Al Colegio de Asesores Laborales
Sala
Clementina
Vaticano, 18 diciembre 2025
Queridos hermanos y hermanas, buenos días y bienvenidos.
Me alegra encontrarme con ustedes con motivo del 60 aniversario de la creación del Colegio Profesional de Asesores Laborales. La suya es una labor valiosa y llena de responsabilidad, que requiere competencia y sentido de la justicia. Me gustaría recordar con ustedes tres aspectos que considero especialmente importantes: la defensa de la dignidad de la persona, la mediación y la promoción de la seguridad.
En cuanto al primero, me gustaría retomar una expresión que, por así decirlo, he heredado del papa Francisco: «Trabajando, nosotros nos hacemos más personas, florece nuestra humanidad, los jóvenes se vuelven adultos» (León XIV, Dilexi Te, 115). Estas palabras nos recuerdan que en el centro de cualquier dinámica laboral no deben situarse ni el capital, ni las leyes del mercado, ni el lucro, sino la persona, la familia y su bien, respecto a los cuales todo lo demás es funcional.
Esta centralidad, constantemente afirmada por la doctrina social de la Iglesia (Juan Pablo II, Centesimus Annus, III, 5), debe tenerse muy presente en toda programación y planificación empresarial, para que los trabajadores y las trabajadoras sean reconocidos en su dignidad y reciban respuestas concretas a sus necesidades reales.
Pienso, por ejemplo, en la necesidad de satisfacer las necesidades de las familias jóvenes, de los padres que tienen hijos pequeños, así como en la importancia de ayudar a quienes, a pesar de trabajar, deben cuidar de familiares ancianos o enfermos. Se trata de necesidades que ninguna sociedad verdaderamente civilizada puede permitirse olvidar o descuidar, y ustedes tienen la posibilidad de apoyar a quienes luchan por afrontarlas.
Hoy en día, en un contexto en el que la tecnología y la inteligencia artificial gestionan y condicionan cada vez más nuestras actividades, es urgente comprometerse para que las empresas se caractericen, ante todo y sobre todo, como comunidades humanas y fraternas.
Esto nos lleva al segundo aspecto sobre el que me gustaría reflexionar: la mediación. En las dinámicas empresariales, su tarea los sitúa, en cierto sentido, como enlace entre los directivos y los empleados, convirtiéndoles en facilitadores de relaciones indispensables tanto para el buen funcionamiento de las empresas como para el bienestar de quienes trabajan en ellas.
Como asesores laborales, ustedes gestionan aspectos jurídicos y administrativos fundamentales para la vida de los trabajadores y sus familias, colaborando con las empresas y los empleados en materia de contratos, contrataciones, cotizaciones y muchas otras obligaciones.
En esta función, pueden surgir dos tentaciones. Por un lado, una excesiva burocratización de las relaciones; por otro lado, el alejamiento y el distanciamiento de la realidad. Ambas son perjudiciales, porque a la larga hacen insoportable el ambiente de la empresa, impidiéndole ser, según su verdadera vocación, una sinergia solidaria (Francisco I, Evangelii Gaudium, 218-219).
Les invito, por tanto, a no vivir su profesión aplastados desde el punto de vista empresarial, como si el resto fuera menos importante. San Juan, a este respecto, escribe: «Si alguien tiene las riquezas de este mundo y, viendo a su hermano en necesidad, le cierra su corazón, ¿cómo permanece en él el amor de Dios?» (1Jn 3,17).
A la luz de estas palabras, al actuar como intermediarios en las relaciones entre las partes sociales, los exhorto a mantener siempre los ojos bien abiertos sobre las personas que tienen delante, especialmente sobre quienes están en dificultades y tienen menos posibilidades de expresar sus necesidades y hacer valer sus intereses. Este es un gran acto de justicia y caridad.
Hay todavía un último tema sobre el que quisiera detenerme: la promoción de la seguridad. A este respecto, es muy beneficioso lo que hacen por la prevención de accidentes a través de la formación y la actualización de los trabajadores. Se trata de un servicio a su propia vida.
Lamentablemente, aún hoy en día son demasiados los accidentes y las "muertes blancas" que ocurren en los lugares de trabajo. Lo que deberían ser siempre espacios de vida, en los que las personas pasan gran parte de su tiempo cada día y emplean gran parte de sus energías, se convierten con frecuencia en lugares de muerte y desolación.
Por eso quiero recordarles que «la seguridad en el trabajo es como el aire que respiramos: solo nos damos cuenta de su importancia cuando trágicamente falta, ¡y siempre es demasiado tarde!» (Francisco I, Discurso, 11-IX-2023). Más vale prevenir que curar, y eso es lo que persiguen ustedes con sus valiosas contribuciones formativas.
Queridos amigos, tienen una tarea importante. Les animo a cumplirla con pasión y dedicación, conscientes de que muchos hermanos y hermanas cuentan con su contribución para realizar sus actividades laborales con tranquilidad.
Les encomiendo a la intercesión de la bienaventurada Virgen María y de San José, patrón de los trabajadores, mientras les imparto de corazón la bendición apostólica a ustedes y a sus familias. A todos les deseo lo mejor para una santa Navidad.
León XIV
Act:
18/12/25
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