HEBREOS

"HEBREOS" Traducido por Eloy García Calleja del libro "A commentary on The Holy Bible" por varios autores, editado por J. R. Dummelow M.A. Queens’ College, Cambridge (1908)

Introducción

Autor

La epístola a los Hebreos es una obra anónima. En nuestras biblias, desafortunadamente es atribuida al apóstol Pablo, aunque solamente en el título, ya que no tuvo parte alguna en la redacción de la misma. Todas las epístolas conocidas del apóstol, llevan su nombre, como parte del saludo de apertura, tal como era costumbre en la redacción de las cartas de la época; pero este no es el caso de esta, la cual comienza sin saludo alguno. El hecho de no asignarla al apóstol no quiere decir que le estamos acusando de plagio o como es más conocido modernamente, como "pseudoepigrafía". No existe evidencia alguna que el apóstol tuviera interés alguno en asociar su nombre con el de la epístola. En los manuscritos más antiguos, esta se conoce simplemente como "A los Hebreos".

¿Cómo entonces esta epístola llegó a tener el nombre del apóstol Pablo adscrito a ella? La verdad es que esta epístola, con su título, se encuentra incluida en los manuscritos griegos, de los que fueron convertidos a la Biblia en Latín, comúnmente conocida como la Vulgata.

Podemos entender fácilmente lo que sucedió.

En la primera iglesia, existía la tendencia de asignar nombres de personas importantes a escritos anónimos, con objeto de incitar a su lectura. No podía haberse encontrado un nombre más grande que el del Apóstol de los Gentiles para una epístola a los hebreos.

Si tenemos que traer esta epístola dentro del círculo de las principales e inspiradas enseñanzas de la época, su autor queda dentro de un pequeño grupo. El autor, al igual que el apóstol Pablo, se ha emancipado de la Ley Judía; exalta a Cristo como "el Hijo de Dios", el nombre más significativamente utilizado por el apóstol para designar a Nuestro Señor; elabora acerca del Perdón por medio de la muerte de Cristo; glorifica la fe. Pero por otro lado, su dicción y estilo es único, contrario al apóstol; en lugar de ser simple, directo y en cierto modo, rudo, encontramos una fraseología retórica envolviendo las ideas. Es importante considerar la actitud teológica del autor, totalmente diferente del apóstol. El apóstol combate el legalismo, pero en interés de la justificación – una condición legal; el autor de Hebreos está preocupado por el ritual del Tabernáculo del Antiguo Testamento, y su intención, es mostrar cómo acercarse a Dios por medio de la purificación, de tal manera que cuando el apóstol sitúa al Evangelio frente a los Fariseos y su causalidad, el desconocido autor de Hebreos se interesa en su relación con los sacerdotes y los sacrificios.

La autoridad de la epístola siempre fue tema de discusión desde los tiempos más antiguos. Orígenes, uno de los más educados entre los primeros maestros, concluyó diciendo: "Solamente Dios sabe el autor de esta epístola". Por la misma época, Tertuliano, otro maestro de la época, se refería a ella como "La epístola de Barnabás", dando por descontado que Barnabás era su autor. Es un hecho significativo que esta es la única afirmación directa de aquella época, que asigna un nombre como autor de dicha epístola, llegada hasta nosotros y hay mucho del carácter y posición de Barnabás que está de acuerdo con esta idea. Otros han sugerido como posibles autores de la epístola a: Apolos, Clemente de Roma y el apóstol Lucas.

La última propuesta ha sido la brillante proposición de Harnack sobre que Priscila podría haber sido la autora de ella. Si hubiera sido escrita por una mujer, asociar su nombre a la epístola, en aquella época hubiera parecido una idea poco inteligente. Priscila fue la maestra principal de Apolos, de origen alejandrino y son evidentes las influencias alejandrinas en el contenido de la epístola. Pero la pregunta no puede ser contestada afirmativamente.

2. Influencias alejandrinas.

Este es un punto de gran interés, importante para el entendimiento de la epístola, a la vez del problema de su autoridad. No hay duda alguna de que el autor estaba, en mayor o menor forma, compenetrado con los métodos literarios y teológicos utilizados por los judíos estudiosos de Alejandría. Esos métodos incluían un tratamiento altamente alegórico del Antiguo Testamento, y es muy alejandrino por parte de nuestro autor, considerar la dispensación de los levitas como una sombra de las realidades espirituales que se encuentran en el tabernáculo celestial y sus ordenanzas. Las mismas formas de introducción en las que son citados pasajes del Antiguo Testamento, son precisamente las mismas utilizadas por Filo, el famoso filósofo judío de Alejandría, y formas, muy poco probable de ser utilizadas por el apóstol Pablo o cualquier otro de los escritores del Nuevo Testamento. En cualquier otro texto encontramos frases como "está escrito", "la Escritura dice", "David dice", "Moisés dice", "Isaías dice". Estas expresiones no se encuentran en Hebreos, donde, al igual que Filo, no son mencionados autores humanos, aunque en una sola instancia, en 2:6 encontramos la frase "alguien testificó en cierto lugar"; no obstante, todas las demás menciones citadas son inmediatamente atribuidas a Dios o al Espíritu Santo, en forma tal como: "Él dijo", "el Espíritu Santo dijo" (1:7; 3:7). Además, hay ciertas clases de imágenes y frases no encontradas en otra parte de la Biblia y que, sin embargo, son compartidas por los escritores alejandrinos. Por ejemplo, el texto "en otro tiempo" encontrado en 1:1, también podemos encontrarlo en el libro de la Sabiduría 7:22, un trabajo alejandrino. "El resplandor de su gloria" en 1:3, también se encuentra en el mismo libro y es una frase favorita de Filo de Alejandría. De igual manera, la palabra "substancia" del mismo verso de Hebreos, también la encontramos en el libro de la Sabiduría 16:21, probablemente con el mismo significado, aunque aquí, no es muy clara la forma en que la palabra es utilizada.

[Hupostasis – Diversas versiones de la Biblia en inglés traducen esta palabra con diferentes significados, siendo las más comunes las de "naturaleza" y "persona". N. del T.]

Finalmente, la rara expresión por "muerte" que encontramos en 13:7, "el resultado de su conducta", también puede ser encontrada en el mismo libro (Sabiduría 2:17). Pero no nos debemos dejar llevar por las comparaciones de dichas palabras y expresiones. En realidad, el espíritu y sentido de Hebreos es definitivamente alejandrino y no palestino.

