Medicina

"Ni debemos despreciar enteramente el uso de la medicina, ni poner en ella toda la confianza de nuestra salud; pero así como cuando dejamos el timón de lo nave en manos del piloto no omitimos el recurso a Dios para pedirle con oraciones que nos libre del naufragio, así también cuando nos valemos del médico, como la razón lo dicta algunas veces, no por esto nos debemos de separar de aquella esperanza que siempre debemos poner en Dios, que es el soberano Médico. (S. Basilio, interrog. 55, sent. 66, Tric. T. 3, p. 201.)"

"Grandes documentos nos da el arte de la medicina para la práctica de la continencia, porque destierra las delicias, condena el exceso en comer y beber, reprueba la variedad de manjares, y todos los condimentos delicados y perniciosos a la salud; por último, encomienda la dieta y sobriedad, como madre de la salud del cuerpo. (S. Basilio, ibid., sent. 67, Tric. T. 3, p. 202.)"

"Postrado en tierra delante del divino Salvador, le adoró, diciendo: Señor, a ti que dignamente eres adorado, a ti que con gran razón eres honrado, te adoro yo como a Señor, y te ofrezco este título de verdadero Señor; confieso tus obras, y con mis obras te adoro, y con las palabras digo, que todas las cosas fueron hechas por ti, y que si tú quieres, me puedes limpiar: pues tu voluntad es obra. Señor, claro está que si quieres me puedes limpiar. Tú, Señor, quisiste que esta lepra tan fea viniese sobre mi; o porque corregido con ella, hiciese penitencia de mis pecados; o usando de tu divina providencia, me la diste para ser tu magnificado, curándome milagrosamente de ella. Todas tus obras, Señor, son llenas de sabiduría y prudencia; tú acostumbras a dar la salud con mucha largueza, y así, te suplico, que si esta lepra me vino por mis pecados, me los perdones y me limpies; y si me vino para tu gloria, obra en mí tan grande maravilla para que tu santo nombre sea ensalzado. Yo, Señor, siempre confieso que, si tú quieres, me puedes limpiar. No tengo duda alguna en tu poder, no me engaño yo en mi fe: no te suplico como aquel que pedía la salud para su hijo, y te decía: Señor, si puedes hacer algo, ayúdame. Yo sé y creo qu puedes todas las cosas, y por eso no busco en ti poder y fortaleza, porque se que están en ti sin falta alguna; sólo te suplico que quieras: que si quieres, seguirá tu poder a tu voluntad, y yo alcanzaré la merced que te pido... El Señor le responde y le dice: ¿Tú confiesas que yo lo puedo hacer, y protestas, que si quiero, luego es hecho? pues yo te digo, que te quiero limpiar: magníficamente crees, magníficamente eres limpiado; tu confesión es muy cumplida, y tu alegría será muy crecida. Yo lo quiero, se desde luego limpio; y por hacerte más favor, quiero extender mi mano sobre ti: y así extendió Jesucristo su mano sacratísima sobre él; le tocó y fue limpio. (Homiliario del Doctor Alcuino, T. 1, p. 214 y 215.)"