Una historia del Valdismo Europeo

Desde los orígenes hasta el siglo XV

Ricardo Ribeiro

Nacido en Montevideo. Licenciado en Teología por la Facultad Evangélica de Teología (Buenos Aires, 1949). Estudió un año en el Union Theological Seminary (New York) en el Program of Advanced Studies of Religion. Pastor de la Iglesia Evangélica Valdense del Río de la Plata en Colonia Iris (La Pampa, Argentina) 1950-1959; en Colonia Belgrano (Santa Fe, Argentina) 1960-1965; en Paysandú (Uruguay) 1966-1981; en San Salvador (Dolores, Uruguay) 1981-1991. Moderador de la Mesa Valdense entre 1983 y 1988. En la actualidad Pastor emérito. Dirección: 25 de Mayo 559 - 60.000 Paysandú - Uruguay

 

Los orígenes

Valdo aparece en escena alrededor de 1 170 0 1 180 d.C., lo que los historiadores llaman la "segunda edad media". En el 1054 d.C. se había consumado el cisma entre las iglesias de Oriente y Occidente, marcando el comienzo de esta época, que por otra parte se caracteriza por una explosión demográfica. En poco tiempo, la población de Europa pasa de alrededor de 40 a 60 millones de habitantes. Eso trae consigo grandes problemas y también un impulso de cambio en la sociedad en la agricultura y la industria y, por lo tanto, en el comercio. Para esa explosión demográfica la disponibilidad de tierras cultiva­bles, la tecnología agrícola, los medios de transporte, van a ser absolutamente insuficientes. La organización social dividida en tres clases: el clero, los guerreros y caballeros y los obreros (campesinos, siervos y villanos) comienza a entrar en crisis bajo las nuevas condiciones. La iglesia, que había llegado a la cima de su poderío y era beneficiaria de dicho orden, lo consideraba sagrado y de naturaleza divina. Esto explica, de cierta manera, la proliferación de movimientos heréticos con una impostación social y críticos del lujo del alto clero, tanto en Italia como en Francia.

De todas maneras, la expansión demográfica producirá, poco a poco, el progreso no sólo de la agricultura, sino en la industria y artesanado; y junto con ello un aumento de la actividad comercial, con la aparición de fuertes burgue­sías, las que poco a poco harán entrar en crisis al feudalismo, tanto laico como eclesiástico. No obstante esto, las hambrunas castigaban periódicamente a grandes masas de pobres que no habían encontrado su lugar en el cambiante espectro social.

Es en medio de este panorama que aparece Valdo en la historia. Casi no tenemos noticias precisas acerca de él. Su nombre es seguramente un toponímico, pero ¿de qué lugar? Ignoramos su nombre de pila, ya que "Pedro" aparece en un escrito tardío (1368 d.C.) en el que se asimila a Valdo con el apóstol Pedro. El interés polémico nos hace sospechar que ese es un nombre que se le regala. También ignoramos todo lo que tiene que ver con su vida y finalmente con su muerte después del 1181 d.C., cuando fue expulsado de Lyon, junto con sus seguidores. Como de Moisés, desconocemos el lugar de su sepultura. Tenemos muy pocos documentos de origen valdense; sólo la Confesión de Fe de Valdo (1180 d.C.), el Liber antiheresis de Durando de Osca y las "Actas" del coloquio de Bérgamo (1218 d.C.). Desde allí saltamos al 1318 d.C. a unas cartas que los valdenses italianos envían a sus hermanos de Austria.

De cronistas y otros autores católicos sabemos que, al momento de su conversión, Valdo era un rico burgués de Lyon, arrendatario de derechos feudales y concesio­nario de uno de los hornos de poya del Capítulo de la Catedral de Lyon. Esos hornos eran propiedad del Estado y cuyo arrendamiento se pagaba en especie, con pan, de modo que daba mucha ganancia. Los motivos de su conversión entran en el plano de la leyenda y hay muchos relatos diferentes entre sí. Sabemos que de alguna manera fue confrontado con Jesús y su "anda, vende lo que tienes y dalo a los pobres, y luego venysígueme "(Mateo 19,21). A ciencia cierta sabemos que se hizo traducir en lengua vulgar una cantidad de escritos bíblicos y patrísticos, pagando la traducción con sus derechos sobre el horno de que era concesionario. También dejó una parte de sus bienes a su esposa, otra parte como dote para sus dos hijas. (Parece que quería sustraerlas a la mala influencia de su madre y las recluyó en un monasterio). Devolvió dineros obtenidos con usura y lo que le quedaba, que "parece" era mucho, lo repartió entre los pobres. Luego, acompañado de otras personas que siguieron su iniciativa, se dedicó apredicarel Evangelio al pueblo, bajo voto de pobreza absoluta.

Su iniciativa de predicar, siendo laico, le acarreó dificultades con el clero local, por lo cual en 1179 d.C. se presenta con otros dos compañeros ante el III Concilio de Letrán, para solicitar al Papa la autorización para predicar. El Papa los recibe afablemente pero los hace someter a un examen en el que son puestos en ridículo por su total ignorancia de las sutilezas del escolasticismo. El Papa, finalmente, no le niega la autorización para predicar, pero la subordina al obispo local.

Parece ser que tanto en su viaje de ida como de vuelta a Roma, Valdo predicó en diversos lugares teniendo muy buena acogida de sus auditorios. Lo cierto es que, a principios del siglo siguiente, hay "Pobres de Lyon" en el Norte de Italia y que éstos entran en contacto con otros movimientos similares.

En 1180 d.C. se celebra en Lyon un Sínodo diocesano con la presencia del Cardenal-legado Henry de Clairvaux, ante el cual Valdo suscribe una Confe­sión de Fe en la que afirma su adhesión a los dogmas fundamentales de la iglesia, en nombre de la Trinidad y de la Santa Virgen. No se solidariza con quienes sostienen una fe diferente y declara su propósito de vida en el cual él y sus seguidores renuncian al mundo, dan a los pobres todo lo que poseen y deciden vivir integralmente en la pobreza, preocupados solamente en cumplir los consejos evangélicos como si fueran preceptos.

