Dios "es" y génesis del ateísmo

Por Antonio Orozco-Delclós

 

¡Hoy la tierra y los cielos me sonríen
hoy llega hasta el fondo de mi alma el sol
hoy la he visto... la he visto y me ha mirado
Hoy creo en Dios!

Estos famosísimos versos expresan una experiencia cotidiana: el influjo de los sentimientos sobre el pensar. A la vez constituyen un toque de atención, una llamada a desconfiar del sentimiento como fuente de conocimiento cierto.

Es claro que la existencia de Dios, la fe, la esperanza, la verdad en una palabra, no dependen de la mirada de unos bellos ojos ni tampoco de una coz de algún eventual salvaje iracundo. La verdad se manifiesta a un entendimiento despierto, libre de pasiones y amueblado por la lógica racional, es decir, educado para el ejercicio de la razón, de acuerdo con las reglas que le son propias.

TESTIMONIO DE LA SAGRADA ESCRITURA

Sab 13, 1: "Vanos son por naturaleza todos los hombres que carecen del conocimiento de Dios, y por los bienes que disfrutan no alcanzan a conocer al que es fuente de ellos y por la consideración de las obras no conocieron al Artífice"

El libro de la Sabiduría, con gran fuerza poética habla de la posibilidad y del deber que tiene toda persona humana de conocer a Dios por medio de las criaturas: "vanos son por naturaleza todos los hombres que ignoran a Dios y no alcanzan a conocer por los bienes visibles a Aquel-que-es, ni atendiendo a las obras, reconocieron al Artífice; sino que al fuego, al viento, al aire ligero, a la bóveda estrellada, al agua impetuosa o las lumbreras del cielo los tomaron por dioses rectores del mundo. Pues si seducidos por su belleza los tienen por dioses, deberían conocer cuánto más es el Señor de todos ellos, pues es el autor mismo de la belleza quien hizo todas estas cosas. Y si se admiraron del poder y la fuerza, deduzcan de ahí cuánto más poderoso es el que los hizo; pues de la grandeza y hermosura de las criaturas, se llega, pensando, a conocer al Hacedor de todas ellas" (Sab 13, 1).

Esto es lo que el Apóstol San Pablo recordaba a los Romanos, al mostrarles la causa de la corrupción en la que se hallaba inmersa la sociedad de su tiempo (tan semejante, en esto, a la nuestra) : "La cólera de Dios se revela desde el cielo contra la impiedad e injusticia de los hombres que aprisionan la verdad en la injusticia; pues lo que de Dios se puede conocer, está en ellos manifiesto. Dios se lo manifestó. Porque las perfecciones invisibles de Dios, su poder eterno y su divinidad, se han hecho visibles después de la creación del mundo por el conocimiento que de ellas nos dan las criaturas, de forma que son inexcusables... "(Rom 1, 19 ss)

San Pablo supone que si no se "ve" lo "invisible" de Dios en las cosas "visibles", no es porque se carezca de capacidad para verlas, sino porque se ha "ofuscado" la mente mediante "vanos razonamientos" que encuentran su raíz en un "corazón rebelde".

«Pregunta a las bestias y te instruirán, a las aves del cíelo y te informarán, a los reptiles del suelo y te darán lecciones, te lo contarán los peces del mar: con tantos maestros, ¿quién no sabe que la mano de Dios lo ha hecho todo? En su mano está el alma de los vivientes y el espíritu deI hombre de carne" (Job 12, 7-8).

Is 1, 3-4: "Conoce el buey a su dueño, y el asno el pesebre de su amo, pero mi pueblo no tiene conocimiento. ¡Oh gente pecadora, pueblo cargado de iniquidad, raza malvada, hijos desnaturalizados! Se han apartado del Señor, le han vuelto las espaldas!"

¡Todas las cosas hablan de Dios!

«Los cielos cantan la gloria de Dios, el firmamente anuncia la obra de sus Manos; el día al día comunica su mensaje y la noche a la noche transmite la noticia.... Por toda la tierra se ha difundido su voz y hasta los confines de la tierra sus palabras» (Sal 19, 3-5).

NECEDAD

Es tan clara la presencia de Dios en la creación que el Salmista, inspirado por el Espíritu Santo, afirma que es "es necio" quien dice "en su corazón, no existe Dios" (Sal 13(14), 1)

Con frecuencia, la "necedad" se manifiesta en la pretensión de aquel personaje de Steinbeck en El Valle largo: "necesitaba ver las cosas con tanta claridad que acababa oscureciéndolas por completo, como un negativo expuesto al sol". Es obvio que no se puede "ver" a Dios con los ojos de la cara, mientras andamos por este mundo, pero sí podemos y debemos entender que Dios es; que sólo El puede ser origen causal de las maravillas que vemos.

"¡Qué desatino! Como barro que se considerase igual al alfarero; como una obra que dijera del que la hizo: «no me has hecho»; como cacharro que dijera de su alfarero «este no sabe nada» (Is 29,15)

GENESIS DEL ATEISMO

En rigor, no hay dificultades objetivas que impidan a la inteligencia humana el reconocimiento de Dios. El ateísmo no es consecuencia de un grave "problema intelectual". Un famoso ateo - Jean Paul Sartre- en una de sus obras - Les mots -, cuando describe el ambiente familiar de su infancia confiesa: "yo no he llegado a la incredulidad por un conflicto de dogmas, sino por la indiferencia de mi familia".

