Empirismo británico
y David Hume Guía para alumnos Por Víctor Mani
Profesor de Filosofía y de Teoría del conocimiento
del Bachillerato Internacional
1.
CARACTERÍSTICAS DEL EMPIRISMO BRITÁNICO
Toda esta corriente de pensamiento se interesa por el problema de las facultades
cognitivas y las posibilidades y limitaciones del conocimiento humano.
a) Escepticismo de la razón.
Yo aventuraría aquí una proposición que considero general y sin excepción:
que no puede citarse ni un solo caso en el que el conocimiento de la relación
que hay entre la causa y el efecto pueda obtenerse a priori; sino que, al
contrario, este conocimiento se debe únicamente a la experiencia, que nos
muestra ciertos objetos en una conjunción constante.
Presentad al mejor razonador que haya salido de las manos de la naturaleza un
objeto que le sea enteramente nuevo; dejadle examinar escrupulosamente sus
cualidades sensibles; yo lo desafío, después de este examen, a que pueda
indicar una sola de sus causas, o uno solo de sus efectos. [86]
b) Dogmatismo de la experiencia sensible (sólo las impresiones de los
sentidos son fiables).
No hay ni un solo caso en el que, sin la ayuda de la experiencia, puedan
determinarse los acontecimientos e inferir su existencia, ya en calidad de
causa, ya en calidad de efecto. 87
c) Menos atención a la metafísica y crítica de la metafísica
racionalista.
Si procediéramos a revisar las bibliotecas convencidos de estos principios,
¡qué estragos no haríamos! Si cogemos cualquier volumen de teología o
metafísica escolástica, por ejemplo, preguntemos: ¿Contiene algún
razonamiento abstracto sobre la cantidad y el número?. No. ¿Contiene algún
razonamiento especial acerca de cuestiones de hecho o existencia?. No. Tírese
entonces a las llamas, pues no puede contener más que sofistería e ilusión.
[88]
Principios asumidos confiadamente, consecuencias defectuosamente deducidas de
esos principios, falta de coherencia en las partes y de evidencia en el todo:
esto es lo que se encuentra por doquier en los sistemas de los filósofos más
eminentes; esto es, también, lo que parece haber arrastrado al descrédito a la
filosofía misma. [89]
d) Temas preferentes de esta corriente de pensamiento son: teoría del
conocimiento, filosofía natural y política.
Es evidente que todas las ciencias se relacionan en mayor o menor grado con la
naturaleza humana, y que aunque algunas parezcan desenvolverse a gran distancia
de ésta, regresan finalmente a ella por una u otra vía (..), pues están bajo
la comprensión de los hombres y son juzgados según las capacidades y
facultades de éstos (..) Aquí se encuentra, pues, el único expediente en que
podemos confiar para tener éxito en nuestras investigaciones filosóficas (..)
En vez de conquistar de cuando en cuando un castillo o una aldea en la frontera,
marchemos directamente hacia la capital o centro de estas ciencias: hacia la
naturaleza humana misma; ya que, una vez dueños de ésta, podremos esperar una
fácil victoria en todas partes (...) Y como la ciencia del hombre es la única
fundamentación sólida de todas las demás, es claro que la única
fundamentación sólida que podemos dar a esa misma ciencia deberá estar en la
experiencia y en la observación.90
e) El empirismo británico es una corriente filosófica que parte de Descartes y
discurre paralela al Racionalismo Continental (Malebranche, Spinoza y Leibniz).
2. PRIMEROS EMPIRISTAS BRITÁNICOS
A) FRANCIS BACON
En su Novum Organum propone un nuevo método: 1ª fase de experiencia: Sine
experientia, nihil sufficienter sciri potest.[91] 2ª fase de inducción
(guiados por tablas de presencia, ausencia y grado).
Hay que estar alerta, advierte Bacon, para no dejarse dominar por los
prejuicios, que falsean la experiencia y ocultan la verdad. Esos prejuicios o
conceptos erróneos -ídolos (idola) les llama-, se adueñan de la mente y
distorsionan nuestra visión de la realidad, y son de cuatro clases: ídolos de
la tribu, como la tendencia de todos los humanos a ver leyes y reglas generales,
que siempre se cumplen, donde no hay tal. ídolos de la caverna, tendencias y
preferencias individuales a hacer las cosas siempre de igual manera; como ocurre
en los hombres que se inclinan siempre por los enfoques demasiado teóricos.