Ni una palabra en cuanto a la predicación que era, sin embargo, el punto conflictivo con la autoridad y era también motivo principal de los votos originales de pobreza que había hecho al principio, a fin de ser libres para anunciar entre los pobres el Evangelio. Suponemos que la preocupación de la iglesia en ese momento tenía que ver con la ortodoxia de los nuevos movimien­tos que pululaban, más que con la práctica de vida. De todos modos, al año siguiente (1181 d.C.) requerido Valdo por el nuevo obispo a fin de que se abstuviera de predicar, respondió con las palabras de Pedro ante el Sanedrín: "Es preciso obedecer a Dios antes que a los hombres" (Hechos 5,29); por lo cual él y sus seguidores fueron expulsados de la ciudad.

No obstante, la difusión del movimiento, libre ya de cualquier inhibición asumida en beneficio de la paz con la jerarquía, continúa por el Sur de Francia, el Norte de Italia y aún más allá de los Pirineos.

Pocos años más tarde (1184 d.C.) el Concilio de Verona lo condena por rebelde y cismático (no todavía por hereje) y se toman contra él serias medidas represivas. Finalmente en 1215 d.C., en el IV Concilio de Letrán son condena-dos como heréticos, y comienza un período de represión que se irá intensificando a lo largo del tiempo.

Valdo y la pobreza

La conversión de Valdo a la pobreza voluntaria y a la predicación itinerante, centrada en un llamado a la conversión individual, no obedecía a motivos de orden político o social, aún teniendo en cuenta que la situación de Lyon en estos dos aspectos, hubiera justificado movimientos de tal orden, enmascarados en formas religiosas.

Pero en la preocupación de Valdo por los desvalidos, no descubrimos sino solicitud por su salvación, tanto material como espiritual, sin segundas intenciones.

La opción de Valdo y sus compañeros por la pobreza, debe verse en relación con la conciencia que tenían de haber recibido una gracia especial que los obligaba a predicar libremente. El énfasis de la opción valdense, según Durando de Osca, no está puesto en la pobreza sino en la misión de predicar. Repetidamente en su obra Liber antiheresis exalta el "divino ministerio de la predicación", que los pobres han asumido siguiendo al "señor Valdesius", elegido por Dios para la tarea de predicar, en razón de la cual han abrazado la pobreza. En ésta son libres de predicar, porque no se afanan por el día de mañana y, por otra parte, se hacen solidarios con su auditorio más habitual: el pueblo común.

Durando de Osca es uno de los compañeros de misión más cercanos a él y al parecer el único que posee cierta cultura teológica, y seguramente tiene orden religiosa. En el Liber antiheresis hace la apología de Valdo, aclara muchísimos aspectos del sentido de su misión y de la de sus compañeros, explicando cuáles son sus motivaciones interiores y qué les preocupa en su tarea. Ese libro sale en época temprana. Posteriormente Durando reingresa al catolicismo con algunos compañeros formando una orden que llama Los Pobres Católicos, por oposi­ción a los Pobres de Lyon. Como dice Molnar: "el retorno a la pobreza evangélica no es para los valdenses un camino de perfección para una elite moral, sino más bien el medio por el cual, en el momento preciso, es sólo capaz de reconducir a la iglesia entera sobre el camino recto de la obediencia a su Señor ". Por eso ni Valdo ni los pobres Lombardos admitían que su movimiento de obediencia fuera controlado por la jerarquía.

Valdo y la iglesia

No obstante lo dicho y, seguramente por eso mismo, los Pobres de Lyon no entendieron separarse de la iglesia ni constituir una nueva. En efecto, en la Confesión de Fe de Valdo de 1180 d.C. leemos: "Creemos de todo corazón y confesamos con nuestros labios una iglesia, católica, santa, apostólica e inmaculada, aparte de la cual creemos nadie puede ser salvo ". En todo caso pretendían hacer una crítica de la iglesia desde su propio seno, tendiente a su regeneración. Un documento inquisitorial, por su parte, declara: "Ellos tienen, creen y enseñan a sus amigos creyentes los siete artículos de la fe, así como los siete sacramentos y la mayor parte de lo que constituye la fe de los católicos ".

Este sentimiento de pertenencia, de estar siempre dentro de la iglesia, fue un sentimiento que acompañó a los valdenses a lo largo de casi toda la historia, hasta la época de la Reforma. Federico Reiser, un Barba llevado a la hoguera en Basilea, cuando se le pidió que se identificara como valdense, afirmó que era valdense pero de alguna manera involucrando a la comunidad valdense, "los creyentes que dentro de la Iglesia Romana desprecian la Donación de Constantino". No fuera de la Iglesia Romana, sino dentro de la misma.

Asimismo reconocían el orden sagrado, aunque sostuvieron hasta el martirio que, el ministerio de la predicación concernía como un imperativo también a los laicos que habían conocido la verdad. En consecuencia recibían de los sacerdo­tes ordenados, normalmente, los sacramentos. Algunos sectores más radicales del valdismo primitivo (los "pobres Lombardos") negaban la validez de los sacramentos administrados por sacerdotes indignos, que no eran tales por ser sacerdotes o católicos sino, en todo caso, por simonía, avaricia, adulterio o fornicación. En los hechos, los ministros valdenses, aún en el siglo XIV, no administraban sino algunos sacramentos, en particular el orden, la penitencia y la eucaristía. Y en Alemania, antes de su relacionamiento con el movimiento husita, solamente la penitencia y, muy raramente, el bautismo.

Fue el tema del purgatorio el que recibió de los valdenses una crítica bien definida. Ya en 1190 d.C. un grupo de valdenses de Francia niegan no sólo la utilidad, sino aún la posibilidad de los sufragios por los muertos. A excepción de Valdo y el grupo de Durando de Osca, la negación valdense del purgatorio es tajante y carece de matices. Es en esta vida solamente que se juega la incidencia de la fe.

Desarrollo del movimiento

Como habíamos dicho, con la expulsión de Valdo y Los Pobres de Lyon, el movimiento, que ya había comenzado a divulgarse anteriormente, prolifera rápidamente en medio de una sociedad ya de por sí crítica de la situación de la iglesia y proclive a seguir movimientos disidentes. Por otra parte, rotas sus relaciones con la jerarquía, los predicadores valdenses radicalizan su cuestionamiento del lujo, la avaricia y la corrupción del clero. Desde temprano aparecen también en Italia del Norte los pobres de Lyon y, asimismo, los Pobres Lombardos.

