Al Santuario Mariano de Pompeya
Secretaría
de Estado
Vaticano, 7 noviembre 2025
Venerable
hermano Pietro, cardenal Parolin, s
El amor activo de María en la casa de Nazaret, en el hogar de Isabel, en Caná de Galilea y en el calvario, a través del cuidado maternal de la Iglesia y su diligente deseo de que todos los hombres lleguen al conocimiento de la verdad (1Tm 2,4), continúa manifiestándose «en su vigilancia por los pequeños, los necesitados y los débiles, en su constante deseo de confirmar la paz y la armonía entre los órdenes, en su perseverante labor y energía» (Pablo VI, Marialis Cultus, 28).
No cabe duda que, después que la venerable imagen de la bienaventurada Virgen del Rosario fuera llevada al Valle de Pompeya, el 13 noviembre 1875, tanto el papel de la misma Virgen en el misterio del Verbo encarnado y del cuerpo místico, como los deberes de los fieles cristianos, allí se combinaron felizmente hasta tal punto que, gracias al diligente trabajo de San Bartolomé Longo, esos humildes comienzos de las grandes obras de caridad que tenemos ante nuestros ojos dan testimonio.
Es apropiado recordar con un corazón agradecido el glorioso Santuario del Valle Pompeyo, construido como protección para la mayor paz, 150 años después de la llegada de la imagen de la misma Santísima Virgen, cuyos principales acontecimientos, según he sabido, se celebrarán el próximo noviembre.
Estoy dispuesto y en condiciones de atender las solicitudes del venerable hermano Thomas Caputo, arzobispo de Pompeya, prelado de la bienaventurada Virgen del Rosario, y también delegado pontificio al santuario, que me solicitó con suma humanidad que enviara a un eminente prelado, en representación del papa en el Valle de Pompeya, para celebrar allí la eucaristía de su festividad.
Venerable hermano, me dirijo a ti por considerarte idóneo para esta importantísima ocasión. Confirmando mi fraterna y buena voluntad hacia ti, en virtud de esta carta te nombro mi legado para que presidas en mi nombre, en el Santuario del Valle Pompeyo el próximo 13 de noviembre, las solemnidades de las misas y demás celebraciones que conmemoran el 150 aniversario de la llegada de la imagen de la Virgen del Rosario, como ya he dicho.
Mientras presidas la celebración eucarística, saluda y bendice en mi nombre al arzobispo prelado, al clero, a los religiosos y religiosas, a los huéspedes y peregrinos de las obras de caridad, así como a las autoridades públicas y a todos los fieles cristianos, a quienes deberás animar a seguir desarrollando una mentalidad cristológica y la naturaleza contemplativa del rosario en este templo humano de fe y caridad, equipado con trabajo, según el impulso del reciente San Bartolomé y sostenido por mi predecesor León XIII, "pontífico del Rosario" (Juan Pablo II, Rosario de la Virgen María, 8).
Venerable hermano, al encomendar tu misión a la protección de la bienaventurada Virgen María del Rosario, con alegría te impartimos mi bendición apostólica, mensaje de gracias celestiales, que deseo aplicar a todos los participantes en la celebración.
León XIV