Presencia de Dios
"Conviene que en
casa vivamos con pudor nuestros padres y criados: en los caminos por los que
pasan, en la soledad por nosotros mismos, y en todas partes, por la presencia
del Verbo que está en todo lugar, y sin él nada se hizo. Sola esta razón es
suficiente para que el hombre nunca resbale al considerar que siempre está
delante de Dios. (S. Clemente, Pedagogo, lib. 3, c. 5, sent. 2, alie.. Tric. T. 1,p. 151.)"
"Si
alguna confesión hay en la presencia de Dios, ya es martirio. Todas las almas
que con el conocimiento de Dios procedieron con pureza y sinceridad, y
obedecieron a los preceptos divinos ya son mártires con la vida y las palabras:
de cualquier modo que se libren de su cuerpo, derramando su fe como la sangre
por toda su vida hasta en la hora de la muerte. (Idem., Stromatum, lib. 4, sent.
10, Tric. T. 1, p 152.)"
"El
que se junta con Dios en todas las cosas, da a entender a un mismo tiempo
gravedad y alegría: gravedad, porque se convierte a Dios; alegría, porque
considera como que vienen de Dios los bienes de esta vida que nos ha dado. (Idem. ídem. lib. 7, sent. 11, ídem ídem.)"
"Todo
lugar y todo tiempo es sagrado, si en él pensamos, y meditamos en Dios. (Idem. ídem, sent. 12, adic., ídem, ídem.)"
"El
verdadero medio de no padecer distracción, es llenar su corazón de esta
admirable sentencia de David: Yo consideraba al Señor como siempre presente a
mis ojos: porque cada uno puede pensar como procede en la presencia de los
otros, aunque sean sus iguales. ¡Con cuánto cuidado de que no hallen que
reprender, así en la postura, como en sus acciones y palabras! ¡Con cuánta
razón deberá ser más circunspecto, si se persuade que Dios no aparta de él
sus ojos, y que penetra lo más íntimo del corazón! (S.Basilio, Interrog. 306, sent. 76, Tric. T. 3, p. 203.)"
"Vivir
siempre en la presencia de Dios, es no hacer cosa alguna que sea indigna de su
presencia, o que no sea conforme a su voluntad: pues los ojos del Señor estarán
siempre sobre los justos. (S. Ambrosio, de Abraham, lib. 2, c. 11, sent. 15, Tric. T. 4, p. 316.)"
"Si
eres un artesano, puedes, mientras estás sentado para trabajar, cantar los
Salmos; si no podéis con la boca, cantadlos con el pensamiento: porque los
Salmos deben servirnos de agradable entretenimiento. (S. Juan Crisóst., Homl. 21,
sent. 17, Tric. T. 6, p. 303.)"
"Decid
continuamente: Yo te renuncio. Satanás. No hay cosa más útil que esta
protestación, si la practicamos efectivamente con nuestras obras. Decís: yo
renuncio a ti, Satanás, a tus pompas y a tu servicio y a Vos, Jesucristo, os
amo. Juntad a estas palabras la señal de la cruz, hecha en la frente, y después
no temáis que los hombres ni los demonios os puedan hacer ningún verdadero
mal. (S. Juan Crisóst.,
ibid., sent. 18, Tric. ibid., ibid.)"
"Cuando
estamos en la presencia de Dios para suplicarle, nos sucede muchas veces
manifestar menos respeto que el que tienen los siervos; a los asnos, los
soldados a sus jefes, y aun los amigos a sus amigos. Porque cuando hablamos con
un amigo, tenemos fija la atención en lo que le estamos diciendo: siendo así
que cuando nos ponemos en la presencia de Dios a pedirle perdón de nuestros
pecados, casi siempre lo hacemos con negligencia y tibieza: tenemos las rodillas
en tierra, y el espíritu está pensando por las calles y las casas: se abandona
a infinitas estaciones, al mismo tiempo que la boca pronuncia vanas oraciones
sin atención alguna. (S. Juan Crisóst., Homl. 22, sent. 19, Tric. t. 6, p.
303.)"