Los Pobres Lombardos

No conocemos el origen de los "Pobres Lombardos". Seguramente han surgido en Lombardía independientemente de la predicación de Valdo y, en algún momento dado, se han asociado con los Pobres de Lyon en función de sus afinidades de doctrina y vocación. Este grupo tendrá suma importancia en el desarrollo posterior del valdismo. Pero previamente (en 1205 d.C.) se produce entre los Pobres de Lyon y los Lombardos una separación debido a algunas diferencias relativas principalmente al gobierno de la comunidad y al trabajo manual, como también a la validez o no del sacramento administrado por un sacerdote indigno. Los Lombardos desean nombrarse un jefe (o "presbote") y Valdo se opone a que su movimiento tenga otro jefe que no sea Jesucristo.

Aún él mismo no quiere ser el jefe, sino solamente su fundador e inspirador. Los Lombardos están, por otra parte, organizados en comunidades artesanales y viven del trabajo de sus manos. Los Pobres de Lyon sostienen su negativa de trabajar ya que, según ellos, el trabajo lleva a la adquisición de bienes, que impiden al creyente vivir su vocación de servir y proclamar el Evangelio. Finalmente, los Lombardos niegan toda validez a la eucaristía oficiada por un sacerdote indigno, en tanto los de Lyon sostienen que su validez depende de las palabras utilizadas siempre que el sacerdote esté regularmente ordenado, no importa cuál sea su condición moral. Estas diferencias llevan a ambos grupos a romper su comunión y los Lombardos se separan bajo el liderazgo de Juan de Ronco, en 1205 d.C.

Bérgamo

No obstante, seguramente después de la muerte de Valdo (posiblemente en 1206 d.C.), de nuevos conflictos habidos dentro del sector lombardo y la desaparición de Juan de Ronco, los contactos entre ambas partes se renuevan; contactos que culminan en el Coloquio de Bérgamo en 1218 d.C. (Es de notar que por el lado lyonés, los elementos más "ortodoxos" se han reconciliado con la iglesia dominante, bajo la dirección de Durando de Osca en 1207 d.C., formando la orden de Los Pobres Católicos; y de Bernardo Prim en 1209 d.C., que formó la de Los Pobres Reconciliados. Los hechos se van desarrollando con gran rapidez).

De este encuentro tenemos un relato completo en una carta que los valdenses lombardos envían a sus "hermanos y hermanas, amigos y amigas, amados en Cristo, que viven más allá de los Alpes " (Alemania), descubierta en 1875 d.C. entre los papeles de un inquisidor. Por ella sabemos que tras diversos contactos previos se reunieron en Bérgamo (mayo de 1218 d.C.) seis representantes de los lyonistas ("ultramontanos") y seis de los lombardos ("italianos"), a fin de buscar un concenso relativo a los distintos puntos de divergencia. El acuerdo no fue total, pero los puntos todavía en discusión fueron remitidos a las "comunas" de uno y otro sector (suponemos que son asambleas). De todas maneras, hay entre ambos sectores una clara voluntad de seguir unidos para la misión y de organizarse para ello, habida cuenta (aunque no se mencione en la carta) de las crecientes medidas de represión instrumentadas a raíz de las sucesivas conde­nas de que han sido objeto por parte de la iglesia dominante. Recuerden que ya antes de 1200 d.C., dos años antes, habían sido condenados incluso como herejes. De hecho, la difusión posterior del valdismo tendrá su centro neurál­gico en el sector lombardo, mejor organizado y teológicamente más radical.

La difusión europea En Italia

Los Alpes –

La idea de que la presencia valdense en los Alpes Coccianos es fruto de la emigración masiva proveniente de Francia a causa de la persecución, debe ser abandonada definitivamente. En efecto, las primeras noticias de dicha presencia en los valles son de 1207 d.C. y se refieren a predicadores. Yen 1210 d.C. las autoridades toman medidas no contra valdenses residentes, sino contra los misioneros e, indirectamente, se imponen multas a quienes alberguen misioneros o misioneras. A partir del 1300 d.C. la proporción de estos "herejes" aumenta rápidamente y en 1312 d.C. es llevada a la hoguera en Pinerolo una mujer acusada de "vaudixia". ¿Sería una predicadora esta primer mártir en los Valles? Seguramente la adopción del valdismo por gran parte de la población de los valles, está relacionada con la lucha de los campesinos contra la represión de los señores feudales, en tanto aquél les provenía de una mentalidad colectiva y cuestionadora del poder.

Apulia –

En la segunda mitad del siglo XIII, los señores de esta región meridional de Italia, deseando repoblar sus tierras y hacerlas productivas, organizaron la colonización con inmigrantes provenientes de Provenza y del norte de Italia. A principios del siglo XIV (1315) se producen nuevas inmigra­ciones de la misma procedencia. Seguramente entre los inmigrantes se contaba un importante número de valdenses y otros no-conformistas. Por su parte los valdenses sienten reavivarse su celo misionero y su actividad evangelística se intensifica, hasta el punto de que dicha actividad se verifica también en los valles alpinos y en el Piamonte.

Los Barbas que visitan los valles del Piamonte proceden, muy frecuentemente, de la Apulia. Tanta importancia toma este sector del mundo valdense que los inquisidores llegan acreerque en Abulia reside el "sumo pontífice" de los valdenses.

Al norte de los Alpes

La presencia valdense en Alemania se verifica desde temprano, pero su actividad se intensifica bajo la dirección de los valdenses de Lombardía. Es muy dificil seguir las huellas del valdismo alemán (y en general del Este Europeo) debido a que no hay prácticamente otros documentos que los inquisitoriales (que se refieren sólo a lo que lograron descubrir los inquisidores y no, obviamente, a lo que "se les escapó"). Sabemos que a principios del siglo XIII se los encuentra en el Alto Rhin, en Baviera y en Austria. En 1336 d.C. los encontramos en Wittenberg donde poseen un importante centro comunitario, del cual dependen otras poblaciones.

Detrás del avance alemán por tierras eslavas, van los valdenses mezclados en las olas de colonos y artesanos alemanes. Así es como se los encuentra en Pomerania y Polonia, en las costas del Báltico. Tanto que en 1318 d.C. se instala la inquisición en Cracovia y Breslau para controlar esa afluencia de herejes. En Silesia cincuenta "herejes", en buena parte valdenses, fueron quemados cerca de 1318 d.C.

