Capítulo 13


 El lugar de la celebración (I)



Indice

Introducción

Jesús y el Templo:

• Jesús: Templo definitivo y personal

• El culto en espíritu y verdad

Sentido de la iglesia como lugar para celebrar:

• El lugar material: significado

Características de la iglesia como templo:

• La función de lo sagrado

• El espacio sagrado hoy

• La cultura, su influencia

Lo sagrado

 

Un poco de historia:

• Inicios y primeros siglos

• Tras el edicto de Milán

• A partir de la Edad Media

• Época anterior a la reforma

La mesa - altar:

• El altar en la historia

• El altar en la reforma

• Uso correcto del altar

La Sede presidencial

• Historia

• Simbolismo y características

El ambón: Lugar de la Palabra

• Historia

• Simbolismo y características
 



Introducción
 

En este capítulo, nos toca analizar el tema de dónde celebramos, es decir, el lugar que la asamblea organizada celebra con todos sus ministerios y funciones. Este lugar está estructurado para que puedan realizarse con decoro y significación las distintas partes de la celebración: comida, palabra, presidencia, etc.

De la iglesia edificio, se dice que es oración hecha piedra, o teología hecha arquitectura. Volvemos a ver en este tema el mismo esquema que hemos visto hasta ahora: existe una vivencia, una experiencia, una verdad, un significado y ésta tiene una manifestación, su elemento significante. Dicho de otra forma: existe una vivencia de la comunidad cristiana y esta vivencia se manifiesta también en el lugar de la celebración. El lugar es el significante, es símbolo.

Esto nos indica que dicho espacio tiene un valor funcional y derivado; que no es absoluto, sino que está en función de la vivencia y teología de la comunidad cristiana y/o asamblea. Lo esencial es (son) el cuerpo personal de Cristo y el cuerpo de Cristo que es la Iglesia, es decir, el "espacio vivo". El edificio es necesario, pero no con la necesidad que tiene el Cuerpo de Cristo.

Así pues, el capítulo está estructurado de esta forma:

1 Primero examinaremos la teología del templo;

2 A continuación, veremos la historia del templo cristiano,

3 Después, la disposición del edificio para la celebración.

4 Por último, estudiaremos los lugares que se destacan dentro del edificio: mesa-altar, ambón y sede.

De cada uno de los lugares que destacan dentro del edificio, haremos, en primer lugar, una pequeña reseña histórica; analizaremos, después, su significado; para finalizar con las características.



JESÚS Y EL TEMPLO


 

Jesús templo definitivo y personal

Cuando los cristianos construimos una iglesia, el esquema mental que tenemos es el contrario al esquema de los paganos. Los paganos tratan de crear un espacio sagrado para encerrar allí a la divinidad. Cuando construyen un templo, lo construyen como el lugar de su "dios". Cuando los cristianos construimos una iglesia tratamos de tener un lugar para reunirnos y celebrar la liturgia. Lo construimos como lugar de la asamblea, como lugar donde formamos el Cuerpo de Cristo.

En estos dos dibujos se ve claramente la finalidad del templo pagano y del cristiano.

 

La divinidad allá arriba.

No hay lugar para la reunión de los feligreses.

Uno se acerca allí, se deja la ofrenda y se vuelve.

Todo está relleno.

Templo caldeo o Zigurat


Es lugar de reunión, una sala grande.

Todo el interior está vacío, es como si se hubiera vaciado

Roma. Basílica de Santa María la Mayor. Interior
 

 

¿Cuál es el fundamento de esta forma de pensar y de obrar? Una verdad que hemos repetido varias veces durante este curso: La verdadera liturgia la ha realizado Cristo en su cuerpo: el templó absoluto es Cristo. El verdadero lugar de la celebración es un lugar vivo: Cristo resucitado. "El templo del que hablaba Jesús era su propio cuerpo. Por eso, cuando Jesús resucitó de entre los muertos, los discípulos recordaron lo que había dicho" (Jn 2, 21-22). Con su muerte "la cortina del templo se rasgó en dos de arriba abajo" (Mc 15,38).

Con la resurrección de Jesucristo el templo "material" queda sustituido. Deja sitio al espacio "espiritual". La "figura" deja paso a la "realidad". El templo de Salomón es sustituido por el templo que es Jesucristo, el único en el que a partir de este momento puede realizarse el culto verdadero. Desde entonces, los cristianos tenemos un templo para celebrar la liturgia: Jesucristo.