3. Destinatarios y fecha probable.

Dejando a un lado probables conjeturas, tales como, que el tono alejandrino de la escritura indica que estaba dirigido a los cristianos de Alejandría, una curiosa inversión de ideas nos traen dos teorías sobre los destinatarios de la epístola: la primera apunta a la iglesia de Palestina y la otra a los cristianos de Roma. Una conclusión lógica es que la Epístola a los Hebreos debería ir dirigida a un distrito donde habitaran judíos de habla hebrea o, aún mejor, arameo, como los receptores más indicados para recibir los argumentos del sistema levítico.

No es probable que fuera Jerusalén, puesto que los lectores no eran los convertidos del primer evangelio (2:3) y también, porque Jerusalén era una iglesia pobre necesitando ayuda de otras iglesias más prósperas y, precisamente a la iglesia a la que es dirigida, es alabada por su prosperidad (10:34). Cesárea y Antioquía han sido sugeridas como lugares posibles. Pero existe una fuerte inclinación de situar en Roma a los destinatarios de la epístola, donde habitaba un gran contingente judío y con el que Clemente (año 95 D.C.) tenía gran familiaridad. Algunos piensan que los sufrimientos a los que se refiere en 10:32 – 35, son aquellos causados por la persecución de Nerón.

Roma hubiera estado interesada en recibir saludos de Italia, tal como se indica en 13:24.

Una pregunta más seria es la de la nacionalidad de los recipientes. Se ha negado que fueran judíos, principalmente porque su apostasía se describe como apartándose "del Dios viviente", no solamente de Cristo. Pero el autor puede perfectamente haber considerado que abandonar la fe de Cristo, para un cristiano, era equivalente a abandonarlo todo, incluyendo a Dios.

Por otro lado, la discusión puntual sobre los rituales de tabernáculo apunta directamente a los judíos.

La fecha de su escritura no puede fijarse con exactitud. Pero como el escritor argumenta acerca del carácter temporal del sistema levítico y no hace mención a la destrucción de Jerusalén, el enorme cataclismo por el que este sistema fue desbastado, tiene que haber sido escrita antes de este, ya que este evento hubiera fortalecido el argumento del autor. Es probable que este escrito haya sido producido alrededor del año 68 D.C. cuando los zelotes presionaban a todos los hombres de sangre hebrea para hacer causa común con los defensores de la antigua fe contra el imperio romano.

4. Propósito de la epístola.

Todo cuidadoso lector tiene que tener claro que la epístola fue escrita con un solo y definido propósito. Existe una unidad en su composición, no encontrada en ningún otro libro del Nuevo Testamento. El autor marca y se dirige hacia su propósito de principio a fin. Hasta las exhortaciones, tan características de la obra, aunque rompen el hilo del argumento, no se desvían del objeto principal del mismo, sino que se unen para fortalecerlo. Son como aplicaciones en cada etapa de la discusión que se mantienen firmes en busca del gran propósito de la obra. Y es, precisamente, en esas exhortaciones donde vemos claramente ese propósito. Los cristianos a los que es dirigida la obra, están, evidentemente, en peligro de caer y perder su fe y hasta llegar a la apostasía. Para el autor, su condición se presenta tan deplorable, que se siente en la necesidad de reprenderlos en la manera más rigurosa. No es la fascinación del mundo la que les está apartando de su consagración original. Los Hebreos están desanimados al punto de la desesperación, puesto que no ven cómo el Evangelio les puede proporcionar nada en compensación por lo que han perdido al ser arrojados de la sinagoga como consecuencia de su confesión del Nazareno. Esta es la situación que la epístola tiene que abordar. El método para hacerlo es el de enfrentar valientemente al jactancioso y venerable judaísmo en su mismo cuartel: la Ley. El autor construye una comparación entre el judaísmo y el cristianismo, o mejor, entre Cristo y cada uno de los personajes principales del judaísmo – para él "la Cristiandad es Cristo" – con objeto de mostrar que Cristo es superior a sus mejores puntos de excelencia, y que el evangelio nos da todo aquello que la Ley pretende darnos, pero de una manera más efectiva. Tiene todo lo que el judaísmo tiene; y lo tiene en más alta estima, en mayor tamaño y estatura y, además, realmente tiene algo en lo que el judaísmo falló, – puesto que el judaísmo no pudo llegar a dar aquello para lo que fue esperado que diera. Y la razón de este fracaso, por parte del judaísmo, se debe esencialmente a que no tiene substancia. El judaísmo no era más que una sombra terrenal de las realidades celestiales que Jesucristo vino a establecer y ponernos a nuestro alcance. Esta es la posición que se prueba a lo largo de toda la obra, punto por punto, llegando a la conclusión final de que sería una locura regresar de Cristo al judaísmo, por lo que los lectores son urgidos a ser leales a la Nueva Alianza con todos sus incomparables privilegios.

5. Teología.

El autor asume la fe en Dios de los judíos, pero avanza hacia más ricas ideas cristianas acerca de la naturaleza divina. La santidad de Dios es profundamente sentida como la razón para una limpieza más efectiva, antes de nuestro acercamiento a Él, que la que provee el judaísmo, y la gravedad de la apostasía queda enfatizada en el pensamiento que no podemos andar jugando con las demandas divinas, ya que Él es un fuego que consume (12:29). Por otro lado, dice se da por hecho que la razón primordial buscada por la religión es la de acercase a Dios (4:16). La epístola encuentra su punto cumbre cuando muestra que todo esto puede ser llevado a cabo por medio de Cristo e imposible por el sistema levítico (10:19 – 22). Entonces la Paternidad Divina es expandida en plenitud y con un énfasis no encontrado en otra parte del Nuevo Testamento si exceptuamos las enseñanzas de Cristo (12:5 – 10). Hay una elevada concepción de nuestro Señor, como específicamente "el Hijo" como tal es, superior a todos los demás seres vivientes, tanto ángeles como seres humanos, y también nos muestra el carácter y la forma de ser de Dios (1:2,3). No obstante, la encarnación fue una realidad, y la epístola utiliza un lenguaje de indudable fuerza y limpieza al referirse a la humana experiencia de Cristo (5:7 – 8). En su trabajo Él es considerado como el Sumo Sacerdote del Tabernáculo Celestial (3:1). La epístola a los Hebreos es el único escrito del Nuevo Testamento que nos muestra una clara concepción del sacerdocio de Cristo. Este es ejercitado después de Su Resurrección y Accesión. Su sacrificio en la cruz es de hecho presentado a Dios en los cielos. Para nuestro autor, todo su interés actual en Cristo es en lo que más tarde se convierte su forma de vida en los cielos, hecho nuestro sacerdote e intercesor como resultado en lo que Él hizo en la tierra en obediencia y sacrificio. La muerte de Cristo es el gran sacrificio por el pecado (9:12). Este tema no es discutido bajo la figura de un perdón en una corte de justicia a la manera del apóstol Pablo, sino tratado en referencia al adorador del Tabernáculo quien se sabe indigno de entrar en la presencia de Dios debido a su impureza (10:22). El sacrificio consiste en Su ofrecimiento a Dios por medio de Su muerte por el "Espíritu Eterno" (9:14), es decir, que en virtud a su eterna naturaleza divina, al ser eterna, le confiere una eficacia eterna.