En Austria fue donde quizá se verificó la mayor concentración valdense, hasta el punto que dirigían un leprosario en Neuhofen. Los informes inquisitoriales hablan de treinta y seis poblaciones de "leonistas". Sin embargo, debido a la presión de la inquisición y al cansancio de una clandestinidad sin futuro, se produjo en el siglo XIV una ola de reingreso al catolicismo que diezmó al valdismo austríaco.

En Bohemia el valdismo se desarrolló principalmente entre los inmigrantes alemanes que recibían visitas, tres veces por año, de sus ministros Albert y Gottfried, quienes hacia 1335 d.C. disponían de un carruaje, provisto por la comunidad para sus traslados. De todas maneras, en los niveles populares debe haberse verificado una buena comunicación entre alemanes y checos, ya que a principios del siglo XV los puntos principales de la doctrina y ethos valdenses son bien conocidos en los ambientes checos.

En el Oeste

Los seguidores de Valdo son numerosos durante el siglo XIII en Languedoc y Provenza desde Cataluña hasta Burdeos. Por todas partes se tienen reuniones secretas con estos hombres que calzan sandalias y se oponen a todo juramento y a todo homicidio, incluso al que el Estado puede imponer a los delincuentes, son absolutamente contrarios a la pena de muerte. En cierto momento llegan a tener en Montauban su cementerio, un hospital y escuelas. Obviamente la población los acompañaba porque estaban sujetos a la persecución. Algunos ministros desarrollan el ministerio de sanidad. Poseen en general el respeto del pueblo, y por eso se mantienen, ya que estos valdenses en particular dependen enteramente de las limosnas. Los Pobres de Lyon propiamente no poseían y no recibían nada más que el alimento y el vestido, de modo que si la gente no colaboraba se morían de hambre, tenían que irse. De tal manera que su permanencia y difusión en el Sur de Francia, se debe al apoyo que tienen entre la población. Sin embargo, la inquisición los golpea duramente y cada vez más, hasta que a fines del siglo se han sumido totalmente en la clandestinidad.

La Internacional Valdo-Husita.

Crisis y Renovación Situación del  valdismo en el siglo XV

A principios del 1400 d.C. el valdismo parecía agonizar. Después de dos siglos cuestionando el orden establecido sin poder transformarlo, sobrevivía, recor­dando un pasado lleno de ejemplos de fidelidad y miraba hacia un vago triunfo futuro, evitando la confrontación con el presente. Toda la vida espiritual se vive subterráneamente y se ha perdido toda iniciativa en la predicación. Rechazado por la iglesia dominante y acosado implacablemente por los poderes eclesiás­ticos y seculares juntamente, carece de un mínimo espacio para elaborar su propio pensamiento y para confrontar al catolicismo reinante.

La revolución husita

La revolución husita, al liberar una vasta zona europea de la presencia de la inquisición y de cualquier otra forma de intolerancia coercitiva, crea para los valdenses ese espacio indispensable para su vivencia pertinente, y les permite renovarse en vistas de su proyección al futuro. La revolución husita, más quizá que la reforma del siglo XVI, ha sido para el valdismo, determinante para su permanen­cia hasta el día de hoy. Recíprocamente, muchos de los contenidos del radicalismo husita no se explican sin tomar en cuenta la influencia valdense. Gonnet/Molnar dicen: "En cuanto a nosotros, estamos persuadidos de que en el seno del husitismo victorioso se ofreció a la antigua predicación valdense la ocasión de salir de la clandestinidad, de contribuir a la formulación de una teología husita, y de recibir a su vez impulsos vitales" (Les vaudois au Moyen Age, p.212).

Juan Hus y sus inmediatos seguidores

El propio Hus, profesor de la Universidad y lector de Wyclif, no podía sentir simpatía por una posición teológica ajena a todo método escolástico y consideraba al valdismo como un movimiento herético con el cual no quería ser confundido. Si deseaba ver al clero recuperar el ideal de la pobreza, lo hacía en nombre de la verdad de Cristo y no en función del valdismo. Sin embargo, una vez excomulgado debe abandonar Praga y predica por los caminos, por los campos, igual que los antiguos predicadores valdenses. Predica a un pueblo que acude a escucharlo, en una región donde algunas décadas antes se había manifestado simpatía hacia los valdenses incluso a nivel del castellano del lugar.

A partir de la muerte de Hus y del triunfo del movimiento reformador en Praga, Jacobel de Stribo, el sucesor de Hus en su cátedra, toma oficialmente la defensa del valdismo, dando comienzo y lugar a una creciente solidaridad entre husitas y valdenses. Asimismo, llama la atención que la teología de Jacobel se corresponde notablemente, aun en lo formal, con la teología valdense tal como resulta de la correspondencia entre los valdenses de Austria y de Italia (Epístola Fratrum).

Los acontecimientos

La revolución husita se desarrolló a través de varias fases, en las cuales la presencia o influencia valdense tuvo mayor o menor peso. Comenzó con un levantamiento popular, contra el cual se estrellaron las fuerzas militares reunidas por el Papa. Sin embargo, el ala moderada del movimiento hizo las paces con Roma a cambio de algunas concesiones.

Ante ello, los más intransigentes se organizaron en torno a Tabor para continuar la lucha. Aunque finalmente fueron vencidos militarmente, esta revolución logró que, por primera vez en la historia de Occidente, quedara libre de la opresión papal una parte de la cristiandad. El movimiento taborita se convirtió en la Iglesia de la Unidad de los Hermanos Bohemios, la Unitas Fratrum.

La internacional

A todo esto, los grupos valdenses que en Alemania e Italia habían sobrevivido comenzaron a reanimarse. Por su parte, los teólogos taboritas reconocieron la importancia de la protesta valdense y sus opciones de vida.

Los taboritas no aceptaron todos los puntos de vista valdenses y éstos tampoco renunciaron a los suyos respecto de la revolución taborita, especialmente el aspecto violento de la revolución. Pero ambos se mantuvieron firmemente unidos, especial-mente en el campo de la teología. Por un lado, a través de los teólogos praguenses, la teología valdense llegó a los claustros universitarios. Por otro, la confesión taborita y otros escritos de procedencia husita fueron traducidos en "lengua valdense" y circularon profusamente entre las comunidades latinas.

