A los delegados del patriarcado de Constantinopla

Sala Clementina
Vaticano, 28 junio 2025

Eminencia y queridos hermanos en Cristo, me complace dar la bienvenida, por primera vez desde mi elección como obispo de Roma y sucesor de Pedro, a vuestra delegación, que representa a la Iglesia hermana de Constantinopla.

Este tradicional intercambio de delegaciones entre las dos iglesias, con motivo de las respectivas fiestas de los santos patronos Pedro y Pablo, es signo de la profunda comunión que ya existe entre nosotros, y reflejo del vínculo de fraternidad que une a los apóstoles Pedro, Pablo y Andrés.

Tras siglos de desacuerdos e incomprensiones, la reanudación de un diálogo auténtico entre las iglesias hermanas de Roma y Constantinopla fue posible gracias a los pasos valientes y de amplias miras dados por el papa Pablo VI y el patriarca ecuménico Atenágoras. Sus venerados sucesores en las sedes de Roma y Constantinopla han continuado con convicción en el mismo camino de reconciliación, fortaleciendo aún más nuestras relaciones. A este respecto, deseo mencionar el testimonio de sincera cercanía hacia la Iglesia Católica ofrecido por el patriarca ecuménico Bartolomé, con su participación personal en las exequias del papa Francisco y luego en la misa inaugural de mi pontificado.

Al recordar con viva gratitud el camino recorrido hasta ahora, os aseguro mi intención de perseverar en el esfuerzo por restablecer la plena comunión visible entre nuestras iglesias. Este objetivo sólo puede alcanzarse con la ayuda de Dios, mediante un compromiso continuo de escucha respetuosa, y a través del diálogo fraterno. Por lo tanto, estoy abierto a toda sugerencia al respecto. Eso sí, consultando siempre a mis hermanos obispos de la Iglesia Católica, que comparten conmigo, cada uno a su manera, la responsabilidad de la plena y visible unidad de la Iglesia (Vaticano II, Lumen Gentium, 23).

Eminencia y queridos hermanos en Cristo, os estoy muy agradecido por vuestra presencia en Roma, en esta solemne ocasión. Os pido que transmitáis mi cordial saludo al patriarca Bartolomé y a los miembros del Santo Sínodo, junto con mi agradecimiento por haber enviado la delegación también este año. Que la intercesión de los santos Pedro y Pablo, de San Andrés y de la santa Madre de Dios, que viven eternamente en la perfecta comunión de los santos, nos acompañe y sostenga en nuestro compromiso al servicio del evangelio. ¡Gracias!

León XIV