La esencia del sacrificio consiste en la actitud de la voluntad de Cristo, llegando a gozar en obedecer la voluntad de Dios, hasta el punto de llegar a morir cuando esta es la exigencia extrema requerida en el curso de su obediencia.

No sería demasiado decir que tenemos la exposición más clara existente en el Nuevo Testamento acerca de la esencia del Perdón y la confirmación de su verdad (10:8 – 10).

Finalmente, Su gran acto de obediencia ante la muerte, se ofreció como acto, no de un hombre, sino del líder y sumo sacerdote de todos los hombres, mediante el cual, nos permite a participar con Él a hacer la voluntad de Dios, en cuyo deseo se encuentra nuestra santificación. Se nos hace partícipes de todo esto bajo la condición de verdad y fidelidad y el contraste al sacrificio de Cristo es la fe de Su pueblo, el triunfo que ha de celebrarse al final del argumento (capítulo 11). De esta manera, la Nueva Alianza, predicha por Jeremías era establecida por Cristo.

6. Análisis de la Epístola

1:1 – 3. El contraste de los dos métodos de revelación.

El judaísmo descansa en la autoridad del Antiguo Testamento; el cristianismo en la revelación de Cristo. Aquella revelación está fragmentada y limitada por la naturaleza humana de los profetas que la transmiten; esta, es una unidad entregada por Aquel que procede de Dios, cuya descendencia ha sido perfeccionada y el más adecuado para representar la naturaleza divina.

1:4 – 4:13. La supremacía de Cristo

El Antiguo Testamento se testifica Su supremacía, como hijo de Dios por medio de sus principales personajes – en primer lugar, los ángeles, por medio de los cuales, los judíos pensaban, se había llevado a cabo la creación y dada la ley (1:4 – 2:4); no obstante Jesús, a pesar de que, por naturaleza, es superior a los ángeles, se encuentra, temporalmente en un estado inferior para que Él pueda simpatizar con nosotros, tomando sobre Él nuestra naturaleza para convertirse en nuestro Sumo Sacerdote (2:5 – 18). Jesús es también superior a Moisés, el fundador de la religión nacional y no obstante es un sirviente, cuando Él es el Hijo (3:1 – 6); Cristo tiene un descanso que darnos, el cual se nos advierte que no lo perdamos por infidelidad, de la forma que Israel perdió su descanso al provocar a Dios en el desierto (3:7 – 4:7). Este descanso prometido, el que Josué, el Jesús del Antiguo Testamento, no pudo dar, quedó para otro el ser otorgado. Por tanto debemos esforzarnos para entrar en él, considerando la profundidad de la palabra de Dios que nos promete el descanso pero nos amenaza con el castigo si le somos infieles (4:8 – 13).

De nuevo, volviéndose hacia el sacerdocio de Cristo, quien es Jesús, nuestro Salvador, el autor se prepara para una completa discusión haciendo referencia al privilegio que, por medio de Su salvación, Él nos confiere. (4:14 – 16)

5; 7:4 – 10 El sacerdocio de Cristo

La presentación del Sumo Sacerdote termina con un recuento histórico que es traído desde la creación, por medio de Moisés y luego de Josué. Al llegar a este punto, el argumento se convierte en una discusión sobre el sacerdocio de Cristo, el cual es comparado al sacerdocio levítico, que se convierte en el tema central de la epístola. En primer lugar encontramos una breve comparación de Cristo con Aarón, con objeto de mostrar que Él es un verdadero sacerdote. Para ello, Cristo ha cumplido los dos requisitos necesarios que vemos en el caso de Aarón: el sentimiento de hermandad con el ser humano, esencial para el carácter representativo del sacerdocio (5:1 – 3) y la designación divina, esencial para Su autoridad (5: 4 – 5). Se hace referencia al Salmo 110, como prueba de la designación para el sacerdocio de Jesucristo por Dios, e introduce el nombre de Mequesidec (5:6). Con esto se da comienzo una fructífera línea de sugerencias. Cuando humano, Jesús sufrió tremendamente, pero, por medio de Su obediencia, ese enorme sufrimiento le perfeccionó para llegar a ser un sacerdote "de acuerdo a la orden de Melquesidec", de esta manera Él se convierte en el autor de la salvación eterna para aquellos que le obedecen (5:7 – 10). Dándose cuenta que la discusión se vuelve complicada, el autor hace un alto para deplorar la torpeza de sus lectores y forma de pensar tan infantil. Ellos solamente pueden beber leche; no están preparados para degustar los platos fuertes de las personas maduras (5:11 – 14). Y hace notar que, el no avanzar, pone al hombre en peligro de retroceder y, por tanto, anima a sus lectores a progresar con diligencia, y les indica la condición miserable en que se encuentran aquellos que cayeron en la apostasía (6:1 – 12), sobre la que apoya el aliento de la promesa de Dios a Abraham y que Él confirma con un juramento (6:13 – 20). Esto nos trae de nuevo a Melquesidec que ahora es estudiado con más detalle bajo la narrativa del Antiguo Testamento. En sus altos títulos y exclusividad de real sacerdote, independiente de la descendencia sacerdotal, tal como es el sacerdocio levítico, él es como Cristo (7:1 – 3). Tiene que ser reconocido como con mayor autoridad que los levitas, puesto que él tomaba los diezmos – privilegio del sacerdocio bajo la ley – y, además, no menos que Abraham su antecesor. La conclusión a la que lleva es que Melquesidec es tan superior al sacerdocio levítico, que Cristo, que es en la orden de Melquesidec, ha de ser también superior en Su sacerdocio (7:4 – 10).