Idolos del foro, estriban en la fuerza de las palabras y son los más
peligrosos, porque logran confundir nuestra inteligencia. Ídolos del teatro,
procedentes de las falsas opiniones filosóficas ya aceptadas e indiscutibles,
como la lógica aristotélica.
B) HOBBES
Nominalista (los universales no existen, ni en la mente, ni en las cosas) y
materialista radical (el mundo -todas las cosas- es un mero repertorio de
cuerpos cuya esencia es el movimiento).
Adoptó el método de Padua: descomposición o resolución (analítico: permite
descubrir las partes que componen el objeto de estudio) y composición
(sintético: recompone el todo, demostrando como el todo procede de las partes,
que son la causa del todo). Razonar es lo mismo que sumar y restar.
El objeto de la filosofía es todo cuerpo del que podamos concebir que sea capaz
de composición o descomposición. 92
C) LOCKE
Idea es todo lo que pienso o percibo.
Desde el momento en que la mente, en todos sus pensamientos y razonamientos, no
tiene ningún otro objeto inmediato que sus propias ideas, las cuales ella sola
contempla o puede contemplar, resulta evidente que nuestro conocimiento está
dirigido sólo a ellas. Creo que el conocimiento no es sino la percepción del
acuerdo y la conexión -o del desacuerdo y rechazo- entre cualesquiera de
nuestras ideas. En esto consiste solamente.93
Las ideas provienen de la experiencia sensible. La mente es como un papel en
blanco, en el que la experiencia va depositando su contenido. Niega el innatismo
de las ideas, defendido por Descartes y Leibniz.
Supongamos que la mente sea, como se dice, un papel en blanco, limpio de toda
instrucción, sin ninguna idea. ¿Cómo llega entonces a tenerla? ¿ De dónde
se hace la mente con esaprodigiosa cantidad que la imaginación ilimitada y
activa del hombre ha grabado en ella, con una variedad casi infinita?[ ...) A
estas preguntas contesto con una sola palabra: de la experiencia. He aquí el
fundamento de todo nuestro saber, y de donde en última instancia se derivan.94
La experiencia puede ser: Sensación (experiencia externa), reflexión
(percepción interna que opera con los materiales obtenidos en la sensación).
Las ideas son simples y complejas (compuestas):
Las ideas simples (vienen de la experiencia directamente) y muestran: las
cualidades primarias (número, extensión, figura), que son objetivas; las
cualidades secundarias (olor, color, sabor, ...), que son subjetivas.
Las ideas complejas (combinaciones de ideas simples):
• modos (afecciones de las substancias): triángulo, gratitud.
• substancias (ideas simples unidas): corporales y espirituales.
• relaciones (ideas simples comparadas): relación causa-efecto.
D) BERKELEY
Inmaterialismo (la materia no tenemos ni idea de lo que puede ser) y
espiritualismo (contra Hobbes).
Nominalismo: niega la existencia de las realidades representadas por los
conceptos o ideas de la mente.
Psicologismo: "Esse est percipi", las cosas son su ser
percibidas.
La existencia absoluta de cosas no pensantes, independientes de la percepción
que de ellas se tendría, yo no la entiendo. Su esse es su percipi. No es
posible que tengan existencia actual fuera de las cosas pensantes que las
perciben."
3 . DAVID HUME: VIDA Y OBRAS
Nace en Edimburgo (1711). Estudia en la universidad de esta ciudad.
En 1734 viaja a Francia y se queda a vivir en La Fléche, donde escribe el
Tratado sobre la naturaleza humana (1739).
Regresa a las islas en 1737 y se instala en Londres. Publica el Tratado, que es
acogido por sus contemporáneos con total indiferencia. Un año después intenta
justificar esta obra con un Resumen, sin lograr una reacción favorable, con lo
que abandona su proyecto.
A partir de este momento dedica sus esfuerzos a escribir ensayos poco ponderados
sobre moral, política, religión e historia, con los que logra la celebridad
que andaba buscando.
En un nuevo viaje a París como secretario de embajada (1763-1766), trata a los
ilustrados franceses: Helvetius, Montesquieu y Rousseau.
Entre 1767 y 1769 es Secretario de Estado en Escocia. Pero pronto abandona la
actividad política y muere en la misma ciudad que le vio nacer (1776).
