A la diócesis de Pinsk

Dicasterio para Iglesias Orientales
Vaticano, 17 octubre 2025

A mi venerado hermano Claudio, cardenal Gugerotti, prefecto del Dicasterio para Iglesias Orientales, salud.

Quien prepara una morada eterna para su majestad con piedras vivas y escogidas, también se ha dignado llamar a la Iglesia su esposa (1Pe 2,5), para que el pueblo que sirve al nombre de Jesús y crece constantemente en el edificio celestial de Jerusalén, alcance las promesas celestiales mediante la imitación de Cristo.

En la casa visible que Dios nos permite construir cada día, se representa y perfecciona maravillosamente el misterio de su comunión con nosotros, en el que la Iglesia, extendida por el mundo, crece hasta convertirse en el cuerpo del Señor en el cumplimiento de la visión de paz; ella es, en efecto, el ancla de la esperanza en esta nuestra era, edificada sobre los cimientos de los apóstoles, con Cristo Jesús mismo como piedra angular (Ef 2,20).

Me alegra saber que se celebrará con gran concurrencia y solemnidad el I centenario de la fundación de la gloriosa diócesis latina de Pinsk. Esa semilla espiritual, por la gracia divina, pudo crecer y dar abundante fruto en las buenas y en las malas.

Por esta razón, acepto con agrado la petición del venerable hermano Antoni Dziemianko, quien muy amablemente me pidió que designara un distinguido padre purpurado que pronunciara palabras de estímulo espiritual a todos los presentes en la solemne celebración de la misa.

Acudo a ti, venerable hermano, porque conoces bien la vida pastoral de la Iglesia donde trabajaste como nuncio apostólico durante cuatro años, y eres idóneo para participar en ese evento y llevar mi persona en él. Por ello, en esta carta te designo como misión extraordinaria las celebraciones del I centenario de la fundación de la diócesis latina de Pinsk, que se celebrará solemnemente en la misma ciudad el 25 octubre 2025.

Dada esta propicia ocasión, instarás a todos los participantes a que, así como todas las cosas creadas están ordenadas hacia su Creador, ellas también deberían por su propia voluntad dirigirse a él, la primera verdad y el bien supremo.

Saludarás también al obispo de Pinsk y a los demás santos prelados, sacerdotes, religiosos y religiosas, y fieles laicos presentes en mi nombre. Finalmente, deseo que mis palabras de buena voluntad se dirijan también a las autoridades civiles y a todos los que consideren seriamente la noción de libertad religiosa, el concepto de verdadera paz y el bien sincero de la persona humana.

Con oración urgente suplico a Dios todopoderoso que cumplas diligentemente el deber que te ha sido encomendado, para que todos los que participan en los aniversarios sean enriquecidos con abundantes gracias del Señor. Que esta bendición apostólica, que con gusto te imparto, venerable hermano en el Señor, sea mediadora y anunciadora de verdaderos dones celestiales, y que también te apresures a transmitir a todos los reunidos en nuestro nombre.

León XIV