7:11 – 8:13 La Nueva Alianza

El argumento ahora es llevado aún más lejos. En el Salmo 100 Dios promete un nuevo sacerdocio, en consecuencia, este debe remplazar y abolir el viejo sacerdocio que ha fallado al no haber podido cumplir su propósito, el cual era el asegurar la perfección; y esto implica que las condiciones del Antiguo Pacto, en las que el sacerdocio levítico adquiría su autoridad, también queda anulado, y las condiciones del Nuevo Pacto son introducidas para que estas tomen lugar, con Jesús a la cabeza. Esta alianza y este sacerdocio, a su vez, nunca será reemplazado por otro porque al ser su sacerdote eterno, como se indica en el salmo 110:4, asegura la eternidad del pacto, rico en privilegios, el cual es ricamente ampliado y engrandecido por su autor (7:11 – 28).

Es bajo el Nuevo Pacto que Jesús aparece como sacerdote, puesto que Él no pudo reclamar el sacerdocio para sí en el Antiguo Pacto. Este Nuevo Pacto es superior y reemplaza al anterior existente bajo el sistema levítico, puesto que establece el sacerdocio en el tabernáculo celestial que no es más que el destino del tabernáculo terrenal que Moisés pudo ver en la Montaña (8:1 – 7).

Además todo esto está confirmado por la gran profecía de Jeremías (8:8 – 13).

9:1 – 10:39 El sacrificio de Cristo

Nos acercamos ahora al corazón de la epístola y sus enseñanzas más profundas. Bajo la primera alianza hay una variedad de elementos decorativos en el templo además de un elaborado ceremonial que contemplan una continuada serie de sacrificios. El clímax llega a su cenit en la visita anual del sumo sacerdote a la cámara interior del tabernáculo con la sangre del sacrificio. La misma ceremonia de reconciliación, significa la separación de Dios del pueblo. Todas esas ceremonias eran incapaces de hacer "perfecto" al creyente (9:1 – 10). Pero ahora, todos esos repetitivos sacrificios de animales, no podrán tener el mismo efecto que cuando Jesucristo entra en el tabernáculo celestial ofreciendo Su propia sangre, es decir, cuando Él se presentó ante Dios, después de Su muerte y resurrección ofreciendo Su propia sangre. En la Biblia, un pacto, es designado por la palabra griega "diateke" que en lenguaje clásico significa "testamento". Pues bien, un testamento solamente tiene efecto a la muerte del que lo otorga. De la misma manera el Nuevo Pacto tiene efecto a la muerte de Cristo como el Nuevo Testamento. Esta muerte viene como una acción voluntaria de sometimiento de Su propia vida, como un acto libre de Su Espíritu y tiene un gran valor ante los ojos de Dios (9:11 – 22). Es suficiente que tal sacrificio sea ofrecido una sola vez por todos (9:23 – 28). De esta manera, en contraposición al fallo del antiguo, demostrado por su forma repetitiva sin obtener el logro, el Nuevo muestra su éxito. Esto queda ilustrado en un pasaje del Salmo 40, que nos muestra que la esencia del sacrificio es la obediencia a la voluntad de Dios (10:1 – 18). Acerca de la limpieza esta es obtenida por medio de Cristo. Siguen las exhortaciones (10:19 – 25), admoniciones (10:26 – 31) y aliento (10: 32 – 39).

Capítulo 11. Los logros de la fe

Los logros de la fe son ilustrados desde los anales de Israel, comenzando con los patriarcas y llegando hasta los mártires.

Este recital comienza con una descripción de la fe como algo que da seguridad y afirma la esperanza, probando la realidad de los hechos no vistos tal como demuestran los logros de la antigua Israel (versículos 1 y 2). Esta nos ayuda a ver la divina fuente de la creación (v. 3). Abel, Enoc, Noé, Abraham, Sara, todos fueron vencedores por medio de la fe (v. 4 – 12). La razón se debe a su actitud de peregrinos en su búsqueda por una patria mejor (v. 13 – 16). Resumiendo el análisis, vemos la fe de Abraham en su ofrenda de Isaac, de otras maneras similares la vemos en la fe en la conducta de Jacob y de Moisés durante el éxodo; la vemos también el la caída de Jericó y en la conducta de Rahab, en el heroismo de los jueces y en la entrega de los mártires (v. 17 – 40).

Capítulo 12 al final. Más aliento y amonestaciones.

Los héroes de la fe son los testigos de nuestra raza; solamente este pensamiento debería estimularnos cuando miramos a nuestro líder Jesucristo como el principio y fin de nuestra fe (12:1 – 3).

El sufrimiento debe ser llevado pacientemente ya que es la disciplina principal que Dios nos da. Si no la tenemos, será un signo verdadero de que nos somos Sus hijos (12:4 – 13); tenemos que tener sumo cuidado de no caer como lo hizo Esaú (12:14 – 17); nuestros más grandes privilegios traen consigo mayores responsabilidades que aquellos israelitas del Sinaí (12:18 – 28). Por tanto, el amor fraternal y una forma pura de vida debe ser cultivada (13:1 – 6); pide respeto para los conductores de la iglesia y alienta a romper hasta los lazos más fuertes que nos impidan acercarnos a Cristo y estar unidos a Él (13:7 – 17). Exhortaciones finales, bendiciones y saludos concluyen la epístola, de la forma normal en que una carta es concluida, a pesar que ésta no comenzó como tal.

PARAFRASEANDO LA EPISTOLA

CAPITULOS 1 – 4:13

La supremacía de Cristo. En Antiguo Testamento de por sí testifica acera de Su supremacía, como Hijo de Dios, sobre sus personajes principales: (a) en primer lugar los ángeles, por medio de los que, según la creencia judía, la creación se había llevado a cabo y la Ley había sido otorgada. (1:4 – 2:18).

También Él era superior a (b) Moisés, el fundador de la religión nacional, no obstante un sirviente y no Su Hijo (3:1 – 6). También es superior a (c) Josué. Él tiene un descanso que dar, el cual, se previene a los cristianos, no debemos perder por infidelidad, como Israel perdió el suyo en Canaán, el cual era como el verdadero descanso del reino de Dios y el cual perdieron por haber provocado la ira de Dios cuando se encontraban en el desierto. Puesto que no hay escape a la justicia divina (3:7 – 4:13).

CAPITULO I

1 – 4. Introducción.

