Al equipo de fútbol de Nápoles
Sala
Clementina
Vaticano, 27 mayo 2025
Queridos amigos, bienvenidos y ¡felicidades por la victoria en el campeonato! ¡Es una gran fiesta para la ciudad de Nápoles!
Precisamente sobre esto me gustaría hacer una reflexión con vosotros. Ganar el campeonato es una meta que se alcanza al final de un largo camino, donde lo que más cuenta no es la hazaña de un momento, ni la actuación extraordinaria de un campeón. El campeonato lo gana el equipo, y cuando digo equipo me refiero tanto a los jugadores como al entrenador, el equipo técnico y la sociedad deportiva.
Me alegra mucho daros la bienvenida y destacar este aspecto de vuestro éxito, que considero el más importante y hasta diría que también lo es desde el punto de vista social. Sabemos lo popular que es el fútbol en Italia y en todo el mundo. Por lo tanto, también desde este punto de vista me parece que el valor social de un acontecimiento como este, que va más allá del mero aspecto técnico-deportivo, es el ejemplo de un equipo que trabaja unido, en el que el talento de cada uno se pone al servicio del conjunto.
Hay una última cosa que me gustaría decir, aprovechando esta ocasión. Se trata del aspecto educativo. Lamentablemente, cuando el deporte se convierte en negocio, corre el riesgo de perder los valores que lo hacen educativo, y puede llegar a ser incluso deseducativo. Sobre este aspecto hay que estar vigilantes, especialmente en cuanto tenemos que ver con los adolescentes. Hago una llamada a los padres y a los dirigentes deportivos, a que presten mucha atención a la calidad moral de la experiencia deportiva. Que lo hagan a nivel agonístico, porque está en juego el crecimiento humano de los jóvenes. Creo que nos entendemos, y no hacen falta muchas palabras más.
Os agradezco vuestra visita, y ¡felicidades de nuevo! Felicidades también de parte de una señora que, en estos días, me está preparando la comida, que es de Nápoles y que os dice: ¡Muchas felicidades! ¡Cómo le encantaría estar aquí también a la señora Rosa, una gran hincha!
Que el Señor os bendiga a todos vosotros y a vuestras familias. ¡Muchas felicidades!
León XIV