Ungüentos

 

"Entre nosotros no conviene que los hombres huelan a preciosos ungüentos, sino a la probidad de la vida. Respira la mujer a Jesucristo, que es unción real. y no preciosos ungüentos: únjase siempre con la divina unción de la castidad, y deltese su espíritu con este ungüento santo. (S. Clemente. Pedagogo, c. 8, sent. 6. adic.. Tric. T. 1, p.350.)"

 

"Señoras, el mismo Dios es el que de algún modo os ha pintado: no borréis, pues. su pintura que es excelente, y saca todo su resplandor de la verdad y no del disfraz y la mentira: la verdadera belleza no es obra del arte. sino de la gracia. Tú. mujer vana. borras la pintura celestial cuando la cubres con el blanco artificioso, y te aplicas al rostro el colorido que se compra a precio de plata. Eson son unos colores que manchan el alma y no hermosean el cuerpo: son unos colores infieles y engañosos que te seducen: pues no consigues agradar al que pretendías, viendo éste que los atractivos de que te vales para parecer hermosa, son extraños y no propios, y que desagrada mucho a tu Criador cuando ve su imagen tan desfigurada: a la verdad. si sobre la obra de un buen pintor hiciese trabajar otra que la cubriera. ¿cómo había de sufrir el excelente profesor, sin indignarse, que se hubiese mudado todo cuanto él había hecho? No borres, pues la pintura de Dios poniendo sobre ella la que sólo es propio de una mujer perdida: pues no quiere la Escritura que los miembros de Jesucristo se hagan miembros de una prostituta. Cualquiera, pues, que altere y disfrace la obra de Dios, comete un grande pecado. (S. Ambrosio, lib. 6. c. S. n. 4S. sent. 5. Tric. T. 4. p. 313.)"