El Dios de todos los tiempos se reveló, a los padres de la raza, pero esta revelación no fue, ni completa ni final. En nuestro día, Él ha dado una revelación directa por medio de Su propio Hijo, el Señor y Creador del universo, l a perfecta expresión de la divina naturaleza, quién, después de Su humillación temporal aquí en la tierra, ahora ocupa el lugar más alto en la corte celestial.

 3 Siendo resplandor de su gloria. En esta frase encontramos la palabra "apaugasma", una favorita en el lenguaje de las escuelas de filosofía de Alejandría. Contiene una doble noción de derivación y manifestación.

 5 – 14. Cristo es superior a los ángeles. Ellos no son llamados "hijos" por Dios y, sin embargo, son ordenados adorar al Hijo. Los ángeles son sirvientes haciendo la voluntad de Dios en la baja esfera del mundo material, llevando su ministerio a los que heredarán la salvación. Y su poder y dignidad no son inmutables y eternos como lo son los del Hijo.

 5 Angeles. En algunos lugares del Antiguo Testamento los ángeles son llamados "hijos de Elohim", (Job 1:6), como pertenecientes a la clase de "Elohim". Esta palabra, "Elohim" es la primera persona del plural, significando seres espirituales. Esta misma palabra se usaba en singular para indicar a Dios. Tal como era usada en el Antiguo Testamento, no quería significar "hijos de Dios" como se utiliza con Cristo y cuya primera mención la encontramos en el Salmo 2:7, interpretada en forma mesiánica y como tal aceptada por su escritor y lectores. La segunda mención la encontramos en II Samuel 7:14 y Salmo 89:26 en esta, la mención se aplica como una promesa divina de que Su hijo descendería del linaje de David.

Nota del traductor. En toda esta parte, el autor es inspirado a narrar la diferencia que existe entre los ángeles y Jesucristo dentro del contexto de ser espiritual perteneciente a los "Elohim". Tenemos que considerar que Alejandría es la puerta de entrada del gnosticismo en el que los ángeles juegan un papel importante. Es por tanto de suma importancia que el autor, utilizando el Antiguo Testamento (ver además de los versículos indicados, Salmo 104:4; 45:6 – 7; 102:25), separe a Cristo de los ángeles cuya misión es la de sirvientes de Dios "haciendo Su voluntad", y no hijos como lo es Cristo. Al hacer esta distinción, queda más clara la premisa de que Cristo no es parte de los "Elohim" en plural sino "Eloí" en singular o Dios hecho hombre.

CAPITULO II

Jesús es exaltado en Su humillación

1 – 4. La antigua dispensación, a pesar de haber mediado, por medio de seres inferiores, como son los ángeles, era tan sagrada, que cualquier trasgresión era severamente castigada. Siendo así, ahora una más terrible suerte seguirían aquellos que desdeñaran la revelación traída por el Hijo de Dios en persona, entregada a nosotros por testigos presenciales y autenticada por medio de milagros y dones del Espíritu Santo.

5 – 18. No hay duda alguna de la supremacía de Cristo cuando decimos que, asumiendo la naturaleza humana Él se hizo menor que los ángeles. Esta humillación era solamente temporal y se llevó a cabo solamente para poder redimirnos. Sus sufrimientos y muerte le convirtieron en el perfecto Sumo Sacerdote al convertirse en uno más de los seres humanos. Y por esto será el hombre y no los ángeles los que reinarán en el mundo venidero. El señorío de la humanidad no se ha llevado a cabo aún, pero la exaltación de Cristo es la demostración de que así será.

 CAPITULO III

 Jesucristo, Señor de la Casa de Dios

Cristo es superior a Moisés. Cristo es el Hijo de Dios y manda en la Casa de Dios, cuando Moisés es solamente su sirviente.

 

1. Una nueva sección comienza en este punto en el que se combinan los argumentos y las exhortaciones. No está muy clara la conexión con los párrafos anteriores. Puede deberse a que Cristo ha sido descrito en 2:10 como el Líder de la salvación, conduciendo a los hijos de Dios hacia la gloria y sugiriendo una función similar a la llevada a cabo por Moisés, el Líder del pueblo de Dios en busca de su descanso en Canaán. Cristo es el Apóstol y Sumo Sacerdote de esta época, como Moisés lo fue de la antigua. Pero no todos los que se pusieron bajo el liderazgo de Moisés, no entraron en el descanso prometido. He aquí la amonestación hacia los incrédulos y hacia los que se apartan del Dios viviente.

CAPITULO IV

Jesucristo, el que conducirá al descanso prometido y Sumo Sacerdote designado para llevar al hombre hacia Dios

1 – 13. Debido a su incredulidad, Israel no pudo entrar en el descanso prometido. Este descanso, por tanto, permanece y ahora la entrada a esta promesa es ofrecida a nosotros. No cometamos la misma equivocación y no erremos al entrar por causa de nuestra incredulidad. Puesto que hasta la más secreta de nuestras incredulidades podrá escapar del penetrante escrutinio de los ojos del Dios Viviente.

1. Permaneciendo aún la promesa. La promesa de Dios de entrar en Su reposo no puede fallar. Este descanso, por tanto permanece aún abierto y al haber Israel errado de entrar en él, ahora se nos ofrece a nosotros, si conservamos la fe.

2. La buena nueva. Esta es la promesa de Dios de entrar en Su descanso. "por no ir acompañada de fe" aquí hace la distinción sobre los que oyeron (es decir creyeron y obedecieron) como son Josué y Caleb, y los que no creyeron. Fe es el medio por el cual la palabra escuchada es asimilada y puesta en práctica.

3. La promesa del descanso es aplicable ahora a nosotros que somos cristianos, viendo que a los que fue dirigida la promesa originalmente, fallaron en lograrla. Y este fallo no se debió a que el descanso no hubiese estado preparado ya que este existió desde el día en que Dios terminó su creación. Esto está demostrado por las palabras "y Dios descansó" en un lugar, y "mi descanso" en otro. El descanso de Dios es por tanto un hecho y está muy claro Su propósito de que algunos entren en él.

7. Después de tanto tiempo. Se refiere al tiempo entre Moisés y David. En tiempos de David el descanso permanecía abierto y por tanto concluye que aún permanece abierto.

8. Jesús. Las palabras Jesús y Josué, en griego, son la misma palabra. Si la entrada a Canaán bajo Josué hubiera sido el cumplimento de la divina promesa de descanso, no hubiera existido la mención en el salmo, siglos más tarde, de que el descanso estaba por obtenerse.

