A los alumnos y profesores de Reino Unido
Sala
Clementina
Vaticano, 4 julio 2025
Excelencias, queridos profesores y jóvenes amigos, me complace saludarlos a todos con motivo de su peregrinación a Roma durante este año jubilar, que, como saben, se centra en la virtud teologal de la esperanza. En particular, doy la bienvenida a los alumnos y profesores de Irlanda, Inglaterra, Gales y Escocia.
Seguís los pasos de innumerables peregrinos de vuestros diversos países, quienes durante siglos han realizado esta misma peregrinación a Roma, la ciudad eterna. De hecho, para los cristianos, Roma siempre ha sido un hogar especial, ya que es el lugar donde los apóstoles Pedro y Pablo dieron el testimonio supremo de su amor a Jesús al ofrecer sus vidas como mártires.
Como sucesor de Pedro, deseo expresar mi gratitud por vuestra presencia aquí y rezo para que, al visitar los diversos lugares sagrados, encontréis inspiración y esperanza en el profundo ejemplo de cómo los santos y mártires imitaron a Cristo.
La peregrinación desempeña un papel fundamental en nuestra vida de fe, pues nos aleja de nuestros hogares y rutinas cotidianas y nos brinda tiempo y espacio para un encuentro más profundo con Dios. Estos momentos siempre nos ayudan a crecer, porque a través de ellos el Espíritu Santo nos moldea con ternura para que nos conformemos cada vez más a la mente y el corazón de Jesucristo.
De manera especial, queridos jóvenes, recuerden que Dios los ha creado a cada uno con un propósito y una misión en esta vida. Así que aprovechen esta oportunidad para escuchar, para orar, para que puedan percibir con mayor claridad la voz de Dios que los llama desde lo más profundo de sus corazones.
Quisiera añadir que hoy, muy a menudo, perdemos la capacidad de escuchar, de escuchar de verdad. Escuchamos música, nuestros oídos están constantemente inundados de todo tipo de contenido digital, pero a veces olvidamos escuchar a nuestro corazón, y es en nuestro corazón donde Dios nos habla, donde Dios nos llama y nos invita a conocerlo mejor y a vivir en su amor. Y a través de esta escucha, pueden abrirse a la gracia de Dios para fortalecer su fe en Jesús (Col 2,7), para que puedan compartir más fácilmente este don con los demás.
A ustedes, queridos profesores, lo que acabo de decir a los jóvenes lo digo también a ustedes, especialmente considerando su importante papel en la formación de la juventud actual: niños, adolescentes, jóvenes adultos. De hecho, los considerarán modelos: modelos de vida, modelos de fe. Los observarán especialmente por su forma de enseñar y de vivir. Espero que alimenten diariamente su relación con Cristo, quien nos ofrece el modelo de la enseñanza auténtica (Mt 7,28), para que, a su vez, puedan guiar y animar a quienes les han sido confiados a seguir a Cristo en sus vidas.
Finalmente, cuando regresen a casa, recuerden que una peregrinación nunca termina, sino que se centra en la "peregrinación diaria del discipulado". Todos somos peregrinos y siempre lo somos, en un camino que nos lleva a seguir al Señor y a buscar nuestro propio camino en la vida. Sin duda, no es fácil, pero con la ayuda del Señor, la intercesión de los santos y el aliento mutuo, pueden estar seguros de que, mientras permanezcan fieles, confiando siempre en la misericordia de Dios, la experiencia de esta peregrinación seguirá dando fruto a lo largo de sus vidas (cf. Jn 15,16).
Queridos amigos, con estas pocas palabras y encomendándoos a la intercesión de María, madre de la Iglesia, imparto de buen grado a cada uno mi cordial bendición. Dios les bendiga y gracias por venir.
León XIV