Los husitas bohemios impulsaron la renovación del movimiento misionero entre las comunidades valdenses de Alemania, estrechando los lazos que los unían entre sí. Los ministros valdenses alemanes visitaban las comunidades en Bohemia. Unidos proyectaban un movimiento evangélico tendiente a extender-se por Europa, en las comunidades valdenses diseminadas por el continente. Molnar ha llamado a este proyecto la "Internacional Valdo-Husita".

La nueva situación determinó la transformación del ministerio itinerante de los "barbas" que comenzaron a ser personas con un relativo buen nivel de preparación, capaces de leer latín y conocedores de rudimentos científicos, maestros de la fe y difusores de cultura.

Al mismo tiempo la actividad de los "barbas" fue purificada y distribuida racionalmente, a menudo con base de operaciones en Bohemia; como Federico Reiser que la tenía en Zaapek y quien, junto con otros colegas, cubría un área que iba desde Cracovia hasta Basilea. El propio Reiser, ministro valdense itinerante, se integró al movimiento taborita y fue ordenado ministro taborita. Tras la revolución husita se reintegró al ministerio itinerante, visitando y reorganizando a la diáspora valdense, hasta que al fin fue arrestado en Basilea, condenado y llevado a la hoguera.

Anticonstantinismo

Federico Reiser, frente a sus inquisidores de Estrasburgo (1458 d.C.), identifica a los valdenses como los creyentes que, en el seno de la iglesia romana, desdeñan la donación de Constantino. Una afirmación tanto ecuménica como contestataria. No identifica a los valdenses con un nombre, una raza, una cultura, sino con una postura, una actitud. Y no aparte de la cristiandad sino dentro de ella. Incluso utiliza el nombre de "Iglesia Romana".

Uno de los tratados valdenses "Esta es la causa de nuestro apartamiento de la Iglesia Romana" resume esta teología a la vez tolerante e intransigente: "Hay muchas cosas buenas, necesarias y útiles para la salvación de la Iglesia Romana: la confesión de la fe católica y apostólica, el símbolo de Nicea, el de Atanasio y aún las costumbres y la predicación cuando son conformes al Evangelio". Pero la cristiandad se convierte fácilmente en la iglesia maligna por el prestigio temporal que se arroga y sucumbe a la tentación del poder para hacerse la iglesia de la tiranía.

A mediados del siglo XII aparece el falso documento de la "Donación de Constantino", que los papas exhiben para afirmar la legitimidad del poder temporal que detentan. Según este documento Constantino confía al Papa y a sus sucesores el gobierno de la parte occidental del Imperio, con todos sus atributos y prerrogativas. Aunque falso, el documento traduce un hecho histórico: la "oficialización" de la iglesia por parte de Constantino subdividió la actitud de la iglesia frente a la sociedad; la iglesia se arrogó el papel de garantizarla. La iglesia no es ya el pueblo de creyentes que viven libremente su fe, sino cuestión de intelectuales, obispos, abogados y escribanos encargados de pensar y decidir las cosas de la fe en lugar del pueblo de los fieles.

La protesta de Valdo y sus seguidores inmediatos, aún cuando cuestiona la autoridad del clero para impedir la misión apostólica de los laicos, desconoce el tema de la donación de Constantino. No así los pobres lombardos, que relacionan y justifican su propia existencia con una opción anticonstantiniana. Ya en el siglo XIII afirman que los pontífices romanos no son sucesores de Pedro sino de Constantino. Que los emperadores romanos a partir de Julio César habían adquirido el imperio y su gloria por la violencia y la rapiña de modo que el Papa Silvestre, al haberlos recibido ilegítimamente, él mismo los tenía por vía de rapiña.

Durante el siglo XV el tema se generaliza en los medios valdenses como también en los bohemios. Tan importante es el tema que la leyenda va haciendo a Valdo el opositor de Silvestre, es decir, se lo retrotrae al siglo IV, llegando incluso a hacerlo contemporáneo del mismo, y a los valdenses, por tanto, los testigos que desde entonces se han mantenido rechazando la donación de Constantino, es decir, los recursos y las estructuras de poder.

Esta desconfianza respecto de toda estructura de poder explica el por qué los lombardos se mantienen al margen de los conflictos de las comunas con el Imperio o el Papado, al mismo tiempo que se benefician de la relativa libertad que en la zona de Milán tuvieron durante un tiempo. Y asimismo, que los valdenses alemanes miraran con cierto recelo a la revolución husita, especial-mente cuando recurrió a la violencia, y constituyó una de las dificultades mayores en el proceso de adhesión a la Reforma del siglo XVI en tanto el protestantismo se establecía en Suiza por la decisión del poder civil.

Por nuestra parte estamos persuadidos que esta actitud anticonstantiniana está presente todavía, bien que en forma subliminal, en la conciencia de la comuni­dad valdense hasta el día de hoy, como resulta, por ejemplo, del Artículo 50 de la Disciplina General.

Hemos dejado para el final esta reflexión porque nos parece que el anticonstantinismo, ya presente en su forma larvada en la protesta y actitudes de Valdo, se fue desarrollando a través de los tres primeros siglos subsiguientes, llegando a su máxima expresión en el siglo XV, pero conservando una vía permanente, aunque no siempre tan clara, hasta el día de hoy.

BIBLIOGRAFIA

CEGNA,R., Fede ed Etica Valdese nel Quatrocento. Turin, Claudiana, 1982.

GONNET,J./ MOLNAR, A., Les Vaudois au Moyen Age. Turin, Claudiana, 1974.

MOLNAR, A., Historia del Valdismo Medieval. Buenos Aires, Editorial La Aurora, 1981.

 

Debate

Intervención: Hay algo que no me ha quedado muy claro. Tu explicaste el tema del anticonstantinismo que es, sin duda, el punto central del enfrentamiento. Pero también hay un punto de conflicto en la cuestión de la predicación, con la intención de predicar en lengua vulgar. Inclusive ya antes de la Reforma han sido traducidas las Sagradas Escrituras a la lengua vulgar.

Ricardo Ribeiro: Sí, toqué el tema muy rápidamente. Tendríamos que haber-nos detenido más porque es un aspecto muy importante. El punto del conflicto con la jerarquía es la intención de predicar, que es colocada como una vocación. Durando de Osca dice que el señor Valdo recibió ese ministerio del Señor y la predicación consistía, al parecer, prácticamente en la lectura de los evangelios o de la Escritura. Mencioné también que se hizo traducir, no sólo para su lectura personal sino para darla al pueblo.

