1er. Encuentro
DIOS ES UN PADRE QUE ME AMA COMO SOY


Objetivo: Que cada uno de los participantes descubra que Dios es un Padre que ama a cada uno como es.


1. Saludo y encuentro (10’)

El coordinador saluda y da la bienvenida en forma breve y familiar a los asistentes, y les invita a que cada uno escoja a la persona que menos conozca. Los invita a platicar por parejas durante unos minutos: ¿quién soy? ¿qué hago? ¿dónde vivo? ¿por qué estoy aquí?. Después, cada uno presenta ante el grupo a la persona que le tocó como pareja.

El coordinador presenta el plan general de estos encuentros: se trata de descubrir juntos a Dios que camina con nosotros para salvarnos y de nuestra participación en su plan de salvación para esta ciudad. Será el contenido de los DOCE encuentros, a los que ya desde ahora los invita fraternalmente.

El coordinador presenta el objetivo de este encuentro.

2. Aspectos de la vida urbana (15')

Quienes vivimos en una ciudad como la de México, fácilmente nos dejamos abrumar:

Y SIN EMBARGO, POR LA FE DESCUBRIMOS QUE DIOS ES UN PADRE QUE NOS AMA. ¡SÍ! DIOS ME AMA EN ESTA CIUDAD Y ME AMA TAL COMO SOY.

Preguntémonos cuáles son los signos o manifestaciones de que Dios nos ama en esta ciudad de México.

Para responder se pueden ayudar de las siguientes preguntas: ¿Qué cosas positivas hay?; ¿qué signos de vida se dan aquí?, etc. Se pueden ir enlistando los signos de vida, de amor o de solidaridad descubiertos por el grupo.

Cuando hayan terminado las aportaciones, el coordinador hace un resumen de lo compartido.

3. La Palabra de Dios me ilumina (20’)

Introducción: De Dios se dicen muchas cosas: por ejemplo, que es un juez que castiga; que su amor no siempre aparece claro, pues hay muchos inocentes que sufren; que su justicia da mucho qué desear, pues parece que a los malvados les va mejor que a los que se esfuerzan por ser honestos. A pesar de eso y de otras cosas, Jesús nos afirma que Dios decidió ser para nosotros un Dios cercano, un amigo y, sobre todo, un Padre verdadero: ¡esta es la gran novedad del mensaje de Jesús!

(Se lee despacio y, si se cree conveniente, se vuelve a leer)

En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y envió a su Hijo como víctima por nuestros pecados.

Queridos, si Dios nos amó de esta manera, también nosotros debemos amarnos unos a otros
(1 Juan 4, 10-11).

Comentario: El evangelista san Juan en sus escritos nos ofrece tres descripciones célebres sobre Dios, a saber, que es amor, espíritu y luz. Al decir que Dios es amor, el autor quiere recordarnos que Dios se nos ha manifestado en su Hijo, como un Padre que nos ama.

4. La Palabra de Dios en mi vida (10’)

En silencio, cada quién piense lo que le dice o sugiere este texto. Después, pregúntese: ¿cuáles han sido los signos o manifestaciones de que Dios me ama a mí, en concreto, en esta ciudad de México?

También preguntémonos:

El coordinador invita a que algunos de los presentes compartan su reflexión. (sin discutir)

5. Canto (5’)

Todos: Padre, estoy en tus manos.
Padre, te entrego mi alma;
enséñame a amar.

Cantor
: Abba, Padre del cielo,
Padre del cielo, nuestro creador.
Gloria, gloria a tu nombre
gloria a tu nombre, gloria y honor.

6. Evaluación (5’)

¿Qué sentimiento vino a tu mente cuando oíste la afirmación “Dios es un Padre que me ama así como soy”? ¿En qué crees que esto puede cambiar tu vida?

7. Oración final (5’)

Un día en que los discípulos le pidieron a Jesús que les enseñara cómo relacionarse con Dios, éste les contestó: cuando oren, digan así:

Vamos a unirnos, invocando a Dios como lo hacía Jesús.

Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre;
venga tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo;
danos hoy el pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a quien nos ofende;
y no nos dejes caer en la tentación;
y líbranos del mal
(Mateo 6, 9-13)

8. Despedida e invitación al siguiente encuentro(5’)

Después de despedirlos e invitar a los participantes a encontrarse nuevamente, les exhorta a meditar en casa la lectura complementaria: leer la oración final intitulada “Dios me dice”.
 


LECTURA COMPLEMENTARIA
DIOS ME DICE

Conozco tu miseria, las luchas y tribulaciones de tu alma, la debilidad y las dolencias de tu cuerpo; conozco tu cobardía, tus pecados y tus flaquezas; y a pesar de todo te digo: “Dame tu corazón. Ámame tal como eres”...

Si para darme tu corazón esperas a ser un ángel, nunca llegarás a amarme. Aun cuando caigas de nuevo muchas veces en esas faltas que quisieras no cometer jamás, y seas un cobarde para practicar la virtud, no te consiento que me dejes de amar.

Ámame tal como eres. Ámame en todo momento, cualquiera que sea la situación en que te encuentres: de fervor o sequedad, de fidelidad o traición.

Ámame tal como eres. Quiero el amor de tu corazón indigente. Si esperas a ser perfecto para amarme, nunca me llegarás a amar...

Déjame amarte. Quiero tu corazón. En mis planes está moldearte. Pero mientras eso llega, te amo tal como eres. Y quiero que tú hagas lo mismo: deseo ver tu corazón que se levanta desde lo profundo de tu miseria. Amo en ti incluso tu debilidad.

Me gusta el amor de los pobres. Quiero que desde la indigencia se levante incesantemente este grito: ¡Te amo, Señor! Lo que me importa es el canto de tu corazón. ¿Para qué necesito yo tu ciencia o tus talentos? No te pido virtudes; y aun cuando yo te las diera, eres tan débil, que siempre se mezclaría en ellas el amor propio; pero no te preocupes por eso... Preocúpate sólo de llenar con amor el momento presente.

Hoy me tienes a la puerta de tu corazón, como un mendigo, a mí, que soy el Señor de los señores. Llamo a tu puerta y espero; apresúrate a abrirme; no alegues tu miseria.

Si conocieras plenamente la dimensión de tu indigencia morirías de dolor. Una sola cosa podría herirme el corazón: ver que dudas y que te falta confianza.

Quiero que pienses en mí todas las horas del día y de la noche. No quiero que realices ni siquiera la acción más insignificante por un motivo que no sea el amor.

Cuando te toque sufrir, yo te daré fuerzas; tú me diste amor a mí; yo te haré amar más de lo que hayas podido soñar. Pero recuerda esto: “ÁMAME TAL COMO ERES”

(Carlos de Foucauld)

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