 

El culto en espíritu y verdad

Esta nueva liturgia es la que es "en espíritu y verdad". La samaritana, todavía unida a los templos antiguos ignora la superación de los templos de Garizín y Jerusalén. No conoce que la "hora" es "ahora". La "hora" escatológica. Y en esta "hora" el que realiza el culto válido es Jesús, que nos hace hijos de Dios y. como tales, "verdaderos adoradores" (Jn 4, 23). Los verdaderos adoradores adoran a Dios

"en Espíritu": con el comportamiento y las obras que el Espíritu de Jesucristo es capaz de suscitar;

"en Verdad": ya no en situación de espera como en el AT, sino en la plenitud de la Nueva Alianza, en la que la Verdad es Jesucristo.

El culto cristiano sólo se puede entender como culto de Jesucristo, que es la Verdad y que actúa en el Espíritu.

 

Significado del lugar material cristiano

En este punto anotamos el sentido o el significado del lugar material o de la iglesia. El espacio material de la iglesia tiene un valor funcional, es decir, está en función de otra cosa. Está al servicio

• de la comunidad, del Cuerpo de Cristo: del Pueblo de Dios,

• para conseguir una mejor participación y

• para conseguir la mejor expresión de la Iglesia organizada.

Por tanto, es derivado, no es esencial, porque lo esencial es el cuerpo personal de Cristo y el cuerpo de Cristo que es la Iglesia, es decir, un espacio y un lugar vivo.

 

Características de la iglesia como templo
 

 

1. Expresa el ser histórico de la Iglesia

La Iglesia se reúne, se encuentra, se hace visible y celebra la memoria del Señor en un lugar. Necesita aquí abajo, en este mundo, dimensiones locales: mejor dicho, la Iglesia es todavía dimensión local. La Iglesia es todavía iglesia.

Por tanto, lugar de la celebración es allí donde la Iglesia (cristianos reunidos) se hace presente. Oponerse a un espacio en este sentido significa disolver la naturaleza comunitaria de la experiencia cristiana.

 

2. El pueblo de Dios da sentido al lugar

El Pueblo de Dios es quien da sentido al lugar. El Pueblo asume el lugar y le da vida, y lo convierte en signo, señal y expresión sacramental. Una iglesia cerrada, puede significar la cultura de una época, el trabajo, etc., pero no vida comunitaria, no Cuerpo de Cristo.

Es la Iglesia (con mayúsculas), es la comunidad la que le da su propia identidad. Es decir, la que le da sentido a la Iglesia, no es el lugar, sino la comunidad, las personas. El lugar depende de la necesidades que tengan los fieles que se allí se reúnen.

Concretando: el lugar de la celebración debe llevar la impronta de la fe de la Iglesia. ¿Qué debe manifestar o expresar el lugar de la celebración?

La disposición de cada uno de los elementos de la iglesia debe dar a conocer su función y su finalidad. La mesa-altar no puede estar en cualquier lugar. Debe estar en el centro, porque es el centro de la comunidad eclesial. La mesa representa a Cristo, por eso se besa al principio de la Eucaristía. El ambón debe tener una forma propia como lugar para la proclamación de la Palabra. La sede del celebrante requiere una posición que se note. Representa a Cristo que preside la celebración.

El lugar manifiesta la naturaleza y la función de la Iglesia. A partir de su fe y de las distintas culturas en que se ha vivido esta fe, la Iglesia se manifiesta a través de signos. El lugar (y sus elementos) es un conjunto de signos y símbolos que alimenta la fe y le ofrecen también los contenidos de su historia.

De este modo el espacio, con sus elementos se convierte, en objeto de lectura y medio de catequesis. Naturalmente que la catequesis no se da sólo de forma hablada y de comunicación conceptual; también se da por la plástica y por la pintura, y en consecuencia mediante los sentidos.
 

3. La cultura ¿cómo ha influido?

Ya hemos hablado algo de la influencia cultural. Ahora, lo afirmamos más claramente.