Tratado sobre la naturaleza humana (1739).
Hume pretendía aplicar el método newtoniano a la mora.96 El subtítulo de la
obra es suficientemente significativo de sus intenciones y de su escaso rigor.
Dice así: Ensayo de introducción del método experimental de razonamiento en
las cuestiones morales.
Esta obra consta de tres partes: «Del entendimiento», < Sobre las
pasiones» y «Sobre la moral».
Investigación sobre el entendimiento humano (1748).
Abandona la idea principal del Tratado, pero no su empirismo y su talante
escéptico. En la Investigación Hume no trata ya de construir toda una
antropología y una moral, sino que se limita a diseñar una nueva teoría del
conocimiento, inspirada en parte en ideas de los filósofos empiristas
británicos y en parte en ciertas nociones de Leibniz.
4. TEORÍA DEL CONOCIMIENTO DE HUME
Elementos del conocimiento: IMPRESIONES (conocimiento sensitivo) e IDEAS (copias
o representaciones de las impresiones). Toda idea procede de una impresión.
Sólo hay ideas si hay impresiones que les correspondan. El límite de nuestro
conocimiento son las impresiones; para saber si una idea es verdadera, hay que
comprobar si procede de alguna impresión.
Todas las percepciones de la mente humana se reducen a dos clases distintas, que
denominaré impresiones e ideas. La diferencia entre ambas consiste en los
grados de fuerza y vivacidad con que inciden sobre la mente y se abren camino en
nuestro pensamiento o conciencia.
A las percepciones que entran con mayor fuerza y violencia las podemos denominar
impresiones; e incluyo bajo este nombre todas nuestras sensaciones, pasiones y
emociones tal como hacen su primera aparición en el alma.
Por ideas entiendo las imágenes débiles de las impresiones, cuando pensamos y
razonamos (..)
No creo que sea necesario gastar muchas palabras para explicar esta distinción.
Cada uno percibirá en seguida por sí mismo la diferencia que hay entre sentir
y pensar (..)
Hay otra división de nuestras percepciones que será conveniente tener en
cuenta, y que se extiende tanto a nuestras impresiones como a nuestras ideas. Se
trata de la división en simples y complejas.
Las percepciones simples (impresiones e ideas) son tales que no admiten
distinción ni separación.
Las complejas son lo contrario que éstas, y pueden dividirse en partes (..)
Nos limitaremos por ahora a establecer como proposición general que todas
nuestras ideas simples, en su primera aparición, se derivan de impresiones
simples a las que corresponden y representan exactamente (..) Las impresiones
simples preceden siempre a sus correspondientes ideas; sin embargo, nunca
aparecen en orden inverso (...) y esta prioridad de lasimpresiones constituye
una prueba igualmente convincente de que nuestra impresiones son causas de
nuestras ideas, y no nuestras ideas de nuestras impresiones. 97
Nuestra certeza acerca de los hechos observados no se apoya en un conocimiento
de la naturaleza o la esencia de los hechos mismos, sino en una creencia, y en
una costumbre (mecanismo psicológico por el que relacionamos necesariamente dos
impresiones). La certeza que tenemos se basa en la costumbre de haber observado
en el pasado lo que ocurrió primero y después.
Esperamos efectos parecidos a los que ya hemos experimentado. Nos presentan un
cuerpo que se parece por el color y la consistencia al pan que hemos comido
otras veces; lejos deponer la menor dificultad en repetir la experiencia,
esperamos, con una entera certeza, recibir de él el mismo alimento y el mismo
sustento. Y de esta operación del espíritu es de la que yo querría conocer
bien el fundamento (...) La experiencia del pasado sólo da testimonio de una
manera directa y cierta para los objetos determinados y para el tiempo preciso
en el que se ha podido juzgar; ¿con qué derecho se la puede transportar a
otros tiempos y a otros objetos, cuyo parecido con los precedentes puede ser
solamente aparente? Éste es un punto importante sobre el que insisto. El pan
que yo comía hace algún tiempo me alimentaba; esto equivale a decir que un
cuerpo dotado de estas cualidades sensibles estaba entonces provisto de unas
virtudes secretas determinadas; pero, ¿se sigue de ello que otro pan deba
nutrirme también en otro tiempo, o que las mismas virtudes deban siempre
hallarse junto con cualidades parecidas? Esta consecuencia no parece necesaria
(..)
