En el Domingo XXVIII Ordinario
Plaza
San Pedro
Vaticano, 12 octubre 2025
Queridos hermanos y hermanas, deseo dirigirles un caluroso saludo a todos ustedes, que se han reunido para rezar en este gran cenáculo junto con María, la Madre de Jesús.
Ustedes representan la multiforme realidad de las asociaciones, movimientos y comunidades que están animadas por la devoción mariana, que es propia de todo cristiano. Les agradezco y les exhorto a cimentar siempre su espiritualidad en la Sagrada Escritura y en la tradición de la Iglesia.
Es estos últimos días el acuerdo sobre el inicio del proceso de paz ha encendido una chispa de esperanza en Tierra Santa. Animo a las partes implicadas a proseguir con valentía el itinerario marcado hacia una paz justa, duradera y respetuosa de las legítimas aspiraciones del pueblo israelí y del pueblo palestino.
Dos años de conflicto han dejado muerte y ruinas por todas partes, sobre todo en el corazón de quien ha perdido brutalmente hijos, padres, amigos y todo lo que tenía. Me uno junto con toda la Iglesia a su inmenso dolor. Hoy está dirigida sobre todo a ustedes la caricia del Señor, y la certeza de que, incluso en la oscuridad más profunda, él permanece con nosotros y nos dice: Dilexi te, te he amado.
A Dios, única Paz de la humanidad, le suplicamos que cure todas las heridas, y que ayude con su gracia a realizar lo que humanamente ahora parece imposible. Que nos ayude a redescubrir que el otro no es un enemigo, sino un hermano a quien mirar, perdonar y ofrecer la esperanza de la reconciliación.
Con dolor, sigo las noticias de los nuevos y violentos ataques que están golpeando varias ciudades e infraestructuras civiles en Ucrania, provocando la muerte de personas inocentes (entre ellas niños) y dejando a muchas familias sin electricidad ni calefacción. Mi corazón se une al sufrimiento de la población, que desde hace años vive en la angustia y entre privaciones. Renuevo el llamamiento a poner fin a la violencia, a parar la destrucción, a abrirse al diálogo y a la paz.
Acompaño de cerca al querido pueblo peruano en este momento de transición política. Rezo para que el Perú pueda continuar por el camino de la reconciliación, del diálogo y de la unidad nacional.
Hoy en Italia se recuerdan las víctimas de los accidentes laborales. Recemos por ellos y por la seguridad de todos los trabajadores. Y ahora dirijámonos a María con confianza filial.
León XIV