Otro de los ingredientes para construir el lugar de la celebración es el ingrediente cultural. Un espacio sagrado no nace espontáneamente, sino que es pensado y planificado de modo preciso según la función, utilidad y teología que hay en el fondo. Pero, también por la cultura arquitectónica propia del tiempo.

El artista cristiano, al crear un lugar para la celebración, es un intérprete de la fe de la comunidad, debe por tanto, guiarse por las necesidades litúrgicas de esa comunidad. En esto se distingue un artista religioso del artista religioso-litúrgico. Pero, al mismo tiempo, está inmerso en una forma concreta de construir.

Si nos fijamos en los estilos de las construcciones de las iglesias nos encontramos con una gran variedad. Y si nos ponemos a juzgar estos estilos, debemos tener unos criterios de juicio, ya que no todos los estilos que han surgido a través de la historia manifiestan y expresan con la misma claridad el significado y las características que hemos señalado anteriormente.

He aquí unos criterios:

• La primera condición para la validez de un estilo es que sea vivo y que manifieste los contenidos propiamente cristianos y funcionales del espacio sagrado.

• Debe ser criticado un espacio cristiano en el que se introduzca una profunda separación entre la asamblea y el celebrante; en el que la mesa-altar no quede resaltado sino que quede como oculto en un retablo, etc.

Muchas de nuestras iglesia han sido construidas en tiempos en que la ciencia litúrgica estaba olvidada y marginada. Son bellos arquitectónicamente, pero poco funcionales para la liturgia. Hay muchas catedrales que están construidas con poca funcionalidad. Lo que ocurre es que no podemos adaptarlas del todo ya que tienen un gran valor histórico.

 

Lo sagrado

El lugar de la celebración, es llamado muchas veces espacio sagrado y tiene una misión: llamar la atención hacia lo que está más allá de la diario, es una llamada a lo transcendente. Naturalmente que ya no hay espacio sagrado, en el sentido pagano e incluso en el sentido del AT. Si decimos espacio sagrado, lo decimos en relación con la asamblea, con el Cuerpo de Cristo que es la iglesia y en relación con Cristo.

Hoy día hay una tendencia a que desaparezcan los signos sagrados en la ciudad secular. Sin embargo, su desaparición llevaría a la disolución de la dimensión sacramental.

Es un prejuicio decir que lo sagrado, distinto de lo profano, signifique un olvido de lo humano o de lo natural. Esta idea es consecuencia de tener una idea desfigurada de lo sagrado cristiano; lo sagrado cristiano está llamada a generar liberación y no oposición. En el espacio sagrado la comunidad cristiana se reconoce no como en una "casa" alienante, sino como en una "casa" identificante: la casa de la fraternidad eclesial. Entendida así, "la casa del Señor" crea la casa de la comunión: estimula la caridad, y ayuda a vivir la cotidianidad con espíritu del evangelio.

Incluso en el espacio sagrado cristiano recibe satisfacción el deseo de transcendencia que el hombre siente. Esto no lo rechaza el evangelio, sino que lo rescata y lo renueva situándolo en la historia de la salvación. Lo importante es que lo que se prime sea la Iglesia viva, que no puede limitarse a utilizar un espacio cualquiera de manera cualquiera.

Después de la reforma litúrgica se han adecuado los espacios sagrados siguiendo los dos principios formulados por el Concilio:

• un arte sagrado en el que resalten "la dignidad, el decoro, la belleza", no tanto su suntuosidad y

• que sea adecuado "para significar y simbolizar las realidades sobrenaturales", es decir, que permitan "el desarrollo de las acciones litúrgicas y la participación activa de los fieles" (SC 122. 124) También reconoce el Concilio el pluralismo de las formas artísticas de cada pueblo (SC 123).

El Concilio, al renovar, lo que quiere es que la forma de ser de cada lugar sirva desde el punto de vista teológico y funcional para celebrar mejor.

El riesgo de hoy día puede ser el de crear un espacio sagrado mirando sólo la funcionalidad y, olvidándose de la belleza, producir un espacio frío, es decir, crear un espacio concebido con insuficiente sentido de los sagrado y de lo "separado" de modo que resulte mudo e incómodo.

Sin embargo, los espacios creados hoy día infunden alma y belleza con líneas y volúmenes ideados de forma más esencial que en el pasado; lo que nos devuelve a la simplicidad de una arte más primitivo.