Aunque hayamos concluido en el ensayo precedente que razonando a partir de la
experiencia, el espíritu sigue un camino que no procede de ningún argumento ni
de ninguna operación del entendimiento, sin embargo, no hay el menor peligro de
que este descubrimiento afecte nunca a los razonamientos fundamentalescamino en
cuestión no está fundamentado en unos argumentos en forma, es necesario que lo
esté en algún otro principio que posea tanto peso y autoridad como la
argumentación, y cuya influencia dure tanto como la naturaleza del hombre
¿Cuál es este principio? Esto es lo que merece ser buscado (...)
Este principio es la costumbre o hábito. Cada vez que la repetición frecuente
de un acto particular ha hecho nacer una disposición a reproducir el mismo
acto, sin que se mezclen en ello ni el razonamiento ni ninguna operación del
entendimiento, decimos que esta disposición es efecto de la costumbre (..)
después de haber observado la relación constante de dos cosas, del calor, por
ejemplo, con la llama, o de la solidez con el peso, el hábito nos determina a
concluir la existencia de una de estas cosas cuando la otra existe (..)
Así pues, ninguna inferencia experimental procede del razonamiento; nacen todas
de la costumbre. La costumbre es la principal guía de la vida humana, ella sola
es la que hace útiles nuestras experiencias, mostrándonos, en la semejanza de
las diferentes series de acontecimientos, un porvenir semejante al pasado. Sin
su influencia, lo que conoceríamos en las cosas de hecho no se extendería más
allá de la memoria y de los sentidos; nunca sabríamos cómo adaptar los medios
a los fines, ni cómo emplear nuestras facultades naturales para producir lo que
fuera; toda nuestra actividad y la parte más interesante de nuestras
especulaciones se reducirían finalmente a nada 98.
Conexión o asociación de ideas: existen leyes que rigen la mente
(SEMEJANZA, CONTIGÜIDAD en tiempo o lugar, y CAUSA-EFECTO) y que originan la
asociación de ideas.
Como todas las ideas simples pueden ser separadas por la imaginación y unidas
de nuevo en la forma que a ésta le plazca, nada sería más inexplicable que
las operaciones de esta facultad si no estuviera guiada por algunos principios
universales que la hacen, en cierto modo, conforme consigo misma en todo tiempo
y lugar. Si las ideas estuvieran completamente desligadas e inconexas, sólo el
azar podría unirlas; sería imposible que las mismas ideas simples se unieran
regularmente en ideas complejas -como suelen hacerlo- si no existiese algún
lazo de unión entre ellas, sin alguna cualidad asociativa por la que una idea
lleva naturalmente a otra. Este principio unificador de las ideas no debe ser
considerado como una conexión inseparable, pues esto ha sido ya excluido de la
imaginación; tampoco podemos concluir que sin ésta no podría unir la mente
dos ideas porque nada hay más libre que esa facultad; tenemos que mirarlo más
bien como una fuerza suave, que normalmente prevalece y es causa, entre otras
cosas, de que convengan tanto los lenguajes entre sí; la naturaleza ha indicado
de algún modo a todo el mundo las ideas simples que son más aptas para unirse
en una idea compleja. Las cualidades de las que surge tal asociación y por las
que es llevada la mente de este modo de una idea a otra, son tres: semejanza,
contigüidad en tiempo o lugar, y causa y efecto.99
Existen dos tipos de conocimiento humano:
a) Relaciones de ideas (ej.: "el todo es mayor que la parte"): la
relación entre ideas es independiente de los hechos.
b) Cuestiones de hecho ("el sol sale por la mañana"): se basa
directamente en las impresiones.
