A las diócesis de Ghana

Palacio Episcopal
Durban, 24 octubre 2025

Venerable hermano Wilfrid Fox, cardenal Napier, arzobispo emérito de Durban, salud.

«Que todas tus obras te confiesen, Señor, y tus santos te bendigan. Que anuncien la gloria de tu reino y hablen de tu poder» (Sal 145,10-11). Al reflexionar en estos versículos del salmista, me congratulo con la arquidiócesis de Costa Dorada, que junto con sus antiguas diócesis sufragáneas celebra el 75 aniversario desde que mi predecesor Pío XII erigió estas y otras diócesis.

Gracias a la labor incansable y heroica de los heraldos de la palabra de Dios, y también a la diligente labor del clero indígena que se unió a sus filas, la fe católica haya experimentado un crecimiento notable.

En esta auspiciosa ocasión, el venerable hermano Matthew Kwasi Gyamfi, obispo de Sunyani, en colaboración con la Conferencia Episcopal Católica de Ghana, que preside, me ha solicitado amablemente que designe a un destacado púrpurado que, en conmemoración de la erección de la arquidiócesis de la Costa Dorada, y de las antiguas diócesis de Accra, Keta, Kumasi y Tamalana, presida en mi nombre la celebración y pronuncie palabras de aliento espiritual.

Deseando acceder a esta piadosa petición, recurro a ti, venerable hermano, como líder diligente en piedad, enseñanza y celo pastoral. Siguiendo la voluntad de mi predecesor, por la presente te designo en misión extraordinaria para la celebración de la que he hablado anteriormente, que se celebrará con rito solemne el 25 de octubre en la arquidiócesis de Costa Dorada.

Se animará a todos los participantes en el evento a demostrar un amor especial por Cristo y su evangelio, y a ser celosos de la fe en su vida diaria, con renovada fuerza y celo a través de la oración, la meditación y la consideración de las necesidades pastorales.

Saludarás a todos los fieles allí reunidos, a los santos obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas, autoridades públicas y a los fieles laicos de Cristo, en mi nombre, mostrándoles mi benevolencia.

Yo mismo, venerable hermano, te acompaño con mis oraciones en el cumplimiento de tu misión, por intercesión de la bienaventurada Virgen María y de San José, y de buen grado te imparto la bendición apostólica, signo de mi buena voluntad hacia ti y prenda de dones celestiales, que deseo sea transmitida debidamente a todos los participantes en la celebración.

León XIV