Semana.

1. La semana en la vida social y en la liturgia.

Es un problema difícil el del origen de la semana Estrechamente ligada con el sábado y quizá con el ciclo lunar, asumió desde el principio por esta razón un específico carácter religioso que la distingue netamente de los períodos de siete días atestiguados en otras partes en el Oriente Medio (cf. Gén 8, 10 y el poema babilónico de Guilgamel; Gén 29,27; Jue 14,12; 2Re 3, 9). Probablemente anterior a la legislación mosaica, tiene un lugar importante ya en los textos más antiguos (Éx 20,8ss; 23,12; 34,21). Así Dios da a su pueblo el ritmo de su trabajo y de su reposo.

La semana tiene una función importante en las costumbres y en las prácticas religiosas del AT. Las fiestas de los ázimos y de los tabernáculos duran una semana (Dt 16,4; Lev 23.8.34). Pentecostés, o fiesta de lassemanas, tiene lugar siete semanas después del sábado de pascua (Éx 34,22; Lev 23,15). Además, después del exilio, sacerdotes y levitas se repartían por turno las semanas en el templo para desempeñar en él el servicio cultual. Al lado del calendario que se hizo oficial y fue conservado por los cristianos, otro calendario sacerdotal arcaico armonizaba el año solar de 364 días con un ciclo completo de 52 semanas.

Cada semana de años terminaba con un año sebático, en el que se debía dejar en libertad a los esclavos y a los deudores y hacer descansar la tierra (Éx 21,2; 23,20ss; Dt 15, lss; Lev 25,3s). Al cabo de siete semanas de años estaba previsto un año jubilar, año de manumisión por excelencia (Lev 25,8...). La profecía de las setenta semanas (Dan 9,24), que anuncia la manumisión final de Israel, está construida a base de la cifra convencional de diez períodos jubilares, mientras que el texto de Jeremías, que constituye su punto de partida (Jer 25,11s), sitúa la salvación al final de diez períodos sabáticos.

2. Significación teológica.

Según la teología sacerdotal, la segunda que pone un ritmo en la actividad del hombre tiene por prototipo sagrado la actividad creadora de Dios mismo (Gén 1,1-2,3; Éx 20,9ss; 31,17). Así la ley hebdomadaria se considera como una institución divina de valor universal.

En el NT adquiere la semana un nuevo valor religioso. Ahora ya tiene su principio en el domingo, día del Señor, celebración hebdomadaria de su victoria (Ap 1,10; Hech 20,7; iCor 16.2).

El trabajo que despliega luego en ella el cristiano se realiza así bajo la guía de Cristo redentor, que domina el tiempo. Pero la semana sigue tendiendo hacia un día octavo que, más allá del ciclo de las semanas, introducirá al pueblo de Dios en el gran reposo divino (Heb 4,1-11); el reposo del domingo anuncia ya su venida.

CHARLES THOMAS