En el Domingo VII de Pascua
Plaza
San Pedro
Vaticano, 1 junio 2025
Al final de esta eucaristía, deseo dirigir un saludo cordial a todos vosotros, participantes en el jubileo de las familias, de los niños, de los abuelos y de los ancianos. Habéis venido de todas las partes del mundo, con delegaciones de 131 países.
Estoy contento de acoger a tantos niños, que reavivan nuestra esperanza. Saludo a todas las familias, pequeñas iglesias domésticas, en las que el evangelio es acogido y transmitido. La familia, decía San Juan Pablo II, tiene su origen en el amor con que el Creador abraza al mundo creado (Gratissimam Sane, 2). Que la fe, la esperanza y la caridad crezcan siempre en nuestras familias. Un saludo especial a los abuelos y ancianos, modelo genuino de fe e inspiración para las generaciones jóvenes. ¡Gracias por venir!
Hoy en Italia, y en varios países, se celebra la solemnidad de la Ascensión del Señor. Es una fiesta muy hermosa, que nos hace mirar hacia el objetivo de nuestro viaje terrenal. En este horizonte, recuerdo que ayer en Braniewo (Polonia) fueron beatificadas Cristófora Klomfass y 14 hermanas de la Congregación de Santa Catalina, asesinadas en 1945 por los soldados del Ejército Rojo en los territorios de la actual Polonia. A pesar del clima de odio y terror contra la fe católica, siguieron sirviendo a los enfermos y huérfanos. A la intercesión de las nuevas beatas mártires encomendamos a las religiosas de todo el mundo, que gastan su vida generosamente por el reino de Dios.
Recuerdo también hoy la jornada mundial de las comunicaciones sociales, y doy las gracias a los trabajadores de los medios de comunicación que, cuidando la calidad ética de los mensajes, ayudan a las familias en su tarea educativa.
Que la Virgen María bendiga a las familias y las sostenga en sus dificultades. Pienso especialmente en aquellas que sufren a causa de la guerra en Oriente Medio, en Ucrania y en otras partes del mundo. Que la madre de Dios nos ayude a caminar juntos por el sendero de la paz.
León XIV