Religión
"Aquella santa
religión nada suplicaría por defender su razón: porque tampoco se admira de
la condición que sufre. Sabe que es peregrina en la tierra, y que entre los
extraños fácilmente se hallan enemigos: pero no ignora que en el cielo es
donde tiene descendencia, asiento, esperanza, gracia y dignidad. (Tertuliano, in
Apolog. ad gentiles,
sent. 1, adic.. Tric.
T. 1, p. 359.)"
"Somos un cuerpo por la
conciencia de una misma religión, unidad de
doctrina y motivo de esperanza: vamos todos a una junta y congregación para
conseguir de Dios orando, siendo nuestro ejercicio las súplicas y las preces:
esta fuerza le es muy agradable a Dios. (Tertuliano, ídem.
c. 39, sent. 2, ídem. Tric. ídem. ídem.)"
"Mortificadnos, atormentadnos,
sentenciadnos y aterradnos: vuestra iniquidad es una prueba de nuestra
inocencia. (Tertuliano,
ídem, c. 50, sent. 3, adic.. Tric. ídem. ídem.)"
"Enojaos
contra el pecado, pues solamente este enemigo merece vuestra indignación. A la
verdad, no puede menos el corazón de conmoverse cuando suceden cosas indignas
de nuestra religión. Si en semejantes ocasiones
nos manifestamos insensibles, no será virtud, sino indiferencia
o cobardía. (S. Ambrosio, de Offic., c.
21, sent. 123, Tric. T. 4, p. 338.)"
"No solamente se profesa
la religión cristiana con la fe, sino también
con las obras: es tanta verdad, que si éstas faltan, debemos temer mucho
el castigo de los infieles y de los apóstoles. Porque hay muchos
modos de renunciar a la fe, y el Apóstol nos advierte este modo con bastante claridad,
cuando dice: Hacen profesión de confesar a Dios, pero le renuncian con sus
obras. Y en otra parte: Si alguno no cuida de los suyos, y principalmente de los
que están en su casa, ha renunciado la fe, y es peor que un infiel. Y también:
Huid de la avaricia, que es servidumbre de los ídolos.
(S. Juan Crisóst., Homl. 3, .le Anna,
sení. 114, Tric. T. 6, p. 320.)"
"El cristianismo es la imitación de la vida divina,
dice San Gregorio de Nisa. (Serm. Barbier, T. 4, páginas 399.)"
"Toda religión consiste en imitar a Dios, a quien
honráis. (Barbier,
¡bid.. ibid.)"
"El
plan de la religión cristiana es divino. Lo que la religión católica, apostólica,
romana, nos enseña de las grande/as de Dios. del fin del hombre y de los
admirables medios que conducen a este fin. es una doctrina toda celestial,
una doctrina infinitamente superior a toda inteligencia creada, una doctrina que
jamás habría podido ser conocida. s¡ Dios no la hubiese revelado a los
hombres: porque esta doctrina no sólo nos ha revelado todo lo que puede ser
descubierto por la ley natural y lodo lo que puede ser comprendido por la razón
más pura. sino que también se extiende infinitamente más allá de estos
limites. puesto que va a penetrar hasta en el interior de la profundidad divina.
(Barbier. ¡bid.. ibid.)"
"¿Hay
nada más santo que lo que la religión prescribe a los hombres para que lleguen
a su fin? ¿Hay nada más santo que amar a Dios sobre todas las cosas, amar al
prójimo como a nosotros mismos y portarnos con El como quisiéramos que se
portase? Y porque la natu-rale/a corrompida nos
inclina sin cesar a toda clase de prevaricaciones que nos apartan de Dios. esta
religión nos manda que reprimamos nuestras codicias, dominemos nuestras
pasiones, mortifiquemos nuestros sentidos, despreciemos las riquezas y los
honores, y renunciemos a ganar todo el universo antes que a perder nuestra alma.
