Paciencia

 

"Permitid que a lo menos aprendan de vuestras obras; sed contra sus iras pacíficos; contra sus jactancias, humildes; contraponed vuestras súplicas a sus maldiciones; contra sus errores, permaneced vosotros firmes en la fe; contra sus feroces costumbres, sed mansos no queriendo imitarlas; siempre nos hallen hermanos suyos en la benignidad, mas procuremos ser imitadores del Señor; cada uno de nosotros padezca la mayor injuria; cada uno permita que le defrauden en sus bienes; cada uno se deje despreciar. (S. Ignacio, a los de Efeso, en su carta, sent. 2, Tric. T. 1, p. 338.)"

"Ahora, entre cadenas, aprendo a no desear cosa alguna; ahora empiezo a ser discípulo de Cristo, no esperando nada de cuanto hay visible por conseguir a Jesucristo. (S. Ignacio, a los Rom., sent. 6, p. 340.)"

"Dios es un grande depositario de nuestra paciencia. Si dejáis en sus manos las injurias. El las vengará: si le encomendáis vuestras pérdidas, El os reintegrará; si le manifestáis una dolencia. El será vuestro médico; y si le ofrecéis vuestra muerte. El os resucitará. Ved cuan heroica será la virtud de la paciencia que obliga al mismo Dios; y no sin razón, porque ella pone en observancia la ley, y tiene parte, en el cumplimiento de todos sus mandatos. La paciencia, fortifica la fe, establece la paz, fomenta la caridad, funda la humildad, facilita la práctica de la penitencia, gobierna el cuerpo, defiende el espíritu, enfrenta la lengua, liga las manos, vence las tentaciones, disipa los escándalos, consuma el martirio, consuela al pobre, modera al rico, disminuye los males, templa los bienes, consuela a los siervos a sus dueños y el señor a sus criados, da esmalte a la belleza de una mujer, y honor a los hombres. La paciencia es amable en tiernos niños, laudable en los jóvenes, y respetable en los ancianos: en una palabra, la paciencia tiene el aspecto más bello y admirable en todos los sexos y edades. (Tertuliano, lib. de la paciencia, c. 15, sent. 12, Tric. T. 21, p. 198.)"

"Se vio Cristo desamparado y le hicieron traición, y aún la sufrió de un Apóstol. Para que si te desampara el compañero, o extraviado, lleves con moderación haber errado el juicio y haber perdido los beneficios que le hiciste. (S. Ambrosio, in Lúe., lib. 5, c. 5, sent. 39, Tric. T. 4, p. 405.)"

"Libró Dios al Profeta Jeremías, no porque le sacó de la calamidad y de la persecución, pues leemos que padeció muchas, sino dando victorias a su paciencia y sosteniéndole para que no se rindiese a tantos males. (S. Jerónimo, in Jerem., c. 1, sent. 61, Tric. t. 5, p. 249.)"

"Cuando nos vemos separados de la compañía de nuestros hermanos, y arrojados de la casa de Dios en castigo de alguna culpa, no debemos resistir, sino sufrir con paciencia el juicio que se ha hecho de nosotros, diciendo con un profeta: Yo padeceré el efecto de la ira de Dios, pues pequé contra El: hasta tanto que el Señor quiera justificarme. (S. Jerón., lib. 5, c. 17, sent. 76, Tric. T. 5, p. 251.)"

"Si todos los cristianos deben llevar, los unos, las cargas de los otros, los esposos tienen mayor obligación respecto de sus esposas. Si es pobre, guardaos de echárselo en cara; aunque sea rara e insensata, no la insultéis por su necedad, antes bien, procurad ilustrarla y advertirla, porque es como uno de vuestros miembros, y ya sois con ella una misma carne. Si tiene muchos defectos, no ceséis de rogar a Dios, de reprenderla, y de hacer todo lo posible por corregirla. (S. Juan Crisóst., Homl. 26, c. 21, sent. 310. Tric. t. 6, p. 366.)"