"No me digáis que
es imposible hacer por Dios todo cuando ejecutamos: porque es fácil haceros ver
que se pueden practicar, puesta la mirada en Dios, las acciones más comunes,
como son, vestirse, caminar, hablar, sentarse, entrar, salir, decir cosas
divertidas; alabar, reprender, recomendar, amar y aborrecer; si todas estas
cosas pueden hacerse por el amor de Dios, no hay duda que todo lo demás se podrá
ejecutar con el mismo fin. (S. Juan Crisóst., Homl. 32 in observan!, sent. 22, Tric.
T. 6, p. 304.)"
"Ninguno
cante con tibieza ni con indiferencia las místicas y sagradas alabanzas;
ninguno repase en su espíritu los proyectos del mundo mientras se celebran los
divinos misterios: levante cada uno al cielo su espíritu, considerándole en
presencia de la Majestad divina, como si asistiera con los Serafines delante del
trono de su gloria: sólo en este estado podremos dar a aquel Dios infinitamente
bueno y glorioso, las alabanzas que le son debidas. (S. Juan Crisóst., Homl. 29, de
in compr. die Nat. 4, sent. 24, Tric. T. 6, p. 304 y 305.)"
"Sea
continuo el deseo de ver a Dios. Cuando calláis en su presencia, es cuando cesáis
de amarle. (S.
Agust., Psalm. 37, sent. 41, Tric. T. 7, p. 458.)"
"Si
queréis cometer el mal, dice el mismo Santo Padre, buscad un lugar donde Dios
nos os vea, y haced allí lo que queráis. (Lib. de spiritu et anima, Barbier,
T. 4, 331.)"
"Hemos
de temer a Dios en público, dice en otra parte el mismo Santo: hemos de temerle
en secreto. Marchad: os ve. El sol brilla: os ve. Es de noche: os ve. Entrad en
vuestro cuarto: os ve. Temed al que cuida de miraros, y temiéndole no le ofendáis.
(Serm. 46, de verbo Domini, Barbier, ibid.,
ibid.)"
"Dios,
dice en otra parte el mismo Santo Padre, es todo ojo, todo mano y todo pie:
porque todo lo vé, todo lo hace y está en todas partes. (Ep. 3, ad Fortun., Barbier, ibid.,
ibid.)"
"Señor, dice San
Agustín en los soliloquios, consideráis mis pasos y mis caminos, y noche y día
veláis para custodiarme; todo lo observáis. Sois el espectador de todos mis
pensamientos y de todas mis acciones, como si olvidando el cielo y la tierra, sólo
os ocuparais de mí. La luz inmutable de vuestra vista no puede crecer, si no
miráis mas que una cosa: ni disminuir, si las miráis todas juntas. Porque así
como veis perfectamente una cosa en particular, veis también perfectamente
todas las cosas reunidas, a pesar de su diversidad. Veis todas las cosas como
una sola, y cada cosa como todas juntas, sin división, cambio ni disminución.
Estáis enteramente en todos los tiempos, sin que haya para Vos tiempo; y me
veis como si no hubiese ninguna otra cosa que ver. Así veláis sobre mí como
si os olvidaseis de todo lo demás y no quisieseis ocuparos mas que de mi solo.
Os manifestáis siempre presente; os ofrecéis como estando siempre pronto si me
encontráis dispuesto a mí. En cualquier parte que esté yo, no os alejáis,
porque estáis en todas partes, a fin de que a todas partes a donde vaya os
encuentre a Vos, por quien existo, a fin de que no perezca privado de Vos, no
pudiendo existir sin Vos. Confieso que todo lo que hago, en cualquier parte que
lo haga, lo hago en vuestra presencia: y todo lo que hago, lo veis aún mejor
que yo. Porque estáis presente en todas mis obras, como continuo testigo de
todos mis pensamientos, de todas mis intenciones, de todas mis alegrías, y
acciones. Y cuando lo considero con atención. Señor. Dios mío, poderoso y
terrible, me quedo confudido de temor y de vergüenza: porque se nos ha impuesto
una rigurosa necesidad de vivir con justicia y rectitud, haciéndolo todo en
presencia del Juez que todo lo distingue. (Barbier, T. 4, p. 332, y 333.)"