LA ESPIRITUALIDAD DE LA BELLEZA

El interés actual por el icono sagrado de oriente expresa la búsqueda de esa belleza que debe salvar al mundo. Se trata de una auténtica elevación espiritual que debe estar lejos de toda banalización del icono por una excesiva multiplicación de la imágenes sin valor o una utilización ajena a su destino original.

En la encíclica de Dimitrios I hay unas palabras duras contra todo lo que puede ser una verdadera instrumentalización del icono en nuestra sociedad moderna, un pecado del que a veces los ortodoxos culpan como responsables a los mismos católicos.

Escribe el Patriarca: "No es lícita la banalización de la función sagrada de los iconos, y especialmente el hacerlos servir como elemento decorativo de los lugares de la vida mundana, de las casas o de las salas de exposiciones, donde son exhibidos por personas mundanas que los aprecian solo como obras de arte. Tampoco es lícito tratar los iconos como un artículo comercial, o como un objeto para imprimir sobre papel u otros materiales de poco valor, según los métodos actuales de reproducción industrial, para sacar de ellos provecho. todavía menos, aumentar de manera ilícita su circulación en la sociedad secularizada de hoy."

Esta reacción de la ortodoxia, representada por el Patriarca Ecuménico, nos habla de la nobleza del icono y de su mediación de belleza para la comunión espiritual con Dios.

En la liturgia se realiza la comunión entre las personas vivas que los iconos representan y se actualizan los sagrados misterios que están representados: "La presencia de los iconos en la iglesia, con los sacerdotes que celebran y los fieles que oran, es la realización en cada momento del tiempo en que se realizará el misterio de la comunión de los Santos, adorando al Dios trino, por parte de todos los que han sabido agradar a Dios y constituyen la Iglesia orante de hoy y de los siglos venideros... Ciertamente, el icono es también objeto de la devoción y de la oración en las casas privadas y en toda la vida personal de los cristianos, que en todo momento de recogimiento, pueden elevar los ojos de su alma hacia las santas imágenes que santifican su vida particular, en su habitación o en cualquier otro lugar" (Dimitrios I)

La presencia del icono en la piedad litúrgica y en la familiar, mantiene la más pura tradición del oriente cristiano para una adecuada comunión espiritual con el mundo sobrenatural.