Resurrección general

 

"Dios recompensará haciendo incorruptibles a los que guardan la justicia, cumplen sua leyes y perseveran en su amor, ya sea desde que recibieron el bautismo, ya desde que se convirtieron por la penitencia: El les dará la vida y los revestirá en el cielo de eternos resplandores. (S. Ireneo, sent. 1, Tric. T. 1, p. 86.)"

 

"Así como el sarmiento puesto en la tierra fructifica a su tiempo, y el grano de trigo cayendo en la tierra y deshaciéndose, se multiplica por el espíritu de Dios que todo lo contiene: estas cosas que vienen a ser útiles para el uso de los hombres por la sabiduría, percibiendo después la palabra de Dios, se hacen Eucaristía, que es el cuerpo y sangre de Jesucristo: así nuestros cuerpos alimentados con esta Eucaristía, aunque los depositen en la tierra y se deshagan en ella, han de resucitar a su tiempo, dándoles el Verbo Divino la resurrección para gloria de Dios Padre. (S. Ireneo, sent. 2, Tric. T. 1, p. 344.)"

 

"Así como Jesucristo, nos dejó por prenda al Espíritu Santo, así también recibió de nosotros en la misma calidad nuestra carne, y llevó esta prenda al cielo asegurando que algún día iría allá todo cuerpo y sangre del hombre. Vosotros habéis adquirido en Jesucristo un derecho a su reino celestial, y el que niegue el derecho que vosotros tenéis al cielo, negará que Jesucristo está en la gloria. (Tertuliano, lib. de Resurrectione carnis, c. 51, sent. 25, Tric. T. 1, p. 202.)"

 

"No hay duda que pueda restituir la carne el que la hizo. ¡Cuánto más es haberla hecho que el haberla resucitado y el haberla dado al principio, que el haberla restituido! Y de este modo debes creer que es más fácil resucitar la carne, que el haberla criado. (Tertuliano, lib. de Resurrectione, carnis, c. 11, sent. adic., 27, Tric. T. 1, págs. 367 y 368.)"

 

"Todas las cosas vuelven a su estado cuando se han desvanecido: todas las cosas empiezan de nuevo cuando dejan de ser. Se acaban para hacerse: nada perece sino para vivir. Luego todo este orden de sucesiva revolución de las cosas está dando testimonio de la resurrección de los muertos. Primero la prescribió Dios a todas sus obras, que se escribiese con letras... Primero te dio a la naturaleza por maestra para introducir después la profecía habiendo aprendido en la naturale-za: y para que no dudes que Dios, que es el restituidor de las cosas, también es restituidor de la carne. (Tertuliano, ibid., c. 12, sent. adic. 28, Tric. ibid.)"

 

"Orígenes, refutando a Celso que negaba la resurrección, y decía: ¿Cuál es el alma que quisiera volver a un cuerpo lleno de podredumbre? Dios, por muy poderoso que sea, no puede volver a su primitivo estado a un cuerpo disuelto, porque esto sería indecente y contrario ci la naturaleza: Orígenes le responde que los cuerpos resucitados no estarán en estado de corrupción, sino en estado de gloria e incorruptibilidad... No es más difícil para Dios restituir la vida a un cuerpo humano que el hacer que nazca de la sangre de un hombre. (Orígenes, cont. Ces., lib. 5, n. 14, y siguientes. Bergier, T. 8, p. 450.)"

 

"En el tratado que escribió Tertuliano de la resurrección de la carne, contra los paganos y algunos herejes, sostiene la certidumbre de esta resurrección futura, porque así lo exigue la dignidad del hombre. Dios puede verificarla, en ella se interesa su justicia, y así lo tiene prometido. En efecto: 1.° El mismo Dios fue, dice Tertuliano, quien formó el cuerpo del hombre con sus propias manos y quien introdujo en él una alma hecha a su imagen y semejanza. La carne del cristiano está asociada de alguna manera a todas las funciones de su alma y sirve de instrumento para todas las gracias que Dios le hace. El cuerpo fue quien se lavó en el bautismo, para purificar el alma; el es quien recibe el cuerpo y sangre de Jesucristo para nutrirla, y él es quien se inmola a Dios por las mortificaciones, los ayunos, las vigilias, la virginidad y el martirio. También San Pablo nos recuerda que nuestros cuerpos son miembros de Jesucristo y templo del espíritu santo. ¿Dejará Dios perecer para siempre la obra de sus manos, la obra principal de su omnipotencia, -en la tierra y entre los seres materiales- el depositario de un soplo divino, el rey de los demás cuerpos, el canal de sus gracias y la víctima de su culto? Si le condenó a muerte en castigo del pecado, también vino Jesucristo a salvar todo lo que había perecido. Sin esta completa reparación no sabíamos hasta dónde llega la bondad de Dios, su misericordia y su paternal ternura. La carne del hombre fue restituida por la encarnación a su primera dignidad, y debe resucitar como la de Jesucristo. 2." El que crió la carne, continúa Tertuliano, ¿no podrá resucitarla? Nada perece del todo en la naturaleza: las formas varían; pero todo se renueve y vuelve a rejuvenecer, de modo que parece que Dios imprimió en sus obras el sello de su inmortalidad. El día sucede a la noche, los astros eclipsados vuelven al lleno de su luz, la primavera repara los estragos del invierno, las plantas renacen y aparecen de nuevo con todo su brillo, y esplendor muchos animales parece que mueren y que reciben después una nueva vida. De este modo preparó Dios las lecciones de la revelación con las leyes de la naturaleza y nos mostró la imagen de la resurrección antes de haberla prometido. 3.° Su justicia y su fidelidad están interesadas en el cumplimiento de esta promesa. Es preciso que Dios juzgue, recompense y castigue a todo el hombre: en éste el cuerpo sirve de instrumento al alma, tanto para el vicio como para la virtud; hasta los mismos pensamientos se pintan muchas veces en el semblante; el alma no suele experimentar placer ni ddlor sin que participe el cuerpo, y el principal ejercicio de la virtud consiste en reprimir las concupiscencias de la carne. Por lo mismo, es justo que el alma de los malos sea castigada, y que las de los santos sea recompensada en eterna sociedad con un cuerpo que ha sido instrumento de sus méritos. (Bergier. T. l.págs. 181 y 182.)"