Acción de gracias
"Es vergonzoso a un cristiano bendecir a Dios en la prosperidad y no en la adversidad: porque entonces le debía alabar más, sabiendo que es una señal de que le ama: pues le instruye y purifica con su castigo; y así debe decir con el Profeta: Su alabanza estará siempre en mi boca. (S. Basilio, in Psalm. 33, sent. 6,Tric. T. 3, p. 19l )" .
"El cristiano cuando come y cuando bebe, todo lo debe hacer por la gloria de Dios, y aun cuando duerme ha de estar su corazón en vela. (S. Basilio, Ibid. Tric. T. 3, p. l91.)"
"Alegraos del bien que veis hacer a vuestro prójimo, y dad gracias a Dios: porque la parte que en esto toméis os hace propias las buenas obras de otro, así como las vuestras son comunes a vuestro prójimo. (S. Basilio de abdic. ver. sent. 35, Tric. T. 3, p. 197.)"
"Es una costumbre muy buena y loable empezar cuando se dice y hace, pidiendo a Dios sus auxilios, y concluir dándoles gracias. (S. Gregorio Nacianceno, sent. 1, de orat. 3, Tric. T. p. 351.)"
"Ofrezca cada uno a Dios lo que pudiere en cualquier tiempo que sea, en cualquier género de vida, en cualquier estado de fortuna, según sus fuerzas y según la medida de la gracia que le es dada, para que todos practiquen las virtudes que les convienen, y todos vayamos a ocupar las diversas habitaciones del Reino eterno y celestial. (S. Gregorio Nac., orat. 9, sent. 18,Tric. T. 3, p. 354.)"
"Nada de cuanto se pueda ofrecer a Dios es tan pequeño ni tan inferior a la sublime Majestad, que no lo reciba agradablemente. (S. Gregorio Nacianc., Ibid. sent. 19, Tric. T. 3, p. 355.)"
"Es, sin duda, que cuando ofreciéramos a Dios todas las cosas que están en nuestro poder, todavía le daríamos menos de lo que hemos recibido; pues tenemos el ser por beneficio suyo, como también el conocerle, sobre ser suyos los bienes que le ofrecemos. (S. Gregorio Nacianc., Ibid. sent. 20, Tric. T. 3, p. 355.)"
"Dios no hace consistir el mérito de lo que se le ofrece en el precio y dignidad de la oferta, sino en el afecto y poder del que la hace. (S. Gregorio Nacianc. Ibid. sent. 21, Tric. T. 3, p. 355.)"
"Ofrezcámonos enteramente a Dios para volvernos a hallar enteramente en El. (S. Gregorio Nacianc. orat. 40, sent. 52, Tric. T. 3, p. 361.)"
"Dios no mira tanto lo que se le ofrece, como la voluntad de los que ofrecen. (S. Jeron, In eleemos, c. 5, sent. 86, Tric. T. 5, p. 254.)"
"Gloriaos en Dios los que tenéis recto el corazón. Aquellos tienen el corazón recto a quienes agradan todos los juicios de Dios, los que se acusan de sus pecados y bendicen a Dios en todas las ocasiones, sean prósperas o adversas. (S. Jeron. In Psalm. 34, sent. 103, Tric. T. 5, p. 257.)"
"Volvemos como una cosa prestada lo que no hemos traído al mundo ni lo podíamos llevar al salir de él: no lo arrancamos con dolor, como si fuera la piel, sino como quien deja el vestido. Ahora es preciso dar a Dios lo que podemos llamar nuestro: esto es, el corazón, el alma y nuestros cuerpos, ofreciéndolos para ser una hostia viva. (S. Paulino, Ej. 2, ad Sever. sent. 2, adic. Tric. T. 5, p. 360.)"
"No mira tanto el Señor lo que le damos, como la voluntad con que se le da: y según esta disposición pueden llegar a ser muy grandes las cosas más pequeñas, como sucede muchas veces, que las que son grandes se hacen pequeñas y despreciables a los ojos de Dios, por no ofrecerlas con alegría y con entero corazón. (S. Juan Crisóst. Homl. 42 in Genesin, sent. 108, Tric. T. 6, p. 310.)"