9. Reposo. El descanso que aún queda es de un carácter diferente al obtenido al entrar en la tierra de Canaán. Es el descanso de Dios, un reposo santo y de eterna satisfacción. (Nota del Traductor. La palabra griega por reposo es ‘sabbatismos.’ En algunas sectas cristianas se utiliza este verso para demostrar que hay que guardar el sábado. Aquí vemos que la palabra ‘sábado’ viene de ‘descanso’ y no al revés; y de la misma forma el autor de Hebreos nos demuestra que los judíos no entraron en el descanso de Dios cuanto llegaron a la tierra de Canaán, de la misma forma tampoco los que ‘guardan’ el sábado lo hacen.)

14 – 16. Aquí se hace un resumen de lo que se ha dicho, haciendo una transición hacia el tratamiento de la supremacía de Cristo como Sumo Sacerdote, que forma el cuerpo de la epístola.

 

CAPITULO V

 Hermandad humana y nombramiento divino

El sacerdocio de Cristo. El argumento ahora se torna hacia la discusión del sacerdocio de Cristo en comparación con el sacerdocio levítico y que se constituye como el cuerpo principal de la epístola. Se enumeran las cualificaciones de Cristo para ser nuestro Sumo Sacerdote. En primer lugar se nos presenta su similitud con Aarón indicando brevemente que Él era también un sacerdote. Cristo cumplió los dos requerimientos exigido a Aarón, como son la hermandad humana, esencial para el carácter representativo del sacerdocio (v. 1 – 3) y la designación divina, imprescindible para su autoridad, tal como se pone en evidencia en el Salmo 110 (v. 4 – 6). En Su humanidad, Jesús sufrió vejaciones, pero al haberle sido enseñado la obediencia, estos tremendos sufrimientos le perfeccionaron como sacerdote, de manera tal, que Él se convierte en el autor de la salvación eterna para aquellos que le obedecen (v. 7 – 10).

1 – 3. La primera cualificación – la hermandad humana

4 – 6. La designación divina.

7 – 10. La forma en que Cristo fue perfeccionado como sacerdote, en su sufrimiento y obediencia.

Al que le podía librar de la muerte. No podemos decir que su petición fue concedida si entendemos que pedía no morir. Él oraba para no ser vencido por la muerte y la contestación a su súplica fue la victoria sobre ella, es decir, su resurrección.

11 – 14. Al llegar a este punto el autor reconoce la dificultad del tema y se detiene para deplorar la falta de atención y la infantil ignorancia de sus lectores. El siente que el no avanzar se corre el peligro de retroceder y, por tanto, mientras alienta a continuar en este proceso de crecimiento, señala la penosa situación de los hombres que son llevados a la apostasía (6:1—12) y les pone ante ellos la promesa de Dios hecha a Abraham, confirmada por medio de la promesa, para persuadirlos a se constantes (6:13—20).

CAPITULO VI

Advertencias y aliento

1 – 3. Dejando los rudimentos de la doctrina. En este punto, el autor pide que los lectores dejen de hablar de las bases en las que la doctrina de Cristo se funda y continúen perfeccionándose en ellas. Para ello, menciona los rudimentos en tres pares. El primero es "el arrepentimiento de las obras muertas y la fe hacia Cristo". Estos son los primeros pasos que han de ser dados para comenzar una vida de cristianos.

El segundo par lo constituye "la doctrina del bautismo y la imposición de manos". Estos son los siguientes pasos a dar en la vida del cristiano. El bautismo para la remisión de los pecados y la imposición de manos, para recibir el Espíritu Santo. La palabra bautismo se emplea en plural "bautismos" probablemente para compararlo al bautismo judío y otros lavados ceremoniales. El tercer par los constituyen "la resurrección de los muertos y el juicio eterno" fundamentales en la fe cristiana y que pueden ser tomadas también en el contexto de la predicación apostólica. (Hechos 4:2, 33; 10:42; 17:31; 24:25).

4 – 8. Cualquier intento de asentar de nuevo los fundamentos de la doctrina cristiana, por aquellos que, después de aceptarla, la rechazaron, se encuentran en una situación desesperada y sin ayuda, de acuerdo al punto de vista del autor.

 

9 – 12. Dirigiéndose a sus lectores comienzan palabras de aliento.

13 – 20. El ejemplo de Abraham es una forma de dar aliento. La promesa de Dios fue confirmada por medio de un juramento y la esperanza del cristiano no está menos segura puesto que no solamente Dios ha dado la promesa de la herencia celestial, sino que además, Cristo ha entrado dentro del velo del templo como Sumo Sacerdote y nuestro Precursor.

Al llegar a este punto la discusión regresa al punto que fue interrumpida cuando comienza amonestar a aquellos que caían en el peligro de la inapetencia espiritual y apostasía. (5:10)

CAPITULO VII

El sacerdocio de acuerdo a la Orden de Aarón y Melquesideq

Se continúa en este punto el tema de la superioridad de Cristo sobre el sacerdocio levítico. En 5:1 – 10 se ha mostrado que Cristo posee todas las características de un Sumo Sacerdote y además que es llamado de Dios "un eterno Sumo Sacerdote de la orden de Melquisedec". Ahora tenemos que entender que el sacerdocio de Melquisedec era perpétuo y, en este respecto, era una especie de Cristo. Su grandeza es mostrada por el hecho de haber recibido los diezmos de Abraham, como levita, era descendiente de Abraham y por esto sigue indicando que todo ello implica un sacerdocio superior al levítico (7:1 – 10).

1 – 3. Melquisedec. Un tipo de Cristo con todos sus títulos, independiente de la descendencia necesaria del sacerdocio levítico y específicamente refiriendo a la eternidad del sacerdocio.

Estos versos comienzan y termina con la s palabras: "Este Melquisedec... permanece sacerdote para siempre" Esto es lo que los versos quieren definir: la eternidad del sacerdocio equiparándola al sacerdocio de Cristo. Todos los puntos esenciales registrados en la historia que encontramos en Génesis 14 se muestran para hacer la comparación con Cristo. Él es rey de Salem, es decir, Jerusalén. Pero Salem significa "paz", y Cristo es el Príncipe de Paz (Isaías 9:6). El nombre Melquisedec significa "rey de justicia" y precisamente la justicia es una de las características del reino de Cristo (Salmo 62:12; Isaías 9:7; 32:1). Al contrario que los levitas, los cuales deben demostrar en su genealogía ser descendientes de Leví, Melquisedec no tiene genealogía conocida, sin saberse si está conectado a una familia de sacerdotes y de igual manera desconocemos del sacerdocio de su descendencia. Él es un "sacerdote eterno".