Intervención: Una primera consideración: el punto de conflicto no es tanto al principio el anticontantinismo, que se va definiendo a lo largo de los siglos, sino que es la predicación y la predicación en lengua vulgar. La Iglesia Católica del 1100 d.C. tenía el monopolio de la Biblia, e inclusive aquella predicación en latín, implicaba el monopolio no sólo de la lectura de ésta, sino el de hacerla imposible para el pueblo. Es una especie de relación muy complicada donde había sólo un individuo que podía traducirla, volcarla hacia la masa. Muchas veces se hacía en latín. Cuando Valdo, los valdenses y otros grupos comienzan a volcarla en lengua vulgar, están rompiendo con ese sistema. Allí está el punto de conflicto. Y la segunda consideración es con el tema de la Reforma: ¿Qué perdió y qué gano el valdismo con la Reforma?

Ricardo Ribeiro: El tema de la Reforma merecería un muy largo capítulo, quizás otro tanto más que esto.

Intervención: Me interesaría saber algo más sobre los motivos que facilitaron la propagación del movimiento. Se dice el anticonstantinismo o la cuestión de la lengua. Pero el pueblo seguidor estaba constituido por personas que, tal vez, estaban desajustadas o desarraigadas dentro del sistema feudal. ¿Puede decirse algo así? Se dice que atacaban a los señores feudales y a la curia romana. Eran focos de contestación que con los argumentos de la pobreza cuestionaban los poderes de los príncipes y los señores feudales.

Ricardo Ribeiro: El auditorio de la predicación de Valdo, por lo visto, ha sido el pueblo común. El predicaba en las plazas, en las calles, en los mercados, en los castillos. Sin embargo, los valdenses no tuvieron el apoyo de la nobleza como la tuvieron los cátaros, por ejemplo. Son contemporáneos y, de alguna manera, los valdenses fueron el sector anti-cátaro más popular. Ellos discutían con los cátaros a nivel del pueblo y entre sus integrantes.

Al parecer, aparte de Durando de Osca y Bernardo Prin, en un primer momento, no hubo gente de mayor instrucción escolástica. Todo era muy popular. Ahora, no se advierte en la predicación valdense ningún deseo de hacer la crítica ni de la iglesia, ni del clero, ni de la nobleza, ni de la burguesía. El interés de reforma o de revolución social no aparece en la predicación valdense, por lo pronto ni en Valdo y sus seguidores inmediatos en la zona de Lyon y luego por extensión en el sur de Francia. Pero con el tiempo, a medida que son objeto de persecución, aparecen las críticas contra la jerarquía, sobre todo del poder de coerción que tiene la iglesia, del lujo y de la riqueza también. Piensan que esa es la manera de servir al pueblo, de anunciar el Evangelio a la manera de los apóstoles. Pero no hay ningún movimiento de orden social, político en la intención de esos valdenses primitivos como lo había en algunos otros movimientos heréticos que pululaban en este momento. El pueblo está un poco abandonado, esperando que alguien le dé un mensaje de esperanza. Muchos de estos movimientos son bien recibidos por lo visto, pero sin hacer énfasis, sin presionar al punto de la revolución o de la transformación social.

Intervención: En las condenas de los valdenses como herejes o como separa­tistas de la iglesia ¿predominaba más la cuestión de ser valdenses o era algo más genérico? En la cuestión de que el primer mártir es una mujer ¿existe la condena por la brujería? ¿El valdismo ya era algo que catalizaba la denuncia o era un fenómeno diluido? Esto desde el punto de vista de quien condenaba ¿era algo periférico dentro de muchos otros motivos que llevaban a la condena?

Ricardo Ribeiro: La condena no es muy precisa contra los valdenses. Según algún autor de la época, el valdismo es el movimiento que más les preocupa después del movimiento cátaro que ya había sido prácticamente diluido, cuando la emergencia mayor del valdismo. No se si por el eco que tenía, posiblemente, entre el pueblo. A menudo en los actos de condena, de concilios y otras asambleas los valdenses están unidos con otros herejes: Arnaldistas, Humillados, Patarinos, Leonistas (otro nombre que le daban a los valdenses). La iglesia
fue siempre bastante precisa, nunca condenó herejes en general, sino siempre con nombre, de modo que las condenas contra los valdenses son precisas. El punto de conflicto fue siempre el problema de la predicación, de la rebeldía para no aceptar la sumisión a la jerarquía.

Intervención: Hay un aspecto social que es destacado por algunos autores y es el hecho del juramento. Toda la sociedad medieval estaba basada en el juramento y si bien los valdenses nunca predicaron contra el juramento, por el hecho de interpretar literalmente la Escritura, se negaban a jurar. Con este hecho cuestionaban toda la sociedad medieval que, desde el que estaba más abajo hasta el de más arriba, estaba fundada sobre el juramento. Eso fue un asunto bastante importante que pesó en la sociedad de aquel tiempo.

Ricardo Ribeiro: Correcto. Merecería un capítulo más largo el tema del juramento en este trabajo. También se enseñaba contra el juramento y sobre todas las cosas se consideraba cualquier clase de juramento como pecado mortal, en obediencia a las palabras de Jesús en el Sermón de la Montaña. Además su negativa era tan cerrada a jurar en cualquier circunstancia que cuando una persona, ante el tribunal inquisitorial u otro tribunal, se negaba a jurar, ya lo condenaban por valdense. Ipsus factus, esa es la característica principal, más directa del valdense.

Intervención: Molnar, en un estudio sobre los movimientos laicos medievales, dice que la iglesia dominante, en general en todo el siglo XII, no se ocupó para nada de especificarlos. Los únicos que especificó, y me parece importante para ver las consecuencias, son los del sur de Francia: cátaros y valdenses. Los especificaba porque eran apoyados por los nobles y apoyándolos, éstos dejaban de pagar los tributos. Era una de las zonas más ricas de Europa. Dejaban de pagar los tributos de la iglesia católica porque la querían pobre, como lo predicaban. Esto es lo mismo que después se repite en Alemania, con la aparición de Lutero, con el apoyo justamente de los príncipes. La iglesia alemana estaba en ese tiempo gritando por los tributos que pagaba. Este es un elemento político que muy poco se menciona sobre estos movimientos.