Todos los objetos cuya investigación se propone la razón humana, se dividen
naturalmente en dos clases, la primera comprende las relaciones de ideas, la
segunda, las cosas de hecho. A la primera pertenecen todas las proposiciones de
geometría, de álgebra y de aritmética; en una palabra, todas las que son o
intuitivamente o demostrativamente ciertas (..) Las proposiciones de este
género se descubren por simples operaciones del pensamiento, y no dependen en
nada de las cosas que existen en el Universo. Aunque no hubiese ni círculo, ni
triángulo en la naturaleza, los teoremas demostrados por Euclides conservarían
igualmente su evidencia y su verdad siempre. En cambio, no se establece así la
certeza de las cosas de hecho, que componen la segunda clase de los objetos
sobre los que se ejerce la razón: por grande que pueda ser esta certeza, es de
una naturaleza distinta. Lo contrario de cada hecho siempre es posible, y como
nunca puede implicar contradicción, el espíritu lo concibe tan distinta y tan
fácilmente como si fuera verdadero y conforme a la realidad. El Sol saldrá
mañana, y el Sol no saldrá mañana,son dos proposiciones tan inteligibles y
tan poco contradictorias la una como la otra (..) Así pues, si hay una
evidencia que nos certifica las existencias reales y sobre la que se apoyan unas
cosas de hecho, que no son, ni presentes a los sentidos ni registradas en la
memoria, su naturaleza es un objeto muy propio para excitar nuestra curiosidad
(...) Los razonamientos que hacemos sobre las cosas de hecho, parece que todos
tienen como fundamento la relación de causa y de efecto. Ésta es la única que
puede llevarnos más allá de la evidencia de los sentidos y de la memoria.100
5. CRÍTICA DEL CONCEPTO DE CAUSALIDAD
Nuestro conocimiento de hechos queda limitado por impresiones actuales o
recuerdos actuales de impresiones pasadas.
En nuestra existencia contamos con que en el futuro se producirán ciertos
hechos (colocamos un recipiente de agua sobre el fuego, contando con que se
calentará). Nuestra certeza de lo que sucederá en el futuro se basa en la
causalidad (relación necesaria entre dos fenómenos: causa y efecto).
Ahora bien, no tenemos impresión que corresponda a la idea de relación
necesaria entre los fenómenos; nunca hemos observado la conexión necesaria. Lo
único observable es la sucesión de dos fenómenos. La conexión necesaria
entre dos fenómenos de la realidad es una suposición incomprobable.
Yo aventuraría aquí una proposición que considero general y sin excepción:
que no puede citarse ni un solo caso en el que el conocimiento de la relación
que hay entre la causa y el efecto pueda obtenerse a priori; sino que, al
contrario, este conocimiento se debe únicamente a la experiencia, que nos
muestra ciertos objetos en una conjunción constante.
Presentad al mejor razonador que haya salido de las manos de la naturaleza un
objeto que le sea enteramente nuevo; dejadle examinar escrupulosamente sus
cualidades sensibles; yo lo desafío, después de este examen, a que pueda
indicar una sola de sus causas, o uno solo de sus efectos. Las facultades
racionales de Adán acabado de crear, aun suponiéndolas de una entera
perfección desde el principio, no lo ponían en estado de poder concluir, de la
fluidez y transparencia del agua, que este elemento podía ahogarle, ni de la
luz y el calor del fuego que sería capaz de reducirlo a cenizas.
No hay ningún objeto que manifieste por sus cualidades sensibles las causas que
lo han producido, ni los efectos que producirá a su vez; y nuestra razón,
privada de la experiencia, no obtendrá nunca la menor inducción que se refiera
a los hechos y las realidades (..)
La investigación más exacta, el examen más profundo, no pueden hacernos leer
un efecto en su causa supuesta; porque el efecto es totalmente distinto de la
causa y jamás podremos descubrirlo en ella.
Una piedra, o una pieza de metal, se halla sostenida en el aire; quitadle su
soporte, caerá; pero, considerando la cosa a priori, ¿qué encontramos en la
situación de la piedra que pueda hacer la noción de hacia abajo más que la de
hacia arriba, o cualquier otra dirección? (..) Veo, por ejemplo, en un billar
una bola que se mueve en línea recta para ir a chocar con otra que está en
reposo; yo supongo, además, que se me ocurre accidentalmente que el efecto del
contacto o del impulso será un movimiento producido en la segunda bola; y
pregunto si con el mismo derecho no hubiese podido concebir otros cien sucesos
completamente distintos, que hubiesen podido igualmente resultar de esta causa
¿No podrían las bolas quedarse las dos en reposo absoluto? ¿No podía la
primera volver en línea recta tal como había venido? ¿No podía volver
siguiendo cualquier otra dirección? Estas suposiciones no tienen nada absurdo
ni inconcebible (...)