Sin padre, ni madre, ni genealogía. El escritor basa su argumento en el silencio mostrado en la Escritura acerca del origen de Melquisedec. De repente, en el capítulo 14 de Génesis, aparece en la narrativa y de la misma misteriosa manera desaparece. Con ello enfáticamente demuestra que su sacerdocio, al contrario que el levítico, no depende de su descendencia. Él es "hecho semejante al Hijo de Dios", indicando en la narrativa, que parece ser el eterno Hijo que existe desde la eternidad y vive por siempre.

Por otro lado Melquisedec era superior a Abraham puesto que tomó los diezmos de este (Génesis 14:20) y además le dio la bendición sacerdotal (Génesis 14:19 – 20).

5 – 7. Él es superior a los sacerdotes levitas que toman los diezmos de sus hermanos israelitas, además, porque Abraham, su progenitor y, por tanto, de mayor importancia que ellos, pagó los diezmos a Melqesidek.

11 – 28. El argumento, ahora, toma una mayor profundidad. En el Salmo 110, Dios promete un nuevo sacerdocio, en consecuencia, este debe substituir al antiguo. Pero esta substitución no se hubiera llevado a cabo, de haber cumplido su propósito el antiguo sacerdocio, y este propósito no es más que la reconciliación del hombre con Dios. Una nueva alianza se introduce con la venida de Cristo como seguridad para su cumplimiento. Esta alianza es eterna, puesto que Dios es eterno; y asegura la salvación al máximo puesto que el Sacerdote es Uno, el cual siempre vivió intercediendo por aquellos que se acercan a Dios por medio de Él.

22. Fiador. Esta palabra no se encuentra en ninguno de las escrituras que corresponden al canon del Nuevo Testamento. Significa alguien que da seguridad en el cumplimiento de un acuerdo entre dos partes, un garante. La palabra generalmente es generalmente empleada en el sentido usado en 8:6 como "mediador".

CAPITULO VIII

El Sumo Sacerdote del Santuario Celestial y el cumplimiento de la profecía de Jeremías.

Cristo, al igual que el Sumo Sacerdote Melquisedec, tiene un ministerio más alto que el sacerdocio levítico, porque Él administra en el verdadero Tabernáculo de los cielos, que era lo que entendía iba a ser el primer tabernáculo terrenal (v. 1 – 5).

Además es, en proporción, en proporción ya que el nuevo testamento es mejor que el antiguo. (v. 6 – 13).

8 –12. La promesa es tomada de Jeremías 31:31 – 34.

CAPITULO IX

El Nuevo Pacto y el sacrificio de Cristo

9:1 – 10:39. El escritor ahora procede a elaborar con mayor detalle el contraste existente entre el Antiguo y el Nuevo Pacto. El Antiguo tenía un Tabernáculo amoblado, con elaborado ceremonial y con continuos sacrificios que culminaban con la visita anual del sumo sacerdote a la cámara interior del tabernáculo llevando la sangre del sacrificio. Pero estas mismas ceremonias indicaban la imposibilidad del pueblo de comunicarse con Dios y hacían imposible al adorador hacerse "perfecto", al no poder participar de los "misterios" (9:1 – 10). Pero ahora, que esos sacrificios de animales, la inefectividad de los cuales queda demostrada por la necesidad de su repetición, fallaron en su propósito, Jesús lo logra cuando entra al Tabernáculo Celestial con su propia sangre. Es decir cuando Él se presenta al Padre, en su resurrección, después de ser crucificado, con lo cual obtuvo la redención eterna. Como mediador del nuevo pacto Él logra esto por medio de Su muerte. Puesto que un testamento solamente se puede poner en práctica o llevarse a efecto, después de la muerte del testador. De la misma manera, el Nuevo Pacto se pone en vigencia después de la muerte de Cristo, quién voluntariamente entregó Su vida, como un acto libre de Su Espíritu, tienen un gran valor ante los ojos de Dios. (9:11 – 22). Esto es suficiente, puesto que este sacrificio se ofrece de una vez por todas (9:23 – 28). Así contra el fracaso del Antiguo, probado por su necesaria repetición, se basa el triunfo del Nuevo. Esto queda ilustrado en el pasaje del Salmo 40, que muestra que la esencia del sacrificio es la obediencia a la voluntad de Dios (10:1 – 18). En la base de su cumplimiento esto lo lleva a cabo Cristo siguiendo las exhortaciones (10:19 – 25), advertencias (10:26 – 31) y apoyo (10:32 – 39).

7, 8. El punto es que la entrada a la presencia de Dios estaba permitida al Sumo Sacerdote exclusivamente, y solamente una vez al año, y este acercamiento le estaba prohibido al pueblo, incluyendo los demás sacerdotes. El argumento utilizado en esta sección es para demostrar que el sacerdocio levítico no podía proveer al pueblo con un efectivo acercamiento a Dios.

 

15. Al ofrecerse en persona, Cristo se convierte en el Mediador de una Nueva Alianza, para que aquellos que han sido llamados, puedan recibir la herencia eterna prometida y la condición necesaria para ello era la redención de las transgresiones que existían bajo el Antiguo Pacto, lo que solamente podía hacerse por medio de la muerte.

Aquí se presenta el sacrificio de Cristo de una forma retrospectiva, operando, no solamente sobre los pecados de los Hebreo – Cristianos, sino también sobre los pecados de los santos del Antiguo Testamento que vivieron bajo la primera alianza y los que no podían heredar las promesas puesto que la ésta no podía remover sus transgresiones.

16. Testamento. La palabra griega utilizada es diateke y esta puede significar tanto alianza como testamento. En este verso el autor utiliza la última definición y queda claro que para que se lleve a efecto el testamento el testador debe morir. ¿Es esto también necesario en el caso de la alianza? Sí, dice el escrito en los versículos 18 – 20, vuelve a tomar el significado de la palabra griega como alianza. Él dice que cualquier diateke necesita de la muerte y cita la ley mosaica para demostrarlo. Tiene que ser así en el caso que el aliado está representado por la víctima que tiene que morir en sacrificio y que usualmente acompaña cualquier alianza seria. La muerte de la víctima representa la imposibilidad de retractarse del aliado. Constituía una solemne ratificación de los términos de la alianza.

CAPITULO X

El Sacrificio completa la voluntad divina. El camino abierto hacia Dios.

