Al simposio Casa Común e IA

Sala del Consistorio
Vaticano, 4 diciembre 2025

Me complace saludarles, miembros de la fundación Centesimus Annus y participantes de la Alianza Estratégica de Universidades Católicas de Investigación.

La llegada de la inteligencia artificial (IA) trae consigo cambios rápidos y profundos en la sociedad, que afectan características humanas esenciales como el pensamiento crítico, el discernimiento, el aprendizaje y las relaciones interpersonales. ¿Cómo podemos garantizar que el desarrollo de la IA realmente sirva al bien común, y no simplemente a la concentración de riqueza y poder en manos de unos pocos? Como seguramente saben, el bien más preciado en los mercados actuales reside precisamente en el campo de la IA.

Esta es una pregunta urgente, ya que esta tecnología ya tiene un impacto tangible en la vida de millones de personas, todos los días y en todo el mundo. Como nos recuerda la Doctrina Social de la Iglesia, y como se desprende claramente del trabajo interdisciplinario que ustedes realizan, abordar este desafío requiere plantearse una pregunta aún más radical: ¿Qué significa ser humano en esta era?

Los seres humanos estamos llamados a colaborar en la obra de la creación, y no a ser simplemente consumidores pasivos de contenido producido por la tecnología artificial. Nuestra dignidad reside en nuestra capacidad de reflexionar, elegir libremente, amar libremente y entablar relaciones auténticas con los demás.

La IA ha abierto nuevos horizontes para la creatividad, pero también plantea inquietantes preguntas sobre sus posibles repercusiones en la apertura de la humanidad a la verdad y la belleza, en nuestra capacidad de asombro y contemplación. Reconocer y respetar lo que caracteriza a la persona humana y asegura su crecimiento armonioso es esencial para establecer un marco adecuado para gestionar las implicaciones de la inteligencia artificial.

Aquí es importante reflexionar sobre una preocupación que debe conmovernos: la libertad y la espiritualidad de nuestros niños y jóvenes, con las posibles consecuencias de la tecnología en su desarrollo intelectual y neurológico. Las nuevas generaciones deben ser apoyadas, no obstaculizadas, en su camino hacia la madurez y la responsabilidad. El bienestar de la sociedad depende de brindarles la capacidad de desarrollar sus talentos y responder a las exigencias de los tiempos y a las necesidades de los demás con un espíritu libre y generoso.

La capacidad de acceder a grandes cantidades de datos y conocimientos no debe confundirse con la capacidad de extraer significado y valor de ellos. Esto último también requiere la voluntad de involucrarse con el misterio y las preguntas fundamentales de nuestra existencia, realidades a menudo marginadas e incluso ridiculizadas por los modelos culturales y de desarrollo imperantes.

Por todo ello, será crucial permitir que los jóvenes aprendan a usar estas herramientas con inteligencia propia, abiertos a la búsqueda de la verdad, a una vida espiritual y fraterna, ampliando sus sueños y los horizontes de sus decisiones maduras. Apoyamos su deseo de ser diferentes y mejores, porque ahora más que nunca es evidente que se necesita un cambio profundo en nuestra idea de crecimiento.

Para construir un futuro con nuestros jóvenes que, incluso a través de la IA, logre el bien común, es necesario restaurar y fortalecer su fe en la capacidad humana para moldear la evolución de estas tecnologías. Una fe cada vez más erosionada por la creencia paralizante de que su desarrollo sigue un camino ineludible. Esto requiere una acción coordinada y concertada que involucre a la política, las instituciones, las empresas, las finanzas, la educación, las comunicaciones, la ciudadanía y las comunidades religiosas.

Todos estos actores están llamados a cumplir un compromiso común asumiendo esta responsabilidad compartida. Un compromiso que antepone cualquier lucro e intereses creados, cada vez más concentrados en manos de unos pocos. Sólo mediante una amplia participación, permitiendo que todas las voces, incluso las más humildes, se escuchen con respeto, será posible alcanzar estos ambiciosos objetivos. En este contexto, la investigación de Centesimus Annus representa una contribución verdaderamente valiosa.

Les animo a continuar con creatividad en la dirección que indican la Sagrada Escritura y el magisterio. Que la intercesión de la Santísima Virgen María, y la bendición apostólica que les imparto, les acompañen.

León XIV

 Act: 04/12/25    @discursos papales       E D I T O R I A L    M E R C A B A    M U R C I A