Ricardo Ribeiro: Según los datos que disponemos los valdenses no gozaban como los cátaros del apoyo de la nobleza, de los castellanos. Fue un movimiento más popular. Ahora, en algunos casos, ellos también cuestionaban el pago de los diezmos. Donde parece haber tenido alguna incidencia social y política indirecta es en los Valles Valdenses, porque allí prácticamente toda la pobla­ción se volcó al valdismo en un momento de contienda por el poder con los señores feudales. No tenemos noticias que los valdenses participaran de la resistencia, pero lo cierto es que esas personas tomaron una conciencia colectiva en un movimiento que cuestionaba toda forma de poder coercitivo que, lógicamente, les dio un apoyo espiritual para esa lucha contra la opresión.

Intervención: De todas maneras, a mí me parece que los valdenses daban motivos a los nobles. Aunque no tuvieron el apoyo institucional como movimiento, daba a los nobles una base ideológica para fundamentar su negativa o negligencia en el cumplimiento puntual de esos pagos. En ese sentido se usaba, de alguna manera, al movimiento valdense y esa práctica, tal vez un poco ingenua desde el punto de vista sociológico, que rechazaba el juramento y una iglesia rica.

Ricardo Ribeiro: Sí, es cierto. Si en Montauban tienen, en algún momento, un cementerio propio, un hospital y una escuela, quiere decir que no es solamente el pueblo miserable que los apoya. Efectivamente se trata de Montauban, importante ciudad de Lauguedoc, en Francia Meridional.

Intervención: Estoy pensando en los motivos que llevaron a un comerciante bien situado y conocido a dej ar de repente todo, a separarse de su mujer y a meter a sus hijas en un monasterio, repartir todo su dinero; después, por la actuación que él tiene, donde aparecen elementos de aceptación del sistema medieval y también elementos de rechazo. Creo que Valdo fue más radical que los cátaros y Lutero, porque si bien Lutero critica fuertemente a la Iglesia Romana, en el llamado a la nobleza alemana a rebelarse contra la iglesia establecida, él acepta la riqueza y el poder secular. Me pregunto si esto en Valdo también fue así. Se mencionó que él quería extraer a sus hijas de la influencia, yo diría, de alguna manera, frívola de su madre. Tiene que haber algún ataque general más a las costumbres de la época que lo llevan a tomar una actitud que nos hace remontar a los seguidores más radicales de Jesús; vendría a ser el radicalismo itinerante de los primeros predicadores.

Ricardo Ribeiro: Justamente acepta un montón de elementos que son propios de la Edad Media. Acepta los monasterios, la jerarquía de la iglesia, quizá la división en clases sociales. La crónica de Lyon, que es el documento más cercano a él, habla de su conversión y recoge tradiciones. Dice que Valdo escuchó la historia de San Alejo, contada por un juglar en la plaza de Lyon y eso le tocó de tal manera que se puso a meditar. Consultó con alguien que pudiera enseñarle, quien le dijo que si quería ser perfecto hiciera como Jesús le dijo al joven rico. Es quizá un poco legendaria esa explicación. Hay otra acerca de un amigo que cayó muerto al lado suyo; entonces pensó ¿qué será de mí si me muero como él?

No sabemos hasta qué punto esas historias son verídicas. Quizás lo son en cierto sentido: el que escucha al juglar de la historia de San Alejo está de alguna manera prefigurando el ministerio itinerante de los valdenses. También ellos van como juglares, también las mujeres, dicen los cronistas de la época. Pero creo que hay un cuestionamiento implícito de todas las formas de poder, del poder que depende del dinero, de los bienes materiales. Ellos quieren ser pobres, depender en todo de la gracia, de la providencia de Dios, no preocuparse por el día de mañana. Como dice su confesión de fe: "No preocuparse del día de mañana, por eso no aceptamos sino lo necesario para comer y para vestir, ni oro, ni plata, ni ningún otro bien ". Creo que aunque ellos lo cargan sobre sí, eso implica toda una crítica a la sociedad contemporánea.

Intervención: Deseo señalar que cuando Valdo vive su conversión, su entrada a la penitencia, deja a su mujer porque el derecho de la época decía que la mujer tenía que aceptar esa conversión. Entonces entraron ella y sus hijas en un monasterio muy famoso, el de Granmond, fundado poco antes del tiempo de Valdo por uno de estos grupos. Una de las propuestas que a ellos les hace la curia romana dice: o terminan con estos grupos o entran en un monasterio. Las mujeres en uno y los hombres en otro. Aparecen los premostatenses y aparece este de Granmond fundado así. Es un monasterio doble, de mujeres y de hombres. No digo mixto y si doble. Entraban los hombres por una parte y las mujeres por otra. Seguían unas reglas específicas, no reglas anteriores, sino las que se daban ellos. Ellas existen hasta hoy y son de tipo apostólico. Querían vivir como los apóstoles de Jesús. Es en uno de estos monasterios que entran. Valdo, sin duda, conocía esto. Algunos de ellos dejan también sus mujeres y entran en un monasterio cisterniense. Esto es una práctica de la época y después de la conversión, para vivir pobres, dejan parte de sus riquezas al monasterio y la otra parte la devuelven a los pobres. Cuando dice que la dan a los pobres significa que esa parte es la restitución, porque ellos mismos se consideran usureros. Entonces es restitución lo que hacen.

Intervención: A veces hay diferentes fuentes de información. Yo desconocía totalmente que la mujer de Valdo se hubiera recluido en un monasterio. De todas maneras recuerdo que en cierto momento, el obispo Guichard, de Lyon, llama a Valdo para conversar sobre el asunto de la predicación del Evangelio y le prohibe mendigar su comida de otra persona que no fuera su mujer.

Ricardo Ribeiro: ¿Sí? No conocía ese detalle. Sabía que a las hijas las debe haber colocado en algún otro monasterio, porque la información es que quiso sustraerlas de la influencia, al parecer avarienta, de la madre. En eso también es un hombre de la época. Se integra en una misión apostólica como la señalada y hace voto de castidad y de pobreza, no de obediencia.

