A la Academia Eclesiástica Pontificia

Palacio Apostólico
Vaticano, 20 junio 2025

Queridos hermanos, me alegra encontrarles hoy y dirigirles a cada uno de ustedes mi cordial saludo. Doy la bienvenida a su presidente Salvatore Penacchio, a su prefecto de estudios Gabriel Viola, y a ustedes, queridos sacerdotes, que regresan de la experiencia del año misionero, coronamiento de su formación en la Academia Eclesiástica Pontificia.

La semana pasada, al encontrarme con sus compañeros del Alma Mater de los diplomáticos pontificios, tuve ocasión de reiterar el valor de esta intuición formativa introducida por mi venerado predecesor. Les exhorté a ser y permanecer «pastores con los pies en la tierra», para encarnar esa figura del sacerdote al servicio del papa en las representaciones pontificias, bien delineada en el quirógrafo El Ministerio Petrino, con el que se quiso dar un nuevo impulso a su institución plurisecular, que pronto celebrará el 325 aniversario de su fundación.

Como afirmé en algunos encuentros en el contexto del reciente Jubileo de la Santa Sede, la custodia de esa solicitud por todas las iglesias (propia del ministerio que me ha sido confiado) necesita el servicio fiel e insustituible de la Secretaría de Estado y de los representantes pontificios, con los que pronto comenzarán a colaborar.

Por eso los exhorto también a ustedes a ejercer el don de su sacerdocio con humildad y mansedumbre, con capacidad de escucha y cercanía, como fieles e incansables discípulos de Cristo, el Buen Pastor. Sean cuales sean las tareas que se les encomienden, en cualquier parte del mundo en que se encuentren, el papa debe poder contar con sacerdotes que, en la oración como en el trabajo, no escatimen en llevar su cercanía a los pueblos y a las Iglesias con su testimonio.

Les agradezco nuevamente la docilidad y la abnegación con que en este último año se han entregado en los contextos más diversos, y bendigo de corazón el inicio de su ministerio en el servicio diplomático de la Santa Sede.

León XIV