Martin Heidegger

Por Rafael Gómez Pérez

Martin Heidegger (1889-1976), el principal filósofo existencialista, presenta una biografía llena de accidentes "existenciales".



Nacido de padres católicos, siendo joven ingresó en la Compañía de Jesús, donde aprendió la filosofía escolástica de signo suarezista, es decir, esencialista. Dura como novicio sólo unos meses. Ingresa más tarde en el seminario, del que también sale. Allí se familiariza algo con la filosofía de Santo Tomás. Hacia 1911, es decir cuando contaba 21 años, ha acabado esta época. Su formación posterior será neokantiana. En 1915 ingresa en la carrera docente, y la tesis de doctorado y habilitación es, significativamente, sobre Duns Scoto. En 1916 conoce a Husserl y se adhiere a la fenomenología. En los principios del régimen nazi, Heidegger no oculta sus simpatías por éste. Rector de Universidad, en 1933 pronuncia un famoso discurso ("Autoafirmación de la Universidad alemana"). Poco a poco abandona" también el nazismo, lo que no impide que en 1944 fuera destituido de su cátedra por las autoridades aliadas de ocupación. Vuelve a la Universidad en 1952 y permanece hasta 1966. Ya desde después de la guerra, Heidegger se encierra en un mutismo y se aleja de cualquier actividad pública. Muere a los ochenta y siete años; su sobrino, sacerdote católico, se encarga del funeral; es enterrado en cementerio católico por expresa voluntad del filósofo.

La principal obra de Heidegger es Ser y tiempo (Sein und Zeit), aparecida en 1927. La segunda parte, prometida, no llegó nunca a escribirla. Son famosos ensayos como De la esencia del fundamento (1929), Kant y el problema de la metafísica y ¿Qué es la metafísica?, del mismo año. De 1937 es Hölderlin y la esencia de la poesía; de 1950 Caminos del bosque; de 1954 ¿Qué es pensar? De 1961 en dos volúmenes, Nietzsche. Todos son textos fragmentarios, que no componían esa segunda parte de Ser y tiempo. La filosofía de Heidegger tiene esta marca de la no definición, del ímprobo trabajo por revelar "el ser".

El tema del ser

El ser es, para Heidegger, un descubrimiento griego. Ahí está Parménides; pero en seguida la "visión" (idea, teoría) del ser ocultó -con Platón- al ser mismo. Y ese "olvido del ser" habría continuado durante siglos... hasta Heidegger. Para él, la pregunta fundamental es: " ¿Por qué hay absolutamente algo en lugar de haber nada?". O, con otras palabras: ¿por qué el por qué? " El preguntar de esta pregunta es el filosofar." En esta búsqueda del ser, no podemos responder con la fe cristiana, porque antes de plantearse la pregunta el creyente posee ya la respuesta: todo ser, distinto de Dios, ha sido creado por Dios. Eso es así para la fe, pero habría que concluir -con San Pablo- que, para la fe, la filosofía es locura. Para Heidegger una filosofía "cristiana" es un círculo cuadrado.

Tenemos aquí un reflejo del fideísmo de matiz protestante, del que estaba lleno la cultura alemana. Es, en ese sentido, lo más opuesto a la tensión significada por el patrístico "creer para entender" y "entender para creer". Aristóteles consideraba la metafísica una "ciencia divina". Hegel -de forma panteísta- llega a una conclusión análoga. Heidegger no quiere negar a Dios, pero concibe la filosofía como una actividad en la que no entra para nada otra cosa: es simple experiencia humana.

¿Cuál es el sentido del ser? Heidegger recuerda el famoso análisis de Hegel según el cual el ser, en su abstracta indeterminación, es equivalente. a la nada. Está de acuerdo con Hegel pero piensa que hay que explicar el ser del ente, qué es eso de que "el ente es".

El ser humano

¿Por dónde empezar? Por el hombre. El análisis del ser humano es el único camino de acceso; se tratará de ver en el modo del ser humano el sentido del ser en general o, mejor, de esperar que en el ser humano se "revele" el ser.

Con una terminología de raigambre hegeliana, el ser humano es el Da-Sein: "Da-Sein es la palabra clave de mi pensamiento y da lugar a graves errores de interpretación. No significa, para mí, heme aquí, sino -y valga la expresión- el ser del ahí, y el ahí es precisamente patencia, aletheia, apertura". Forzando la etimología, Heidegger sostiene que el término griego para "verdad", aletheia vale tanto como "sin velos", "patente"...

El hombre es una manifestación de la apertura, de la patencia, del "dejarse ser del ser". Ser el ahí (el hombre) quiere decir que en el hombre aparece el ser (aunque no únicamente: esto tendrá que esperar quizá otra " revelación"). El hombre es el lugar de la patencia del ser porque es el único que puede preguntarse por el ser. Y la esencia del ser-ahí consiste en su. existencia; es, por eso, también su posibilidad, el conjunto de su posibilidades. Si se puede hablar así, la sustancia del hombre es la existencia: (Aquí Heidegger multiplica los tecnicismos, muchos de los cuales son imposibles de verter a cualquier otro idioma.)

¿Qué es el hombre? Insistamos: la esencia del hombre es la ec-sistencia; .el hombre es ese estar, en posición extática, estar en el campo de iluminación del ser. En ese sentido, ni las cosas ni los demás vivientes existen; son, pero no existen. El hombre es el único que está, en la esfera del ser; interrogando al ser, abierto a la patencia, dejando que el ser sea Eso es la existencia.