Intervención: Lo que yo tenía entendido, es que el impacto que hizo el valdismo en el sur de Francia, y después al pasar a Lombardía, fue una especie de reacción social; porque el pobre veía a sus prelados llenos de mujeres, violando las órdenes de la santa madre iglesia, llenos de riquezas que ni se dignaban a darle a los pobres sino algunos mendrugos de vez en cuando y a los más allegados. Creo que la predicación de Valdo impactó al pueblo y este reaccionó enseguida porque ya tenía una cosa que estaba dentro y que moles-taba, pero no se limitó a ese movimiento realmente social sino que el valdismo tomó otra forma. Iba también a los castillos, tenían fe en la conversión aún de los ricos, de los que los oprimían. Entonces, tomaron esa metodología del cantor, lo que se llamaba el trovador en esa época. Eso demuestra que no eran unilaterales, solamente para los pobres, sino que creían que la palabra de Dios podía convertir a todo aquel que se acercara a Jesús.

Ricardo Ribeiro: Sí, el llamado a la conversión es para todos y es entendida en el sentido de despojarse, perder ese amor por las riquezas y vivir en auxilio de los pobres. Eso era el centro de la conversión o lo que ellos entendían como tal: una actitud solidaria para con los necesitados de modo que también se dirigía a los ricos. En cuanto al descontento con el estado de la iglesia a ciertos niveles, creo que es muy general en esa época de la historia de la misma, ya que casi todos los movimientos separatistas, o heréticos tocan ese punto. Es una de las razones por la cual-la gente protesta y encuentra distintos caminos para hacerlo. Pero no solamente ellos, sino también el movimiento monástico está escandalizado con el estado de la iglesia. Desearía un cambio en cuanto a esa actitud de derroche, de riqueza, de lujo, de extravagancia en que vivían los prelados. No todos, sin duda, pero una buena parte de ellos. Eso no es algo muy original o característico de los valdenses.

Intervención: Hablamos, por un lado, de los nobles y, por otro lado, de sectores populares, si es que se puede hablar de sectores populares en la Edad Media. Pero hay una clase que se va gestando durante toda esta época y que en el Renacimiento se plasmará mucho más claramente: la burguesía. ¿Cómo se articula la burguesía? Ella va buscando nuevas formas de producción capitalista, va articulándose como clase. ¿No hay también una búsqueda de plasmar una nueva religiosidad? ¿Tiene que ver con el movimiento valdense?

Ricardo Ribeiro: Sí, es un momento de cambio. Al comienzo de la segunda Edad Media, grandes masas de desplazados andan de aquí para allá, pululan en las ciudades, en los campos. Son campesinos, la gente pobre. Por otro lado, la burguesía avanza, prospera, tiene sus conflictos con el poder feudal. Esto se manifiesta más, en ese momento, en Lombardía. Por eso, en esa lucha entre el Papa y las comunidades y los nobles, los hermanos lombardos, los pobres lombardos (esa versión valdense, diríamos, de Lombardía) encuentran espacio. Los valdenses llegan a tener,una escuela en un lugar fuera de la muralla de la ciudad de Milán. Valdo mismo es un rico ciudadano, no es noble, no es clérigo, de modo que es burgués y es un industrial porque hace panes. No sabemos qué otra actividad desarrolla. Posiblemente el comercio de dinero. Por lo menos en algunos casos es acusado de usura, debe haber sido usurero: él devolvió, restituyó el dinero que había obtenido por usura.

Las clases populares son ese montón de gente hambrienta, enferma, que no tienen morada. No hay dónde refugiarse. También había organizaciones, órdenes monásticas que se ocupaban de los pobres; pero de la gran masa nadie se ocupaba de instruirlos, de ayudarlos a crecer en la fe. De ahí la procupación por predicar, por llegarles con el evangelio, razón por la que ellos abrazan la pobreza para ser pobres con los pobres.

Intervención: Creo que la pregunta sobre la burguesía es importante. Es un nuevo hombre que aparece, con un espíritu totalmente distinto. Lucha desde el 1000/1100 d.C., por el fortalecimiento de las ciudades y va a querer gobernarlas, tanto en España, en Francia como en Italia. Va a luchar contra el que tiene el poder en la ciudad, que puede ser el obispo, por ejemplo, al que "ahogan" los burgueses para obtener las libertades. No estamos todavía en la época de Inocencio III que es Papa y Emperador, estamos un poco antes, entonces es la lucha para formar la comuna, para tenerla. Creo fundamental el momento de la conversión y lo estoy leyendo como latinoamericano. Tuve que leerlo así para mi orden y también para los franciscanos

Creo que es fundamental el momento en que se dan cuenta los hombres, de que la comuna todavía tiene marginados. Hay gente de la cual ella no se ocupa. Tienen, por ejemplo, los hospicios, los leprosarios, pero no pasan dinero para eso. Entonces se ve que lo que construyeron ellos tiene fallas. Ahí empieza la conversión de cada uno, el encuentro con el pobre.

Roberto de Arbrisel, Norberto de Santén, Valdo son todos fundadores de grupos. Es el encuentro con los marginados de la misma comuna, la que él formó porque luchó para eso. Entonces se va a explicar también, por ejemplo, al Francisco (de Asís) que luchó por la comuna, se hizo caballero para ella encontrando leprosos de los que no se ocupa nadie; ese tipo de cosas los remueve.

Creo que es una lectura latinoamericana, esto no se encuentra en ningún autor europeo. Podemos hacer esta lectura porque todos los fundadores de grupos laicos tienen las mismas características. Hay primero un punto que es muy importante para la lectura de la Biblia, y es el momento en que uno se da cuenta que entra en la conversión. Ellos decían: entramos en la penitencia. Entran en la conversión, una conversión permanente que va a ser una especie de continua­ción del bautismo, una toma seria del bautismo. Cada uno de los hombres o de las mujeres que entran en estos grupos, tienen conciencia que algo fallay se dan justamente a los pobres. Todos los grupos anteriores se llaman Los Pobres de Cristo.

Ricardo Ribeiro: Sí, los Pobres de Cristo fue el primer nombre que tuvo el grupo de Valdo, después los demás los llamaron los Pobres de Lyon.

Lectura bíblica en el MOVIMIENTO VALDENSE, Ponencias y debates del Seminario realizado, en el Centro Emmanuel en marzo de 1994. Coordinación del Seminario: Milton Schwantes, Germán Zijlstra

En co-auspicio: Centro Emmanuel (Uruguay) CEDÍ Programa Pastoral (Brasil) Uruguay, 1996