"Un filósofo pagano -Sócrates- que tenía una mujer -Xautipa-mala, respondió un día a los que le preguntaron por qué la conservaba, que lo hacía con el fin de tener siempre en su casa una viva lección de filosofía y un continuo motivo para ejercitarse: porque yo seré más pacífico y benigno con los otros cuando me halle bien instruido en mi casa en este punto de paciencia. No puedo contener las lágrimas cuando veo algunos paganos más prudentes que nosotros los que debiéramos imitar las virtudes de los Angeles: o por mejor decir, cuando tenemos obligación de imitar a Dios en su mansedumbre. (S. Juan Crisóst., ibid., sent. 311, Tric. ibid., ibid.)"

"Sufriéndoos los unos a los otros con caridad, ¿cómo es posible, me diréis, sufrir a una persona colérica y maldiciente? Por eso dijo el Apóstol con caridad: SÍ no sufrís a vuestro prójimo, ¿cómo os ha de sufrir Dios? Si no excusáis los defectos del que sirve con vosotros a un mismo dueño, ¿cómo ha de tolerar Dios los vuestros? Mas donde está la caridad, todo es sufrible. (S. Juan Crisóst., Homl. 9, c. 6, ad Ephes., sent. 340, Tric. T. 6, p. 375.)"

"Antes de obrar, es preciso preveer y considerar los obstáculos que puede hacer en la acción que vamos a emprender, para que teniéndolos presentes, y armándonos de paciencia, podamos vencer todo cuanto sucediere, y contar por beneficio y ventajas el mal que nos sobrevenga. (S. Greg. el Grande, -lib. 5, c. 48, p. 17,- sent. 15, Tric. T. 9, p. 234.)"

"Conservad en todas las cosas la serenidad de espíritu; no se mude la disposición de vuestra alma con la alegría ni la tristeza; sufrid con el mismo rostro todos los golpes; no os turbe accidente alguno, por extraño que os parezca; no haya desgracia que os halle mal dispuestos para recibirla; prevenidlas todas con la reflexión, y preved desde lejos las que os puedan sobrevenir. (S. Anselmo, Ex-hort; ad contemptum temporalium, sent. 14, Tric. T. 9, p. 342.)"

"Si os sorprende la ira, reprimidla; si se desenfrena y anticipa a todas vuestras medidas, procurar sosegarla; moderad los repentinos movimientos; detened la indignación; aplacad la conmoción del corazón; poned freno a vuestras turbulentas pasiones. Si no podéis menos de sentir la ira, a lo menos procurad detener su violencia; si no podéis impedir que sus movimientos os arrebaten algunas veces, a lo menos ordenadlos con prontitud, y sosegaos; aprended a sufrir una injuria más que a sentirla; aprended a sufrir el mal antes que a hacerle. (S. Anselmo, ibid., sent. 15, Tric. ibid., ibid.)"

"Ser benigno, pacífico, afable, manso, modesto y cauto; conservad en todo la moderación, la tranquilidad y la paciencia; despreciad los ultrajes y las afrentas; oponed a los tiros de las injurias el escudo de la constancia; recibid en este mismo escudo las saetas de las lenguas venenosas y las palabras picantes; la espada que sale de la boca impura, se hará pedazos si halla un corazón armado con el acero de la paciencia. Aunque os acometan sin atenciones, aunque os insulten, y aunque os ultrajen, aunque os persigan con atroces imposturas, aunque os susciten pleitos y querellas, aunque os hagan injusticia y pretendan oprimiros, aunque os traten con el mayor desprecio, no abráis la boca, guardad un silencio modesto, despreciad la ofensa, disimulad la injuria, perdonad generosamente, nada respondáis, no os venguéis diciendo injuria por injuria; en consiguiendo callar, podéis aseguraros de la más pronta y gloriosa victoria. (S. Anselmo, ibid., sent. 16, Tric. T. 9, p. 342 y 343.)"

"La verdadera paciencia es sufrir y hacer contra lo que da gusto, pero no más de lo lícito. (S. Bernardo, Epist. 7, ad Adam Mon., sent. 5, adic.. Tric. T. 10, p. 346.)"