En fin, esta religión prescribe todo lo que la humanidad, la piedad, la
justicia y la razón exigen del hombre: y todo esto con relación al servicio de
Dios. a quien todo debe relacionarse como a nuestro último fin. Y ¿cuáles son
los medios que la religión cristiana nos propone para consumar nuestra salvación?
Medios admirables, los más propios y eficaces
para llegar hasta el fin. La presencia de un Dios que vela sin cesar sobre todas
nuestras acciones y penetra los lugares más secretos de los corazones: la
expectación de un juicio terrible, donde ha de darse cuenta de todas las
acciones y aun de todos los pensamientos: la justicia y severidad
del soberano Juez que no dejará ningún mal sin castigo,
ni ninguna virtud sin recompensa: la grandeza de la recompensa para los justos,
y la magnitud de los suplicios para los pecadores. Además,
¿de que auxilio no han de servirnos los ejemplos de Jesucristo,
nuestro Dios. nuestro Rey. nuestro Salvador que anda delante
de nosotros en el camino de la salvación,
que nos lo ha señalado con su sangre, y que desde
lo alto del cielo donde reinará eternamente. nos brinda con la corona y la
gloria? ¿Han podido ser inventados por los hombres unos medios tan admirables y
eficaces? Pero no es menos sorprendente la conexión, el lazo que existe entre
todos los misterios que la religión enseña: porque si Dios es el principio de
todas las cosas, ¿qué se deduce de ahí, sino
que Dios solo existe desde toda la eternidad, que ha sacado de la nada todo el
universo, y es el solo dueño soberano de todos
los hombres? Si Dios es el último fin del hombre,
¿qué se deduce de ahí, sino que las almas son inmortales. que
los cuerpos resucitarán un día, que no es en este mundo donde ha de buscarse
la felicidad, que todo lo que nos conduce a Dios debe ser mirado
como un bien, y que todo lo que nos aleja de Dios
debe ser mirado como un mal? (Barbier, T. 4, págs. 399 y 400.)"
"Si la fe nos propone misterios elevados e incomprensibles para toda inteligencia creada, como los misterios de la Trinidad y de la Encarnación del Verbo, está muy conforme con la razón: porque la razón nos enseña que debemos tener de Dios sentimientos y pensamientos infinitamente superiores al alcance natural de nuestro espíritu: que jamás conocemos a Dios más perfectamente que cuando comprendemos que sus perfecciones y atributos son incomprensibles para todo espíritu humano, y que Dios no sería Dios si pudiésemos comprenderle en toda la extensión de sus perfecciones. Y este es el mayor motivo de credulidad y la más invencible razón que prueba incontestablemente la verdad y la divinidad de la religión cristiana. Es la revelación del misterio de la Santa Trinidad que nos descubre en cierto modo el interior de Dios, interior que, no siendo conocido, ni pudiendo serlo mas que de el solo, no puede ni podrá jamás ser penetrado por ningún esfuerzo, si Dios no lo revela a los hombres, hablándoles verdaderamente. Por consiguiente, el verdadero fundamento de una religión verdaderamente divina y la prueba más incontestable de que Dios ha revelado esta religión, es la revelación del misterio, porque nadie más que El ha podido revelarlo... ¿Qué cosas 'nás conforme también con la razón que la Encarnación del Verbo? Era preciso que el mediador entre Dios y los hombres fuese Dios y hombre a la vez Dios, para traernos, el medio, y hombre, para darnos ejemplo. Y con esto es fácil comprender, en primer lugar, cuan temible es la justicia de Dios, puesto que no ha podido quedar plenamente -satisfecha sino por un Hombre-Dios. Es fácil comprender, en segundo lugar, cuan excesiva ha sido la misericordia de Dios, puesto que quiso sufrir la muerte para rescatar a los esclavos. Es fácil también comprender, en tercer lugar, cuan admirable ha sido la sabiduría de Dios. que así sacó el bien del mal y del mismo pecado. (Barbier, ibid., págs. 400 y 401.)"