Despedida de Líbano

Aeropuerto Rafiq Hariri
Beirut, 2 diciembre 2025

Señor presidente, señores presidentes del Parlamento Nacional y del Consejo de Ministros, beatitudes y hermanos en el episcopado, autoridades civiles y religiosas, hermanos y hermanas todos, partir es más difícil que llegar. Estuvimos juntos, y en el Líbano estar juntos es contagioso, porque este pueblo no valora el aislamiento sino el encuentro.

Si llegar significó adentrarme delicadamente en su cultura, dejar esta tierra significa llevarles en mi corazón. No nos separamos, por lo tanto, sino que nos hemos conocido y avanzamos juntos. Espero involucrar a todo Oriente Medio en este espíritu de hermandad y compromiso con la paz, incluso a aquellos que hoy se consideran enemigos. Agradezco los días que he pasado aquí, con todos ustedes.

He visto cuánta veneración tiene su pueblo por la Santísima Virgen María, tan querida tanto por cristianos como por musulmanes. He rezado ante la tumba de San Charbel, percibiendo las profundas raíces espirituales de este país. ¡Cuánta savia de su historia puede sostener el difícil camino hacia el futuro! Me conmovió profundamente mi breve visita al puerto de Beirut, donde la explosión de 2020 devastó no sólo un lugar, sino tantas vidas. Allí recé por todas las víctimas, y llevo conmigo el dolor y la sed de verdad y justicia de tantas familias de todo un país.

En estos días he conocido muchos rostros y estrechado muchas manos, recibiendo de este contacto físico e interior una energía de esperanza. Son ustedes tan fuertes como los cedros, los árboles de sus hermosas montañas, y tan fructíferos como los olivos que crecen en las llanuras, en el sur y cerca del mar.

En este sentido, saludo a todas las regiones del Líbano que no me ha sido posible visitar: Trípoli y el norte, la Beqa y el sur, las bíblicas Tiro y Sidón, y todas aquellas zonas del sur que experimentan constante conflicto e incertidumbre. Mi abrazo y mis mejores deseos de paz para todos.

Desde aquí hago un sincero llamamiento: que cesen los ataques y las hostilidades. Que nadie crea que la lucha armada aporta algún beneficio. Las armas matan, y el diálogo edifica. ¡Elijamos la paz como camino, y no sólo como meta!

Recordemos lo que les dijo San Juan Pablo II: "El Líbano, más que un país, es un mensaje". Aprendamos a trabajar juntos, y a tener esperanza juntos, para que así sea. ¡Que Dios bendiga a los libaneses, a todos ustedes, a Oriente Medio y a toda la humanidad! ¡Shukran lak wadaean, gracias y adiós!

León XIV

 Act: 02/12/25    @viaje a líbano       E D I T O R I A L    M E R C A B A    M U R C I A