En una palabra, todo efecto es un acontecimiento distinto de su causa; no puede
pues ser percibido en su causa, y las ideas que de él nos queramos formar a
priori serán arbitrarias. E incluso cuando este efecto sea conocido, la
relación con la causa debe parecer igualmente arbitraria, ya que el
entendimiento concebirá siempre un gran número de efectos igualmente naturales
y que no repugnan. No hay, pues, ni un solo caso en el que, sin la ayuda de la
experiencia, puedan determinarse los acontecimientos e inferir su existencia, ya
en calidad de causa, ya en calidad de efecto.101
6. CRÍTICA DEL CONCEPTO METAFÍSICO DE SUBSTANCIA
Podemos pasar de una impresión a otra, pero no de una impresión a algo de lo
cual nunca ha habido impresión. ¿Podemos asegurar que haya algo -alguna
realidad extramental- que sea la causa de nuestras impresiones? No. Porque
iríamos de una impresión a una pretendida realidad de la que no tenemos
impresión. La creencia en la existencia de una realidad distinta de nuestras
impresiones es injustificable si utilizamos la idea de causa.
Me gustaría preguntar a esos filósofos que basan en tan gran medida sus
razonamientos en la distinción de substancia y accidente, y se imaginan que
tenemos ideas claras de cada una de estas cosas, si la idea de substancia se
deriva de las impresiones de sensación o de las de reflexión. Si nos es dada
por nuestros sentidos, pregunto: ¿por cuál de ellos, y de qué modo? Si es
percibido por los ojos, deberá ser un color; si por los oídos, un sonido; si
por el paladar, un sabor; y lo mismo con respecto a los demás sentidos. Pero no
creo que nadie afirme que la substancia es un color, un sonido o un sabor.
La idea de substancia deberá derivarse, entonces, de una impresión de
reflexión, si es que realmente existe. Pero las impresiones de reflexión, se
reducen a nuestras pasiones y emociones, y no parece posible que ninguna de
éstas represente una substancia. Por consiguiente, no tenemos ninguna idea de
substancia que sea distinta de la de una colección de cualidades particulares
(..)
La idea de substancia no es sino una colección de ideas simples unidas por la
imaginación, y que poseen un nombre particular asignado a ellas, mediante el
cual somos capaces de recordar -a nosotros o a otros-esa coleccion.102
7. CRÍTICA DEL CONCEPTO DE YO
Según Hume, la experiencia se encarga de demostrar que el concepto de yo que
tienen los filósofos carece de fundamentación empírica. Nunca puedo
percibirme a mí mismo sin las interferencias de las sensaciones de frío,
calor, luz, oscuridad, amor u odio, que experimento, y que tiendo a confundir
con mi yo. No puedo percibir ni mi existencia ni mi identidad.
El yo o persona no es ninguna impresión, sino aquello a que se supone qué
nuestras ideas e impresiones se refieren. Si alguna impresión originara la idea
del yo, tal impresión habría de permanecer invariable a través del curso
total de nuestra vida. Sin embargo, no hay impresiones constantes e invariables.
Lo que llamamos yo no es otra cosa que un cúmulo de diferentes percepciones
-algo sin substancia-, que se suceden rápidamente y que cambian continuamente.
Lo que llamamos mente no es otra cosa que un haz o colección de diferentes
percepciones, unidas por ciertas relaciones, con la suposición falsa de que
están dotadas de una perfecta simplicidad e identidad.103
8. CRÍTICA DEL CONCEPTO DE DIOS
Para criticar la existencia de Dios, Hume utiliza un argumento parecido: Dios no
es objeto de impresión alguna. Los filósofos anteriores habían utilizado la
idea de causa para llegar a demostrar la existencia de Dios. Al ser criticada la
idea de relación de causalidad, no podemos asegurar la existencia de ninguna
causa.
Si dais un paso más allá de nuestro mundo, sólo excitáis en vosotros un
humor inquisitivo, imposible de satisfacer jamás."°4
La consecuencia lógica es una religión natural, como mucho. La religión no va
más allá de una especie de filosofía sobre lo divino de corte empirista. Por
tanto, incapaz de remontarse fuera de las fronteras de la experiencia sensible.
Por eso también la moralidad depende de los sentimientos y de los afectos. El
bien y el mal tienen la relatividad de lo útil y de lo meramente conveniente.
9. CONSECUENCIAS DE LA CRÍTICA DE LA METAFÍSICA
Sólo conocemos las impresiones: Fenomenismo.