A veces, en la génesis del ateísmo pueden tener culpa no pequeña algunos creyentes, en cuanto que, con el descuido de la educación religiosa, o con la exposición inadecuada de la doctrina, o incluso con los defectos de la vida religiosa, moral y social, han velado más bien que revelado el genuino rostro de Dios y de la religión. Sin embargo, no por eso queda justificado el ateísmo, pues negar a Dios por el comportamiento de algunos creyentes es tan gratuito como negar que los médicos curen, o que existan medicinas; o como negar el valor de los derechos humanos por el hecho de que su vigencia no impida todo delito ni que su declaración sea insuficiente para implantar la justicia en todo el mundo.

Lo cierto es que el ateísmo nunca ha sido un fenómeno originario. En general, tanto en las personas singulares, como en la vida de las diversas sociedades y culturas, aparece en épocas de crisis, en tiempos de decadencia, con el afán de justificar conductas en contraste con lo que dicta la recta razón. Así han surgido falsas filosofías e hipótesis seudocientíficas que han echado mucho humo sobre la naturalidad con que brota del espíritu humano el anhelo de Dios. La pretensión de la etnología materialista y evolucionista de poner al principio de la historia un hombre sin religión, o politeísta o fetichista, ha sido desmentida por los hechos.

Lo natural es que el hombre al despertar al uso de razón, se asombre ante la maravilla del universo, la grandeza, armonía, orden y perfección de sus leyes y estructuras y también ante la fuerza impresionante de la naturaleza. Natural es concluir que el COSMOS (la palabra "COSMOS" significa "orden" ) supone una perfectísima inteligencia ordenadora de un Ser extra-cósmico, superior a todo cuanto vemos, Principio y Fin del universo.

LA ENSEÑANZA DE LOS SANTOS PADRES

Los antiguos Padres de la Iglesia tienen también como testimonio de la existencia de Dios y de su gobierno providencial, la perfección y belleza del universo visible, desde el que para todos resulta fácil el conocimiento de Dios. Así por ejemplo, escriben: "(todo hombre) ilustrado por la simple visión de la belleza de las cosas, puede llegar hasta Dios" ; "Nosotros alabamos al único Dios, al que todos naturalmente conocéis"; "en todos los hombres hay un cierto conocimiento de Dios, naturalmente ínscrito", etc.

Los antiguos se admiraban sobre todo de la grandeza del universo, así como del impresionante aspecto y poder del rayo y demás fuerzas naturales. Se daban cuenta de que encerraba un misterio que habla de la existencia de un Ser misterioso, pero real, el Sumo Hacedor, autor magnífico de la causa de sus asombros.

FACILIDAD ACTUAL PARA EL CONOCIMIENTO DE DIOS

Corren los siglos y llega un tiempo en que las ciencias naturales y la técnica se disparan en un progreso también admirable. Cosas que a los antiguos les parecían sobrenaturales, sustraídas a las leyes de este mundo, hoy nos parecen "lo más natural"; ya no parece necesario un ser "extracósmico", "trascendente" (más allá del mundo) para explicarlas: nos basta el conocimiento de las leyes o fuerzas "inmanentes" (que se hallan en nuestro mismo mundo). Así por ejemplo, el esplendor y capacidad destructora del rayo se explica por la convergencia de fenómenos naturales muy conocidos. Siempre se encuentra - se espera encontrar - una ley natural que explique lo que teníamos por "misterioso" o "sobrenatural". Ahora bien, ¿es justo esperar que las ciencias de la naturaleza disipen todo misterio?

La respuesta es negativa, al menos por dos razones:

1) Las ciencias no hacen sino desplazar el misterio. Cada vez que disipan un enigma, abren simultáneamente un montón de nuevos interrogantes. Pero acontece algo más:

2) Aún en la hipótesis de que pudiésemos dar explicación natural a cuanto sucede ante nuestra observación, conociendo muy bien todas las Ieyes del cosmos, quedaría todavía por esclarecer el Origen de ese tejido espléndido de Ieyes y fuerzas naturaIes. En efecto: toda hipótesis científica sobre el origen del mundo, como (por ejemplo) la de un átomo primitivo de donde se derivara el conjunto del universo físico, deja abierto el problema concerniente al comienzo del universo. ¿Ha surgido de la nada, del azar, o ha existido siempre?

De la nada, nada puede proceder, porque nada es. El azar, o no es nada o indica una causa desconocida: desconocida, pero causa. Por tanto, decir "el azar" no resuelve nada, deja abierto el problema, hay que seguir indagando.

¿Habrá existido siempre el universo? Los científicos se inclinan cada vez más a la hipótesis de un origen temporal. Pero no es absurdo pensar que haya podido existir siempre. Lo absurdo es pensar que se explique a sí mismo.

Además, la existencia del Ser que es por sí mismo es requerido no sólo para la explicación del origen del universo en su primer momento de existencia, sino para la conservación del mismo en cada instante, también el presente. En otro momento afrontaremos esta cuestión.

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