A las Universidades Católicas de América

Sala Clementina
Vaticano, 31 octubre 2025

Presidente de la Organización de Universidades Católicas de América Latina, padre Anderson Pedroso, y miembros de la ODUCAL, buenos días y bienvenidos.

Su peregrinación a Roma es un signo visible de los lazos de colaboración y afecto que deben caracterizar a su organización. Ustedes son conscientes de que, entre las finalidades de esta red de más de cien instituciones, está el progreso de la educación superior católica y el servir a la sociedad, creando espacios de encuentro entre fe y cultura, para anunciar el evangelio en el ámbito universitario.

Este peregrinar juntos ya dice mucho, porque expresa la misión misma por la que la universidad nació en el seno de la Iglesia Católica: ser un «centro incomparable de creatividad y de irradiación del saber para el bien de la humanidad» (Juan Pablo II, Ex Corde Eclesiae, 1) en el que «el esfuerzo conjunto de la inteligencia y de la fe permita a los hombres alcanzar la medida plena de su humanidad» (Ibid, 5).

Hoy, la universidad católica, como afirmó el papa Francisco, sigue siendo uno de los mejores instrumentos que la Iglesia ofrece a nuestra época, y es expresión de aquel amor que anima cada acción de la Iglesia: el amor de Dios por la persona humana (Discurso, 19-I-2024).

Desde los orígenes mismos de la vida universitaria en América Latina, la Iglesia ha sido motor en la educación. Las primeras universidades del continente (como la de Santo Domingo, Lima, México, y muchas otras) nacieron de la iniciativa de obispos, religiosos y misioneros convencidos de que anunciar a Jesucristo como "camino, verdad y vida" (Jn 14,6), «es parte integrante del mensaje salvífico cristiano» (Francisco I, Discurso, 20-II-2020).

Las universidades que ustedes representan, movidas por la misma convicción, «están llamadas a convertirse en itinerarios de la mente hacia Dios» (León XIV, Mensaje, 21-VII-2025) encarnando así, la identidad católica que debe distinguirlas. La propuesta de la educación superior católica no es otra que buscar el desarrollo integral de la persona humana, formando inteligencias con sentido crítico, corazones creyentes y ciudadanos comprometidos con el bien común. Y todo esto, con excelencia, competencia y profesionalidad.

Ustedes conocen bien los retos que hoy la educación enfrenta. Con creatividad, y sabiendo que la gracia los sostiene, sigan adelante con la misión que la Iglesia les confía.

Agradezco todos sus esfuerzos y trabajos para llevar adelante esta gran tarea y los encomiendo a la Virgen María, trono de la sabiduría, para que, como ella, siempre sean dóciles a la acción de Aquél que es la sabiduría misma, Jesucristo nuestro Señor. Que Dios les bendiga. Muchas gracias.

León XIV