"Es preciso dar gracias a Dios al principio y al fin de la comida: porque este es el medio de no caer en la intemperancia. (S. Juan Crisóst. Serm. 1, de elcemos., sent. 113, Tric. T. 6, p. 320.)"
"Cuando habéis dado gracias a Dios de algún bien que os ha hecho, habéis cumplido con la deuda; pero si le dais gracias por el trabajo que os ha enviado, entonces le hacéis vuestro deudor. (S. Juan Crisóst. Homil. in Psalm. 9, sent. 125, Tric. T. 6, p. 323.)"
"Alabad a Dios en sus Santos. Concluyó David el libro de los Salmos con la acción de gracias para enseñarnos que con ellas debemos empezar cuanto hacemos y decimos, y por la misma acción de gracias acabar. (S. Juan Crisóst., In Psalm. 150, sent. 146, Tric. T. 6, 327.)"
"Después de haber comido y bebido, dice Moisés, cuidado de no olvidar al Señor vuestro Dios. Para enseñarnos que nada nos lleva tanto al olvido de Dios, como los placeres y delicias. (S. Juan Crisóst. de Lázaro. Conc. l., n. 8, sent. 189, Tric. T. 8, p. 337.)"
"Cuando cantarnos los divinos cánticos, debemos ejecutarlo con un santo gozo, evitando por una parte emplear nuestra voz con demasiado ruido y desagrado, sin afectar por otra un canto de demasiada melodía y ternura. También se debe cuidar mucho mientras se canta, no dar miradas inconsideradamente aquí y allí, como solicitando el aplauso de los que nos oyen. Es necesario poner en Dios nuestra alegría, y no pretender agradar sino al Señor. (S. Juan Crisóst., sent. 256, Tric. T. 6, p. 353.)"
"Reflexiona cada uno de nosotros en los beneficios de Dios, y procure traerlos delante de los ojos, como si los tuviera escritos en un libro: pongo por ejemplo: si ha evitado algún peligro, si ha salido de alguna enfermedad, cuando ya no había esperanzas de su salud. Y de este modo irá viendo los bienes que Dios le ha dado, cuyo reconocimiento sirve mucho para unirnos más con el Señor. (S. Juan Crisósto., Homl. 38, sent. 276, Tric. T. 6, p. 357.)"
"No hay cosa que tanto agrade a Dios, como el reconocimiento a sus favores y las gracias que le damos, así por nosotros, como por los demás. Por esto S. Pablo pone siempre la acción de gracias al principio de cada una de sus Epístolas. (S. Juan Crisóst.,.,Homl. 2, epis. ad Corint. sent. 300, Tric. T. 6, p. 363.)"
"Cuando un artesano vende alguna obra, debiera presentar a Dios alguna porción del precio recibido, como por primicias de su trabajo. No por esto os pido mucho, sino que quisiera que los cristianos que aspiran al cielo, diesen, a lo menos., tanto como los indios, los cuales, como niños, miraban a la tierra. No pretendo por esto imponeros alguna ley, ni detener a los que quieran dar alguna cosa más; pero me parece muy justo que se dé a lo menos el diezmo, y quisiera que esto se hiciera, no solamente cuando se vende, sino también cuando se compra. Los que tienen fondos y rentas y aun los que recogen los tributos legítimos debieran seguir esta misma regla. (S. Juan Crisóst., Homl. 43, cap. 16, sent. 325. Trio. T. 6, p. 370.)"
"¿Qué tienes que no hayas recibido?. Yo os declaro que, la más sublime virtud de los cristianos, es atribuirlo todo a Dios y persuadirse de que ningún bien proviene de nosotros mismos, y a no hacer nada por nuestra propia gloria y no tener otra mira que la voluntad de Dios, porque a este Señor hemos de dar cuenta de ella. (S. Juan Crisóst., Homl. 5, ad Corint. sent. 332, Tric. T. 6, p. 372.)"
"No solo debemos dar gracias a Dios por los beneficios visibles que nos comunica, sino también por los que no conocemos y aun por muchos que no quisiéramos recibir. (S. Juan Crisóst., Homl. 19, sent. 347. Tric. T. 6, p. 376.)"
