean verdaderamente, como lo fueron en el
principio, un momento de oración y de catequesis. A las "posadas" de tu empresa,
pues mejor llámalas "Fiestas de Navidad" para no mezclar lo profano con lo que
es parte de nuestra vida cristiana. Y claro, vive estas fiestas con la
compostura que un cristiano tiene que dar en todo momento en su vida. Sé para
los demás signo de la verdadera esperanza cristiana, y muéstrate a los demás
como un seguidor de Cristo a quien estás por celebra en su nacimiento.
Ve pensando desde ahorita en organizar una posada o una serie de AUTENTICAS posadas en tu barrio o en tu familia. Para ello, el próximo viernes recibirás la explicación de las posadas y un modelo para celebrarlas.
C. El Nacimiento
El Árbol de Navidad es, la igual que
Santa Claus, una tradición importada a los Estados Unidos por los hermanos
nórdicos, quienes en particular tiene una veneración muy especial para éste. Sin
embargo, hoy por hoy, forma parte de nuestras fiestas, pero es una tradición
carente de significado. Es simplemente algo que alegra la vista y que adorna la
casa creando el "ambiente navideño".
AGREGUEMOS a éste elemento decorativo, un buen nacimiento y procuremos darnos tiempo para explicárselo a los niños. Recordemos que ellos aprenden más por las imágenes que por nuestras palabras. Sentémonos junto a ellos y contémosles una y otra vez el relato del nacimiento, de Jesús, la llegada de los magos, la vida sobre José y María, la vida en aquellos tiempos, etc. Creemos en ellos y en su fértil imaginación, la idea de la cercanía con el Dios que se hace uno de nosotros y que humildemente nace en un pesebre para ser uno con nosotros.
Como adulto, date tiempo, como lo hacía san Francisco de Asís, para contemplar la humildad de Jesús naciendo en un pesebre. Ora de cuando en cuando delante del humilde pesebre. Esto te convencerá de que tienes mucho, pero mucho que agradecer. Dejarás de ver solo hacia arriba para mirar a aquellos, que como Jesús, muchas veces carecen de lo más necesario. Verás que tu Navidad adquirirá otra dimensión.
D. Los regalos y
la fiesta de Navidad
Navidad es tiempo de COMPARTIR y no
precisamente de comparar, por lo tanto lo que tengas que comprar hazlo con el
deseo de compartir con los demás la alegría de dar. Busca que no sea para quedar
bien y no gastes lo que no tienes. Con el único que tienes que quedar bien es
con Jesús y él lo único que quiere es tu corazón y un poco de tu atención y tu
amor. Que tu compartir sea un verdadero signo de amor y fraternidad buscando
imitar a Cristo, que se regaló a nosotros para hacernos inmensamente felices.
Cuando hagas tu lista de regalos, acuérdate de aquellos que no han tenido la posibilidad de tener lo que tú tienes. Reserva un poco de tu presupuesto para ellos. No dejes que tu caridad para con ellos sea una manera de tranquilizar tu conciencia sacando solo unos pesos de la bolsa en una esquina. Haz algo más por ellos. Compra un poco de comida, sobre todo, pensando en que a ellos también les gustaría tener una cena de Navidad y recibir un buen regalo. Pórtate como su hermano mayor. Acuérdate que nos dijo Jesús: "Lo que hiciste por uno de mis hermanos menores lo hiciste por mí" (Mt 25,40). Hazte reconocer por ellos como cristiano, no por la cruz que cuelga de tu cuello, sino por tu amor hacia ellos.
Para la fiesta de Navidad, recuerda que debe iniciarse con una oración y una profunda acción de gracias. Lee junto con toda tu familia el pasaje del nacimiento de Jesús y busca que toda tu familia participe (por mi parte, junto con la corona de Adviento recibirás también una esquema para la oración en familia de este día).
Durante el Adviento busca la mejor oportunidad para reconciliarte sacramentalmente con Dios (Confesarte), para que puedas participar ACTIVA Y DEVOTAMENTE de la Eucaristía del 25, fiesta del Nacimiento de nuestro Señor y Salvador. No dejes que la actividad, las prisas o la flojera dejen para el último lo que debe ser primero.
Vive, intensamente este Adviento, como una verdadera preparación a la fiesta de la Navidad, pero también aprovecha para crecer en el amor hacia los demás y para que tu vida se parezcas más a la de Jesús, de manera que cuando regrese te pueda decir: "Siervo bueno, pasa a tomar parte del banquete de tu Señor" (Mt 25,17).
Toma como ejemplo a María Santísima. En ella encontrarás el modelo de los que piensan primero en los demás, de los que han puesto al centro de la vida a Dios, de los que no se dejan convencer por las voces del mundo, sino que permanecen fieles al compromiso hecho con El Dios que salva. Prepárate, como ella: orando y sobre todo deseando con todo tu corazón que el Reino sea una realidad en tu vida, en tu familia y en todo el mundo.
Si tú quieres, puedes vivir un Adviento diferente que te prepare para el encuentro con Jesús, al cual descubrirás en tu prójimo, en los sacramentos, en la oración y finalmente en él mismo cuando seas llamado a su presencia. Haz que esta Navidad sea diferente… Como los magos, póstrate a los pies del niño Jesús, y ofrécele tu vida.
Como María, todo por Jesús y para Jesús.
Ernesto María, Sac.