Condiciones de la existencia

El hombre es libertad, preocupación, trascendencia, temporalidad. En realidad, todo se reduce a esto: el hombre está "tejido en tiempo" y, en ese tiempo, es proyecto, adelantarse a... De ahí la trascendencia y la preocupación. La existencia auténtica es. preocupación. Como el hombre está tejido en tiempo, el pro-yecto definitivo es la muerte. El hombre es ser-para-la-muerte. La muerte A la aceptación lúcida del destino humano. Ante la muerte cabe también el no-pensar, el disimulo, a través de una serie de distracciones que dibujan los contornos de una vida in-auténtica, en la que se vive de lo que se dice, se opina...

Estos temas, popularizados especialmente después de la segunda guerra mundial (canciones, teatro, etc.) en formas menores (el hablar de la angustia, de la necesaria "autenticidad"), son tratados por Heidegger con una gran riqueza de análisis técnico-filosóficos.

La trascendencia es, para él, superación: "El hombre está siempre trascendiendo. A todo ente y a sí mismo". Va siempre más allá, pero el más allá del hombre no está fuera del mundo. Por eso el hombre es ser-en-elmundo. El mundo es el único horizonte del hombre. Y es el hombre, con su experiencia ontológica, el que da sentido al mundo. Sólo él hombre tiene mundo. El animal tiene entorno (idea que ya había desarrollado Max Scheler).

Ser-en-el-mundo, ser-para-la-muerte. El ser es también el sitio de la nada. Una de las frases más citadas de Heidegger (y ridiculizada por la filosofía analítica, como el típico ejemplo de la "inanidad" de la "metafísica") dice literalmente: "En el ser del ente acontece el anonadar de la nada". Y Heidegger tiene especial gusto en invertir la frase célebre, diciendo: "ex nihilo omne ens qua ens fit".

La libertad es la proyección de las posibilidades del hombre. Más estrictamente: la libertad es la posibilidad de la posibilidad. La libertad es el fundamento de todo fundamento y el abismo sin fundamento.

En espera del ser

Pero no es esto la última palabra. El hombre es proyectado por el ser mismo en la verdad del ser, a fin de que, existiendo de esta suerte, vele por esa verdad del ser. Sólo en el hombre puede ocurrir esa desvelación del ser. Siendo el hombre esencialmente libertad, la verdad es la libertad. El hombre es el sitio de la posiblidad de la posibilidad y esto se identifica con la completa apertura en la que puede desvelarse la verdad del ser.

En espera de esa "desvelación", Heidegger acumula, en sus últimos ensayos, metáforas sugestivas: el hombre es "el pastor del ser", el que lo guarda, custodia, vigila. Hay que mantenerse a la escucha del ser...

¿Qué es el ser? Heidegger dice qué no es. El ser no es ni Dios ni un fundamento, del mundo. El ser no es tampoco ningún ente, está más allá del ente. Si el ser no es ningún ente, sólo se podrá desvelar en la experiencia del anonadamiento de todo ente, cuando, para el hombre, todo se hunda. La angustia se convierte así, como en Kierkegaard -pero fuera de todo contexto cristiano- en la experiencia ontológica fundamental.

Como el ser es finito en su esencia, Heidegger elimina la posibilidad de que sea Dios. Para él sólo sería posible hablar de Dios cuando se terminase de desvelar el ser; sólo entonces cabría hablar de lo sacro; y, por lo sacro, de Dios.

Por otra parte, Heidegger habla del ser casi en forma personal. Llega a escribir que el ser arroja al hombre a la existencia para que lo vele y custodie. El ser destina al hombre a la existencia con el fin de que sea el ahí del ser. " La interpretación ontológica de la existencia humana, como ser-en-el-mundo, no se pronuncia, ni negativa ni positivamente, sobré la posibilidad de un ser para Dios, porque la esencia de lo sagrado sólo puede pensarse a partir de la verdad del ser."

El nihilismo

No tiene nada de extraño que la última gran obra de Heidegger traté de Nietzsche. "La metafísica, en tanto que metafísica, es auténtico nihilismo... La metafísica de Platón no es menos nihilista que la metafísica de Nietzsche." No es que Heidegger defienda el nihilismo. Quiere insistir en que la metafísica -desde el "olvido del ser" con el que casi se inicia-, ha anulado el ser, lo ha esencificado. El filósofo de Ser y tiempo tendría el mérito de haber advertido esta caída, quizá insalvable, y quizá el de anunciar, alguna vez, el desvelamiento del ser.

Heidegger no se reconoció en las formas ateas del existencialismo (del tipo de la de Sartre), pero su mismo planteamiento no llega a solución alguna.

El principal valor de la obra de Heidegger es el de volver a poner en circulación la realidad del ser, aunque sea en formas ambiguas y contradictorias. Una contradicción destaca entre las demás: por un lado, el ser queda "en manos" del hombre (el Da-Sein es al parecer el único acceso al ser); por otro, el hombre es presentado, en otros pasajes, como lugar, pastor, casa, etc., del ser, en espera de una ulterior revelación. Luego habría que concluir que el ser está más allá del Da-Sein.

En cierto modo, Heidegger es el final de la parábola recorrida, no por el "olvido del ser", sino por una visión esencialista (luego traducida en clave inmanentista) del ser. Y la significación de Heidegger estriba quizá en querer salir de aherrojamiento del ser sin renunciar al inmanentismo.

Gentileza de http://www.arvo.net/
para la BIBLIOTECA CATÓLICA DIGITAL