"Bendecid a Dios cuando os da los bienes temporales y bendecidle cuando os los quita: porque Aquel que quita y da los bienes, jamás se retira del que le bendice. (San Agust., Psalm. 32, sent. 31, Tric. T. 7, p. 457.)"
"Si queréis acertar con el modo de alabar a Dios por todo el día, haced bien todo lo que hacéis y ya estáis alabando a Dios. Disponeos, pues, a alabar a Dios continuamente con la inocencia y pureza de vuestras acciones. (S. Agust. Psahn. 32, sent. 34, Tric. T. 7, p. 457.)"
"Nos enseña la Escritura, que toda gracia excelente y todo don perfecto viene de arriba, y baja del Padre de las luces, el cual no puede recibir en sí transmutación alguna ni sombra de variación. Debemos dar inmortales gracias al Autor de todo bien, así por las ventajas temporales, como por los dones de la gracia. El es el que nos hizo, y nosotros no nos hicimos. Esta fiel y sincera confesión le debemos. En Dios y no en nuestros propios méritos, nos debemos gloriar. (San León Papa, Serm. 4, sent. 2, Tric. T. 8, p. 382.)"
"Siendo voluntad de Dios que seamos buenos porque el lo es, nada nos debe desagradar en sus juicios. ¿Qué otra cosa es no darle gracias por todo, sino reprenderle y culparle en cierto modo? Tal vez se atreve la necedad humana a murmurar de su Creador, no solamente por su pobreza, sino de la misma abundancia. De este modo se queja cuando algo falta, y es ingrata cuando sobra. (S. León Papa, Serm. 11, c. 1, sent. 8, Tric. T. 8, p. 384.)"
"Gracias os doy, Dios de las misericordias, por haber señalado vuestra clemencia para con un miserable pecador, muy negligente en el bien, y muy delicuente en el mal, cuyos extravíos casi en todo género de vicios y pecados empezó con su vida y poco menos que desde la cuna. Desde estos principios de mi pecaminosa vida estáis esperando a que vuelva a Vos con la penitencia, sin que mis pecados hayan podido agotar la fuente de vuestras bondades, ni cansar vuestra paciencia. Vos esperáis mi conversión no queriendo dejarme perecer con mis pecados, vicios, faltas y negligencias; porque si hubierais querido, Señor, tratarme con el rigor que merecen mis culpas, ya ha mucho tiempo que me hubiera tragado el abismo. Mas yo os suplico, Señor dulcísimo y eternísimo Padre, que no permitáis que por mi culpa se quede estéril y sin fruto la bondad con que habéis esperado la oveja perdida por tanto tiempo. Apartad de mí semejante desgracia; pues no queréis la muerte del pecador, sino la destrucción del pecado; perdonadme los pasados desórdenes; dadme al presente la gracia de enmendar mi vida; concededme para en adelante la gracia de estar atento, y de aplicar las más severas precauciones contra mis inclinaciones malignas; dadme tiempo y lugar para llevar frutos dignos de penitencia; abrid con vuestro Espíritu Santo los ojos de mi alma, para que yo vea y llore mis extravíos. Este es, Señor, el tiempo favorable, y estos los días de mi salud. Apiadaos de mí, ¡oh gran Dios! y no perdáis al pecador con su pecado; no reservéis el castigo de mis culpas para la otra vida en el horror de los tormentos que vuestra justicia hace sentir en el infierno, ni para aquel terrible Tribunal en que todo lo habéis de examinar con el mayor rigor. Dignaos por vuestra insigne clemencia de romper los lazos de mis iniquidades, antes que los de mi vida; dadme un corazón contrito y humillado; concededme el don de las santas lágrimas; brille en mi corazón vuestra luz, y resplandezca en mi cuerpo la fuerza de vuestra gracia, para que yo vea lo que debo hacer y ejecute con valor lo que me dáis a entender que pertenece a mi obligación y lo cumpla constantemente por todos los días de mi vida. (S. Anselmo, 18, Meditat. sent. 47, Tric. T. 9, p. 354 y 355.)"