Resumen y cierre del argumento. Los sacrificios por medio de la ley eran insuficientes y poco efectivos para limpiar la conciencia del hombre, tal como podemos apreciar en su repetición (v. 1 – 4). En la mente de Dios estos no eran más que temporales. Pero la ofrenda de Cristo es un sacrificio que cumple con la voluntad de Dios y nos consagra como el pueblo de la Nueva Alianza (v. 5 – 10). Que esto es eficaz y final queda demostrado por la presencia de Cristo a la diestra de Dios Padre. Al contrario que los sacerdotes levitas, que se encuentran constantemente ofreciendo sacrificios, Cristo hizo un perfecto sacrificio y es suficiente en espera del triunfo final (v. 11 – 14). La finalidad de Su sacrificio también fue confirmada por la profecía que decía que bajo la nueva alianza Dios no recordaría más los pecados del pueblo, indicando que el problema del pecado había quedado atrás de una vez por todas (v. 15 – 18).

19 – 25. Ante un privilegio anteriormente negado al pueblo, el escritor exhorta al pueblo de Dios a acercarse a Él sin temor con objeto de obtener los más superiores beneficios y privilegios de la Nueva Alianza.

26 – 31. Una advertencia para los incrédulos y los apóstatas, sugiriendo que cuando llegue el Día del Señor, será un día de juicio para algunos, especialmente para aquellos que en un momento fueron alumbrados con la verdad, ahora se han apartado de ella.

La forma en que se indica el pecado, no se refiere a un acto individual, sino a un deliberado y persistente estado.

32 – 39. Una exhortación para mantenerse firmes ante las pruebas y no dejarse vencer por ellas. En la misma forma que luchamos anteriormente con las pruebas debemos no dejarnos vencer ahora y mantenernos firmes y constantes en la lucha y esto solamente puede hacerse con el fortalecimiento de la fe.

CAPITULO XI

Los héroes de la fe

Los logros de la fe, ilustrado a partir de los anales de Israel, comenzando por los patriarcas y pasando por los mártires. El escritor ya ha mencionado la fe, como condición necesaria para la vida del justo y ahora procede a ilustrar el hecho de que, por medio de la fe, fue la forma que los padres de la raza trabajaron para logras su justificación y enfrentarse a sus pruebas. Su ejemplo heroico debería dar fuerzas a los hebreos a mantenerse firmes. El propósito primario, por tanto, de este largo pasaje es eminentemente práctico. Pero también ocupa un lugar en el argumento principal de la Epístola. Ha sido mostrado que las cosas de este mundo, visibles, no son más que sombras de la realidades celestiales, tal como vemos en 8:5, 9:22 - 23 y 10:1. El pensamiento debajo de esto encontrado en los pasajes precedentes es que, contrario a la forma común de pensar, la realidad es lo celestial. Pero, ¿cómo podemos asegurarnos de esas cosas celestiales e invisibles? Solamente esto es posible por medio de la fe. La fe opera en tal forma que hace hacer real lo invisible y presente al futuro. La fe trae a la realidad las cosas anheladas y pone a prueba las cosas del presente aún no vistas. No es este un nuevo principio del mundo, puesto que fue la fe la que inspiró al heroísmo y al autosacrificio de los santos que vivieron bajo la antigua dispensación. Nosotros, teniendo unas mejores promesas y una mejor alianza que ellos, no podemos quedarnos atrás en el ejercicio de la misma fe por la que ellos vivieron.

En el versículo 40 encontramos la contestación a una objeción que aparece implícita: que la fe de aquellos sufridos héroes había sido en vano, ya que no pudieron ver el cumplimiento de la promesa. Pero el escritor indica que esto es una injerencia equivocada, puesto que la realidad es que Dios simplemente ha retrasado el premio, con objeto de que ellos puedan entrar, con nosotros, en una época posterior una vez que se haya llevado a cabo la prometida herencia. Están esperando por nosotros para que todo el conjunto de fieles puedan ser perfeccionados a la vez.

CAPITULO XII

La prueba. El tesón, la santidad y la comunión Divina propuesta por el Hijo de Dios.

Inspirado por el ejemplo de aquellos victoriosos héroes de la fe, que nos rodean, debemos de llevar a cabo nuestra tarea de llevar a cabo nuestro camino con paciencia, mirando siempre a Jesús, el supremo ejemplo de paciencia y tesón (v. 1 y 2). Los sufrimientos presentes son la disciplina de un Padre que nos ama y de hecho son la demostración de que somos Sus hijos. Sé por tanto bravo, y ayuda a otros a hacer lo mismo (v.3 – 13). Estáte atento de las contiendas y las impurezas, usa el mal ejemplo de Esaú quién irremediablemente perdió todas sus bendiciones (v. 14 – 17). Nuestros mayores privilegios traen consigo mayores responsabilidades y nos obligan a estar más atentos de lo normal (v. 18 – 19).

CAPITULO XIII

Avisos, recordatorios, oraciones y saludos.

La epístola concluye con varias exhortaciones de acuerdo a la vida social (v. 1 – 3), vida privada (v. 4 – 6) y vida religiosa (v. 7 – 17), donde los lectores son exhortados a seguir con paso firme el ejemplo y las doctrinas de sus antiguos maestros (v. 7 – 16) y de igual manera responder a la autoridad de sus gobernantes actuales (v. 17). El escritor solicita sus oraciones; él también ora por ellos, les envía sus saludos y su bendición.

10 – 14. Nosotros los cristianos tenemos en verdad un altar: la cruz de Cristo, pero en la misma manera que en el Día del Perdón la sangre del sacrificio era llevada dentro del santuario por el sumo sacerdote, cuando la carne de la víctima no era comida sino quemada fuera del campamento, así aquellos que quieran participar en los beneficios del sacrificio de Cristo deben salir del campo del judaísmo y absolutamente renunciar a sus "ordenanzas carnales", hasta el punto de que puedan llegar a ser reprochados en honor de Cristo. Podremos ser considerados como desahuciados aquí en la tierra, mas no ha de importarnos pues poseemos una ciudad en lo alto. (Sin casa en la tierra, con ciudad en los cielos).

15 – 16. Cristo se ofreció, él mismo en persona, de una vez por todas, como el gran sacrificio por el perdón; el único sacrificio que el cristiano puede ahora ofrecer es el de gratitud, el fruto de los labios que confiesan su nombre, y de tener misericordia unos con otros, algo de lo que Dios se complace.