CORRECCIÓN FRATERNA EN QUMRAN

En cualquier lugar donde alguien se encuentre con su prójimo, el menor obedezca al mayor en todo lo tocante al trabajo. Luego coman juntos y juntos bendigan al Señor, y juntos tomen las decisiones.

Dondequiera vivieren doce hombres del consejo de la Comunidad, no falte uno que sea  sacerdote, el cual presidirá las reuniones donde todos serán consultados sobre todos los asuntos, sentándose cada cual según su orden. Y cuando se prepare la mesa para comer o para beber el mosto el sacerdote extenderá su mano en primer lugar para tomar y bendecir las primicias del pan y del vino.

En los lugares donde haya más de diez, nunca falte alguien que medite la Ley, día y noche, continuamente, sucesivamente, uno después del otro.

Los Rabbim velarán juntos la tercera parte de todas las noches de año para leer el Libro y para buscar la justicia y para bendecir a Dios en común.

Esta es la Regla para las asambleas de los  Rabbim. 

¡Cada uno se ponga de pie en su lugar asignado!

En primer lugar se sentarán los sacerdotes y luego los más ancianos, y a continuación sentará el resto de todo el pueblo, cada cual en su lugar.

Con este procedimiento serán interrogados todos los miembros de la Comunidad en todas las materias que estén relacionadas con la justicia. Todo argumento y cuestión serán puestos en discusión ante los Rabbim, de modo que cada uno pueda proponer el propio parecer al consejo de la Comunidad.

Nadie interrumpa la palabra del otro y no hable hasta que su hermano haya terminado de hablar.

Además  nadie se atreva a hablar antes del turno que le fuera asignado por escrito.

En la asamblea de los Rabbim nadie diga un palabra sin el beneplácito de los Rabbim y el asentimiento del Inspector de los  Rabbim.

Quien tenga algo que decir a los Rabbim, y que sin embargo no esté en la condición  de quien pueda interrogar al consejo de la Comunidad, se ponga de pie y diga:

¡Tengo algo que comunicar a los Rabbim! Si lo autorizan a hablar, podrá hacerlo.