Todas nuestras ideas simples, en su primera aparición, se derivan de
impresiones simples a las que corresponden y representan exactamente (...) Las
impresiones simples preceden siempre a sus correspondientes ideas; sin embargo,
nunca aparecen en orden inverso (...) y esta prioridad de las impresiones
constituye una prueba igualmente convincente de que nuestra impresiones son
causas de nuestras ideas, y no nuestras ideas de nuestras impresiones. 105
No conocemos ni una sola realidad exterior distinta de nuestras impresiones, ni
una substancia pensante como sujeto de las mismas: Escepticismo.
Dado que nada hay presente en la mente sino las percepciones, y que todas las
ideas se derivan de algo que con anterioridad se hallaba ya ante la mente, se
sigue que nos es imposible concebir o formar una idea de algo que sea
específicamente distinto a las ideas e impresiones. Dirijamos nuestra atención
fuera de nosotros cuanto nos sea posible; llevemos nuestra imaginación a los
cielos, o a los más extremos límites del Universo: nunca daremos realmente un
paso fuera de nosotros mismos, ni podremos concebir otra clase de existencia que
la de las percepciones manifiestas dentro de esos estrechos límites. Éste es
el Universo de la imaginación, y no tenemos más ideas que las allí presentes
(..) Lo más que podemos aventurarnos a concebir objetos externos y supuestos
como especificamente distintos de nuestras percepciones, consiste en formarnos
una idea relativa de ellos, sin pretender la comprensión de los objetos
relacionados.106
El escéptico sigue razonando y creyendo hasta cuando no puede defender su
razón mediante la razón y, por la misma regla, se ve obligado a asentir al
principio concerniente a la existencia de los cuerpos, aunque no pueda pretender
sostener la veracidad de tal principio con argumento filosófico alguno. La
naturaleza no le ha dejado a este respecto opción alguna, pensando sin duda que
se trataba de un asunto demasiado importante para confiarlo a nuestros inseguros
razonamientos y especulaciones. Podemos muy bien preguntarnos qué causas nos
inducen a creer en la existencia de los cuerpos, pero es inútil que nos
preguntemos si hay o no cuerpos. Éste es un punto que debemos dar por supuesto
en todos nuestros razonamientos.107
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86. HUME, Investigación sobre el entendimiento humano, IV.
87. HUME, Investigación sobre el entendimiento humano, IV.
88. HUME, Investigación sobre el conocimiento humano, IV.
89. HUME, Tratado sobre la naturaleza humana, Introducción.
90. HUME, Tratado sobre la naturaleza humana, Introducción.
91. FRANCIS BACON, Opus maius, VI, 1.
92. HOBBES, De Corpore, I, 1, 8.
93. LOCKE, Ensayo sobre el entendimiento humano, IV, 1, 1-2.
94. LOCKE, Ensayo sobre el entendimiento humano, 11, 1, 2.
95. BERKELEY, Principios del conocimiento humano, 1, 3.
96. La idea de que atribuimos siempre iguales causas a idénticos efectos (ley
de asociación de
ideas por relación de causa-efecto) la toma Hume de los Principia, en los que
Newton explica las leyes
que son necesarias para la investigación de la Naturaleza, y la traslada por
las buenas a las cuestiones
morales. En efecto, en la segunda regla de los Principia se lee: «En cuanto sea
posible, hay que
adscribir las mismas causas a idénticos efectos. Por ejemplo, a la respiración
humana y animal, a la
caída de los cuerpos en Europa y en América, a la luz en la Tierra y en los
planetas» (NEWTON,
Principia Mathematica Philosophiae Naturalis, III).
97. HUME, Tratado sobre la naturaleza humana, I, I.
98. HUME, Investigación sobre el entendimiento humano, IV, V.
99. HUME, Tratado sobre la naturaleza humana, I, IV, 10-11.
100. HUME, Investigación sobre el entendimiento humano, IV.
101. HUME, Investigación sobre el entendimiento humano, IV.
102. HUME, Tratado sobre la naturaleza humana, 1, 1, 4.
103. HUME, Tratado sobre la naturaleza humana, 1, 1, 4.
104. HUME, Diálogos sobre la religión natural, IV, II.
105. HUME, Tratado sobre la naturaleza humana, I, I.
106. HUME, Tratado sobre la naturaleza humana, I, II, 6.
107. HUME, Tratado sobre la naturaleza humana, I, IV, 2.
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